Masticadito y de buena fe

El 11 de julio de 2021 el pueblo de Cuba salió a las calles a pedir libertad. En horas de la tarde, un señor que no fue escogido por el pueblo tuvo cara y cuerpo para pedir a los cubanos “revolucionarios” que salieran a golpear al pueblo desarmado. La orden de combate estaba dada. 

Miles de abuelas, madres, hijos, que llevaban mucho tiempo aguantando la opresión de un gobierno que no servía, ahora, además, tenían que aguantar los palos. 

Un grupo de jóvenes se sentó en las afueras del instituto de radio y televisión en busca de justicia y fueron arrastrados y tirados en un camión.

La agrupación Buena Fe estaba allí apoyando la barbarie y los golpes. Al mismo tiempo, los militares vestidos de civil y grupos paramilitares salieron a matar. Tenían luz verde. En algún lugar con aire acondicionado, lejos, los gobernantes veían a la gente ripiarse. 

A los pocos días, ya había mucha gente presa. Las madres, las abuelas, además de tener que sufrir por no tener cómo alimentar o vestir a las criaturas, ahora también tenían que preocuparse por la prisión de sus hijos.

Los que fueron presos, con condenas injustas, dejaron atrás a familias que nunca más iban a poder celebrar un cumpleaños. Los que no fueron presos, tuvieron que salir huyendo. Por mar, selva, por donde fuera. La familia cubana quedó destruida, dividida, de luto. El país se había acabado. La grieta era profunda. 

El señor que no fue escogido por el pueblo heredaba un país en ruinas. Sus jefes, los viejos militares, se lo habían dejado bien clarito: con nuestras ganancias no te metas, sal a lucharte lo tuyo. El señor que no fue escogido por el pueblo se hizo de un grupo de ineptos que terminaron de destruir la economía. 

La cosa estaba muy mala y había que echarle un poco de talco a la cara del país. Había que vender, traer turistas, demostrar que Cuba era un país seguro. 

El grupo de personas que trabajaba en puestos de privilegio salió a mentir. Un auto, un poco de gasolina y dos o tres cocteles con pantristas uniformadas servían para no tener que mirar de frente la verdad. La verdad con cara de madre y abuela cubana, que lucharon y levantaron ese país; ahora traicionadas, tenían que ver a sus hijos y nietos tras las rejas. 

Las cárceles estaban llenas, pero los del gobierno, con par de cursos de PDF y algún programa Paint, trataron de vender un país-fiesta. Un país-fiesta vacío: sus hijos estaban afuera o presos. Encuentros culinarios, artistas que hacen de militares de buen corazón por ahí viajando (porque como ellos mismos dicen: se lo merecían), conciertos, pan con empella: ¡En Cuba todo está rico! Siempre más circo que pan.

Las cárceles, llenas de cubanos: hijos, hermanos y padres. Las calles vacías, y muerte en el mar y en la frontera. El asfalto, con mil patrullas policiales y cero ambulancias. Los hospitales, sin nada. Cero esperanzas. Cero sueños. 

Los que pudieron huir andan doblando el lomo para poder mandarles una aspirina o un trozo de pan a los viejos de la familia que quedaron dentro. Los que pudieron huir andan con callos en las manos y un vacío por la falta del café con leche de la mamá por la mañana. Los que pudieron huir son gente pacífica. Nadie puso una bomba. Nadie asaltó un cuartel. Los que no pudieron huir y están presos son gente pacífica. Nadie mató a nadie. Nadie secuestró a nadie. 

La compañía que permite entrar alimentos y medicinas cobra caro. Cobra caro y en una moneda que no es la cubana. Los dueños de la compañía (que tienen amistad y son bien cercanos al señor que no escogió el pueblo) están haciendo dinero gracias a la situación del pueblo. Situación del pueblo que han creado los mismos gobernantes que se están enriqueciendo. 

Los dueños de la compañía, a veces, entrevistan a Buena Fe en sus medios. Buena Fe, vende: habla bonito de los animalitos, los corazones y otras palabritas que alejan el foco de la verdad y la realidad que vive el país ahora. 

La orden de combate está dada. La orden de inventarse una narrativa falsa de lo que pasa en Cuba está dada. Ellos, que han dividido a la familia y que han acabado con el país y con la vida de millones de seres; son el “team amor”. 

