La ONEI: nuestros muertos alzando los brazos



La Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) presentó este 19 de mayo su informe demográfico de 2022: “Indicadores demográficos de Cuba y sus territorios 2022”. 

Entre otros detalles dignos de mención, los alrededor de 320 000 cubanos que arribaron a las fronteras de Estados Unidos a lo largo de ese año solo existen, al parecer, en las patrañas que los “odiadores” inventan para “desacreditar” a Cuba y a su “Revolución”. 

Es esa, en definitiva, la única interpretación concebible al hecho de que, según la ONEI, el saldo migratorio cubano del año pasado sea positivo (991 personas) y la población haya descendido de 11 113 215 (31 de diciembre de 2021) hasta 11 089 511 (en igual fecha de 2022). El descenso se debió al mucho mayor número de muertes que de nacimientos. Según esta Oficina, el saldo migratorio más bien contribuyó a aminorar la caída. 


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No es, sin embargo, la real cuantía de la población cubana hoy —o los malabares de la ONEI con esa cifra para ocultar la verdad— el objeto de este trabajo.[1] El asunto aquí es la desaparición muy conveniente, para el gobierno de Miguel Díaz-Canel, de casi 9 000 fallecidos cubanos.

El pasado 25 de enero, la cuenta en Twitter de la ONEI informó de una entrevista que le hiciera Andrea Rodríguez, corresponsal de AP en Cuba, al vicejefe de esa institución, Juan Carlos Alfonso Fraga. De las cifras reveladas, la periodista usó tres en un artículo suyo[2]publicado el 22 de febrero sobre la presente situación demográfica cubana: 11 089 500 para la población de Cuba el 31 de diciembre de 2022; 129 049 el número de personas fallecidas en ese año; y 95 402 los nacimientos. 

En el informe de este 19 de mayo, sin embargo, mientras el número de nacimientos apenas aumentó en uno (95 403) y el de habitantes (31/12/2022) en once (11 089 511), en el caso de los fallecimientos el cambio ha sido desproporcionado. De los 129 049 revelados en enero por el vicejefe de la ONEI, el informe ha pasado a 120 098: es decir, 8 951 fallecimientos menos. 

Es de señalar, además, que si bien las otras dos magnitudes aumentaron, casi seguramente por algún registro que no se llegó a hacer en tiempo, en el caso de los decesos la variación ha sido a la baja.

Tras decidirme a cuestionar a Juan Carlos Alfonso Fraga en Twitter sobre esa variación tan masiva y a la baja, Evelyn López León, funcionaria de la ONEI, me respondió el 20 de mayo: “En la entrevista que se realizó en enero se abordaron números preliminares. No obstante, en Cuba se registran todas las personas que nacen, que fallecen, por tanto los números son confiables, están amparados en la legalidad”.


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Sin duda, las cifras pueden variar, y deben variar, a medida que la información es aumentada y se depura, como varió, por ejemplo, el número de nacimientos. 

Sin embargo, en primer lugar, es muy improbable una variación de la magnitud de los fallecimientos —desplomada en alrededor de 7%—;[3] y en segundo, si bien resulta entendible que los registros crezcan al contabilizarse poco a poco nacimientos o fallecimientos no registrados en tiempo, no es entendible que disminuyan. 

No hay explicación verosímil a que se hayan registrado más muertes de las reales, sobre todo cuando hablamos de 8 951 fallecimientos de más. 

Podría, por ejemplo, achacarse el sobrerregistro inicial al hecho de que las personas fallecidas fuera de su lugar de residencia hubieran sido contabilizadas en dos lugares a la vez y, solo al comparar las listas respectivas, se hubiera podido corregir ese error. Pero es improbable en Cuba, donde todos los ciudadanos tienen un carnet de identidad y los fallecimientos se registran en el municipio de residencia que aparece en el carnet del occiso.

Estoy de acuerdo con la funcionaria de la ONEI en que en Cuba se registra a todas las personas que nacen, o que mueren, según un procedimiento legal expedito. Por lo mismo, resulta imposible creer en un error tan masivo. 

Se habla de un país en el cual el Estado, del que la ONEI es su institución estadística oficial, administra todos los hospitales de maternidad, funerarias y cementerios. En la Isla, ningún ciudadano anda tan por su cuenta.

Es significativo que, a pocos días de su entrevista para AP y antes de que la ONEI comenzara a publicar sus cifras de 2022, Juan Carlos Alfonso Fraga participara en una reunión de la Comisión Gubernamental para la Dinámica Demográfica, presidida por el primer ministro Manuel Marrero.[4]

Allí, además del Consejo de Ministros en pleno, estaba presente también Antonio Aja Díaz, director del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana. ¿Qué se discutió en ese encuentro de febrero, más allá de lo publicado por medios oficiales que responden por entero al gobierno? 

