Mi raza es la de David: Fidel “Alejandro” Castro vs. Barack Hussein Obama (parte I)



En su “Informe Central” al VII Congreso del PCC, en abril de 2016, Raúl Castro[1] reconoció públicamente que la militancia del Partido había disminuido, y lo achacó a la “negativa dinámica demográfica” ―entiéndase envejecimiento poblacional― pero también a “las insuficiencias propias en el trabajo de captación, retención y motivación del potencial de militantes”.[2]

También, aunque afirmó que el Partido y la Revolución contaban “con el apoyo mayoritario del pueblo” ―“es un hecho que nadie puede negar” insistió―, expresó que no ignoraba que “en determinados sectores de la población existen manifestaciones de falta de compromiso y desinterés por los asuntos de la vida política y que se mantienen opiniones negativas sobre la ejemplaridad de algunos militantes y cuadros, así como su desvinculación de nuestro pueblo”.

Estas palabras son de suma importancia por lo que dejan entrever. La falta de interés en la política aparece explícitamente vinculada a la opinión negativa sobre el Partido y los “cuadros” de “sectores de la población” ―intencionalmente indeterminados en el Informe― que han sido marginados por el Partido y el Estado. Puede decirse que, al no negar la validez de esas percepciones, RC las refrendó. Sin embargo, desvió inmediatamente su atención de los militantes y los cuadros para sugerir que la fuente del descontento era la actividad enemiga:

Se ha verificado en el período más reciente un crecimiento de las acciones enfiladas a fomentar valores de la sociedad de consumo; la división, la apatía, el desaliento, el desarraigo y la falta de confianza en la dirección de la Revolución y el Partido, sembrando una matriz de opinión que trata de mostrarnos como una sociedad sin futuro”.

De lo que él mismo había expresado antes cabe inferir que el “crecimiento” de las susodichas “acciones” no eran en verdad la obra de esos ambiguos “cuadros” y “militantes”, sino de la mismísima dirección de la Revolución y del Partido que al desvincularse de las capas más pobres, vulnerables, ―esto es, al marginarlas― habían abonado el suelo donde prosperaban la apatía, la desconfianza, el desaliento y el desarraigo.

la apatía,
la desconfianza,
el desaliento
y el desarraigo

Más aún, el análisis de RC deja entrever que, al menos para esas capas, Cuba era un estado fallido: “una sociedad sin futuro”. Esta es la razón por la que cautelosamente, al mismo tiempo que culpa al “enemigo”, echa mano al borroso impersonal, a lo indefinido: “se ha verificado”, “acciones enfiladas”.

¿Quiénes verificaron? ¿De qué acciones concretas, específicas, se trataba? ¿Qué agricultores ―en una isla donde prácticamente no hay agricultura― estaban sembrando esa “matriz de opinión”? Y, puesto que se sugiere que estaban teniendo éxito, otra vez ¿por qué?

RC prosigue con el mismo esquema retóricamente ambiguo: “se estimula…” Pero, ahora sí, Estados Unidos aparece como la única causa del desaliento y el malestar internos:

“Se estimula la emigración ilegal y desordenada de jóvenes y de especialistas de diversos sectores al amparo de la Ley de Ajuste Cubano, la Política de pies secos-pies mojados y el programa de parole, o sea, el permiso para residir en los Estados Unidos, otorgado con absoluta rapidez, para nuestros médicos, los que prestan servicios en el exterior, cuestiones a las que me referiré más adelante”.

No dice por las claras que Estados Unidos “estimula”, sino que “se estimula…” Mas, siguiendo con el jueguito de decir y no decir, de sí pero no, culpa al vecino norteño.

El caso de los médicos es paradigmático de la manera en que el Estado busca siempre eludir sus responsabilidades, su ineficiencia al dirigir la atención de los cubanos hacia el sempiterno enemigo externo. No hay que sorprenderse, entonces, de que al igual que el éxodo de los médicos, y de los jóvenes ―y no se olvide que estamos ¡en 2016!―, la culpa del creciente descontento de los cubanos, y de su confianza en el Estado, fuera también a parar a la cuenta del enemigo externo.

Es importante que enfaticemos esto. RC mencionó críticas a la ejemplaridad del Partido, a sus militantes y cuadros e ―implícitamente― a los niveles más altos de la dirección estatal, lo cual no negó. Su respuesta no va por el camino de asumir responsabilidades, tomar medidas concretas, explicar en detalle y públicamente esas críticas. Ni siquiera, insisto, niega que tuvieran razón.

Las insatisfacciones de la población, que ni que decir tenemos tenían su origen y no han dejado de tenerlo en la merma de su calidad de vida, son relegadas. En lugar de esto, el Estado se enfocará, por encima de cualquier otra cosa, en la confrontación ideológica. Convierte entonces el descontento, el desaliento y la desconfianza en la obra del enemigo:

“En estas circunstancias se impone fortalecer una labor preventiva inteligente, firme y sistemática y elevar las exigencias y el control por parte de los órganos encargados del enfrentamiento a la subversión político-ideológica, así como levantar la combatividad de los militantes, la vigilancia en los centros de trabajo y la labor ideológica con las nuevas generaciones, potenciando el insustituible papel de la familia y la escuela. Repito: ¡Potenciando el insustituible papel de la familia y la escuela!”

Nótese que lo que se hace aquí no es exigirles a los militantes y cuadros que sean ejemplares ―y no hablemos de exigirles rendición alguna de cuentas― sino que levanten la “combatividad.” En un momento en que la militancia del Partido disminuía como resultado de “las insuficiencias propias en el trabajo de captación, retención y motivación del potencial de militantes”, y la autoridad del Partido, su legitimidad, estaba en crisis, RC continúa la política de demonizar el descontento etiquetándolo de subversivo.

Que yo sepa, esta fue la primera vez en que la más alta dirigencia del Estado admitió públicamente que el apoyo al régimen se estaba debilitando. Téngase en cuenta, además, el contexto: había transcurrido apenas un mes de la visita de Barack Obama[3] a Cuba, y FC no había muerto.

En este sentido, se impone recalcar el peso simbólico de dicho contexto que se reflejó en la alarma suscitada por la proliferación de banderas y símbolos extranjeros, sobre todo estadounidenses, incluso en transportes y dependencias estatales. Todo esto forzó al Estado a ponerse a la defensiva, haciéndose cada vez más evidente el vacío constitutivo de su ideología.

el vacío constitutivo
de su ideología

Pero el proceso de que hablo comenzó a gestarse desde mucho antes, y a mi modo de ver puede asignársele una fecha precisa: el 17 de diciembre de 2014. O sea, la fecha del anuncio del restablecimiento de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.

El propósito de este ensayo es el de analizar la agudización de la crisis de legitimidad del régimen cubano desde esa fecha hasta la del referendo de la Constitución en 2019. El restablecimiento de las relaciones significó un fuerte desafío a la narrativa en que se había sustentado ideológicamente el régimen cubano.

Si Estados Unidos no era un mero enemigo político, sino el enemigo total, incluso la encarnación del Mal; si desde 1959 su propósito no había sido otro ―¡y lo seguía siendo!― que la “destrucción” de la Revolución, entonces, ¿no era acaso una contradicción restablecer relaciones con el imperio, con el Mal?

Como veremos a su debido tiempo, los cubanos reaccionaron con estupor y experimentaron confusión ante los mensajes contradictorios de los medios y de la dirigencia del país. Por un lado, escuchaban que no se podía confiar en los Estados Unidos, que a pesar del avance diplomático el bloqueo seguía en pie, y que el vecino norteño solo había cambiado de táctica, pero seguía empeñado en poner de rodillas a los cubanos.

Por el otro, escuchaban a RC afirmar que BO era un hombre honesto, y veían las fotos de los dos mandatarios estrechándose las manos. Pero los equívocos suscitados por ese doble discurso se hicieron más complejos todavía porque el restablecimiento de las relaciones se había debido a la gestión de BO: el primer presidente no blanco de los Estados Unidos.

Entonces, la dirigencia política cubana, que nunca se había recatado a la hora de exigir el agradecimiento de los negros cubanos, se encontró de repente, por lo menos hasta cierto punto, con el hecho de que tenía o debía a su vez que agradecerle al imperio, al Mal; y lo que era peor: a BO.

Este asunto se volvió todavía más espinoso si se quiere para la dirigencia racista de la Isla, dado que el carisma, la afabilidad, la personalidad y las habilidades oratorias de BO podían hacer añicos la imagen del imperio absolutamente malvado cuidadosamente orquestada y propagada desde 1959.

De aquí que, en la figura de BO, se proyectaran las ansiedades, los miedos, las inseguridades y los prejuicios racistas del Estado y de sus voceros. Conste que cuando nos referimos al Estado, incluimos, en primer lugar, al propio FC. Fue él, en efecto, el que lidereó desde el principio los ataques racistas contra BO. También el que los “cerró” con su artículo “El hermano Obama” (28 de marzo, 2016).

las ansiedades, los miedos, las inseguridades y los prejuicios racistas del Estado y de sus voceros

No es casual que la única recopilación existente de textos de FC sobre algún presidente estadounidense sea justamente Obama y el imperio (Ocean Sur, 2011) que recoge las “Reflexiones” que publicó desde mayo de 2008 hasta diciembre de 2009.[4]

Hay que recalcar que el odio racista de FC hacia BO se manifestó en su sello distintivamente personal. Por eso se obsesionó con el otorgamiento del premio Nobel de la Paz y con el calibre intelectual y de orador de Obama. Estos dos puntos de ataque fueron también usados por los medios cubanos con el propósito deliberado de desacreditarlo y ridiculizarlo en las mentes de los cubanos.

Añádanse los ataques gratuitos, las burlas incluso, así como las demandas que se le hicieron, y que la dirigencia cubana no le había hecho jamás a otro presidente norteamericano. Quedó en evidencia así que el régimen cubano no había estado nunca, ni lo ha estado, en una verdadera normalización de sus relaciones con el vecino norteño, sino en mantener el monopolio del poder, aún al costo de la aniquilación de la Isla.

