1.
Bohemia, decana de la prensa cubana, fue una de las publicaciones que con mayor frecuencia y constancia editó en sus portadas imágenes alegóricas de la nación. Creada en 1908 por su propietario y fundador Miguel Ángel Quevedo Pérez (1908-1969), su éxito se afianzó en 1914 al utilizar portadas en tricromías, la primera publicación cubana en hacerlo, y al aumentar su volumen hasta 40 páginas.
La crónica social estuvo presente en cada edición, con notas ampliamente ilustradas de la vida cultural y política de la época. Bohemia progresivamente se consolidó como una revista de prestigio, al ganar en calidad y espacio para la información nacional de actualidad. Dada su profusa tirada y circulación que llegó a alcanzar los 358 mil ejemplares en 1958, Bohemia se convirtió en una de las revistas más importantes, no solo del país, sino también de la región latinoamericana.
En las ediciones próximas al 20 de mayo la revista emitía números con cubiertas especiales que mostraban efigies alegóricas del país. Su larga vida editorial (desde 1910 hasta la actualidad) permite apreciar cómo se desarrolló el fenómeno alegórico durante todo el período republicano.
Bohemia. 25 de mayo de 1913. Biblioteca Nacional José Martí, La Habana, Cuba.
La segunda portada del ejemplar de mayo de 1913 debe mucho al cuadro de Eugène Delacroix, La Libertad guiando al pueblo. Una mujer joven, con el ropaje que le cae de los hombros –pero sin llegar a mostrar el pecho desnudo– sostiene con su mano levantada la bandera cubana y en la otra una cadena de flores. A sus pies, el escudo nacional y un campesino que ara el suelo.
La Libertad de Delacroix se ha invertido, el fusil ha sido sustituido por el ramo de flores y el chico de las pistolas por el agricultor, pero la estructura compositiva es la misma. El ímpetu pujante de la Revolución Francesa ha sido reemplazado por el alivio dulcificado de un sistema instituido, lo cual le resta la rebeldía y la impetuosidad de la Liberté.
Una imagen sosegada, clásica y serena se erige aquí como el símbolo de nuestra República, frente al pueblo humilde y trabajador que figura el jovenzuelo. En el centro, un poema titulado Patria ensalza la nación cubana.
Bohemia. 20 de mayo de 1917. Biblioteca Nacional José Martí, La Habana, Cuba.
La portada de la edición de 1917 compone una figura paradigmática de la República de Cuba. Una mujer, vestida con la bandera cubana, que sostiene en su mano lo que parece ser un cetro, se apoya en el escudo patrio de escala humana, coronada por un gorro frigio.
La dama alegórica es la protagonista y se prescinde de cualquier otro elemento, escena o ambiente que vaya más allá de la iconografía que devendrá característica: el escudo, la bandera y el gorro frigio. Por ello, esta ilustración de A. Meana resulta un patrón ejemplar de la alegoría cubana.
Bohemia. 2 de mayo de 1927. Biblioteca Nacional José Martí, La Habana, Cuba.
La ilustración de 1927, por el aniversario 25 de la República, luce un dibujo sencillo. El rostro de la República nos observa, risueño, oblicuamente, coronado por un gorro frigio con la estrella solitaria. Detrás, las franjas bicolores de la bandera.
El maquillaje de los ojos, almendrados y pronunciados; los labios rojos, finos y sonrientes, así como el lunar en su mejilla, exhiben una sensualidad inédita en las representaciones anteriores. La sobriedad de los esquemas precedentes da paso a un erotismo sutil que presenta una República acorde a los cánones publicitarios del momento.
Bohemia. 20 de mayo de 1928. Biblioteca Nacional José Martí, La Habana, Cuba.
En la portada de 1928, en cambio, la composición se complejiza y se carga de atributos simbólicos. En estos años las portadas comienzan a jugar con la visualidad escultórica, y arquitectónica que, segúnveremos en las publicaciones de 1936 y 1940, será una relación más directa y evidente en los añossucesivos.
Los códigos del Art Decó, que para entonces comienza a dominar la creación arquitectónica cubana, se trasladan a las figuras alegóricas a partir de una mayor majestuosidad, sentido volumétrico y sobriedad de las líneas. La sensualidad se sustituye por lo mayestático.