No se sabemos, pero puede presumirse, sobre todo porque, según el reporte de Yuniel Labacena Moreno, el señor Marrero expresó a los allí reunidos: “Este año nosotros tenemos que darle un ‘golpe’[5] a todos estos asuntos de la dinámica demográfica que tanto nos afectan”.

Tras ver lo ocurrido con el saldo migratorio, no se necesita ser muy suspicaz para suponer que, entre otras acciones, el primer ministro Manuel Marrero se refería con lo del “golpe” a amañar las estadísticas a conveniencia del gobierno. 

A fin de cuentas, es bastante conocido su empeño por presentar a Cuba con “una dinámica demográfica similar a la de países desarrollados”, como aseguró en su informe de rendición de cuentas a la Asamblea Nacional, en diciembre de 2022.[6]  

Poco después de esa reunión, en una clara muestra del altísimo interés del gobierno en el tema demográfico, le tocó el turno al propio presidente Miguel Díaz-Canel para reunirse con expertos y científicos sobre “la dinámica demográfica, y como parte de ella el envejecimiento poblacional”.[7]

Aunque no se han encontrado referencias a la presencia de expertos y científicos de la ONEI en esta segunda reunión al máximo nivel, se sobreentiende que no estuvieron ausentes. Sería inconcebible que se haya invitado a Antonio Aja Díaz, de la Universidad de La Habana, a una reunión con semejantes temas, y no haber invitado a la ONEI, institución gubernamental, oficial, que se ocupa de llevar las estadísticas demográficas del país.

¿Por qué entonces la ONEI, o sus funcionarios, de habitual tan dados a tuitear por cualquier evento en que participan, no publicaron nada sobre su asistencia a esta reunión con el presidente cubano, por quien demuestran tanta afinidad en sus cuentas? ¿Por qué Juan Carlos Alfonso Fraga tampoco hizo ningún comentario sobre su participación en la anterior reunión con Marrero?

Con un exceso de muertes[8] en 2021 de alrededor de 50 000, el gobierno de Díaz-Canel no podía estar complacido con que algo parecido se repitiera en 2022. De entrada, 129 049 fallecidos implicaría entre 9000 y 12 000 muertes más de las esperables en Cuba, de mantenerse la tendencia de mortalidad anterior a la llegada de la pandemia. 

La cifra es, entonces, un “exceso de muertes”, la variable que la OMS usa para medir el verdadero efecto de la pandemia —más allá de las siempre dudosas cifras oficiales, sobre todo en estados autoritarios. 

Ese exceso de entre 9000 y 12 000 muertes es casi cuarenta y cinco veces las 207 personas[9] que oficialmente fueron reportadas por el Ministerio de Salud Pública (MINSAP) como fallecidas por Covid en 2022. 

Por tanto, de haberse mantenido en las estadísticas oficiales las 129 049 muertes que Alfonso Fraga le informó a AP en enero, Cuba volvería a quedar en entredicho, por tan cuantiosa diferencia entre las cifras oficiales de fallecimiento por Covid y el exceso de muertes. 

Más allá de la duda que, sobre la credibilidad de las cifras que publica el Estado cubano crea este caso particular, había otro problema con los 129 049 muertos. Si bien en 2021 podían entenderse los estragos de la pandemia en Cuba, reflejados en el exceso de muertes, en 2022 ya no. 

¿Por qué? Porque a comienzos de 2022, el porcentaje de cubanos completamente inmunizados con todas las dosis recomendadas de las vacunas cubanas, alcanzaba más de 90%. ¿Cómo explicar entonces que, en 2022, se tuviera un exceso de muertes de entre 9 000 y 12 000 personas?

Esa cantidad de muertes en exceso, con respecto a las esperadas según la tendencia de la mortalidad previa a la pandemia, equivaldría a entre 81 y 108 muertes por 100 000 habitantes achacables a la Covid —directamente o en sus efectos colaterales.

Este es un valor más bien bajo, pero un número importante de países, incluso con una población tan o más envejecida que la cubana, ya habían logrado mantener dicha cifra desde antes de comenzar con la inmunización artificial.  

Los 129 049 fallecidos en 2022 ponían en duda la efectividad de las vacunas cubanas. Algo que no podía permitirse un gobierno que lo apostó todo a ellas, incluido el futuro desarrollo de su industria de medicamentos. No ya la credibilidad de las vacunas estaba en juego, sino también la del presidente, la de su gobierno, e incluso la de “la Revolución”. 