Por esto necesita un enemigo, de manera de mantener movilizados a los cubanos, exigirles una sumisión incondicional y legitimar la represión de la disidencia. FC lo expresó claramente en su intervención en el club Rotario el 15 de enero de 1959:

“Yo digo que siempre se necesita un enemigo, para estar en guardia, para mantener a los hombres en estado de alerta, de entusiasmo. Si nos quedamos sin enemigos estamos fracasados, porque empieza todo el mundo a olvidarse, a descuidarse, a relajarse la disciplina, el ideal. No. Necesitamos que siempre haya un peligro delante para sentir el estímulo del peligro. Así que en vez de hacernos un mal conspirando, nos están haciendo un bien”.[5]

El fantasma de ese enemigo se invoca a la vez como peligro y garante de la “tranquilidad ciudadana” a través de los mecanismos represivos. Solo que, como ya afirmamos, el restablecimiento de las relaciones diplomáticas, la apertura de las embajadas respectivas, y la visita de BO a la Isla, desafiaron ese modelo, lo que se manifestó con particular fuerza en la hostilidad ―solapada y/o abierta― a la vez que en los mensajes ambiguos de la dirección y personeros del Estado.[6]



Obama: ¿un cuadro humano?


Una de las primeras referencias de FC a BO aparece en su “Reflexiones” del 27 de agosto de 2007 sobre la campaña electoral en los Estados Unidos. Ahí aludió a Hilary como “la heredera de Clinton” y a BO como “el popular candidato afroamericano”.[7]

Comienza recordando que James Carter había sido el único presidente estadounidense al que había conocido personalmente, y añade que este, “por motivos ético-religiosos no fue cómplice del brutal terrorismo contra Cuba”.[8]

Pero lo más curioso es la lista que sigue de otros presidentes hacia los cuales no solo no muestra la usual antipatía antimperialista, sino que incluso encuentra motivos para elogiarlos[9].

Sin ton ni son, FC entra en el asunto de las elecciones estadounidenses. Hay que prestar atención al desarrollo de esta mirada que se detiene, se fija, sobre la popularidad y la raza del candidato. No es sino al año siguiente, en “Reflexiones” del 25 de mayo, cuando el paternalismo y el resentimiento dejan entrever su fondo racista: “No guardo rencor hacia su persona”, aclara desde el principio, “porque no ha sido responsable de los crímenes cometidos contra Cuba y la humanidad”.[10]

Desde luego que no lo era. ¿Por qué iba a serlo? Sobre todo, ¿por qué Obama iba a ser responsable de los crímenes todos contra la humanidad? ¿Hay alguien a quien pueda imputársele totalmente esa culpa? ¿Por qué FC se siente obligado a negar algo que, después de todo, nadie podía afirmar? La respuesta a estas preguntas es que esta es la manera solapada en que él comienza el enjuiciamiento moral de BO.

Castro comenta una intervención de BO en la Fundación Cubano-Americana. Respecto a la idea de Obama de que la Revolución Cubana era antidemocrática y no respetaba la libertad ni los derechos humanos, típicamente Castro ―al igual que su hermano y Miguel Díaz-Canel― no tratan siquiera de negarlo, sino que torce el asunto echando mano al argumento de siempre: Estados Unidos se vale del tema de los derechos humanos y la democracia para justificar el bloqueo genocida.

Cabe observar, no obstante, que lo que agrega Castro implícitamente reconoce el carácter antidemocrático de su régimen. “La Revolución fue producto del dominio imperial”, afirma. Y añade: “No se nos puede acusar de haberla impuesto” (énfasis mío).[11]

Detengámonos aquí. Insisto, primero, en que no rebate a BO. No lo desmiente, no niega que en Cuba no se respetan los derechos humanos, ni que no hay libertad política. No. Se pone a la defensiva, dándole así la razón a BO.

La Revolución ―esto es, implícitamente la falta de democracia y de libertad― no fue el resultado de la necesidad de derrocar la dictadura de Batista. No. A FC se le olvidó este detalle. Pero es ahí donde está el diablo: en el detalle.

La Revolución NO la impuso él, FC ―ese yo/nosotros tras el que se esconde―, sino que fue IMPUESTA por “la intervención militar, la Enmienda Platt y el coloniaje económico que esta trajo a la isla”.[12]

Batista no tuvo absolutamente nada que ver con la Revolución. Como quiera que lo leamos, lo importante aquí es que el mismísimo FC afirma que la Revolución es un régimen antidemocrático ―impuesto― y la culpa de esa Revolución culpable de violar los derechos humanos es de los Estados Unidos.[13]

el mismísimo Fidel Castro
afirma que la Revolución
es un régimen antidemocrático

¿Nos estamos apartando del asunto principal? En lo absoluto. Porque lo que estamos viendo es lo que llamo el “efecto Obama”.

A FC se le traba la lengua, y lo mismo le ocurrirá al régimen que comenzará a mostrarse más y más inseguro, situándose a la defensiva. Empiezan a hacerse más visibles los descosidos de la ideología, su vacío fundacional, su paja.

Justo cuando la voz de FC se extinguía,[14] se dibuja la posibilidad de que pudiera llegar a la Casa Blanca un excelente orador, capaz de suscitar entusiasmo y simpatía en las multitudes, y que no era blanco.[15]

Por lo tanto, lo que nos interesa aquí no es la crítica de FC a las ideas de BO, sino el trazado racista que hace del candidato demócrata, y que a partir de este momento no hará sino intensificarse e hincharse de odio. “No cuestiono la aguda inteligencia de Obama”, expresa, “su capacidad polémica y su espíritu de trabajo”. Y acota lo que llegará a ser otro de los puntos recurrentes de su retrato racista de BO:

Domina las técnicas de comunicación y está por encima de sus rivales en la competencia electoral. Observo con simpatía a su esposa y sus niñas, que lo acompañan y animan todos los martes; es sin duda un cuadro humano agradable”. (“La política…”)

Al igual que antes, con los crímenes contra Cuba y contra la humanidad, FC elige la afirmación negativa: “no cuestiono”. No cuestionar la inteligencia de Obama no es lo mismo que reconocerla, por lo que al igual que antes deja espacio también para la duda. Similarmente, minimiza su fuerza oratoria al reducirla a un ambiguo dominio de las “técnicas de comunicación”, que podría aplicarse lo mismo a un embaucador, que a un periodista o a un presidente. También el comentario de que BO era “desde el punto de vista social y humano, el más avanzado candidato a la postulación presidencial en Estados Unidos”, debe ser tomado con suspicacia, dado lo que pensaba FC de los rivales electorales de BO.

Por esta misma razón, su descripción de la familia Obama resuma el paternalismo condescendiente del hombre blanco. ¿Cómo explicar que considerara a BO el candidato social y humanamente “más avanzado” al mismo tiempo que lo censuraba por proponer para la Isla lo que podía traducirse “en una fórmula de hambre para la nación, las remesas como limosnas, y las visitas a Cuba en propaganda para el consumismo y el modo de vida insostenible que lo sustenta”?

En efecto, el candidato social y humanamente “más avanzado” vuelve a ser puesto en entredicho. Inmediatamente después de la imputación que le había hecho a BO respecto a Cuba, FC nos ofrece una muestra de su propia incoherencia como comunicador social:

“¿Cómo va a enfrentar [Obama] el gravísimo problema de la crisis alimentaria? No es fácil producir carne a partir del gas y el petróleo. El propio Obama sobreestima las posibilidades de la tecnología en la lucha contra el cambio climático”. (“La política…”)

¿Qué tienen que ver la crisis alimentaria y el cambio climático en el mundo con el proyecto de Obama para Cuba? Mucho, respondemos. Porque lo que sucede es que la incoherencia del pensamiento no contradice, sino que le sirve de calce a la coherencia del argumento racista.

Todavía BO no había sido electo presidente, nadie podía estar seguro de que lo sería, y no obstante ya FC lo estaba haciendo responsable nada menos que de la supervivencia de la humanidad. Pero él menos que nadie tenía derecho a hablar de crisis alimentaria.[16]

No se trata solo de echar sobre los hombros de BO la responsabilidad total de la supervivencia humana: la crisis alimentaria y el cambio climático. Como veremos, también lo responsabilizará por la hecatombe nuclear sobre la que FC se dedica a predicar con tonos apocalípticos. Otra vez, él nada menos. Él, que estuvo a punto de arrastrar al país y al mundo a un holocausto nuclear. Él, repito, que fantaseó con convertir a Cuba en otra Numancia, y que hasta cierto punto casi lo ha conseguido. Él, el de “¡Patria o Muerte!” y el de “primero se hundirá esta isla en el mar”.

¿Recuerdan aquello que FC había expresado al principio de sus “Reflexiones?”: “No guardo rencor hacia su persona, porque no ha sido responsable de los crímenes cometidos contra Cuba y la humanidad”.

Extraña arrancada, ¿no? ¿Por qué habría de guardarle algún rencor a BO? Si BO no era responsable de algún crimen, ¿por qué el jesuita se vio impulsado siquiera a sugerir esa responsabilidad, puesto que el comentario induce a pensar que otros pensaban o podrían pensar que BO era, o podía ser considerado responsable?

Otros; FC no. ¿O sí? ¿No, pero sí?

Claro, apenas niega ese rencor, se desdice. Como saben los lectores, comenta la intervención de BO en la Fundación Cubano-Americana. Allí, nos dice, el candidato presidencia había elogiado a uno de sus directivos, José Hernández, quien, asegura “era el propietario del fusil automático de calibre 50, mirilla telescópica y rayos infrarrojos” que había sido incautado accidentalmente en Venezuela, y con el que se había proyectado “asesinar al que esto escribe” en una reunión internacional en Venezuela a la que asistió.

No es un comentario ingenuo. Sugiere la complicidad de BO ―si solo por un elogio de Hernández, que era de esperarse, además, dado el contexto― en el intento de asesinarlo a él en Venezuela.

Esto confirma el rencor personal antes hipócritamente negado, al igual que la verdadera fuente de ese rencor. Castro no podía creer honestamente que BO hubiera tenido algo que ver con el hecho. Sin embargo, el rencor personal está ahí, y sin dudas ligado a la idea, sospecha, de un intento de asesinato.

Esto permite explicar una pregunta que hace FC. Antes de citarla, cabe insistir en que FC la hace justo después de reconocer “la aguda inteligencia de BO” y de detenerse a observar ―el verbo es importante― “con simpatía” según él, la imagen de Michelle “y sus niñas, que lo acompañan y animan todos los martes”. Es, “sin duda” ―afirma― “un cuadro humano agradable”. Luego de observar ese cuadro humano, FC asesta el golpe con la pregunta:

“¿Es correcto que el Presidente de Estados Unidos ordene el asesinato de cualquier persona en el mundo, sea cual fuere el pretexto?”

La pregunta es absurda desde un punto de vista estrictamente lógico. Está hablando de Obama. Obama no era presidente. BO no había ordenado el asesinato de nadie en el mundo. Pero es lógica en el contexto personal y racista del que emerge.