La República, sedente, vestida a la usanza romana pero con los colores de la bandera, se apoya sobre una espada con su mano derecha y con la izquierda sostiene el escudo nacional. Una espiga de trigo (símbolo de agricultura) reposa en sus piernas y flores, caracoles… descansan a los pies del escudo. Sobre su cabeza, el gorro frigio con la estrella solitaria y una corona de laurel.
Los elementos se organizan siguiendo las pautas de un esquema sobrio y rígido; la pose de la figura, la grandilocuencia de sus atributos y hasta la tipografía de la publicación denotan solemnidad y fastuosidad.
En los años subsiguientes sobreviene la etapa más amarga y cruenta del gobierno de Gerardo Machado, dictador que asume el poder en 1925. La alegoría se ausenta y solo renace con el derrocamiento definitivo del presidente. Por las particularidades del contexto político de esta época, con el establecimiento de la dictadura de Machado, la fecha del 20 de mayo pierde su valor como día de gloria para la República y este sentido se traslada a las fechas iniciales de las gestas independentistas.
Por esto, se analizan portadas alegóricas que no surgen con motivo de la data fundacional, pero sí con la misma significación, lo que desplazadas en el calendario.
Bohemia. 1 de octubre de 1933. Biblioteca Nacional José Martí, La Habana, Cuba.
La Revolución del 30[1] que logra desterrar al tirano del poder se homologa con la de 1868 y en ella busca su apoyo. El 10 de octubre de 1933, recordando aquel 10 de octubre de 1868 en el que se inicia el alzamiento contra el dominio español, se edita una portada que fusiona la emergencia de la nación republicana con el inicio de las guerras independentistas.
Esta estampa es particularmente interesante, en tanto la alegoría no constituye el eje principal, sino que se suma a un complejo representacional que tiene en la persona de José Martí y en el alzamiento de los cubanos su principal esquema.
El rostro de la República con gorro frigio aparece de perfil, apenas visible, detrás del semblante del Apóstol, también de perfil, quien ocupa el primer plano; más abajo, un grupo de cubanos armados y dispuestos a la lucha y uno de ellos con unas cadenas rotas en sus manos, con actitud de liderazgo. Alfondo, la bandera del triángulo rojo ondea.
En esta imagen, Oscar Salas, su ilustrador, fusiona varios mitos del imaginario independentista y patriótico: la figura de José Martí, el alzamiento de La Demajagua[2], la bandera nacional y, por último, la alegoría republicana. El ideario martiano, el ímpetu insurreccional ante un sistema opresor, las ansias de libertad y el patriotismo a ultranza se conjugan como conceptos que aúnan a la nacionalidad cubana y su proyecto de independencia.
Bohemia. 5 de noviembre de 1933. Biblioteca Nacional José Martí, La Habana, Cuba.
En noviembre de 1933 se vuelve sobre el fin de la dictadura: con un enfoque severo se expone la derrota del machadato, con ciertos rasgos de amargor que denotan lo brutal de esta conquista.
Bajo una mirada que conjuga lo inclemente con el abatimiento, la República, por el pincel nuevamente de Oscar Salas, se representa con gorro frigio y estrella solitaria, sosteniendo con su mano derecha la espada de la Justicia y con su mano izquierda un libro con la leyenda de Historia de Cuba, que posee una página oscura bajo el título de Machadato.
En estos dos últimos iconos no existen atisbos de sensualidad o majestuosidad sobria, sino que la rigidez, lo marcado de las líneas y la severidad integran los caracteres predominantes.
Bohemia en estos años se introduce en el campo de lo político y por ello sus portadas se vuelven plataformas de la agitación social que sacudía al país. La República se convierte en una guerrera que abandona su pedestal y se embarca en la misión de restablecer el orden constitucional.
Bohemia. 19 de mayo de 1935. Biblioteca Nacional José Martí, La Habana, Cuba.
En 1935 la imagen sosegada e ideal retorna a las páginas de Bohemia. La nación se personifica bajo los rasgos de una grácil joven, ingenua, delicada, vestida con los colores de la bandera, gorro frigio y con un ramo de flores (rojas y azules) en sus brazos, mientras recorre apaciblemente un entorno idílico de nubes.
