Hace unos días, Louis Aguirre Rovira, músico camagüeyano exiliado en Dinamarca, lamentaba en un post de Facebook el estado de olvido y abandono de su vieja casa en esa ciudad, antiguo Conservatorio de Música y sede de su primera orquesta sinfónica, fundada por su padre, Louis Aguirre D’Orio, en 1941.
Calle Avellaneda, a la izquierda se ve la fachada de la casa de los Aguirre / Tomada del Facebook de Louis Aguirre.
Pero la historia del inmueble se remonta aún más atrás. A propósito de su proyecto “Las casas del abandono”, concebido en torno a sitios de valor histórico y cultural en Cuba que no gozan de la debida protección patrimonial, el artista Lester Álvarez, también camagüeyano y exiliado en Madrid, explica que “en ella vivió Concepción Agramonte y Bouza, patriota de ilustre familia camagüeyana que puso su fortuna al servicio de la independencia, participó en la primera asamblea constituyente de la nación: la Asamblea de Guáimaro, y ella misma fue a los campos de batalla en la Guerra de 1868, sobrevivió a esta Guerra de Diez Años y en la de 1895 participaron sus hijos, donde murieron tres de ellos”.
Más tarde el inmueble sería, en efecto, la residencia del pianista, pedagogo musical y promotor cultural Louis Aguirre D’Orio, que en 1936 fundó allí el Conservatorio de Música de Camagüey.
Louis Felipe Aguirre D’Orio en la Sala de Actos del Conservatorio / Tomada de grupoanima.org
Al recordar el legado de esta figura, el profesor Carlos Peón Casas cuenta que el Conservatorio, “adscrito a la Sección de Bellas Artes de la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación de su época, ofrecía clases para instrumentos varios que incluían: piano, violín, viola, violoncelo, contrabajo, guitarra, flauta, fagot, oboe, trompa, clarinete, trompeta, trombón, tímpani y tuba. Las asignaturas musicales por su parte incluían: Solfeo, Teoría de la Música, Teoría Superior, Armonía, Composición, Contrapunto, Fuga e Instrumentación. Entre las complementarias se incluían: Estética, Formas Musicales, Idiomas, Conjuntos Instrumentales y Música de Cámara. La Academia también impartía cursos especiales entre los que se contaban los de Técnica, Interpretación, Repertorio, Los pedales del piano y el Aspecto fisiológico del estudio del piano. Contaba igualmente con un programa especializado para niños de entre 5 y 7 años, el bien reputado Kindergarten Musical, indispensable preparación de los niños para el estudio de la música…”.
Además explica, citando un artículo de la época, que el Conservatorio contaba con “validez académica nacional (…) otorgada por el Ministro de Educación de aquel minuto, a los Certificados, Títulos y Diplomas que expida el Director (…) y como derivación lógica, a todos los alumnos oficiales o incorporados que cursen sus estudios en el Conservatorio de Música de Camagüey, se les extenderá a la terminación de cada uno de los cursos completos que señala el Reglamento, sus Títulos correspondientes con Validez Oficial en toda la República (…).
El Conservatorio jugaría un papel importante en la vida cultural del Camagüey de aquellos años. Además de ser un centro para la enseñanza, en él tuvieron lugar algunos de los conciertos más trascendentales de la ciudad en la época, con músicos de renombre internacional como Arthur Rubinstein.
Arthur Rubinstein tocando el piano en el Conservatorio de Camagüey / Tomada de grupoanima.org
Años después de su intervención y despojo por el gobierno revolucionario, esta tradición de algún modo conseguiría persistir. Así, Carlos Peón recuerda cuando “nuestro entrañable amigo Louis Franz Aguirre Rovira, en una inolvidable noche veraniega de comienzos de los 90’s (…) tuvo a bien agasajarnos en aquel cuasi místico espacio con una audición musical impensable para aquella ciudad depauperada: una obra de Penderecki”.