De sugerir la complicidad de BO en el intento de su asesinarlo en Venezuela, FC pasa rápidamente a la imputación ―elección presidencial mediante― del hecho: es como si retrospectivamente el presidente-todavía-no-presidente BO hubiese él mismo ordenado el acto homicida.[17] Puesto que ese “a cualquier persona” era, desde luego, FC mismo.

En este punto, contradiciéndose otra vez ―y mostrando así su hipocresía― lo hace responsable de todos los crímenes, incluyendo el “bloqueo”. BO, pues, a los ojos de FC, y antes incluso de ser elegido Presidente, era ya el símbolo mismo del Mal:

“¿Es correcto que el Presidente de Estados Unidos ordene el asesinato de cualquier persona en el mundo, sea cual fuere el pretexto? ¿Es ético que el Presidente de Estados Unidos ordene torturar a otros seres humanos? ¿Es el terrorismo de estado un instrumento que debe utilizar un país tan poderoso como Estados Unidos para que exista la paz en el planeta? ¿Es buena y honorable una Ley de Ajuste que se aplica como castigo a un solo país, Cuba, para desestabilizarlo, aunque cueste la vida a niños y madres inocentes? Si es buena, ¿por qué no se aplica el derecho automático de residencia a los haitianos, dominicanos y demás países del Caribe, y se hace lo mismo con los mexicanos, centroamericanos y suramericanos, que mueren como moscas en el muro de la frontera mexicana o en aguas del Atlántico y el Pacífico? ¿Es moral y justificable el robo de cerebros y la continua extracción de las mejores inteligencias científicas e intelectuales de los países pobres?” (“La política cínica…”).

Castro tergiversa,
rescribe a Obama
para justificar
el intento de demolición

Debemos tener presente que Fidel Castro comenta la intervención de Obama en la Fundación Cubano-Americana del 23 de mayo de 2008. No hay dudas de que, como he argumentado, Castro increpa a un candidato que no había sido electo presidente todavía, y que por tanto no podía haber implementado ya política alguna. Pero podría pensarse que las preguntas que hace responden a la intervención, a lo expresado por el propio Obama. Y no es así. Castro tergiversa, rescribe a Obama para justificar el intento de demolición. Al principio del texto introduce esta cita textual:

“Durante 200 años Estados Unidos ha dejado en claro que no vamos a soportar la intervención en nuestro hemisferio. Sin embargo, debemos ver que hay una intervención importante, el hambre, la enfermedad, la desesperación. Desde Haití hasta Perú podemos hacer algo mejor las cosas y debemos hacerlo, no podemos aceptar la globalización de los estómagos vacíos”. (“La política cínica…”)

FC refuta con algo que no tiene nada que ver con lo expresado por BO: “¡Magnífica definición de la globalización imperialista: la de los estómagos vacíos! Debemos agradecérselo”.

En lo que sí tiene razón es en la continuidad de la doctrina Monroe y la idea de los Estados Unidos sobre su relación con América Latina. Solo que era absurdo pedirle peras al olmo. Y FC tenía que saberlo. Pero aquí encontramos entonces dos cuestiones importantes. En primer lugar, la traducción es incorrecta, y esto da pie a su vez a la manipulación de la cita. Veamos el original en inglés:

For two hundred years, the United States has made it clear that we won’t stand for foreign intervention in our hemisphere. But every day, all across the Americas, there is a different kind of struggle not against foreign armies, but against the deadly threat of hunger and thirst, disease and despair. That is not a future that we have to accept not for the child in Port au Prince or the family in the highlands of Peru. We can do better. We must do better”.[18]

Como puede verse, BO no dice “sin embargo debemos ver que hay una intervención importante” ni, como induce a pensar engañosamente la traducción, que dicha “intervención” fuera “el hambre, la enfermedad, la desesperación”.

Castro miente, pues, cuando afirma que BO había propuesto “la globalización de los estómagos vacíos”. En todo caso, es al propio FC al que hay que imputarle haber nacionalizado el hambre y el desprecio por el bienestar ―que no hay que confundirlo con la mera vida biológica― de los cubanos.

Dijimos que hay dos cuestiones importantes en la manipulación del texto de BO. Ya vimos la traducción engañosa, y la falacia que funda. Ahora veremos que, no satisfecho todavía, FC procede a atribuirle a BO cosas que no había dicho. En la pregunta 8, dirigiéndose a BO, escribe:

Usted afirma, como recordé al inicio de esta reflexión, que su país advirtió hace tiempo a las potencias europeas que no admitiría intervenciones en el hemisferio, y a la vez reitera la demanda de ese derecho, reclamando al mismo tiempo el de intervenir en cualquier parte del mundo con el apoyo de cientos de bases militares, fuerzas navales, aéreas y espaciales distribuidas en el planeta. Le pregunto, ¿es esa la forma en que Estados Unidos expresa su respeto por la libertad, la democracia y los derechos humanos?” (“La política cínica…”).[19]

No, BO no reiteró ese derecho “reclamando…”. Eso es absolutamente falso. Por eso FC escribe que BO reiteró y reclamó, pero no cita eso. No podía citarlo porque BO no hizo ningún pronunciamiento belicista.

La jugada retórica consiste en dar por sobrentendido en las ideas de BO el intervencionismo militar estadounidense, y si bien la invocación de la doctrina Monroe daba pie para esta lectura, el hecho de que el candidato explícitamente afirmara que ya no se trataba de confrontaciones militares, sino de combatir el hambre y la desesperación, dificultaba la condena tajante. Pero en lo hay que insistir es en que FC ni siquiera intentó dilucidar o interpretar lo expresado por BO. Por el contrario, puso en su boca lo que no había dicho.

FC concluye “La política cínica del imperio” recordándole a BO las obras del humanismo desinteresado de la Revolución que son, por supuesto, las suyas. Este recordatorio lo repetirá en “El hermano Obama” (2016). De esta manera, posiciona a Cuba y se posiciona él como el reverso de Estados Unidos, y de BO. Un reverso supuestamente superior en altruismo, desinterés, al mismo tiempo que idéntico al poder imperial en lo que respecta al alcance global.

“Para cooperar con otros países, Estados Unidos ―afirma FC― “sólo puede enviar profesionales vinculados a la disciplina militar… porque carece de personal en número suficiente dispuesto a sacrificarse por otros y ofrecer apoyo significativo a un país con dificultades”. En cambio, Cuba, según él, nunca ha subordinado su cooperación “a requisitos ideológicos”.

al ayudar a esos países pobres,
Cuba se eleva sobre ellos
y los endeuda a través de la gratitud

Pero esto es absolutamente falso. El Estado cubano ―y él más que nadie― sí ha perseguido el autoengrandecimiento, y por tanto fines ideológicos, amén de ganancias financieras, con la supuestamente desinteresada ayuda a “otros países pobres del mundo”. Al ayudar a esos países pobres, Cuba se eleva sobre ellos y los endeuda a través de la gratitud. Se trató siempre de competir con Estados Unidos, de disputarle el liderazgo, ya que no por medio de las armas ―que fue la causa primera de la ayuda solidaria a África―, sí con otra forma de intervención, y que siguiendo la propia retórica del régimen podemos etiquetar de soft power (poder suave).

He aquí una imagen que descorre la cortina del internacionalismo castrista.[20] Vi una similar antes, creo, en una edición de Granma. La imagen está compuesta de dos fotografías. La de la parte superior es la de una brigada cubana que avanza. Los dos médicos que encabezan la marcha portan una gran bandera cubana extendida. También varios médicos llevan banderitas cubanas en alto.




Las batas médicas ―verdaderos uniformes― y la marcha en formación sugieren un ejército. Y esto es lo que afirma esa imagen, al contraponerse a la inferior: dos filas de soldados estadounidenses posan detrás de otros dos que extienden una gran bandera estadounidense. La colocación de las imágenes no busca solo contraponer ayuda médica vs. intervencionismo militar o ayuda ideológica, sino que además claramente afirma la superioridad de Cuba sobre el país vecino.

Sin embargo, el aspecto militar, intervencionista de las dos imágenes (cuerpos uniformados) se refuerza aún más por la presencia de las banderas. La bandera cubana ―tanto como las frecuentes imágenes de FC― que porta la bandera cubana, y aún los gritos de “¡Cuba salva!”, están ahí para señalar claramente la deuda no con los médicos en cuanto tales, sino más específicamente con el régimen y con FC, que son quienes en realidad socorren y salvan vidas.

Los médicos cubanos no llevan bombas, pero constituyen una invasión ideológica, propagandística, no menos que las tropas norteamericanas cuando acuden a zonas de desastre llevando su bandera. Está, además, lo que ha pasado inadvertido para los que se han ocupado del tema de las brigadas médicas cubanas. Además de constituir fuentes de ingresos para el régimen, a tenor con lo que decíamos, portan su ideología racista.[21]

los médicos cubanos no llevan bombas,
pero constituyen una invasión ideológica

Es importante enfatizar esto que demuestra, una vez más, lo que dijimos al principio: sin un enemigo total, representado como el Mal absoluto, FC no habría podido pretender erigirse como campeón del Bien absoluto. Sin Goliat no habría David.

Solo que esa tan socorrida comparación bíblica revela lo que subyace en el fondo de esa guerra. No se trata de no ser derrotado por Goliat, sino de derrotarlo y, en consecuencia, remplazarlo. En el fondo, el ansia de dominación global de David no va a la saga de la de Goliat. Esta ansia, nunca satisfecha, surge de lo que el propio José Martí llamó dolor de pequeñez.[22]

Como ya vimos, desde antes de ser electo presidente, BO, FC lo había absuelto de y culpado por los crímenes de los Estados Unidos contra Cuba ―o sea, contra él mismo en primer lugar, y contra la humanidad. Pero los ataques racistas contra BO en Cubadebate habían comenzado cuando menos un mes antes de la publicación de “La política cínica del imperio”.

Así, el 21 de abril de 2008, Alfredo Vera, periodista ecuatoriano y dirigente de la Fundación Guayasamín, se refirió en un artículo a “el negrito Obama”, del que dijo que “por nombre y por piel se identifica más con nuestra esencia latinoamericana”.[23]  Como puede verse la etiqueta racista se extiende a “nuestra esencia (negrita) latinoamericana”.[24]

El 18 de octubre le tocó el turno al periodista cubano Jorge Gómez Barata. En un artículo que anunciaba desde su título la impronta racista ―“Los colores de la política”― afirmó que de ganar la elección presidencial, Obama, “junto a su esposa Michelle y sus hijas Malia y Sasha. Con Barack, Michelle, Malia y Sasha, sus hijas, la mansión presidencial tendrá la fachada blanca y el alma negra, cosa que seguramente no la hará peor.”