Todo el diseño del anverso se realiza utilizando los colores de la insignia nacional, incluido el marco exterior del cabezal de la revista. La paz ennoblecida se reintegra al carácter de las alegorías.
Bohemia. 24 de mayo de 1936. Biblioteca Nacional José Martí, La Habana, Cuba.
En 1936 un nuevo gobierno se inicia y, luego de los azarosos y fallidos gobiernos provisionales, se ofrece como una oportunidad de restituir el honor y la integridad perdidos. Bohemia necesita un retrato imponente, grave y digno. Enrique García Cabrera (1893-1949)[3], uno de los más importantes artistas cubanos de la época, constituía el ilustrador habitual de la revista.
La estilización geométrica y lo filoso de los volúmenes, así como la monumentalidad de la mujer sedente reafirman el tono respetable y decoroso que se exige del reciente gobierno en el texto a pie de página. Junto con el escudo, en el centro del borde inferior, aparecen otros emblemas: la antorcha como atributo de luz y el haz de varas como símbolo de la unidad, retomado del eje del escudo. La estrella solitaria sirve de aureola a la República y unas alas estilizadas se adosan a su espalda.
Todo se representa en ascenso, como se desea que progrese el horizonte político. La espontaneidad del préstamo clásico ha sido sustituida por una imagen sintética y madura, que se apropia de las corrientesmodernas.
Bohemia. 21 de mayo de 1939. Biblioteca Nacional José Martí, La Habana, Cuba.
La faz de 1939 presenta una República de mirada incierta. Coronada por un gorro frigio y laureles, con el escudo como broche en su cuello y al fondo la bandera, presenta condensados todos los iconos alegóricos. La incertidumbre de su contemplación y de su gesto alude al también incierto curso político del país, que había demostrado no cumplir con el proyecto de los revolucionarios de la década de 1930.
Bohemia. 21 de mayo de 1940. Biblioteca Nacional José Martí, La Habana, Cuba.
En 1940 emerge una de las más bellas representaciones de la República. La alegoría constituye una réplica bidimensional de una escultura: un busto femenino, elegantemente estilizado, con un gorro frigio y una corona de laurel sobre su cabeza, y a sus espaldas, la bandera cubana.
La síntesis de elementos es la máxima. De los bustos alegóricos, que en esta época dominan lasportadas de Bohemia, este es uno de lo más fascinantes, puesto que la ilustración se acerca al terreno de la escultura y la síntesis gráfica resulta magistral.
Bohemia. 18 de mayo de 1947. Biblioteca Nacional José Martí, La Habana, Cuba.
Un poco antes de finalizar la década, en 1947, asoma una figura exclusiva que conjuga, por primera vez en la lámina alegórica, dos técnicas: la fotografía y el dibujo. El diseño libre se fusiona con la instantánea fotográfica y se obtiene una imagen que está más cercana a los cánones estilísticos de la década posterior.
Esta alegoría insiste en el uso de vestimentas clásicas, el gorro frigio y el haz de varillas proveniente del escudo. Con esta portada cierra el ciclo de alegorías de Bohemia, que en la década del 50 se inclina por diferentes tipos de metáforas republicanas.
La comprensión de la fecha se ofrece desde otras perspectivas, la personificación femenina del Estado se disipa y otros recursos simbólicos son utilizados en cambio. La bandera ondeando en El Morro, fotografías de desfiles militares, recuerdos gráficos del primer 20 de mayo, las luchas mambisas… son algunos de los motivos que reemplazan a la alegoría de su papel representacional.
2.
La revista Carteles, fundada en 1919, dirigida y administrada por Oscar H. Massaguer, inició su camino como una publicación mensual. No obstante, ya en 1924 Carteles cambia de formato como semanario y la publicación se propone desarrollar un programa de iniciativas para convertirse, según el primer editorial de mayo de 1924, en “la mejor revista gráfica de Cuba Republicana”[4].
En este mismo año la dirección pasa a las manos de Alfredo T. Quílez, que se había desempeñado como su gerente general, y la dirección artística a las de Emilio Roig de Leuchsenring (1889-1964). Luego, Alejo Carpentier (1904-1980) ocupa la jefatura de redacción y en 1927 Roig de Leuchsenring sería subdirector de la revista.
