El embargo impuesto por Estados Unidos a Cuba, establecido originalmente por el presidente Kennedy en 1962 —y que ha sido expandido o disminuido por todas las administraciones estadounidenses hasta la fecha—, ha tenido un objetivo primario: contribuir al cambio de régimen.
Pero no lo ha logrado.
¿Implica esto entonces que el embargo de Washington a Cuba ha sido un fracaso total? Si se toma en cuenta este objetivo primario como única variable, sí. Pero si se agregan otras no menos transcendentales, no. Todo lo contrario: ha evitado que este régimen se fortalezca.
La inmensa mayoría de las voces críticas al embargo tienen una respuesta clara a esta pregunta: como diseño de política hacia el régimen cubano ha fracasado, al no producir su colapso, y ha contribuido a un costo terrible para la población del país al impedir el desarrollo económico cubano. Ha sido el embargo entonces, bajo este análisis, una variable fundamental y primaria para el aumento de las penurias para las familias cubanas a lo largo de los años.
Esta narrativa es la que ha repetido el régimen cubano, que lo culpa de todos los males económicos de la población cubana, y es la que ha prevalecido ante la comunidad internacional, que se ha mostrado mayoritariamente crítica hacia el embargo.
No obstante, el embargo estadounidense —llamado eufemísticamente bloqueo por el régimen cubano, y que no es más que un embargo comercial y financiero, poroso y parcial— no parece ser el verdadero causante de la pobreza y las penurias económicas que ha experimentado la población cubana bajo un régimen totalitario. Y lo totalitario es la clave acá.
El totalitarismo cubano es el único responsable de la tragedia económica —y política y social— de la nación cubana, porque ha impuesto un sistema de políticas que ha desprovisto a la población cubana de todas las herramientas que le posibilitan desarrollarse aparte de un Estado que asfixia toda independencia económica. Durante años canceló toda actividad económica privada —cerrando entre 1960 y 1968 todos los grandes, medianos y pequeños negocios del país— y, después de muchas reticencias, la abrió parcialmente, con mecanismos totalitarios plagados de restricciones legales, fiscales y burocráticas que hacen imposible el despegue de negocios privados o cualquier actividad económica no estatal. Mucho menos que se desarrollen de manera autónoma a un Estado omnipresente.
En cuando a la inversión extranjera —esa que clama el castrismo como necesaria para el desarrollo del país y que ha excluido a la inversión estadounidense—, se tiene que realizar también bajo reglas totalitarias violatorias de protocolos internacionales, donde negocios e inversores extranjeros, para contratar personal, deben hacerlo bajo reglas de trabajo esclavo, siendo el gobierno totalitario el encargado de contratarlo y pagarle el salario —reteniendo para sí la mayoría del salario real pagado por las entidades no cubanas.
Tales ejemplos, entre muchos, muestran la verdadera naturaleza del régimen e ilustran qué pasaría si el embargo estadounidense fuese levantado. Nada cambiaría, porque no cambiaría la naturaleza totalitaria del régimen. Fluiría la inversión, el comercio, las actividades económicas en general, de la misma manera que han fluido hasta ahora con el resto de mundo, en una sola dirección, hacia la élite que ha controlado al totalitarismo cubano, sin beneficiar en lo absoluto a la población de la Isla.
Esto hace que se plantee la valoración del éxito o fracaso del embargo de Estados Unidos como política no por aquello que no logró: cambiar el régimen; sino por lo que ha evitado durante todos estos años: el haber imposibilitado aún más el fortalecimiento de esta élite partidista militar que lleva controlando al Estado cubano por más de sesenta años.
¿Qué habría pasado si no hubieran tenido las restricciones del embargo? Aun con sanciones desde Estados Unidos, esta élite se ha enriquecido enormemente, en franco contraste con la población. Con un enriquecimiento y un acceso a recursos que han contribuido a aumentar las amenazas diseñadas por esta élite para la seguridad nacional de Estados Unidos.
Lo cierto es que la eliminación de las sanciones derivadas del embargo, o un deshielo unilateral que favorezca a estas élites, no modificará la precariedad económica de la población cubana. Pero sí aumentará el nivel y la capacidad de las amenazas del régimen cubano a Estados Unidos.
Oscar Grandío Moráguez, Universidad de San Francisco.
In English:
Has Washington’s embargo on Cuba been a total failure?
This Cuban totalitarianism is solely responsible for the economic―and political and social―tragedy of the Cuban nation.