La primera oración no tiene verbo, y su sentido gramaticalmente queda trunco. Pero ese “error” funciona de maravillas en el horroroso interior del pensamiento racista, pues se trata de repetir lo que el autor ve como una abominación. El “alma negra” de que se habla aquí tiene la misma connotación racista, por ejemplo, que en el título de la novela de Alberto Insúa El negro que tenía el alma blanca (1922).[25]

El 30 de octubre el periodista chileno Ernesto Carmona, predijo en Cubadebate que “un negro habitará la Casa Blanca”.[26]

Por su parte, FC se fue a dormir el 3 de noviembre con la mente puesta en las elecciones del día siguiente: “Mañana será un día de gran importancia. La opinión mundial estará atenta de lo que en Estados Unidos ocurra con las elecciones. Se trata de la nación más poderosa del planeta”. Sin duda, casi seguro de la elección de BO, aludió al racismo: “Como se conoce, la población negra, introducida a través de la esclavitud en el territorio de Estados Unidos a lo largo de siglos, es víctima de una fuerte discriminación racial”. Ese es el umbral. Ahora entra en su asunto:

“Obama, candidato demócrata, es en parte de origen negro, y en él predominan el color oscuro y otros rasgos físicos de dicha raza. Pudo estudiar en un centro de educación superior donde se graduó con notas brillantes. Es sin duda más inteligente, culto y ecuánime que su adversario republicano”.[27]

Esta reflexión es de suma importancia. No nos apresuremos, pues. FC sabe y reconoce que BO es negro solo “en parte”, pero nota, subraya incluso, que en él predominan las características físicas “de dicha raza”. Separa así su raza ―la raza de David― de la de BO.

Fidel Castro sabe y reconoce
que Barack Obama es negro solo “en parte”

No había necesidad alguna de mencionar lo que cualquiera podía ver en un retrato de BO, por lo que ese “predominio” de la negritud cuestiona, le resta importancia a lo que éste pudiera tener de blanco: pasamos así del en parte al casi completamente, e incluso al negro Obama. En efecto, solo unas líneas después, se refiere a él como “el candidato negro”. Más aún, al “elogiarlo” se vale de una idea característica del racismo, y que en Estados Unidos no habría pasado inadvertida: BO, afirma, “tiene bien articuladas sus ideas” (énfasis mío).

FC no les informa a sus lectores que BO se había graduado en las Universidades de Columbia y de Harvard, sino que “pudo estudiar en un centro de educación superior donde se graduó con notas brillantes”.[28] Pero sí estaba al tanto de sus credenciales ―de ahí la importancia de distinguir entre su presentación del candidato de la que le llegó de los propios Estados Unidos, y que sí reporta:

“Se considera a Obama como el mejor orador político de Estados Unidos en las últimas décadas. Su compatriota Toni Morrison, Premio Nóbel de Literatura del año 1993, la primera de su etnia nacida en Estados Unidos que obtiene ese laureado título, y excelente escritora, lo califica de futuro Presidente y poeta de esa nación”.

Observemos como, una vez más, la mirada racista se abre paso en estas reflexiones. No era suficiente recordar que Morrison había ganado el Premio Nóbel de Literatura, sino que sutilmente se pone en duda, y justamente por no ser blanca, su nacionalidad.

¿Cuál era la “etnia” de Morrison? Desde luego, “etnia” refiere aquí tanto a la de Obama como a la de Morrison. Pero FC sabía muy bien que la madre de BO era blanca. Sus palabras, entonces, evidencian lo que habíamos afirmado: desde el principio, BO no era para él más que un negro. También, Tony Morrison.

¿Por qué, en lugar de decirnos que era estadounidense, se refirió a ella ambiguamente como “nacida en Estados Unidos”? Porque la nacionalidad quedaba registrada así como un mero accidente que la ponía en entredicho. El objetivo de estas maniobras queda al descubierto. Quien elevaba a BO a futuro presidente y poeta de “esa nación” era alguien que, si bien laureada con el Premio Nobel, pertenecía a “su etnia”.

No se insistirá lo suficiente en que FC se propuso descalificar a BO desde muy temprano, antes incluso de que hubiera hecho algo como Presidente electo de Estados Unidos. No basta con afirmar, sin embargo, en que esa hostilidad era racista. Hay que insistir también en que era personal, y explicar por qué.

Cuando BO emerge en el panorama político de Estados Unidos, su popularidad crece rápidamente, al punto de que llega a convertirse en verdadera celebridad. A pesar de los ataques racistas de que fue objeto casi desde el inicio de la campaña electoral, el entusiasmo de los electores no disminuyó.

Esto ocurre justo cuando FC estaba prácticamente muerto. BO apareció entonces como el espejo de su propia mortalidad. El carisma del candidato demócrata, su inmensa popularidad, la admiración que despertaba su oratoria, parecían disipar lo poco que quedaba de él. FC incluso cree verse a sí mismo ―inconscientemente, por supuesto― en Obama.

Golpea una y otra vez con [sus ideas] en la mente de los votantes”, observa. ¿Acaso no era ésta la estrategia de los discursos del Máximo Líder? Por lo mismo, resulta iluminador la violencia de que aparece revestida la repetición de las ideas: la golpiza. Nadie que haya escuchado hablar a Obama reconocería su oratoria en esa descripción, pero sí la del propio Castro.

En este punto, el exmandatario cubano fantasea con el magnicidio:

“Obama es desafiante, pienso que ha corrido y correrá crecientes riesgos en el país donde un extremista puede adquirir por ley un arma sofisticada moderna en cualquier esquina, como en la primera mitad del siglo XVIII al Oeste del territorio de Estados Unidos.”

la especulación sobre la muerte violenta de Barack Obama no fue sino el intento de canalizar esa fantasía de un modo socialmente aceptable

No es la posibilidad del magnicidio ―hasta cierto punto justificada― sino que esta idea se fijara en FC y en sus acólitos con tal fuerza que, en efecto, sugiere un deseo asesino recóndito.[29] La especulación sobre la muerte violenta de BO no fue sino el intento de canalizar esa fantasía de un modo socialmente aceptable. Y no olviden los lectores que ya comentamos la insinuación de FC ―tirada por los pelos― que relacionó a BO con el intento de atentado contra él en Venezuela.

Los medios cubanos, por su parte, no demoraron en reaccionar de inmediato al anuncio del triunfo de BO. Conscientes, pese a todo, de su enorme importancia simbólica, no perdieron tiempo en recordarles a los cubanos que Estados Unidos era un país racista. Esto dice mucho del lente racista con que el Estado cubano filtró desde el principio no solo la presidencia de BO, sino también su persona misma. Los ataques de esa artillería de odio no se hicieron esperar.[30]





Piel negra, miedo blanco




El 28 de noviembre, en otra de sus “reflexiones”, FC escribe sobre el presidente ruso Dmitri Medvedev quien había expresado, dice, de “sus deseos de conversar conmigo durante su visita” a la Isla, lo cual consideró “un honor.” Luego de elogiarlo:

“En sus intervenciones, el Presidente ruso se caracteriza por la precisión, claridad y brevedad de sus palabras. No hay tema que eluda, ni pregunta que deje sin responder.

Posee conocimientos amplios. Persuade a los oyentes. Quienes discrepan lo respetan… La voz serena, pero firme de Medvedev, recién electo presidente de la Federación Rusa, se hizo sentir con fuerza.”

Su atención se vuelve a brevemente a BO:

“Otro cambio importante fue la elección del nuevo presidente de Estados Unidos, Barack Obama, de piel negra, cansado de la carnicería implantada en Iraq por Bush, y sobre todo disgustado con la forma errática con que este enfrentaba y agudizaba la crisis financiera, cada vez más grave y potencialmente más peligrosa para la economía de ese país y del mundo”.

En un contexto en el que FC exalta la inteligencia y la oratoria del presidente ruso, BO aparece como un negro cuya elección aparentemente había sido más el producto de la reacción del país contra Bush, que de sus méritos, los cuales esta vez no se mencionan en lo absoluto.[31]

Por eso es importante destacar la demora de FC en comentar los resultados de las elecciones. Según lo expresó mismo en la reflexión del 3 de noviembre, el día siguiente sería “de gran importancia” y “la opinión mundial estar[ía] atenta” a lo que ocurriera en Estados Unidos.[32]

Ese silencio implica un deliberado gesto de restarle toda importancia a lo que sucedió en Estados Unidos el 4 de noviembre, de negarle a BO su reconocimiento.

Así las cosas, el 4 del mes siguiente alude a lo que él mismo había publicado sobre la intervención de BO en mayo de 2008 en la Fundación Cubano-Americana. Los lectores saben que ya lo comentamos, y también las preguntas que ahí le había hecho al entonces candidato demócrata. Pues, estas preguntas vuelve a reproducirlas ahora. Entonces, luego de señalar que podía haber incluido “varias preguntas más”, añade:

A pesar de las cáusticas interrogantes, no dejé de ser amable con el candidato afroamericano, en quien veía mucha más capacidad y dominio del arte de la política que en los candidatos adversarios, no solo en el partido opuesto sino también en el seno del suyo”.[33]

esa alienación hace aún más sospechoso el elogio

Luego de admitir la hostilidad que habíamos comentado, el paternalismo y el tono condescendiente de quien se estimaba superior ―“no dejé de ser amable con el candidato afroamericano”―, está subrayado por la mirada racista con que se separa, se distingue a sí mismo del “candidato afroamericano”. Esa alienación hace aún más sospechoso el elogio.

Por ejemplo, el “dominio de la política” es en sí mismo ambiguo, puesto que puede implicar habilidad para embaucar.[34] Su atención se dirige entonces a los equipos de Seguridad Nacional y de Política Exterior que BO acababa de anunciar.

Casi toda esa “reflexión” es una recopilación de citas del anuncio de BO. En ninguna de ellas menciona a Cuba, FC le reprocha que en “[n]inguna de las frases de su último discurso contiene elementos de respuesta a las preguntas que formulé el pasado 25 de mayo, hace solo seis meses”.

El hecho de que creyera que BO tenía obligación alguna de responderle a él ―¡quién se habría pensado que era!― preguntas marcadamente hostiles que él mismo había calificó de caústicas, solo demuestra la arrogancia racista del Máximo Líder quien, por supuesto, cree que no tiene ni debe respetar a un otro que considera inferior.

Por eso continúa atacando indirectamente la inteligencia de BO mientras simula reconocerla: “No diré ahora que Obama es menos inteligente; por el contrario…”.

En efecto, esa inteligencia no cuenta porque según él, “sin crisis económica, sin televisión y sin Internet, Obama no ganaba las elecciones venciendo al omnipotente racismo”.