En 1931, Conrado W. Massaguer (1889-1965), hermano del fundador y el más destacado caricaturista cubano de todos los tiempos[5], toma el cargo de director artístico y Arturo Alfonso Roselló (1896-1972) el de jefe de redacción. En 1954 la revista pasó a ser propiedad de Bohemia, y Antonio Ortega Fernández (1903-1970), jefe de información de esta última, acoge el cargo de director de Carteles, que dejó de publicarse definitivamente el 31 de julio de 1960.
Reportajes, entrevistas y artículos dedicados a valorar los más importantes acontecimientos políticos nacionales e internacionales, dieron una notable relevancia a esta publicación.
La revista matizó su perfil de variedades con trabajos de intelectuales de vanguardia de reconocido prestigio. Tanto su diseño gráfico, sus temas de actualidad y variedades, así como la promoción degrandes autores hispanoamericanos, la convirtieron en una revista de referencia en Cuba e Hispanoamérica. Su larga extensión por todo el período republicano nos permite apreciar con claridad la evolución de la alegoría con el pasar de los años.
La revista en su primera década no contó con grafías alegóricas del 20 mayo, pues sus portadas mostraban fotografías de artistas o personajes relevantes del momento. En 1927, sin embargo, realiza una excepción por el aniversario veinticinco de la República.
Conrado W. Massaguer diseña la imagen: un rostro femenino de la República con gorro frigio; atrás, la fecha del aniversario sobre un decorado abstracto. Un perfil triunfal, el único quizá en blanco y negro de la época. Se sintetizan los atributos, el fondo se indefine y el empleo del blanco y el negro le otorgan una visualidad única y característica a esta silueta.
Esta imagen difiere y se relaciona a un mismo tiempo con la portada de Bohemia de igual fecha. Ambas sintetizan la efigie alegórica en el rostro y portan gorro frigio como icono distintivo, pero el espíritu de una y otra es totalmente diferente. La de Carteles se caracteriza por la gravedad con que se asume la celebración mientras que la de Bohemia prefiere el estilo diáfano del canon publicitario. Las dos presentan una república radiante, pero con métodos distintos.
Carteles. 22 de mayo de 1927. Biblioteca Nacional José Martí, La Habana, Cuba.
Carteles. Caricatura al anverso de la portada. 22 de mayo de 1927. Biblioteca Nacional José Martí, La Habana, Cuba.
Sin embargo, al interior de la revista de Carteles se narraba algo bien diferente. La caricatura ¿Bodas de plata? descubre una República cadavérica, aterrorizada y angustiada, vestida de novia, que es asediada por lascivos pretendientes (Pánico Económico, Mr. Wallstreet, Don Guataca) y escudriñada por viejas chismosas (Doña Lotería).
¿Dónde ha quedado la felicidad del aniversario? En la superficie. Al interior se muestra el verdadero estado de la República, asediada por continuos males y oportunistas.
Carteles. 22 de mayo de 1932. Biblioteca Nacional José Martí, La Habana, Cuba.
En la década del 30, Carteles renueva su formato, desecha las fotografías y empieza a decorar sus frontales con ilustraciones. En 1932 emerge la primera alegoría en colores, con un carácter festivo y laudatorio. La República, con evidente entusiasmo, descubre su figura al correr la bandera con uno de sus brazos, mientras con el otro sostiene un ramo de flores. Un ceñido vestido rojo –con un sello de la bandera– destaca sus curvas y, sobre su cabeza, una banda azul rematada con la estrella solitaria y fulgores dorados acentúa su belleza.
Carteles. 20 de agosto de 1933. Biblioteca Nacional José Martí, La Habana, Cuba.
En agosto de 1933, por el contrario, la República pierde su jovialidad. Tras el derrocamiento de Machado, la nación se representa en harapos, arruinada, pero con el puño levantado. La fuerza del impacto visual radica en la simplicidad de sus elementos. El fondo de la bandera, el desgarramiento de las vestiduras de la República que renace, que cierra con fuerza su puño y lo alza, aluden a la resurrección y a la oportunidad de reconstruir lo perdido, una vez vencido el tirano.
Esta portada concuerda con el ánimo general de la época, puesto que se relaciona con las portadas alegóricas de Bohemia de ese año, enfocadas también en representar el fin del machadato y la necesidad de un nuevo comienzo.
Carteles. 20 de mayo de 1934. Biblioteca Nacional José Martí, La Habana, Cuba.
