Un profesor estadounidense me contactó para que mostrara mi documental Nadie y conversara con un grupo de treinta y tres personas mayores, graduados de la Universidad de Stetson, que se encontraban visitando Cuba. El encuentro se realizó en Casa Iconoclasta, un espacio cultural alternativo perteneciente a Gina Gonzo.
Esta es una crónica de lo que sucedió ese día. Los nombres de algunas personas e instituciones han sido modificados.
El grupo llegó en un ómnibus de Havana Tour y subió las escaleras hasta llegar al recinto. Algunos protestaron a causa de sus impedimentos físicos. Una joven alta y morena, asistente de la dueña, los acomodaba.
Reconocí y saludé a Ronald Barnes, veterano documentalista. Él había comenzado a hacerle preguntas a la joven asistente, pero su español era inexistente y el inglés de ella, incomunicable. Al final, entró la guía de Havana Tour y se sentó junto a ellos. La joven asistente cerró la puerta, conectó mi memoria a la laptop y encendió el proyector.
El profesor me presentó como un cineasta independiente y leyó un extracto de una crítica al documental en Screen Anarchy: “Nadie is an irrevocable achievement in documentary filmmaking […], pulsing with a vibrantly unique vision and methodology that results in a film as cerebral as it is emotional”.
Anunció entonces que, luego de la película, íbamos a tener un diálogo honesto para conocer otra cara de la realidad cubana.
Cortinas negras cubrieron la luz solar y comenzó Nadie. Al cabo de media hora, Alcides habla del escarmiento a los escritores de su generación y aparece Fidel Castro lanzando el monumento de la Plaza de la Revolución como si fuera un cohete enrojecido.
La luz del celular iluminó la cara de la guía de Havana Tour. Sus dedos texteaban algo que no pude ver. Los ancianos reían y se conmovían con Alcides.
Terminó la película. Aplausos. La joven asistente encendió las luces y el profesor me llamó al escenario.
El conversatorio en inglés fluyó de forma satisfactoria por unos 15 minutos, hasta que uno de ellos, que sostenía su bastón, preguntó:
—Thank you for such a moving piece. ¿How did the Cuban press react to this film? What did the critics say?
—¿Here? Nothing. All the reviews were written outside of Cuba.
—¿How did the Cuban government react to this movie? ¿Has there been any consequences for you?
—Sure. You can be critical here but only in moderation. If you touch the myth of Fidel Castro, then you immediately fall in a black list. We’ve had police raids, with police cars blocking both sides of a street. Only because we tried to screen this film at a private gallery. Actually, in a place rather similar to this…
Desde el público se escuchó un leve “Oh, my god!” y comenzó a levantarse un murmullo incómodo. Una mujer preguntó:
—¿What would the Cuban government think of us being here watching this film?
—I’m not sure if they know… There hasn’t been a public announcement on social media, and that’s what the State Security takes as a challenge. A group of people getting together is their biggest concern. But… I’m sure they wouldn’t be too happy.
Creció el murmullo de preocupación. Otra mujer interrumpió, levantándose con ayuda de su andador.
—I guess my question is… ¿Are we safe here?
El profesor intervino levantando las manos para calmar la situación.
—No, no, no… Everybody calm down. Look, in one week we are going to be back home, and everything will be fine… Now if you have other questions, here we have our on-screen talent…
El profesor invitó a Lynn con un gesto. La guía se levantó molesta y entró al baño para atender otra llamada. Lynn avanzó hacia el escenario mientras el grupo la aplaudía. Yo añadí:
—By the way… Lynn cannot longer work as an actress in Cuba. After this film, she was censored, and nobody ever called her again for an audition.
El profesor bajó la cabeza tratando de esconder su frustración. Algunos se movían inquietos en las sillas. Lynn me pidió que la tradujera y comenzó:
—Han pasado seis años desde el estreno de la película y hace rato que no la veía con un público. Creo que Alcides se anticipó cuando dijo que “este era el funeral de todos, el entierro de todos”. Después de la represión del gobierno a las protestas del 11 de julio, así como la cantidad de presos políticos para escarmentar a la población, ahora se siente más eso que decía Alcides. Es el entierro de todos. Y no hay luz al final del túnel…
Terminada mi traducción, el profesor se apuró a cerrar.
—Ok, well. Thank you, Lynn… Thank you, Miguel… You will all agree that this has been a very enriching experience… Now let’s give a round of applause to these artists…
El grupo batía las palmas, simultáneamente se levantaban y comenzaban a abandonar Casa Iconoclasta. Gina Gonzo no hablaba inglés y presenciaba el éxodo un tanto desconcertada.
Ronald permanecía hablando con la joven asistente, tranquilamente, mientras a sus espaldas se aceleraba la desbandada. Los andadores no eran obstáculo para la velocidad, incluso escaleras abajo.
La guía de Havana Tour regresó y dijo algo al oído del profesor, antes de volver a salir a todo tren. Yo quité la memoria de la computadora. El profesor se dirigió hacia mí con una severidad quebrantada por los nervios.
—It’s our guide… You’ve terrorized her.
—But… Why did you bring her?
—I didn’t know she was planning to see the film!
Lynn se asomó a la ventana. El grupo terminó de montarse en el ómnibus de Havana Tour. El profesor lanzó una última ojeada. Faltaba Ronald.
El documentalista no parecía inmutarse, continuaba hablando en inglés a la joven asistente, mientras ella sonreía intentando comprender el idioma. El profesor tuvo que tocar su brazo.
—Ronald, we have to go.
Partieron bajo el sol del mediodía. Nosotros regresamos a casa. Teníamos una invitación a cenar con ellos en la noche.
Los encontramos en Galeano y Zanja, a las siete. Estaban solo el profesor y Ronald Barnes. Caminamos hacia el restaurante. Ronald se apresuró por abordarme como si intentara aclarar un malentendido:
—You know the reason I was talking to that girl this afternoon… it’s because I want to come back in June to do a documentary about young people here, and that girl seems very smart and capable. She could be my fixer. ¿Do you happen to have her number?
—No, but… She hardly speaks English.
Ronald pensó antes de sonreír.
—Maybe… She has time to learn.
Lynn caminaba junto al profesor y le preguntó confidencialmente.
—¿Todo bien con la guía?
El profesor se encogió de hombros desconcertado.
—She is still upset… Me dijo que, si pierde su trabajo, voy a tener que… patron… ¿Cuál es esa palabra? ¡Ah! ¡PATROCINARLA!
© Imagen de portada: Fotograma del documental ‘Nadie’ (Miguel Coyula, 2017).
Saqué un pasaje en espíritu y fui a ver a mi mujer
Iré en Espíritu a ver a mi mujer y como un espíritu sólido me meteré dentro de ella. Cabeza de tortuga, lengua omnipresente.