La dictadura cubana, situada a solo 90 millas de Florida, ha pasado más de seis décadas oprimiendo y silenciando a su pueblo para mantenerse en el poder. Su control depende de restringir la información y de impedir que los cubanos puedan pensar de manera crítica, expresarse libremente y organizarse sin temor.
Por eso, apoyar a los periodistas independientes y a los activistas democráticos en Cuba no solo es un imperativo moral. Es también una inversión estratégica en una Cuba más libre, un hemisferio occidental más seguro y unos Estados Unidos más protegidos.
Hoy, esa inversión está en riesgo. Desde hace tiempo, Estados Unidos ha apoyado los esfuerzos democráticos en Cuba a través del National Endowment for Democracy (NED), una fundación privada creada por mandato del Congreso. Sin embargo, los fondos del Departamento de Estado destinados a esta labor se encuentran en pausa mientras la administración reevalúa sus prioridades. Estas iniciativas ayudan a los cubanos a resistir el control autoritario y a construir un futuro democrático.
Existe un reconocimiento bipartidista de que una Cuba libre y democrática se alinea con los intereses a largo plazo de Estados Unidos en favor de una región más estable y próspera. Por eso, restaurar el apoyo del NED a las voces independientes de Cuba es fundamental. Necesitan nuestro respaldo ahora más que nunca, en un momento en que el régimen se encuentra en su punto más débil.
El colapso económico de Cuba se está acelerando. La inflación supera el 500%. Los servicios públicos se han desmoronado. Más de 400.000 cubanos han huido en los últimos dos años, transformando las comunidades del sur de Florida y desbordando la frontera estadounidense.
Como alguien que huyó de Cuba de niño durante la Operación Pedro Pan, uno de nosotros, Mel Martinez, sabe de primera mano lo que significa ser silenciado. Mi familia tuvo que elegir entre la libertad y el hogar. Esa experiencia forjó mi convicción de que ningún cubano debería verse obligado a abandonar su país solo para poder tener voz. Como senador estadounidense, luché para apoyar a quienes siguen dentro de Cuba continuando la lucha que yo me vi obligado a dejar atrás.
Hoy, junto a Damon Wilson, quien lidera la misión del NED de promover la libertad en todo el mundo, seguimos comprometidos con esa lucha. El NED ha apoyado a periodistas independientes y activistas democráticos en Cuba durante más de cuatro décadas. Estos aliados están logrando quebrar la propaganda estatal y desmontar las mentiras del régimen cada día.
El impacto no se limita a las fronteras cubanas.
A pesar del acoso, el exilio y el encarcelamiento, los periodistas independientes perseveran. Solo en 2024, los medios apoyados por el NED alcanzaron a más de 10 millones de personas, la mitad de ellas dentro de Cuba. Boletines de noticias locales, como los del Instituto Cubano por la Libertad de Expresión y Prensa (ICLEP), hacen que los funcionarios rindan cuentas en tiempo real.
Socios del NED como Diario de Cuba están responsabilizando al régimen tanto en la isla como en el exterior. Su investigación sobre un exjuez cubano —que condenó a manifestantes pacíficos y luego buscó asilo en Estados Unidos— expuso la corrupción dentro del poder judicial cubano y promovió la búsqueda de justicia al otro lado del estrecho de Florida.
Otro aliado, Cuba Siglo 21, destapó cómo GAESA, un conglomerado dirigido por militares y antiguos generales, actúa como la columna vertebral económica del régimen, en una investigación publicada en el Miami Herald.
Sin el trabajo de Cuba Siglo 21, gran parte de esta información seguiría oculta. Estas investigaciones no solo exponen la corrupción, sino que generan un efecto dominó que permite a otros periodistas seguir la pista del dinero.
Mientras tanto, Cuba sigue siendo una fuerza desestabilizadora en toda la región, exportando narrativas antidemocráticas a través de instituciones estatales; y, como reveló el socio de NED, Directorio Democrático, permitiendo que ciudadanos cubanos sean reclutados por Rusia para combatir en Ucrania.
Estas revelaciones son importantes. Minan la legitimidad del régimen, impulsan la rendición de cuentas internacional y proporcionan a los cubanos —y a los responsables políticos estadounidenses— la verdad.
No se trata solo de una crisis cubana. Es una cuestión de seguridad nacional para Estados Unidos. Una dictadura en bancarrota a las puertas de nuestro país amenaza la estabilidad regional, alimenta la migración masiva y facilita la influencia autoritaria de Moscú a Caracas.
Pero también es un momento de oportunidad. El régimen está moral y financieramente en bancarrota y carece de respuestas. El pueblo cubano no. Está demandando un cambio, y los periodistas independientes y luchadores por la libertad les están ayudando a imaginar —y construir— un futuro diferente.
Estados Unidos no debe titubear ahora. Hacemos un llamado al Congreso, a la administración y a los socios internacionales para que garanticen la inversión continua en el movimiento democrático de Cuba.
Estos actores en primera línea necesitan recursos inmediatos y sostenidos para poder continuar su labor. Cada día sin ellos, el cerco de censura del régimen se estrecha aún más.
* Sobre los autores: Mel Martinez es exsenador de Estados Unidos por Florida y miembro del consejo de dirección de la National Endowment for Democracy (NED). Damon Wilson es presidente y director ejecutivo de la NED.
* Artículo original: “U.S. program paused under Trump helped independent voices tell the truth in Cuba”. Traducción: ‘Hypermedia Magazine’.

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