No hay ni qué decir que no se le ocurre pensar que él tampoco habría logrado hacerse del poder sin el golpe de Estado de Batista, sin la televisión, e incluso sin las fuerzas armadas del régimen que se pasaron a su lado. Desde el interior mismo del racismo estadounidense sale el suyo, que se niega a aceptar en lo absoluto que a BO hubieran podido bastarles sus propios méritos, añadiendo además el argumento racista que esgrimieron muchos republicanos en Estados Unidos, de que su triunfo había sido solo el resultado de su estatus de celebridad.[35]

No satisfecho todavía, FC añade que BO tampoco habría logrado ser presidente “sin los estudios que realizó primero en la Universidad de Columbia, donde se graduó en Ciencias Políticas, y luego en la de Harvard, donde obtuvo el título de Derecho, lo que le permitió convertirse en hombre de la clase modestamente rica con solo varios millones de dólares. No era ciertamente Abraham Lincoln, ni esta época se corresponde con aquella, pues se trata hoy de una sociedad de consumo donde el hábito de ahorrar se ha perdido y el de gastar se ha multiplicado”.

Los estudios en Columbia y Harvard ―que ahora sí menciona― no aparecen aquí como logros profesionales de BO, sino como medios para la adquisición de riqueza y estatus. Solo que esto podría trasuntar su propio resentimiento nacido del sentido racista de su supuesta superioridad.

Resulta que, en su viaje de luna de miel a Nueva York, mientras disfrutaba visitando sus lugares icónicos, FC mantenía fija la idea de estudiar economía política en Harvard, Columbia o Princeton. Esto lo dice Jonathan M. Hansen, según el cual FC y su esposa Mirta “compraron un carro de uso, se fueron a Cambridge, Massachusetts y fue a Harvard en persona para ver sus posibilidades”.[36]

Pero, en verdad, comenta Hansen, FC “no habría calificado para entrar en la escuela graduada en los Estados Unidos incluso si hubiera tenido el doctorado en leyes, el cual no tenía entonces”. Castro “pareció reconocerlo. Luego de visitar escuelas Ivy League, consideró ‘una ilusión’ la idea de estudiar economía política en Estados Unidos”.

Según Hansen, “aún en el supuesto de que hubiera estado calificado para asistir a la universidad americana, las exigencias de la escuela graduada en Estados Unidos no habrían concordado con su egotismo”.[37] Como apunta Hansen, “en los programas graduados de Estados Unidos las expectaciones eran que los estudiantes asistieran a clase y participaran en intensas discusiones, algo que a Castro nunca le gustó” (énfasis míos).[38]

no fue el resultado de su inteligencia,
sino de su asombrosa capacidad para memorizar

En efecto, FC apenas asistió a clase en el período de estudiante universitario, y si se graduó con excelentes calificaciones esto no fue el resultado de su inteligencia, sino de su asombrosa capacidad para memorizar. Tal “hazaña” habría sido poco menos que imposible en un sistema académico que exigiera pensar y discutir a fondo los asuntos académicos.

El comentario de FC sobre BO sugiere envidia y resentimiento personal. En primer lugar, porque no hay nada que lo justificara, excepto como un intento deliberado de socavar sus méritos académicos. Cierto, la época en que estudió Obama “no era la de Abraham Lincoln”, pero ¿lo era acaso aquélla en FC añoró estudiar en Harvard o en Columbia? ¿No estaban incluso en esa época más segregados los estudios en Estados Unidos?

Menciono esto porque no hay duda de que la mención de Lincoln para criticar a BO muestra el prejuicio racista. Y, en segundo lugar, y sobre todo, porque, ¿qué buscaba FC en, por ejemplo, Harvard o Columbia, que no fuera prestigio y no convertirse en hombre de la clase modestamente rica ―que ya lo era―[39] sino, otra vez, elevar su estatus con el diploma de una universidad que elevara su prestigio.[40] Ni qué derecho tenía a juzgar la inteligencia de BO quien no podía vanagloriarse de la propia sin mentir.

FC le repite las preguntas a BO que le había hecho en mayo de 2008 porque: “alguien tenía que dar una respuesta serena y sosegada, que debe navegar hoy contra la poderosa marea de las ilusiones que en la opinión pública internacional despertó Obama”.[41]

Estas palabras muestran claramente la envidia que lo devoraba por dentro al sentir que esa marea poderosa lo sobrepasaba, lo hundía. Por esto no reaccionó enseguida al triunfo electoral de BO. Ese triunfo lo había logrado un negro ―para él― que además consiguió lo que él, que se creía con más derechos, no había conseguido.

ese triunfo lo había logrado un negro ―para Fidel Castro― que además consiguió lo que él, que se creía con más derechos, no había conseguido

Ese negro, además, había llegado a la presidencia arropado por una popularidad, por un cariño ―al menos inicialmente, e incluso a pesar de los fuertes ataques racistas― que él creyó que nadie más que él podía y merecía tener, y que ya se había eclipsado.

Cuando Obama llega a la presidencia, FC ya puede decirse que había perdido relevancia. Por eso la irrupción de Obama lo saca del limbo, en un esfuerzo desesperado por recordarnos que seguía “vivo”.

A qué patéticos extremos lo llevará el pataleo es la materia del próximo trabajo.




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[1] En lo adelante, los nombres de Raúl y Fidel Castro se indicarán con sus siglas respectivas: RC y FC.

[2] RC. “Informe Central al VII Congreso del Partido Comunista Cuba.” 17 de abril, 2016. Cubadebate, http://www.cubadebate.cu/noticias/2016/04/17/informe-central-al-vii-congreso-del-partido-comunista-cuba/ En lo adelante todas las citas y/o referencias a este informe remiten a esta fuente.

[3] En lo adelante, BO.

[4] En este mismo año la editorial publicó una nueva edición ampliada, en inglés.

[5] FC. “Discurso en el club Rotario de La Habana el 15 de enero de 1959, http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1959/esp/f150159e.html Recordemos también su mensaje a Celia Sánchez del 5 de junio de 1958: “Al ver los cohetes que tiraron en casa de Mario, me he jurado que los americanos van a pagar bien caro lo que están haciendo. Cuando esta guerra se acabe, empezará para mí una guerra mucho más larga y grande: la guerra que voy a echar contra ellos. Me doy cuenta que ese va a ser mi destino verdadero”. El argumento es una falacia. Usa ese bombardeo como excusa para crear su enemigo. Martí pudo haber dicho lo mismo de España, y no hablemos del propio FC. El asunto más importante, sin embargo, es que el enemigo es una elección personal de Castro que se expresa con la seguridad de que será él quien detentará el poder en la isla. Ver: “De Fidel a Celia (1958) (Fragmentos),” http://www.fidelcastro.cu/es/correspondencia/de-fidel-celia-1958-fragmentos

[6] Para este ensayo seleccionamos una variedad de textos –discursos, declaraciones, noticias, artículos de opinión, etc.– así como de las respuestas de los lectores, a los que nos referiremos como “foristas”. De la isla consultamos principalmente Granma, Juventud Rebelde y Cubadebate, pero después del primero, fue este último el que resultó de mayor utilidad. Les recuerdo a los lectores que en 2016 todavía el acceso de los cubanos a internet era muy limitado. Cubadebate es la mejor fuente de consulta por ser el sitio oficial con más participación y variedad de comentarios, y por las discusiones entre los propios foristas que uno encuentra. El acceso al sitio cuesta –abundan las sugerencias de que se le dé acceso gratuito a todos los cubanos– de modo que no es aventurado suponer que un gran número, si es que no la mayoría de los foristas, acceden a él a través de cuentas estatales. Dado que abundan los comentarios sobre la censura en Cubadebate –“espero que no me censuren”, “gracias por publicarme”, “me han censurado varias veces”– uno se sorprende de las opiniones que pasan la censura. Esto demuestra que el trabajo de los censores es absolutamente arbitrario. Tampoco hay que descartar que, justamente por tratarse de un sitio fuera del alcance de la mayor parte de los cubanos, la censura sea por eso mismo más relajada. Como es virtualmente imposible aprovechar el caudal de esas participaciones, me valdré del cuerpo de notas para ampliar su inclusión en el ensayo. Enfatizo, pues, que las notas no constituyen meras adiciones, sino una estrategia para desarrollar y avanzar mis argumentos utilizando el menor espacio posible.

[7] FC. “La sumisión a la política imperial”. Reflexiones de Fidel. Tomo 3. La Habana: Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, 87-88. Sin fecha. ISBN: 978-959-274-064-8. Este texto no aparece en la edición en español de Obama y el imperio. En lo adelante cualquier cita y/o referencia a las “Reflexiones” de FC se indicará con una R, seguida de la paginación. Cuando las citemos por Cubadebate y/o Granma, incluiremos el correspondiente enlace electrónico.

[8] En marzo de 2011, tras su visita a Cuba, FC expresó que Carter era un “amigo” el “‘único’ capaz de abordar los lazos entre los viejos enemigos”. Reuters, 31 de marzo de 2011, https://www.reuters.com/article/internacional-cuba-castro-carter-idLTASIE72U0EF20110331

