No hay un taxi Uber en que me monte en que no me terminen hablando bien de Cuba, Fidel, la Revolución. El exilio es una desgracia.
Todos quieren saber de todo. Son así de tan entusiastas.
Si ya se puede viajar a Cuba, a pesar del dictador Donald J. Trump (quien, por cierto, no ha hecho nada de nada para desmentir el legado lamebotas de su archienemigo presidente antecesor).
Si en la Isla odian a los norteamericanos o no (si los choferes supieran a qué clase de cliente terrorista están transportando, les daría un infarto antes de coger la siguiente curva recomendada por Google Maps).
Si deben apurarse a viajar para ver al comunismo antes de que cambie (nunca dicen antes de que se caiga).
Y si es bueno o no tanto el gobierno recién democráticamente electo de Miguel Díaz-Canel, a quien ni un solo de los taxistas Uber sabe nombrar, pero igual todos están convencidos y recontraconvencidos de que se trata del primer presidente no Castro.
En los Uber del exilio me he sentido más solo que en ninguna parte del mundo.
Más que solo, abandonado.
Más que abandonado, un fantasma.
En efecto, mientras la compañía Uber va chupando milla a milla de nuestra tarjeta de banco, sus choferes ciudadanos nos demuestran que Fidel Castro siempre tuvo la razón, toda la razón y nada más que la razón.
En su momento de mayor apogeo, el comandante nos lo advirtió bien clarito a los cubanos:
―Compañeros y compañeras, no se vayan a ninguna parte porque el castrismo comienza allí donde terminan los Castro.
Pero, claro, los cubanos, de comemierda que somos, no supimos prestarle la debida atención a la advertencia del comandante.
El castrismo de verdad comenzaba aquí donde terminan los Castro. Geogramática elemental: el castrismo no tiene afuera.
Y no tiene sentido ni ponerse bravo. Es la Ley de la Vida. Mucho más ahora que los Castros se están muriendo, a la vertiginosa velocidad de un familiar por año.
La compañía Uber tampoco es la culpable. Uber es apenas la consecuencia sin consecuencias, un síntoma de la sinceridad original del proceso revolucionario cubano.
Tengamos el valor de reconocerlo, aunque sea lo último sincero que hagamos: en cada una de estas carreras de taxis, los cubanos ahora apenas estamos recogiendo lo que los mismos cubanos durante décadas hemos sembrado.
Uber Cuba se debiera traducir al inglés como Uber Castro.