En 1934 retorna el sosiego en la simbología alegórica. En la portada conmemorativa de este año predominan los atributos del escudo como divisas simbólicas. La República se coloca en un costado de la composición, con gorro frigio, ataviada con los colores de la bandera y la estrella solitaria en su pecho. En una mano, el haz de varillas coronado también por un gorro frigio y en la otra el escudo nacional. En la lejanía, el sol naciente sobre los campos cubanos con palma real, centrales y arados; al frente, ramas de laurel.
El escudo constituye el protagonista iconográfico de la imagen; sus componentes se hiperbolizan y la alegoría se introduce en su entorno metafórico. Si bien la mayor parte de las veces ciertos elementos puntuales se extraen de los símbolos nacionales para acompañar a la alegoría, en esta ocasión ocurre lo inverso: la alegoría se ha insertado en el espacio simbólico del escudo.
El símbolo nacional actúa como contexto, al abstraer su forma y proyectar sus atributos hacia el exterior, pero también funciona como distintivo alegórico, al acompañar e identificar a la personificación republicana.
Carteles. 22 de mayo de 1938. Biblioteca Nacional José Martí, La Habana, Cuba.
La portada de 1938 constituye la más barroca y pródiga en material simbólico. Galindo, el ilustrador, nos entrega una alegoría nacional en extremo poetizada y sublimada. La República con túnica romana, entronizada, sujeta con su mano derecha un libro con el título de Historia y con la otra una espiga de trigo. La estrella solitaria cierra el vestido en su pecho y se repite el motivo en el gorro frigio que ostenta sobre su cabeza. El escudo adornado con guirnaldas de flores se encuentra al frente, próximo al borde derecho.
Una multitud, liderados por un abanderado con el estandarte nacional, avanza hacia ella con ofrendas. Tal escena se desarrolla en un paraje tropical, de palmas y playas. Esta imagen reitera los símbolos ya tradicionales de la alegoría: los ropajes clásicos, el escudo, el gorro frigio, la estrella solitaria, labandera, la espiga de trigo, el paisaje tropical como sinécdoque de la Isla, el libro de Historia como metáfora del paso del tiempo, entre otros.
Lo realmente excepcional de esta ilustración resulta la prodigalidad iconográfica y la actitud majestuosa de la alegoría sedente. Véanse las portadas de Bohemia de 1928 y 1936, donde también aparece la República entronizada.
Las líneas curvas y gráciles ceden, pues, en la década del 30 frente a la solemnidad y majestuosidad del espíritu de la época, inspirado en las formas duras del Art Decó y en los perfiles angulosos provenientes de la escultura y de los edificios públicos.
Carteles. 21 de mayo de 1943. Biblioteca Nacional José Martí, La Habana, Cuba.
Asimismo, la portada de 1943 presenta a modo de escultura en mármol, el rostro de una República inmutable, con la mirada fija. Sin ostentar la belleza formal de la portada de Bohemia de 1940, se vincula directamente con esta en el ánimo escultórico que las configura a ambas.
Otros elementos que participan de esta imagen de 1943 son la bandera y hojas de laurel queenmarcan la composición, y un sello[6] en la zona baja, con el continente americano al centro, que expresa que, con unidad, se conquista la libertad.
En las dos últimas décadas de Carteles, Andrés García Benítez (1916-1981)[7] se convierte en el ilustrador oficial. Sus tipos populares, sus mujeres de curvas redondeadas y cinturas estrechas se trasladan también a las alegorías republicanas, pero carentes del optimismo que caracterizan el resto de las cubiertas de la revista.
Más allá de las transformaciones estéticas, ocurrieron también en esta etapa cambios en la esfera ideológica, que modificaron a la alegoría no en su iconografía, pero sí en su actitud. El fracaso del mito republicano, los fraudes electorales, las dictaduras y los golpes de Estado generaron un creciente descontento y pesimismo que se reflejaron en las encarnaciones de la República.
La alegoría se acriolla, se aleja del clasicismo grecorromano y se humaniza. En tiempo de elecciones se muestra doliente, presa de la incertidumbre; la representación se vuelve dramática, casi patética en su angustia. Se alude a la demagogia y al oportunismo político.
Carteles. 21 de mayo de 1944. Biblioteca Nacional José Martí, La Habana, Cuba.
