Cruzada cultural norteña. El privilegio custodiado

En las últimas semanas hemos sido testigos de noticias un tanto insólitas que nos llegan desde la Embajada de los Estados Unidos en Cuba. La más reciente tiene que ver con la visita de Kerri Hannan, subsecretaria adjunta de Diplomacia Pública, Política, Planificación y Coordinación de la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental, que visitó La Habana del 20 al 23 de febrero de este año 2024, aunque en el sitio web de la embajada persiste el error del 2023. 

El breve comunicado de prensa, publicado a propósito de la visita de la funcionaria norteamericana, hace énfasis en el apoyo a la sociedad civil cubana y a los derechos humanos, e incluso, en algún momento, menciona a los marginados como sujeto de atención priorizada, los afrocubanos y los activistas cubanos, entre ellos. Los presos políticos también aparecen anotados, ocupan una breve oración al final del primer párrafo, como si hubiesen sido añadidos a última hora en el escrito, o como si no supieran qué hacer con lo que representan, y cuya sola mención al margen desentona visiblemente en un texto de tono triunfalista. 

 La breve pero pretenciosa nota de prensa habla en términos de defensa y de amplificar las voces de estos actores políticos, aunque en las fotos que hemos visto circular Hanna solo aparece reunida con los dueños de la tienda Clandestina, que ocupa un pequeño espacio en un barrio de La Habana Vieja, resultado del irregular proceso de gentrificación de la zona y que muy poco tiene que ver con la vida real del entorno que la circunda. Un breve tour por las calles aledañas a la tienda fancy les haría comprender cuál su público y, por tanto, sobre quienes realmente se ejerce el impacto. 

En consonancia con lo anterior, el comunicado también declara la reunión de la señora Hanna con empresarios cubanos. Elogia la labor que realizan como proveedores de suministros y empleos al pueblo, aunque obvia elementos básicos en la configuración de este sector en Cuba, como el exceso de regulaciones de carácter económico, y sobre todo políticas, que lo someten a una eterna sobrevivencia e incertidumbre, además de garantizar su obediencia y funcionalidad al sistema.

Tampoco hace alusión a que la mayoría de estas empresas, que antes respondían al calificativo «por cuenta propia» y que hoy lo hacen al de MiPYMES, deben su existencia y su “éxito” no solo a la situación de dramático desabastecimiento que vive la Isla, sino a una dinámica de permisibilidad a discreción que no llega a generar ni siquiera un mercado real, sino un escenario de precarización sucesiva, basado en formas de importación no muy claras, y que están muy lejos de promover la producción interna, mucho menos la riqueza material o inmaterial en derredor suyo.

Referirse entonces a «sector privado», tal y como hace el comunicado de la embajada, es cuando menos irresponsable. Como institución de la sociedad civil, a este Observatorio le preocupa mucho el permanente intento de normalización de la crisis humanitaria que vive Cuba, y que está provocada por una estructura de imposición política orientada a coactar también otras zonas de la vida social, la economía entre ellas, que no responda de manera incondicional a los mandatos de la clase militar en el poder.

La visita de la Subsecretaria de Estado está precedida de una cruzada cultural que instrumentaliza las luchas legítimas de sectores sociales en los Estados Unidos para luego establecer falsas equivalencias entre estratos populares norteamericanos y cubanos, desde el discurso de élites culturales que, al menos en el caso cubano, han sido aprobadas de antemano por el aparato cultural institucional, con larga experiencia no solo en filtrar todo lo relacionado a la libertad de expresión de los cubanos, sino en secuestrar espacios culturales alternativos. 

Por segundo año consecutivo, la celebración del Mes de la Cultura Afroamericana ha servido de escenario al intento torpe de blanqueamiento de la dictadura más longeva del hemisferio, apelando al desfasaje político de un grupo de artistas estadounidenses que todavía cree que Cuba es un faro de libertad, y defienden como derecho lo que realmente es un privilegio custodiado. No solo nos estamos refiriendo al simple hecho de viajar a Cuba, que hoy le es negado a cubanos por motivos políticos, sino de hacer arte, de expresarse en Cuba, con la espada de Damocles de cumplir prisión o de exponerse a una larga y desgastante persecución por parte de los agentes de la policía política.  

Luis Manuel Otero y Maykel Castillo quizás sean los artistas cubanos presos de más visibilidad, pero no los únicos, son al menos quince artistas presos registrados, además de los tres casos de artistas que cumplen sanción penal sin internamiento, y que engrosan la escandalosa cifra de más de mil presos políticos. No se trata de errores o de excesos de una política cultural rígida o de un país en situación excepcional de guerra. Se trata de un sistema totalitario que no tiene pudor en declarar al arte y a la cultura como escudo y espada de la nación, y cuyo enemigo histórico, los Estados Unidos de América, ha terminado siendo el chivo expiatorio del verdadero enemigo: la sociedad civil cubana, los espacios independientes, los que disientes del orden político asfixiante, los desplazados sociales que un día se hartaron de que hablaran en su nombre y que tomaron las calles para hablar ellos mismos. 

En el comunicado de la Embajada de los Estados Unidos en La Habana, los afrocubanos citados parecen estar muy lejos de los afrocubanos mencionados arriba. Muy lejos de los afrocubanos que estadísticamente resultan la mayoría de la población penal cubana, que además está entre las cinco más altas per cápita del mundo. También parecen estar muy lejos de los afrocubanos que cruzan más de tres países diferentes para intentar entrar por la frontera sur de los Estados Unidos, o de los que no tienen el dinero para pagar por la protección en las riesgosas rutas migratorias ilegales y deben seguir en Cuba, habitando en las mismas zonas marginalizadas por siglos e inventando para poder pagar los precios exorbitantes de las mypimes cubanas.

En realidad, el asunto es más grave y trágico: los afrocubanos del comunicado están siendo promovidos justamente para que estos últimos se abstengan de emigrar, y no causen más estragos en el vecino del Norte, antes enemigo histórico, hoy agente amplificador de simulacros culturales que llaman al toque de tambores en un país que se está quedando vacío. Los afrocubanos del comunicado, lo mismo que los afroamericanos entusiastas, no son más que marionetas mal disimuladas de una política desorientada de control migratorio. La orden neocolonial está dada, y es triste que los negros sean, una vez más, las puntas de lanza. 

Nuestro Observatorio defiende todos los días el derecho y la necesidad del arte independente cubano, lo mismo que la liberación de los artistas condenados y de todos los presos políticos. Defiende, además, una idea de lo negro como realidad política, no biologicista y mucho menos fetichista. También defiende el intercambio cultural desde el respeto y la autenticidad de las partes, que no eluda los problemas sociales de base, y mucho menos los instrumentalice para invisibilizarlos, sino que se ocupe de ellos desde la responsabilidad. 





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Por Hypermedia

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