Baste con recordar que la industria farmacológica y biotecnológica cubana, que habría sido la responsable de semejante fiasco, es obra de Fidel Castro. Así que, si el régimen quería salvar su cada vez menor credibilidad, tendría que cambiar la cifra de enero.

La elección de ese 120 098 no fue aleatoria, o caprichosa, sino muy bien calculada. Se escogió porque corresponde al límite superior del intervalo en que cabía esperarse que estaría el número de muertes en Cuba para 2022, de no haber llegado la pandemia y de haberse mantenido las tendencias anteriores de la mortalidad. 

Así, quedaba como que en 2022 y gracias a las “milagrosas” vacunas cubanas, Cuba había casi regresado a la normalidad.  

Convencer a unos funcionarios tan incondicionales de “su Revolución”, como son los compañeros de la ONEI, para que amañaran las cifras de manera que las cuentas se cerraran, no debió ser nada difícil. 

A ellos bastaría con explicarles, seguramente en un intermedio en la reunión con Díaz-Canel, o quizás en algún otro encuentro no hecho noticia intencionalmente, lo que implicaba para la Revolución ese exceso de entre 9000 y 12 000 muertes en 2022. 

A fin de cuentas, los de la ONEI son unos funcionarios que tuitean mucha más propaganda política gubernamental que información de su labor estadística. 

Comprobar que la nueva cifra de 120 098 es falsa no debería ser difícil. Si bien es casi seguro que los estadísticos de la ONEI se preocuparon muy bien de que todas las cuentas cerraran —por lo que una revisión de lo publicado en “Indicadores Demográficos de Cuba y sus Territorios 2022” no llevará a ninguna parte—, los registros municipales o provinciales de fallecimientos todavía deben conservar las cantidades verdaderas, pues es poco probable que se haga participar a tantas personas en esta falsificación. 

Para demostrar la falsedad de lo publicado por la ONEI, bastaría, en consecuencia, con compararlos con los valores publicados en las tablas de “Indicadores…”. Acceder a estadísticas oficiales en Cuba, mucho más si se intenta poner en duda una afirmación o un dato brindado por el propio gobierno, es un sueño que la Seguridad del Estado convertirá en pesadilla a quien pretenda llevarlo adelante en la Isla.




Notas:
[1] Sobre la real población de Cuba, más allá de las cifras de la ONEI, véase “El retroceso demográfico cubano tras el último censo”, así como los cálculos y tablas publicadas por el profesor Juan Carlos Albizu-Campos Espiñeira.
[2] Andrea Rodríguez, “La migración apremia a Cuba con una población envejecida”. AP News, 22 febrero 2023.
[3] Al respecto, el 20 de mayo el profesor Juan Carlos Albizu-Campos Espiñeira ha escrito en su Facebook: “En el caso de las defunciones totales se trata de una diferencia de ¡¡7%!! No es ni siquiera un error. Tampoco un craso error. Es un horror de estadística. Y aun así, nadie ofrece una explicación, ni siquiera medianamente plausible. Para que se tenga una idea de la magnitud de este ‘desliz’ estadístico (8951 defunciones), este supera todas las defunciones registradas en las provincias de Pinar del Río (1.4 veces), Artemisa (1.8 veces), Mayabeque (2 veces)…”.
[4] Yuniel Labacena Moreno: “‘Hacer nuestra’ la atención a la dinámica demográfica”, Presidencia y Gobierno de Cuba, 13 febrero 2023.
[5] El entrecomillado es del original.
[6] Oscar Figueredo Reinaldo, “Dinámica demográfica en la mira del Parlamento cubano”, Cubadebate, 13 diciembre 2022.
[7] René Tamayo: “Díaz-Canel intercambió con expertos y científicos sobre ciencia e innovación para garantizar un envejecimiento saludable”, Cubadebate, 21 febrero 2023.
[8] El exceso de muertes es la variable que la OMS utiliza para definir los resultados reales, en cuanto a muertes, de la pandemia de Covid-19. Se calcula restando al número de muertos ocurrido en un año pandémico, o período determinado, el número de muertes que debería haberse esperado para ese intervalo de tiempo, de mantenerse la tendencias previa a la llegada de la pandemia.
[9] José Ángel Portal Miranda: “La Covid-19 no ha desaparecido: Debemos continuar cumpliendo las medidas diseñadas para su contención”, Cubadebate, 11 enero 2023.




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