Contrapunteo cubano del bombero y el recluta

Otra flagrante contradicción en los medios oficiales cubanos ha despertado nuevas suspicacias y comentarios, que remiten a un diferendo comunicacional con las redes sociales y los medios independientes. Diatriba que ya toma más de una semana.

Cronológicamente, tras el incendio matancero y las muertes de los bomberos-reclutas, reclutas-bomberos y demás heridos, hubo un clímax explosivo extra con la aparición del video subido por el habanero Esteban Grau, dando origen —en teoría sin quererlo— a una muy ardua polémica acerca de la responsabilidad del Estado en el envío de jóvenes inexpertos al frente de combate, mediante una orden imperiosa —y grosera— dada a subalternos por el capitán Alain Rodríguez el domingo 7 de agosto; no el sábado 6 ni el viernes 5 en que se desataron las llamas. 

Lo que se ha enjuiciado es la pertenencia o no de que se haga circular la grabación de algo acontecido posteriormente, queriendo que la interpretemos como correspondiente a la madrugada fatídica.

Allí se aprecia la línea costera opuesta de la bahía matancera, totalmente incendiada, desde las inmediaciones del distrito Peñas Altas, lugar donde radican dependencias del MININT. La notoria extensión horizontal del fuego en las imágenes no puede, de ninguna manera, corresponder a la madrugada del sábado 6, porque en ese momento los tanques 2 y 3 aún no estaban comprometidos. 

Cubadebate, sorprendentemente, está respaldando la falsa interpretación de quienes afirman que el capitán Alain Rodríguez mandó a la muerte a sus subordinados.

Según se puede colegir del acopio y contraste de la voluminosa, imprecisa y muchas veces errónea información en los medios nacionales e internacionales, es a las 7 de la mañana del sábado 6 cuando se prende el tanque número 2.

En una entrevista casi inmediata, publicada por Cubadebate y que intenta desmentir los presupuestos “difamatorios” de sitios como Cubanos por el Mundo, son reconocibles las palabras del capitán. Se afirma que corresponden con los minutos previos a la explosión del primer tanque, ocurrida en la madrugada del sábado 6 y que causó una decena de muertos; mientras que el autor de la grabación ha asegurado un día después en su perfil de Facebook que “se realizó después del estallido del segundo”. 

Cubadebate, sorprendentemente, está respaldando la falsa interpretación de quienes, a partir del video, afirman que el capitán Alain Rodríguez mandó a la muerte a sus subordinados la madrugada del 6 de agosto, aun cuando en el texto queda claro que “ninguno de ellos falleció”.

El eterno reclamo sobre el fin de la obligatoriedad del Servicio Militar Activo —“Anteriormente conocido como Servicio Militar General (SMG) o Servicio Militar Obligatorio (SMO)”— en Cuba se ha avivado en las antípodas de la sociedad civil con los recientes sucesos, hasta el punto de que uno de los más acusados voceros del régimen lo ha mencionado en un artículo del Granma, en el cual loa cuestiones meramente formales.

Algunos de ellos eran reclutas del servicio militar y, por tanto, carecían de la voluntariedad, el compromiso, y los deberes de los bomberos profesionales.

Se trata de otra contienda, pues los opuestos al gobierno pugnan por difundir la idea de que el mando operativo de los bomberos cubanos obró negligente y abusivamente, obligando a que jóvenes inhábiles incursionaran cerca del tanque que explotó el sábado. Los favorables al gobierno batallan por promover que quienes acudieron en las primeras horas a controlar y sofocar el incendio, aun los más jóvenes, tenían la experiencia y los avales requeridos, así como la voluntad soberana de participar en tan peligrosas acciones.

Este 13 de agosto, el mismo diario oficial publicitó una nota sobre un joven de 21 años que funge como bombero profesional desde los 14. No menciona ni por asomo el reglamento de la Asociación de Bomberos de Cuba, ni si un menor de edad puede pertenecer al cuerpo de “bomberos voluntarios”, como sugiere. 

Quizá, entre las actividades de formación y orientación vocacional que realiza la institución, esté investir a un estudiante de primaria o secundaria con tal condición; pero, en todo caso, resultaría una etiqueta meramente simbólica que no implica, en rigor, participación alguna en labores de extinción, sino más bien de círculo de interés. Actividad que supone una familiarización del estudiante con el ámbito técnico o profesional, pero jamás una práctica cabal y efectiva que merezca considerarse aval de experticia.

No menciona ni por asomo el reglamento de la Asociación de Bomberos de Cuba, ni si un menor de edad puede pertenecer al cuerpo de “bomberos voluntarios”.

En consecuencia, asegurar que este joven “lleva siete [años] de experiencia en los cuerpos de bomberos” resulta, cuanto más, una falacia. Claro, siempre existe ambigüedad. Si se toma el sustantivo “experiencia” como “hecho de haber sentido, conocido o presenciado algo”, cabría inferir que es cierta la proposición. 