[9] Veamos como sigue: “Esto supone, desde luego, otro Presidente que prohibió el empleo de funcionarios de Estados Unidos para asesinar a dirigentes cubanos. Se trata de Gerald Ford, que sustituyó a Nixon después del escándalo de Watergate… Al ilustre presidente Eisenhower, nada opuesto al terrorismo anticubano, sino más bien el iniciador, debemos agradecerle al menos su definición del complejo militar-industrial que hoy, con su insaciable e incurable voracidad, constituye el motor que conduce a la especie humana a su actual crisis” (el subrayado es nuestro). Castro comenta que un día él y el Che se fueron a jugar golf. Él, dice, “no sabía absolutamente nada de ese costoso deporte”, mientras que Guevara “había sido caddie para ganar algo en su tiempo de ocio”. El propósito real del partido de golf, “con prensa gráfica” fue, según Castro, el de burlarse de Eisenhower”. Esto no tiene sentido. ¿Cómo, de qué manera, ese partido habría servido a ninguna burla a Eisenhower? Castro no lo explica. Ni vuelve a mencionar a Eisenhower. Lo que sí vemos es que tenía muy claro que era un juego asociado al estatus del hombre blanco burgués. Por otra parte, la idea de agradecerle a Eisenhower es, por supuesto, extraña. En cuanto a Ford, le agradece no que prohibiera “asesinar a líderes cubanos” como hipócritamente comenta, sino que prohibiera asesinarlo a él. Volviendo al juego de golf, hay un artículo de Kyle Porter sobre la anécdota. Incluye, en efecto, la foto de FC y Che jugando golf tomada por Korda. Nadie sabe cuándo ocurrió esto. Porter cita el texto de Castro que reprodujimos, pero lo toma del New York Times. “¿No es una locura?,” pregunta Porter, y añadiendo: “he aquí un poco más de contexto” escribe: “Según algunos relatos de ese viaje, a FC lo molestó enterarse de que los importantes negocios que le impidieron a Eisenhower reunirse con él fueron un partido de golf. Por lo tanto, parecería que esto ofreciera un motive para la subsecuente foto temática de golf al regresar a Cuba.” Porter pregunta que quién sabe si esto es o no cierto. Y añade: “Según Don Van Natta Jr. en su libro First Off the Tee, los dos jugaron durante la presidencia de John F. Kennedy (no dice nada sobre si esto era lo que se presumía cuando se tomó la foto o en otro momento)…” Ver: “The time Fidel Castro and Che Guevara played golf together in Cuba.” CBS, 24 de marzo de 2016, https://www.cbssports.com/golf/news/the-time-fidel-castro-and-che-guevara-played-golf-together-in-cuba/ Subrayo dos cuestiones. Lo primero, que esto sugiere que, en efecto, la historia de esa partida estuvo relacionada con el desaire de Eisenhower a FC durante su visita a Washington en 1959. Esta fue la razón por la que lo recibió Richard Nixon, entonces vicepresidente. En segundo lugar –y esto es importante– FC parece haber demorado mucho para responder a ese desaire. Así se entiende que lo que cuenta resulte confuso. Por eso lo más importante a mi juicio es su excelente memoria, sobre todo cuando se trata de recordar agravios personales. Me parece divertido irónico y revelador por eso mismo que la susodicha historia haya ido a parar a un libro sobre el golf y los presidentes… norteamericanos: First Off The Tee. Presidential Hackers, Duffers and Cheaters from Taft to Bush.

[10] FC. “La política cínica del imperio”. Cubadebate, 25 de mayo, 2008, http://www.cubadebate.cu/reflexiones-fidel/2008/05/25/politica-cinica-imperio/

[11] En lo adelante, a menos que se indique lo contrario, las itálicas para señalar énfasis son nuestras.

[12] FC. “La política cínica del imperio.” R, tomo 7, 2008, 49.

[13] Irónicamente, Castro reconoce aún más el carácter totalitario del régimen al mismo tiempo que intenta suavizar su admisión: “Lo primero que los líderes de la Revolución Cubana aprendimos de Martí fue creer y actuar en nombre de una organización fundada para llevar a cabo una revolución. Siempre dispusimos de facultades previas y, una vez institucionalizada, fuimos elegidos con la participación de más del 90 por ciento de los electores, como es ya costumbre en Cuba, y no la ridícula participación que muchas veces, como en Estados Unidos, no llega al 50 por ciento de los electores”. Ob. cit., 49. ¿Líderes de la Revolución? El único líder ha sido él mismo. ¿Y cómo fue que tuvo lugar ese supuesto aprendizaje de “creer” y “actuar” –en realidad mandar, decidir, imponeren nombre de una organización que, por supuesto, crearon ellos mismos? ¿Por qué en lugar de “una organización” FC no dice el Partido Comunista? ¿Quiénes les otorgaron a esos “líderes” las alegadas “facultades previas? ¿Qué facultades eran ésas? ¿Quiénes institucionalizaron la revolución? ¿O es que acaso fue institucionalizada por el imperialismo? Y si es cierto que fueron elegidos por el 90% de los electores, ¿por qué el otro 10% tenía que hundirse en el silencio? ¿En qué quedamos, entonces? La “revolución” ¿fue el producto del dominio imperial, impuesta por éste?, ¿fue impuesta por las “facultades previas” de los “lideres” de la revolución? ¿O los previamente elegidos fueron elegidos luego el 90% de los cubanos? Finalmente, ¿por qué FC y el Estado cubano solo pueden explicarse, justificarse a sí mismos en relación con los Estados Unidos?

[14] FC había empezado a publicar sus “Reflexiones” en Granma y Cubadebate en marzo de 2007.

[15] De hecho, en Cuba se suscitaron las mismas interrogantes y racistas que en Estados Unidos sobre la posibilidad de que un negro o una mujer llegaran a la presidencia. El título de un artículo de Lisandro Otero en Cubadebate, por ejemplo, se hacía eco de las preguntas que circulaban en el vecino norteño: “¿Están maduros los EE.UU.: una mujer o un negro en la presidencia?” Hecha en Cuba, sin embargo, la pregunta era doblemente racista pues, dejando Cuba fuera de ella, la implicaba. Su conclusión: “La posibilidad de tener a un negro  o  a una mujer en la cúspide del poder, en una nación dominada aún por los wasps (white anglosaxon protestants) aún parece una remota posibilidad”. Ver: Lisandro Otero. “¿Están maduros los EE.UU: una mujer o un negro en la presidencia? ¿Están maduros los EE.UU: una mujer o un negro en la presidencia?” Cubadebate, 23 enero de 2007, http://www.cubadebate.cu/opinion/2007/01/23/estan-maduros-los-euuu-una-mujer-o-un-negro-en-la-presidencia/ Más revelador es, si se quiere que, al parecer, Otero ignorara o pretendiera hacerlo, que servía de vocero a las ansiedades de los Estados Unidos. Ver: “CBS Poll: Ready For A Black President?” 4 de junio de 2008, https://www.cbsnews.com/news/cbs-poll-ready-for-a-black-president/ Jake Tapper. “A Biden Problem: Foot in Mouth”. El artículo menciona a Joe Biden que acababa de lanzar su nominación como candidato a la presidencia, y que al referirse a su rival Obama expresó: “I mean, you got the first mainstream African-American who is articulate and bright and clean and a nice-looking guy. I mean, that’s a storybook, man”. (“Quiero decir, tienes al primer afro-americano que es un tipo articulado, brillante, limpio y guapo”.). El artículo cita a Mary Katherine Ham, que escribió: “A clean black man? The first black guy on the American political scene who can both shower regularly and speak properly? Is that really what Biden thinks?” (“¿Un negro limpio? ¿El primer negro en la escena política americana que se baña regularmente y habla correctamente?”). Como afirmó Ham entonces, “si esto lo hubiera dicho un republicano, se habría desatado una protesta nacional sobre la ignorancia residual y la insensibilidad en nuestro país”. Por supuesto, Ham evita admitir que el comentario era manifiestamente racista, y su propio rodeo es significativo. Pero este ejemplo altamente ilustrativo de como el racismo del hombre blanco nunca es más insidioso que cuando pretende “elogiar” al negro. Ver: Jake Tapper. “A Biden Problem: Foot in Mouth.” ABC News, https://abcnews.go.com/Politics/story?id=2838420&page=1 (Estas traducciones y las que sigan son mías a menos que se especifique lo contrario).

[16] Sus ingeniosas ideas económicas, y la manera en que enyugó el bienestar de la isla al campo socialista, y en particular a la Unión Soviética lo único que consiguieron fueron el hambre y la continua depauperación de la calidad de vida de los cubanos. El llamado a producir alimentos, o incluso a meramente potenciar la producción se convirtió –incluso hasta hoy– en exhortaciones huecas que solo muestran la incapacidad del Estado para satisfacer la demanda de los alimentos básicos. Véanse: “Hay crecimiento pero aún no satisface la demanda”. Granma, 3 de enero, 2014, https://www.granma.cu/cuba/2014-01-03/hay-crecimiento-pero-aun-no-satisface-la-demanda “Para animar la producción agrícola”. Granma, 6 enero, 2014 (aquí se menciona la conversión de dos “antiguas escuelas en el campo en viviendas” con la intención de que quienes las habitaran se dedicaran a la agricultura. Este artículo se hace eco así de los fracaso del Estado en la construcción de viviendas, del de las Escuelas en el campo y, por supuesto, en la producción de alimentos agrícolas), https://www.granma.cu/cuba/2014-01-06/para-animar-la-produccion-agricola “Frutas, ¿quién quiere sembrar frutas?” Granma, 5 de agosto, 2014, https://www.granma.cu/cuba/2014-08-05/frutas-quien-quiere-sembrar-frutas “Producir lo que necesita el país”. Granma, 20 de marzo de 2015 (veamos algunos comentarios de los foristas: José Cuervo: “Hace muchos años el país en general TIENE que producir, PERO se hizo una Costumbre la improductividad…” Manu: “¿Por qué un país que tiene buenas tierras, agua y un clima bueno, puede haber déficit de leche, verduras, carnes etc., ¿dónde está el problema de vosotros?” Pepe: “Hay que invertir en recursos para la agricultura para poder tener algo y además incentivar a la gente a trabajar. El aspecto subjetivo solamente no produce nada”, https://www.granma.cu/cuba/2015-03-20/producir-lo-que-necesita-el-pais

[17] El asunto de los intentos de la CIA de asesinar a Fidel Castro está bien documentado y no se discute. Pero esto fue ampliamente explotado por él mismo y por el régimen. Independientemente de las causas de los fracasos de esos intentos, éstos fueron astutamente manipulados para sugerir la invencibilidad del líder y para realzar y su hombría, y por tanto su prestigio, en el imaginario popular. En el caso específico de Castro la obsesión esos intentos fallidos dejan entrever su proverbial narcisismo. La cifra de esos intentos era testimonio de la enorme importancia que le atribuían la CIA y Estados Unidos. En la extensa “Reflexiones” del 24 de junio de 2007 en que abordó los atentados de que había sido objeto, expresó: “Realmente es un misterio señalar los responsables de los cientos de atentados contra mi vida. Todas las formas directas o indirectas para causar mi muerte fueron utilizadas”. Justamente porque consideraba “un misterio” señalar, esto es, saber quiénes habían sido responsables, podía darse el lujo de fantasear con otros que podían ser reales o no. Es lo que hace con George W. Bush: “¿Por qué dije un día en una reflexión que Bush autorizó u ordenó mi muerte? Esta frase puede parecer ambigua e imprecisa. Tal vez fuera más exacto, aunque más confuso todavía, decir que la autorizó y la ordenó”. Hay un indudable regodeo, un morbo en estas lucubraciones que juegan con la ambigüedad. En el texto que citamos tampoco podía faltar que fue Gerald Ford quien “decretó la prohibición de utilizar empleados del gobierno para cometer asesinatos”. En este mismo texto, Castro comenta el intento de atentado en Venezuela. Véase: Fidel Castro. Reflexiones. 02. 22-34.