La nueva Cuba ya es obvio que es una Cuba donde las diferencias de clase son abismales. Donde hay gente que tiene mucho y puede mucho (porque son amigos del señor que no escogió el pueblo) y hay gente que tiene que llorar y sufrir (porque es lo que toca). 

La nueva Cuba no se preocupa por los cubanos, a pesar de que hace años la campaña era esa: con todos y para el bien de todos. La campaña de ahora es “Cuba avanza y eso les duele”. ¿A quién? ¿A las madres? ¿A las abuelas?

La nueva Cuba es para unos pocos. Detrás, hay una cortina roja llena de polvo que no deja ver los millones de sufrimientos de la inmensa mayoría. Las imágenes que llegan de allá son como de un zoológico sin lógica. Una pasarela de ropa donde las modelos se creen en París. Y gente sin pan tira fotos con la mirada absorta. Sin entender. 

Un restaurante donde se puede pagar en criptomonedas y las muchachas están lindas cantidad con su ropita de afuera. Primeras damas. Chefs. Aviones privados. Todo, en un país donde no hay ni pan. Autos de lujo y dinero escondido en zonas que la mayoría ni se imagina. 

La gente está muy cansada, necesita un norte, una luz… y no ven el truco de magia que les marea la perdiz para que no se enteren de nada. ¡Qué sufran! ¡Qué pierdan las vidas! “La culpa de todo la tiene el bloqueo”.

Un millón de militares y policías al tanto de los que están abriendo los ojos, de los que ya lo abrieron, de los que quieren lo mejor para el país de verdad. El robo es a la cara. Nos quitaron el país. Gente fea, inepta, violenta, se ha hecho con la tierra, vinieron de Oriente a construir hoteles, hoteles para sus hijos, hoteles para sus nietos. Dinero fácil, levantado sobre el sufrimiento de la gente. El beneficio para unos pocos, gracias al sufrimiento de todos. 

Los ladrones de “cuello blanco”, los secuestradores de tierra, no se preocupan si las familias sufren, tienen que comer, o son asaltadas por otros cubanos que, por culpa de ellos mismos, no logran conseguir qué comer. 

Cuando ya no hay ni talco para echarle a la cara fea de esa realidad, un grupito de “artistas”, aspirantes a intelectuales y privilegiados con la cara muy dura, empiezan a decir que el resto de la población, las madres que tienen a sus hijos presos por gusto, las abuelas que perdieron a los nietos en el mar, son unos odiadores. Las personas que sufren de verdad el país y sufren por en lo que se ha convertido son unos odiadores.

Pareciera así: ¡Coño, madre, te meto a tu hijo doce años preso y no quieres escuchar a Buena Fe! ¡Coño, madre, usted es una odiadora! Yo que encarcelo y vivo como Carmelina, no. Yo soy puro amor. Usted es una odiadora. 

Los que se han tenido que ir sin despedirse son unos odiadores. Los que no tienen qué comer son unos odiadores. Los que perdieron su país son unos odiadores. ¿Sabes quiénes no son unos odiadores? Ellos. Los que jodieron todo. Los que acabaron con todo. Los que dieron la orden de combate. Ellos son puro amor. 

No logro entender qué hace Buena Fe en Europa. ¿Por qué no están en Guantánamo cantándole a su “pueblo”?

Estamos en 2023. El pueblo cubano ha sufrido mucho. Es una realidad que unas cuantas personas que se mueven en Jeeps 4×4 de lujo prefieren defender a Buena Fe antes que hablar de las madres de los presos políticos. Es una realidad que hay mucha gente con la cara dura y se victimiza por no poder dar tres conciertos, cuando en la Isla hay un montón de gente de luto. 

No creo en un artista que hable de colibrí, de corazón, de caja de música, de paloma, de cocuyo, y mire para otro lado cuando una madre, arrugada, le está pidiendo, por favor, que saquen a su hijo de esa cárcel.

Palabras vacías, mucha cara dura, descaro. A bajar la vista y susurrar para otro lado. ¡Vergüenza! ¡Vergüenza! ¡Vergüenza!


© Imagen de portada: Buena Fe.




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