‘Soft Ideology’ para la hegemonía: los nexos ruso-venezolanos

Víctor M. Mijares es profesor asistente de Ciencias Políticas y coordinador de la Maestría en Estudios Internacionales en la Universidad de los Andes, Colombia. Allí codirige el Strategos: Observatorio de la Seguridad Global. Además, es investigador asociado al German Institute for Global and Area Studies de Hamburgo y vicepresidente de la Asociación Colombiana de Ciencia Política. Sus áreas de estudio son el análisis de política exterior, seguridad y defensa. Actualmente dirige el proyecto “Petroestados en la política mundial”, con un especial interés en Venezuela. En esta entrevista dentro de nuestra serie sobre la presencia y proyección rusa en Latinoamérica, Mijares aborda el tema de los nexos entre el país euroasiático y su natal Venezuela. 


¿Cómo es la relación desde una perspectiva política institucional, ideológica y de cooperación? ¿Y cuáles destacarías que son los hitos de estas relaciones entre Rusia y Venezuela?

Es difícil identificar hitos ya que la relación es muy fluida y ha habido muchos viajes, intercambios, cooperaciones. Me parece que el mayor hito, fundamental en esa relación, es el primer viaje de Chávez a Moscú; si bien hubo visitas anteriores de líderes venezolanos, como el propio Pérez en tiempos de la URSS. 

Pero en el caso de Chávez es un caso muy interesante porque se desarrolla en un contexto de tensiones que comenzaron a darse con EE.UU. y con asuntos que tienen que ver con el armamento y con la salida de la esfera tecnológica de la OTAN. El primer viaje de Chávez fue en el año 2000 y, posteriormente, en 2006-2007 llegaron armas rusas a Venezuela, lo que es un hecho importante. Venezuela ya había tenido armamento no estadounidense (de Francia, Suiza, Italia, Alemania e incluso España), pero no de Rusia, que es un armamento muy pesado. 

Otro hito tiene que ver con la entrada de Gazprom en el negocio petrolero venezolano, en 2010, que se produjo con Medvédev en el poder. Estas relaciones tenían una dimensión diplomática, militar y energética. 

También es importante la ingeniería civil, donde, además de rusos, también había una presencia bielorrusa, menor, en el ámbito de la construcción de viviendas. Aunque hay algunos elementos que, por ejemplo, Alejandro Cardoso y yo destacamos en el artículo de la European Review for Latinoamerica and Caribbean Studies, sobre cómo la corrupción en esos elementos fortaleció la alianza entre Rusia y Venezuela.1

¿Cuál es la percepción que tienes como experto de las sinergias desde el punto de vista ideológico entre los modelos de gobernanza de Rusia y Venezuela, desde un plano más ideológico?

Hay que hacer una distinción muy clara, ya que la relación entre Rusia y Venezuela es muy confusa para los lectores y los investigadores de este tema. Desde la URSS hay una desideologización hacia una vía más pragmática con el objetivo de alcanzar la gobernabilidad. Y esto también pasa en la vía venezolana.

Desde mi punto de vista, para poder entender bien la relación entre Rusia y Venezuela hay que abandonar los conceptos más duros de la ideología y los grandes marcos ideológicos en los que encuadramos a la ingeniería social desde el siglo xix. Eso se ha sustituido por una soft ideology que busca conservarse en el poder dejando de lado la ideología, para mantener el control, la hegemonía interna y la gobernabilidad. 

Estas ideologías blandas van a hacer que se unan por su visión del mundo, más que de los elementos en común de sus sociedades. Esto se ampara en el multilateralismo y estos países tienen tendencias a cooperar, porque ven en la multipolaridad una forma política que deben empujar para debilitar no solo a EE.UU., sino a todo Occidente. Ese es el vínculo que les ha unido y les ha hecho remar juntos más que con la propia China, porque, por ejemplo, Venezuela tiene unas relaciones particulares con China, la cual ve la multipolaridad de una forma especial, ya que a día de hoy es la primera economía del mundo y se está haciendo un hueco en la bipolaridad, más que en la multipolaridad. Yo creo que este elemento hace que Caracas se acerque más a Moscú que a Pekín. 

¿Cómo evalúas la percepción de los medios rusos respecto a la realidad latinoamericana y más específicamente de la realidad venezolana? ¿Percibes alguna interacción con las élites venezolanas? ¿Cuál es el perfil de la gente que lee dichos medios rusos como RT?

Hay una influencia tremenda de los medios rusos en el espectro político chavista en Venezuela. Los medios oficiales en Venezuela son grandes consumidores de otros como RT y Sputnik —principalmente RT más que Sputnik, aunque de este último también hay evidencias—. En el caso de RT hay una interesante sintonía con medios de comunicación como TeleSur, que son los que alimentan los canales oficiales de comunicación de Venezuela. 

Pero, además, estos medios rusos tienen una importante penetración en la sociedad por medio de clics de su material subido en plataformas como YouTube. RT, por ejemplo, tiene una estética muy clara, muy cristalina, muy llamativa y aprovecha para lanzar un mensaje antimperialista, antiestadounidense y antioccidente. Utilizan un contenido muy bueno que supera los de Venezolana Televisión o de TeleSur, y estos han aprendido de los medios rusos. 

La propia crisis económica ha hecho que viren y miren con mucha atención estos contenidos rusos que tienen una gran calidad y que vinculan a Venezuela con otros líderes latinoamericanos más autoritarios. Estos medios son muy importantes para el régimen de Maduro como fuente de comunicación y como medio vinculante con otros movimientos autoritarios latinoamericanos. 


Nota:
1 A. Cardozo Uzcátegui y V. M. Mijares (2020): “The versatile amalgam: Interests and corruption in Russia-Venezuela relations”, en European Review of Latin American and Caribbean Studies, no. 109.




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