Carteles. 19 de mayo de 1946. Biblioteca Nacional José Martí, La Habana, Cuba.
Carteles. 21 de mayo de 1950. Biblioteca Nacional José Martí, La Habana, Cuba.
Carteles. 20 de mayo de 1951. Biblioteca Nacional José Martí, La Habana, Cuba.
En 1944 se exhibe una República que mira con recelo y desconfianza las propagandas políticas. La corrupción y la politiquería la hacen sospechar y dudar de aquellos que se publicitan como los portavoces de sus intereses. Abajo, el sello con la máxima martiana: La patria es ara, no pedestal.
Igualmente, en 1946, una República abatida hace caso omiso de los festejos y fuegos artificiales que en su honor se lanzan cercanos al Capitolio Nacional, mientras sostiene en su mano la fecha de su aniversario. En 1950, agotada y fatigada, se hunde en un mar de panfletos de políticos corruptos, socorrida apenas por la bandera que sostiene con su mano. En 1951, observa de perfil el Capitolio Nacional, con la mirada aprensiva y acongojada; la bandera encuadra la composición.
En todas estas portadas, el tipo alegórico es similar (marcado por la mano del ilustrador que siempre es el mismo, Andrés García Benítez): una joven con gorro frigio, morena, de curvas sensuales, labios rojos y ojos almendrados. La bandera aparece ocasionalmente, en los márgenes como telones o sostenida en el asta.
Los atributos iconográficos se han reducido sustancialmente y la mujer, el gorro frigio y la bandera restan como los únicos distintivos. La tristeza, la desconfianza, el desengaño y la sospecha definen estas representaciones, puesto que la alegoría observa con desdicha los manejos turbios y oportunistas que en el campo de la política se realizaban en su nombre.
Carteles. 18 de mayo de 1952. Biblioteca Nacional José Martí, La Habana, Cuba.
No obstante, por el cincuentenario de la República, la dicha vuelve esperanzada, en celebración de medio siglo de vida republicana. En 1952 se edita un número especial que presenta un exterior singular por los recursos alegóricos que utiliza. El escudo nacional, ubicado al centro, está custodiado por dos damas; una de ellas vestida a la usanza de los primeros tiempos republicanos y, la de la derecha, según la moda elegante y moderna de los años 50.
Entre ambas, sostienen una banda con el lapsus conmemorativo 1902-1952 y, en el medio, frente al escudo, la palabra Cincuentenario. La bandera delinea, a modo de cortina, los límites de la escena. En esta fachada conmemorativa el escudo es el núcleo de la obra, mientras que las jóvenes se ubican para encarnar las épocas del pasado y el presente de la República. Una, el inicio fundacional de 1902 y la otra el instante del cincuentenario.
La alegoría republicana se diluye y se bifurca en metáforas de los períodos que marcan el comienzo y el fin del aniversario; se descarta el empleo de los atributos tradicionales de la alegoría y se recurre a la caracterización mediante los atuendos, peinados y cortes de cabello. La figura femenina continúa asociada a la personificación republicana, pero sin el protagonismo del que había gozado hasta elmomento.
Carteles. 21 de mayo de 1953. Biblioteca Nacional José Martí, La Habana, Cuba.
En 1953 la alegoría triunfante renace monumental, sensual y voluptuosa; nada queda del clasicismo y laingenuidad de los primeros años. Sobre un fondo de colores cálidos, la silueta estilizada y refinada de la República sostiene el asta de la bandera, que ondea por toda la página, y el escudo nacional con la otramano.
Teniendo en cuenta los casos analizados en las revistas cubanas elegidas, la alegoría republicana sirvió de locución visual al 20 de mayo. El alcance social del aniversario republicano se sintetizó en la alegoría, ante la necesidad que tuvo el 20 de mayo de auto-representarse y trascender en el imaginario visual nacionalista.
La trascendencia de la fecha fundacional, como data que marcaba la culminación histórica de las luchas mambisas y la introducción de Cuba en la arena internacional como país independiente, se transfirió a la personificación del Estado nacional.
La imagen de la República era, pues, la imagen de un proyecto que suponía la pertenencia a una cultura, civilización y raza específica. Importaba un ideal de República moderna, occidental e independiente. La personificación pretende concretar lo que en el plano real no existe cabalmente.