[18] BO. “Remarks to the Cuban American National Foundation in Miami, Florida”. May 23, 2008. The American Presidency Project, https://www.presidency.ucsb.edu/documents/remarks-the-cuban-american-national-foundation-miami-florida Esta es mi traducción del pasaje citado por FC: “Por doscientos años Estados Unidos ha dejado en claro que no aceptará la intervención extranjera en nuestro hemisferio. Pero cada día, a través de las Américas, hay otro tipo de lucha, no contra ejércitos extranjeros, sino contra la amenaza mortal del hambre y la sed, de las enfermedades y de la desesperación. Ése no es el futuro que tenemos que aceptar, no para el niño de Puerto Príncipe, ni para la familia en los altiplanos de Perú. Podemos hacer algo mejor. Debemos hacer algo mejor”.

[19] Las itálicas son mías.

[20] “Cuba es una nación pacífica que ha sido víctima del terrorismo de EE.UU.” Solvision.cu, https://www.solvision.cu/cuba-es-una-nacion-pacifica-que-ha-sido-victima-del-terrorismo-de-ee-uu/cuba-medicos-soldados-usa/

[21] El racismo, vinculado en sus orígenes modernos a la esclavitud, tuvo y no ha dejado de tener en el color de la piel su significante por antonomasia. Pero no puede olvidarse que en su esencia el racismo es la ideología de la supuesta superioridad del blanco sobre el negro, o sea, de estatus. Dondequiera que se afirme una superioridad del tipo que sea, hay racismo, puesto que ésta no puede legitimarse sino a costa de alguien o algo considerado como inferior. En el caso de las brigadas médicas cubanas lo primero que hay que recordar es que ese ejército ha sido precisamente etiquetado como uno de «batas blancas». En las imágenes usadas como propaganda por el régimen frecuentemente aparecen en formación parecida a las militares, todos vestidos de blancos, destacándose casi siempre la figura masculina blanca. Y tal como hacen los Estados Unidos cuando muestran imágenes de soldados ayudando a niñitos negros, el Estado cubano produce el mismo tipo de imaginario colonial y racista. En lugar del uniforme militar, los médicos cubanos aparecen uniformados con la bandera, y con símbolos de la ideología castrista: Fidel, el Che. Abundan las fotos de estos médicos – casi siempre blancos – atendiendo a los desamparados africanos, haitianos, etc. Pero, aún en aquellos casos en los que vemos a un médico, una doctora, un(a) enfermero(a) cubano(a) no blanco(a), persiste el hecho de la superioridad blanca del régimen cubano auxiliando, e incluso literalmente salvando, llevando la luz, la instrucción –verdadero Mesías– a los pobres del mundo. El carácter indudablemente racista, y nada desinteresado de esta empresa, resulta más obvio en el hecho de que mientras Cuba va de salvadora por otros lares, los cubanos enfrentan carencias hasta de los medicamentos más básicos. Los hospitales continúan depauperándose, los cubanos se quejan del maltrato en los hospitales, incluso de su falta de higiene.

[22] Este asunto amerita una discusión a fondo apoyada por el archivo. No es el propósito fundamental de este trabajo y no nos detendremos en ello. Pero advierto que el nacionalismo cubano –empezando por José Martí, su figura cimera– no ha dejado de agobiar a los cubanos con mensajes ambiguos respecto a Estados Unidos: ser lo contrario/lo mismo que Estados Unidos. ¿Temer?, ¿defenderse de?, ¿o añorar calzar las botas de siete leguas del imperio? Esa ambivalencia la analizó brillantemente Gustavo Pérez Firmat en su ensayo “‘Dolor de pequeñez’: Martí y Pulgarcito.” El ensayo ofrece un minucioso análisis de la ambivalente postura martiana, y también de su obsesiva fijación en torno al binarismo pequeño (Meñique)-grande(gigante). Observa acertadamente que esto, ya se trate de lo nuestramericano, o de Estados Unidos, remite siempre y regresa a la propia persona de Martí: a su endeblez física. Esa “trama meñiqueista” tiene dos momentos a decir de Pérez Firmat: por un lado, remite a “una penosa conciencia de indefensión” que, en “[su] expresión más radical […] es el miedo a ser engullido: la fagofobia”. En lo político, “se traduce en alarma ante el apetito anexionista de algunos sectores de la sociedad norteamericana”. Por otro lado, el segundo momento consiste en la superación de la “la inferioridad física […] con superioridad moral, intelectual o artística. El enano se revela gigante.” (itálicas mías). Aunque no de manera explícita, el ensayo apunta a la finalidad última de estas circunvalaciones psicológicas: convertirse en el otro, devorarlo. Es cierto, “el enano se revela gigante”. Dicho de otro modo, había un gigante dormido y/o agazapado en el “enano”. No pocas de las citas martianas en que se apoya Pérez Firmat lo confirman. En Amistad Funesta Juan Jerez que, como él observa, “incorpora rasgos de la psicología de su creador”, expresa: “veo a todo el mundo pequeño, y a mí como un gigante dichoso”. Pérez Firmat cita a continuación uno de los apuntes de Martí: “Para vivir no hay más que un medio: sobreponerse a la vida; mirarla como de gigante a enano” (itálicas mías). En el ámbito martiano, no hay lugar para la estatura media o regular. Eso es lo iluminador: o se es gigante; o enano. La diferencia entre uno y otro es que el gigante no quiere dejar de serlo, mientras que el enano aspira a ocupar su lugar. La cuestión, entonces, no es en última instancia un mero asunto de supervivencia, sino de estatus, de lucha por el poder, de prevalecer uno sobre el otro. Esta lectura no niega, por supuesto, la que hace Pérez Firmat. Por el contrario, arranca de ella, pero propone llevarla más lejos. Ahora bien, con lo que no estoy de acuerdo –siguiendo la lógica de lo que estamos viendo– es con la cuestión del anexionismo. A Martí nunca lo asustó tanto el anexionismo como el autonomismo, contra el que dirigió sus más enconados ataques. Más aún, llegó a conferirles a los anexionistas el beneficio de la duda que les negó a los autonomistas. ¿Por qué? En primer lugar, porque su verdadera competencia, la única que podía hacerle sombra, era la oratoria autonomista en la isla. La guerra al autonomismo, sin que por ello careciera de bases políticas, era sobre todo personal. Téngase en mente aquí la lectura del propio Pérez Firmat en el sentido de la persistente referencia autobiográfica de los textos de Martí a su persona. Lo que ocurre con Martí lo veremos después en el arielismo y el supuesto “antimperialismo” de Rubén Darío y, por supuesto, de FC y de ese equívoco que es la “revolución cubana”. Nuestros Davides han aprovechado realidades históricas innegables para pasar de contrabando sus resentimientos y envidias, o sea, las innobles y racistas realidades de sus guerras infinitas. Como dijo Antonio Machado en dos de sus célebres cantares: “IV. Mas busca en tu espejo al otro, / al otro que va contigo”. “XV. Busca a tu complementario, /que marcha siempre contigo, / y suele ser tu contrario”. Poetas andaluces. “Proverbios y Cantares”. https://www.poetasandaluces.com/poema/226/ Véase: Gustavo Pérez Firmat. “‘Dolor de pequeñez’: Martí y Pulgarcito”. La Habana Elegante, Fall/Winter, 2010, http://www.habanaelegante.com/Fall_Winter_2010/Invitation_PerezFirmat.html

[23] Ver: Alfredo Vera. “Cambio gringo”. Cubadebate, 21 de abril, 2008, http://www.cubadebate.cu/opinion/2008/04/21/cambio-gringo/

[24] Ese racismo aparece más sutilmente en una entrevista a Silvio Rodríguez publicada en el mismo sitio el 15 de agosto del mismo año. A la pregunta sobre la posibilidad de cambios o de mejores relaciones con Cuba en el caso de que Obama fuera elegido presidente, respondió que “[había] sido estimulante ver levantarse a Obama, por razones históricas, políticas y obviamente raciales”. Ver: “Entrevista a Silvio Rodríguez por Diego M. Vidal, SUR, Argentina”. Cubadebate, 15 de agosto de 2008, http://www.cubadebate.cu/especiales/2008/08/15/entrevista-a-silvio-rodriguez-por-diego-m-vidal-sur-argentina/

[25] Este artículo es una combinación de racismo y misoginia, que no es sino otra forma del primero. El primer párrafo, mal escrito, lleva a pensar, por ejemplo, que el Ku Klux Klan fue uno de los protagonistas de “intensas y seculares luchas” que “a la postre obligaron a reformar la Constitución; al fin la élite de poder norteamericana, se ha tornado bicolor y por primera vez la parte más alta puede ser negra”. Nótese, otra vez, la pésima redacción. Pero, como ya afirmamos, todo contribuye al mensaje racista: esa parte de la élite –que según el autor se ha convertido en la más elevada, y es negra– se ha beneficiado del racismo. Pero lo que distintivamente perturba al autor es ver a un negro –eso es Obama para él: “negro, liberal, joven y carismático, no es exactamente el mejor entre los malos, aunque tampoco ‘una monedita de oro’”– ascender al poder. Aparece entonces, por lo mismo, el negro ideal como aquel que sabe darse su lugar: “Excepto algunos radicales, los líderes negros nunca se propusieron conquistar el poder para alcanzar sus derechos, sino que apostaron a lograrlo mediante la movilización social y la desobediencia civil para obligar a la élite dirigente y al Estado norteamericano a asumir sus roles, enfatizando la resistencia, el humanismo y la lucha de ideas”. Y añade: “Frederick Douglas, Harriet Tumban, Broker Washington, Thurgood Marshall, Jesse Owens, Benjamín Davies, Rosa Parks, Martin Luther King y otros de entre los que no puede excluirse a Andrew John, Jesse Jackson, Colin Powell e incluso Condoleezza Rice, reivindicaron la condición de norteamericanos de los negros y reclamaron para ellos las prerrogativas de esa condición, comportándose como patriotas y ciudadanos cumplidores de sus deberes, incluyendo morir por su país” (itálicas mías). Este periodista revolucionario cubano puede considerar patriotas cumplidores de sus deberes, como él mismo dice, a “Colin Powell e incluso Condoleezza Rice” sólo porque no llegaron a ser presidentes. No entraré en la desinformación y en la sarta de estupideces de este señor, pero sí en que lo que se espera siempre del negro, como puede verse, es el cumplimiento del deber y morir por la patria. Ver: Jorge Gómez Barata. “Los colores de la política”. Cubadebate, 18 de octubre, 2008, http://www.cubadebate.cu/opinion/2008/10/18/los-colores-de-la-politica/ El racismo oficial anti-Obama de Cubadebate corre parejo, por cierto, con el de un sector de la llamada “mafia de Miami” por el régimen cubano. Compárese lo que dijo Gómez Barata sobre la Casa Blanca con Obama presidente con esa ola racista en Miami donde, según Max Lesnik, circulaba lo que para él era “un chiste de mal gusto,” y que preguntaba si, de ser electo Obama, éste le cambiaría el nombre a la mansión presidencial por el de La Casa Negra. Véase: Max Lesnik. “La carta racista en la campaña”. Cubadebate, 23 de octubre, 2008, http://www.cubadebate.cu/opinion/2008/10/23/la-carta-racista-en-la-campana/

[26] Ernesto Carmona. ¿Cómo se elige al presidente? Cubadebate, 30 de octubre, 2008, http://www.cubadebate.cu/opinion/2008/10/30/como-se-elige-al-presidente/

[27] FC. “Las elecciones del 4 de noviembre.” Cubadebate, 3 de noviembre, 2008, http://www.cubadebate.cu/reflexiones-fidel/2008/11/03/las-elecciones-4-noviembre/  

[28] Lo mencionará más adelante en otra de sus “Reflexiones”.