Pero el sentido de la argumentación que viene desarrollándose desde el párrafo anterior lleva a considerar que se emplea como “práctica prolongada que proporciona conocimiento o habilidad para hacer algo”. No de otro modo se explica que, en oposición a los “jóvenes sin experiencia” de que hablan las redes sociales, según el texto, se ofrezca como prueba contraria a este joven de 21 años con “siete”.

Hasta ahora no se ha hecho pública una lista de lesionados y desaparecidos. Por tanto, no es de conocimiento general las edades de quienes resultaron de manera directa afectados por la explosión del sábado. Sin embargo, se deduce que no todos sean jóvenes, aunque la mayoría pueda serlo. De hecho, entre las dos personas dadas oficialmente como muertas se halla un experto bombero cienfueguero de más de 60 años.

No tiene por qué tratarse de desafectos al gobierno u “odiadores”.

Por otra parte, el cuestionamiento mayor a la “estrategia del Cuerpo de Bomberos ante la catástrofe” se vertebra, no en razón de los atributos y cualidades de quienes estuvieron en las primeras horas a solo unos metros de las llamas, sino a partir de que se juzga errónea e irresponsable la decisión de colocarlos allí. Tampoco las reprobaciones más generalizadas se relacionan con la edad de los jóvenes afectados, sino con el hecho de que algunos de ellos eran reclutas del servicio militar y, por tanto, carecían de la voluntariedad, el compromiso, y los deberes de los bomberos profesionales.  

Se han constatado expresiones de dolor por la muerte del joven bombero bayamés de 24 años; pero no cuestionamientos de que, por su edad, hubiera caído en cumplimiento del deber profesional. Sin embargo, publicaciones de familiares allegados del recluta Leo Alejandro Doval Pérez de Prado, de 19 años, además de dolor por la pérdida, expresan desacuerdo con el hecho de que, siéndolo, fuera sumado sin consulta a las acciones para controlar el fuego.

No se demuestra, por otro lado, que todo el que albergue opiniones negativas tenga el propósito, como asevera el texto, de “manchar” y “atacar” al Cuerpo de Bomberos. Los posts de un exbombero-docente, devenido misionero metodista, son respetuosos y empáticos para con quienes fueron sus colegas de armas. Desde allí dio, desde el comienzo mismo del accidente, orientaciones y recomendaciones, además de enjuiciar algunas decisiones erradas.

Asistimos a otra contienda comunicacional en la que la prensa estatal, además de retardada, obra reactivamente.

No tiene por qué tratarse de desafectos al gobierno u “odiadores”, como los califica el diario, aseverando ser: “Incapaces de celebrar el coraje de nuestros bomberos, dadores de azul, trataron de convertir el triunfo sobre la adversidad en Matanzas en una campaña contra el servicio militar obligatorio”.

Porque ese es el real quid del asunto. El texto primero pareciera no estar dialogando con esa “campaña contra el servicio militar” a que alude el artículo signado por el impresentable anfitrión de Con Filo. Porque donde dice “jóvenes sin experiencia” debemos leer “jóvenes reclutas”, pues ellos —una clase particular, y no la más general de los “jóvenes sin experiencia”— y la decisión de que las fuerzas antiincendios incursionaran en las proximidades del tanque, son el verdadero centro de las críticas a la “estrategia del Cuerpo de Bomberos ante la catástrofe”, según palabras propias.

Dos días antes, el mismo diario había publicado otro texto sobre un recluta de 19 años que lleva seis meses en el servicio militar y salió ileso de la explosión. El muchacho manifiesta disposición de ir otra vez a luchar contra el fuego en la base de supertanqueros, pero añade que no le han permitido volver. Por último, asegura que, luego de estudiar licenciatura en Historia, se hará bombero, porque “no quiero ser otra cosa”.

La verdad casi siempre reside en los márgenes o el medio.

Es curioso que en la entrevista exista una contradicción lectiva, presuntamente una errata editorial que contradice la aserción última del joven cuando expresa: “No, voy a estudiar otra cosa” y nadie se percata.

El discurso de este texto, cuyo foco temático es la voluntariedad del sujeto y su vocación de bombero recién descubierta dentro del servicio militar, constituye el reverso exacto de lo que han difundido los familiares de Leo Alejandro; sobre todo el de la madre, que concluye así: “Tú no eres bombero ni lo serías, tú solo estabas pasando el servicio militar, tú eres médico y así es como salvarías vidas, tú eres mi eterno neurocirujano”. 

Asistimos a otra contienda comunicacional en la que la prensa estatal, además de retardada, obra reactivamente y, una vez más, pareciera compulsar a los ciudadanos a tomar partido por uno de los bandos, ignorando que la verdad casi siempre reside en los márgenes o el medio. Y que solo ella podrá salvarnos.




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Francisco Morán

Hay que advertir que, tras las protestas del 11J, quedó claro muy pronto que la delincuencia, la marginalidad, la indecencia y el anexionismo, para el Estado,tenían una geografía: la de los barrios.