Notas:
[1] La Revolución del 30 fue una revuelta popular, secundada por el Ejército Nacional, que derrocó al dictador Gerardo Machado el 12 de agosto de 1933. En 1927 el presidente Gerardo Machado decide prorrogar los poderes ejecutivo y legislativo del Estado cubano hasta 1935 y liquida la política bipartidista vigente. Esto provocó un repudio popular latente, que se hizo expreso desde 1930, ante un sistema político deslegitimado por el dictador. Desde fines de 1932 las acciones populares colectivas de resistencia y de protesta cobraban cada vez más intensidad y permanencia. Las luchas revolucionarias y la protesta social masiva desembocaron durante el verano de 1933 en la caída de la dictadura de Machado y el quebranto sucesivo de la mayoría de las instituciones. El gobierno norteamericano interviene en la situación para lograr una sustitución de los gobernantes sin riesgo de revolución. Martínez Heredia, Fernando, La Revolución Cubana del 30. Ensayos, La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 2007, p. 4.
[2] El alzamiento de La Demajagua ocurrió el 10 de octubre de 1868, liderado por Carlos Manuel de Céspedes, en su ingenio La Demajagua, donde proclamó la independencia de Cuba y la libertad de sus esclavos. Este hecho daría inicio a las luchas contra la metrópoli española, que se libraron en Cuba de 1868 a 1878.
[3] Enrique García Cabrera fue uno de los artistas más importantes de su época, en especial en el campo de la ilustración gráfica. Primero, se formó como pintor en la Academia de San Alejandro de La Habana y más tarde en Roma y París. Desde muy temprana edad atrajo la atención y ganó varios premios en concursos de publicidad comercial y de carteles. Durante casi cuarenta años trabajó simultáneamente como pintor y artista comercial. En las páginas de Bohemia desarrolló algunas de sus piezas más relevantes, con un total de más de 150 portadas realizadas entre 1935 y 1939. Menéndez, Pepe, “The Forgotten Glamour of García Cabrera”: Chicago Art Deco Society, Número especial, 2013, p. 13-18.
[4] Romero, Cira. “Carteles en la sinergia de las buenas revistas cubanas”: La Jiribilla (795), Año 12, La Habana, Cuba, 2016.
[5] Conrado W. Massaguer fue un importante dibujante y caricaturista cubano de la primera mitad del siglo XX. Fue el creador de un estilo propio del dibujo y la caricatura, y se considera un artista de referencia en tales vertientes. En 1916 funda la revista Social, proyecto que le valió el prestigio y el reconocimiento por la calidad de su diseño gráfico y su contenido periodístico y literario. Para más información de este artista véase: Bermúdez, Jorge R. Massaguer: República y Vanguardia, La Habana: La Memoria, Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, 2011.
[6] El sello, en la zona inferior de las portadas, aparece habitualmente en Carteles a inicios de los años 1940. Este se alterna con otro que repite las palabras martianas, La patria es ara, no pedestal, y al centro un santuario griego con una llama. Esta práctica manifiesta el nivel de compromiso político de la revista con la situación del país en aquella época y el espíritu crítico que la impulsa.
[7] Andrés García Benítez fue uno de los más importantes ilustradores de la revista Carteles. Firmaba sus obras como “Andrés” y se desempeñó no solo en el área gráfica, sino que también fue un notable escenógrafo de teatro y espectáculos. En 1932, siendo un adolescente, diseña su primera portada para Carteles y, desde 1936 hasta 1961, se desempeña como ilustrador oficial de la revista. Se convirtió en uno de los grandes artífices de la gráfica costumbrista cubana.
* Fragmento del ensayo homónimo de la autora, reproducido del libro Festejando la nación en América Latina (siglos XIX-XXI), Tomo II (Dalila Chine Lehmann y Natalia Molinaro, editoras). Centre de Recherches Ibériques et Ibéro-américaines, Université Paris Nanterre, 2018. pp.132-154.
Poder y saber en Cuba totalitaria: una relación envilecida
Utopías violentas como el fascismo y el comunismo se han beneficiado históricamente del apoyo de intelectuales como participantes directos en estos procesos a niveles locales. Intelectuales que se convertirían luego en parte de sus élites estatales gobernantes.