A manera de resumen, el escritor Rafael Almanza, viejo amigo de los Aguirre, diría que la casona “sigue generando creación en socialidad, durante tres generaciones sucesivas: la del pianista y profesor Louis Aguirre D’Orio [sic.], que dirigía ahí su propio conservatorio de música, uno de los dos de la ciudad, hasta que fue eliminado, con robo de sus propiedades, por los actuales gobernantes; la de Louis Franz Aguirre Rovira, el nombre mayor de la música cubana de concierto, actualmente exiliado en Dinamarca, que creó y enseñó en esa casa durante los años noventa, y que dirigió la orquesta sinfónica provincial y organizó el Festival Internacional de Música Contemporánea de Camagüey; y ahora su hijo Louis Arturo, pintor y videasta que sigue la tradición familiar de socializar con los creadores”.
Vale anotar también que Lester Álvarez proporciona otro dato interesante al hablarnos de Olga Luisa Rovira, estudiante del Conservatorio.
Allí conoció a Luis Felipe Orio [sic.], con quien se casó, quedándose a vivir en la casa hasta el final de sus días. Además de ser una virtuosa pianista, se dedicó a la pedagogía, creando métodos para facilitar la enseñanza musical, sobre todo para niños. Su sensibilidad la animó a realizar manualmente, durante años, el “libro de la casa”: un álbum de recortes de prensa, revistas, volantes de programas de conciertos, pequeños manuales de educación musical dirigidos a niños y padres, todo lo que estuviera relacionado con información sobre lo que la casa había sido. Este libro actualmente se encuentra en un estado muy deteriorado, además de haberse perdido ya un segundo tomo, el correspondiente a la historia de la casa después de 1959.
Álbum de recortes de María Luisa Rovira. Still de “Las casas del abandono” / Tomada de grupoanima.org
Por su parte, Louis Arturo Aguirre, su actual residente, ha hecho de la casa un espacio para la creación y exhibición de su obra y la de sus amigos. A propósito de la exposición “Voluntades ajenas”, que tuvo lugar en ella durante la pandemia de covid-19, Almanza escribió:
La casona aristocrática se cae a pedazos, está invadida de vegetación casi como una ruina, pero es ese, precisamente, el ambiente que interesa a este artista y sus compañeros como fuente de imágenes. Con habitaciones sin techo, goteras en los que quedan, y desastres por cualquier esquina, la casona resulta real, productiva, inseparable de los que la visitamos. Como el arte en medio del panorama apocalíptico contemporáneo, y en especial de la agonía cubana, la casona resiste.
Exposición ‘Voluntades ajenas’ (video).
En el Mapa de Riesgo del Centro Histórico de Camagüey, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad en 2011, aparece entre los inmuebles priorizados por su vulnerabilidad: “Vivienda (Antiguo Conservatorio de Música) Avellaneda 112 e/ Callejón Castellanos e Ignacio Agramonte”.
Interior de la casa en la actualidad / Tomada de grupoanima.org
La edificación que hoy nos ocupa representa un baluarte de la identidad camagüeyana, como tantas ruinas que se ahogan entre la maleza y la desidia de las autoridades gubernamentales, que no destinan recursos a salvaguardarlas, dejando a las instituciones locales sin posibilidades de actuar, aun en caso de que a estas interese. No obstante, el equipo de especialistas de este Observatorio coincide en que una parte considerable de la herencia cultural inmueble del país está a tiempo de ser rescatada, pero se trata de una realidad inmersa en el caos generalizado que es hoy Cuba.
Parte del objeto social del Observatorio de Derechos Culturales se enfoca en el hallazgo, clasificación y socialización de la información referida a hitos patrimoniales en peligro de desaparición, localizados por todo el territorio nacional. Por tal motivo, es fundamental la potenciación de los bienes culturales que hacen parte de la memoria colectiva de los cubanos, revalidándolos como asideros ante la pérdida inducida de los referentes de un pasado próspero que, convenientemente, ha tratado de sepultar el totalitarismo desde los inicios del periodo revolucionario. El ODC celebra y acompaña cualquier iniciativa ciudadana que intente la sobrevida de los pilares estéticos de la nación. Se trata de otro ejercicio de derechos culturales.
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“Por ahora, solamente le puedo confirmar que necesitamos todos los dólares que podamos conseguir”, dijo el coronel Antonio de la Guardia.