[29] En el mismo artículo, en que predijo el triunfo de Obama en las elecciones l chileno Ernesto Carmona ―“un negro habitará la Casa Blanca”― sugirió, si bien oblicuamente, el peligro que podía correr Obama: “Pese a todo, existe la esperanza de que el imperio sea menos agresivo con Obama. Lo más irritante para los conservadores será que un negro y toda su familia se instalen en la casa de los presidentes de un país cuyos dirigentes suelen ser asesinados, desde los presidentes Abraham Lincoln (en 1865), James Abram Garfield (1881), William McKinley (1901) y Kennedy (1963), su hermano Robert (1968) y Martin Luther King (1968), entre muchos otros políticos” (itálicas mías). Ver: Ernesto Carmona. “¿Cómo se elige al presidente?”, ob. cit.

[30] El 6 de noviembre Eduardo Galeano salió a batear. Sin andarse por las ramas, la hipocresía de sus preguntas retóricas apunta a una de las estrategias típicas del racismo: acusar al negro de racista, o sea, de reverse racismo: “¿Obama aceptará que el racismo sea normal cuando se ejerce contra los países que su país invade? ¿No es racismo contar uno por uno los muertos invasores en Irak y olímpicamente ignorar los muchísimos muertos en la población invadida? ¿No es racista este mundo donde hay ciudadanos de primera, segunda y tercera categoría, y muertos de primera, segunda y tercera?” Galeano, por supuesto, solo mira hacia Estados Unidos. Como si todo el racismo del mundo fuera exclusivamente estadounidense. Ver: Eduardo Galeano. “Ojalá”. Cubadebate. 6 de noviembre 2008, http://www.cubadebate.cu/opinion/2008/11/06/ojala/ Solo dos días más tarde, Atilio Borón se suma a la arremetida racista. Nuestra América está de plácemes. El título se las trae: “¿Un nuevo Tío Tom?” ¿Y en quién se apoya Borón? ¿Quién lo acomoda? Nada menos que Noam Chomsky, otro favorito de los supuestos progresistas: “En vísperas de las elecciones estadounidenses, Noam Chomsky dijo que Barack Obama ‘era un blanco que había tomado demasiado sol’”. Ese comentario fue repudiado por la intelectualidad “progre y bienpensante” del mundo entero pero, en vista de la formación ideológica y los intereses defendidos por las personas recientemente consultadas para elaborar una estrategia de salida de la crisis, la advertencia del gran lingüista del MIT parece plenamente justificada”. La etiqueta de Tío Tom, impuesta por un hombre blanco para implicar que BO, en cuanto negro, era un traidor a su raza es absolutamente racista. Afirmar esto no implica defender a BO de las imputaciones de racista. Se trata de traer a la luz la manera insidiosa en que opera el racismo blanco. Encajona al hombre no blanco en su negritud. Cualquier cosa que hiciera o dijera BO dejaban de ser las acciones del presidente estadounidense –o del imperio incluso– para convertirse en las de un negro presidente y un presidente negro. En 2010, también en Cubadebate, Elíades Acosta la simuló censurar las críticas racistas a Obama mientras les sirvió de vocero. Acosta “censura” a unos periodistas del sitio conservador Townhall por sus ataques a Obama. Pero resulta que esos periodistas… eran negros. Pudiendo seleccionar entre innumerables sitios y autores conservadores blancos que atacaban a Obama y que sobrepasaban a las voces negras que hacían lo mismo, Acosta optó por los negros. Y no solo eso. Citó extensamente sus comentarios racistas, que era una manera indirecta de propagandizarlos. Incluso sugiere –sin demostrarlo– que esos negros racistas eran legiones: “las siempre dóciles legiones del Tío Tom”. Al mismo tiempo esto se convierte en excuso para atacar al negro en los periodistas negros que arremetían contra Obama: “Un pasado, que extrañamente olvidan estos memoriosos escribas negros de los neoconservadores donde gente como ellos estarían sentados eternamente en las filas traseras de los autobuses o trabajando en las plantaciones de algodón de los amos, a quienes siempre había que agradecer por sus bondades y caridad cristiana. Y no solo por negros, sino por pobres” (itálicas mías). Lo irónico es que esos negros obligados a agradecerles a sus amos también son los negros cubanos, igualmente obligados a agradecer al amo FC y al régimen. Ver: Elíades Acosta Matos. “Las legiones del Tío Tom”. Cubadebate, 7 de abril de 2010. http://www.cubadebate.cu/opinion/2010/04/07/las-legiones-del-tio-tom/

[31] Véase: FC. “Dimitri A. Medvedev”. Cubadebate, 28 de noviembre de 2008, http://www.cubadebate.cu/reflexiones-fidel/2008/11/28/dimitri-medvedev/

[32] FC. “Las elecciones del 4 de noviembre”. Cubadebate, 3 de noviembre de 2008, http://www.cubadebate.cu/reflexiones-fidel/2008/11/03/las-elecciones-4-noviembre/   Téngase en cuenta que publicó otras “reflexiones” en noviembre 7, 13, 14, 16, 19, y 23 en los que no se refirió a las elecciones.

[33] FC. Énfasis mío. “Navegar contra la marea”. Cubadebate, 4 de diciembre de 2008, http://www.cubadebate.cu/reflexiones-fidel/2008/12/04/navegar-contra-marea/

[34] Compárese con su elogio de Medvedev: “En sus intervenciones, el Presidente ruso se caracteriza por la precisión, claridad y brevedad de sus palabras… Posee conocimientos amplios. Persuade a los oyentes.  Quienes discrepan lo respetan”. FC. “Dimitri A. Medvedev”, ob. cit.

[35] Durante la campaña electoral un spot publicitario de John McCain acusó a BO de ser “solo una celebridad como Britney Spears o Paris Hilton.” La respuesta de BO sugiere que no se le escapó la connotación racista de la imputación. Afirmó que McCain y otros republicanos trataban de asustar a los votantes porque él “no se parece a los otros presidentes en los billetes” (la traducción de las citas de Wikipedia es mía). Sobre la imagen pública de Obama, ver: “Public image of Barack Obama”, https://en.wikipedia.org/wiki/Public_image_of_Barack_Obama Respecto a McCain sobre Obama ver: Michael Cooper and Michael Powell. “McCain Camp Says Obama Is Playing ‘Race Card’”. The New York Times, 1 agosto, 2008, https://www.nytimes.com/2008/08/01/us/politics/01campaign.html 

[36] Hansen escribe: “And apparently checked out Harvard in person.” Hay que advertir que “apparently” no tiene en inglés el sentido de mera apariencias. Como adverbio en este caso, significa: “according to what seems to be true or what is likely, based on what you know” (según lo que parece ser cierto o verdadero, o es probable que lo sea basado en lo que sabes). Ver: https://dictionary.cambridge.org/us/dictionary/english/apparently Hansen tuvo acceso a material de archivo. Carlos Alzugaray, en una de las notas de contracubierta afirma que el autor desenterró información, y califica de rigurosa la investigación llevada a cabo por éste.

[37] Hansen usa el término solipsismo.

[38] Jonathan M. Hansen. Young Castro. New York: Simon & Schuster, 2019, 126-27. Según el autor, su libro “no es una defensa de Fidel Castro” (xv), y esto es cierto. Pero tampoco constituye una crítica incisiva de su asunto, por lo que no es extraño el arrobo de Doris Sommer que escribe en la nota de contraportada: “Castro permanecerá joven para siempre, gracias a la narrativa irresistible y duradera de Hansen”. El mérito del libro es justamente que si por un lado muestra al autor hasta cierto punto cautivado por su asunto, también ilumina – intencionalmente o no – el nacimiento y formación del Castro autoritario y egocéntrico.

[39] No se olvide que el padre era terrateniente y consiguió amasar cierta fortuna. Y el matrimonio con Mirta Díaz-Balart elevó y/o cimentó su estatus social.

[40] En la época de FC, la política estudiantil era uno de los caminos para conseguir distinción: “Los líderes estudiantiles exigían una considerable atención y tenían un poder político real.” La universidad de La Habana –no menos que las Ivy League en Estados Unidos– “tenía el monopolio de la educación de los futuros líderes del país”. Olvidar esto implica olvidar también el rol que desempeñaban el dinero, el pedigrí familiar, los contactos, las razas, y las asociaciones estudiantiles. FC se benefició del hecho de que la evaluación de los estudiantes no dependía ni de la asistencia, ni del trabajo en clase, sino de los exámenes finales. Y FC se centró más en las actividades extracurriculares que en las académicas. Hansen cita el comentario de Castro a un entrevistador: la clase “era una pérdida de tiempo”. Ver: Young Castro, capítulos 4 y 5.

[41] Les recuerdo a los lectores que la cita es del último texto de FC que nos ocupamos aquí: “Navegar contra la marea”. Cubadebate, 4 de diciembre de 2008.






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‘Shock and awe’… El estallido que viene

Francisco Morán

Si la autopreservación del Estado implica impunidad en el ejercicio de la violencia libertina, ¿acaso la autopreservación del pueblo no justifica, a su vez, la rebelión contra el terror y la violencia?






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1 Comentario
  1. Excelente analisis del Dr Francisco Moran del oseo racismo de Fidel Castro. Castro porta el racismo ontologico de la elite criolla cubana desde los tiempos colonials. Ya lo dijo en El 68 ‘ nosotros habriamos sido como ellos, Ellos habrian Sido como nosotros ‘. Ahi Castro SE reconoces heredera de la sacarocracia criolla del S.XIX. y nadie como El Dr Moran ha analizado esa ideologia racista de la que incluso no escapo en mejor de todos los Criollos del S XIX: Marti.

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