Este régimen me ha convertido en una mala persona, motivada por la venganza y los pensamientos más turbios. En un enemigo del perdón.
Nunca imaginé envejecer almacenando tanto resentimiento en mi corazón. Tramando todo el horror de una venganza implacable. Cebando mi alma con la invención del peor dolor: el dolor que enloquece.
Yo quiero que sufran. No quiero que mueran.
Quiero pulverizar a martillazos esa piedra. Arrastrar por sobre rocas, como dijo el traidor de Silvio, a todos y cada uno: a los que golpearon, a los que idearon, a los que aplaudieron, a los que eligieron el silencio.
Quiero desaparecer las lápidas de los quedaron en el camino y escaparon de esta, mi justicia infernal.
No quiero un juicio justo para ninguno de ellos. No quiero otorgarles el derecho a la defensa, ni el derecho de escuchar sus argumentos. No quiero hogueras ni cárceles. Quiero, únicamente, el infierno para ellos y para mí.
Dolor por dolor.
Estoy en ese límite que roza lo inhumano. Acechando y rogando por ese día. Y lo peor: lo estoy disfrutando.
Sólo pende de mí la poesía. Pero no sé si esa virtud me vuelva a los pedestales del tino y la razón.
En esto me ha convertido esta dictadura.
Todos los peores humanos (III)
Por Phil Elwood
Cómo fabriqué noticias para dictadores, magnates y políticos.
