Regresar a la luna

Las Potencias anuncian que vuelven a la Luna. Estados Unidos, Rusia y China se preparan para la nueva fase del espectáculo espacial, turismo incluido. Nadie menos que Israel afirmaque pondrá una bandera metálica sobre la superficie lunar el próximo febrero.

A los jóvenes se les hace difícil comprender lo que la Luna significa para nosotros, los sesentones. Creen que nos interesamos por un capítulo de baja tecnología de un planeta secundario de Star Wars. Para los que crecimos con la primera fase de la conquista del espacio, la Luna era más que una meta. “Un pequeño paso para un hombre, un gran paso para la humanidad”, dijo Neil Armstrong al hollar el astro.

Durante una década, la dividida humanidad de la Guerra Fría presenciaba el más glorioso período de las conquistas tecnológicas, mes tras mes. El ritmo heroico parecía infinito. La Era del Hombre comenzaba, con un optimismo verificado casi día a día. En 1980 estaríamos en Marte. Para estas fechas debíamos visitar las afueras del Sistema, por puro espíritu de conocimiento y de aventura.

La Era se desinfló, la fe se perdió. Yo mismo, siendo un adolescente, me di cuenta de que ya no me interesaba el vuelo de Apolo 17. Los soviéticos trajeron muestras del suelo lunar y lo recorrieron con un robot, dejando en duda la utilidad de la exploración estadounidense. Finalmente a la Unión Soviética le tocó el desinfle, no sin lanzar primero un transbordador vacío, mejor que el del enemigo, pero que nunca volvió a volar, y de naufragar con unas sondas que no llegaron a los satélites de Marte. La NASA liquidó sus transbordadores peligrosísimos. Las Potencias hicieron las paces en la Estación Espacial Internacional, como si al fin el fiasco y el aburrimiento fuesen no solo más reales, sino también más científicos que la audacia.

Lo peor de esta nueva fase de entusiasmo cósmico es precisamente que la fe original está olvidada. Elon Musk la ha dejado sin solemnidad al enviar, con escasa puntería, su auto eléctrico Tesla rumbo a Marte. Esperemos que las restantes empresas que se dediquen al negocio no empiecen a llenar el espacio interplanetario de lavadoras, refrigeradores, secadores de pelo, y cualquier tipo de basura que deba ser recogida a fin de siglo (ya existe un satélite con un gancho parar intentar bajar de la órbita la porquería).

Y otra vez es la competencia entre Potencias lo que potencia la competencia. Y potenciar la competencia es también potenciar a las Potencias. Han caído las máscaras. O es más bien que la Era del Hombre es una meta absurda, pues el hombre dejado a su exclusiva potenciación solo potencia autos, lavadoras, bombas, Star Wars.

Millones y millones de rublos invertidos en la industrialización de la agricultura nos regalaron hambre.

¿Y nosotros, los impotentes?

En su momento el Primer Ministro nos aclaró que ellos habían estado en la Luna, pero que le íbamos a ganar en la pelota. Las uvas distaban de estar comestibles, porque el socialismo cubiche siempre estuvo a favor de la Aplicación de la Ciencia y la Técnica, divinidades que, eliminando a los orishas, nos iban a traer luz y progreso, hermano. Tamayo le dio color a la órbita (había que implantar algún récord, y no teníamos sino un mulato aindiado) en un vuelo burocrático, y nada más.

Las hijas de Ubre Blanca no dieron leche. Millones y millones de rublos invertidos en la industrialización de la agricultura nos regalaron hambre. Los soldados pueden tener orishas tecnológicos, pero no pasan de ser aprendices de brujo. El juzgamiento y condena de un doctor en ciencias, Ariel Ruiz, por procurar hacer su trabajo, es ya la confesión completa de un régimen que odia la inteligencia y la sabiduría, porque sabe que no puede con ellas.

En uno y otro caso el disparate está en la imposibilidad de enfrentar la Tecnología con el telos, el objetivo, precisamente desde la sabiduría acumulada y la inteligencia audaz. No el culto del orisha tecnológico por Elon Musk, cuyo minisubmarino para salvar niños fue rechazadopor los impotentes tailandeses, a quienes debe haberle parecido peor meter a los muchachos en ese tubo salvador y traumatizador. Los niños fueron recuperadosen forma primitiva, humana y eficiente. Musk se disgustó.

Musk está recuperando la inspiración de la creación técnica, pero orbita el culto de la tecnología, bajo la gravedad de Flash Gordon y George Lucas. Lo característico del politeísmo es la bronca entre orishas, por ejemplo, entre Atenea y Apolo en la Ilíada. La Tecnología cree poder vencer a la Economía y a los Partidos, incluso al Pueblo, en la lucha por alcanzar Troya, el Botín del Bienestar Absoluto, con Helena incluida. No es Musk el culpable, sino la realidad de la Disnomia.

Cuando la tecnología nos permita viajar más allá de Plutón, nos encontraremos con esos demonios, es decir, con nosotros mismos.

Sí, los nombres helénicos siempre están presentes en el espacio. Así fue ¿bautizado? en 2005 un lejanísimo plutino más allá de Plutón. Disnomia, hija de la Discordia (Eris), era el demonio del desorden civil y la ilegalidad. El plutino Disnomia es satélite de Eris. Cuando la tecnología nos permita viajar más allá de Plutón, nos encontraremos con esos demonios, es decir, con nosotros mismos.

¿Habrá que esperar tanto? ¿Sin abolir la Discordia y sus satélites, las revoluciones y los fraudes políticos, acabaremos volando tan lejos? ¿Para qué?

Y ya que estamos abusando de las mayúsculas recreativas, ¿no pudiéramos soñar científicamente con un Águila Blanca, martiana (no marciana, sino cubana de Martí, el primer defensor de la Alta Tecnología en América Latina), que nos instale al doctor Ruiz Urquiola como Ministro del Medio Natural, Social y Tecnológico Unificado, sin discordia ni disnomia?

Esperemos con Fe y Esperanza una Tecnología Social, nunca socialista, en la que la Tecnología madure y se encuentre. Y que los cubanos valoremos la inteligencia y la sabiduría.

Tal vez entonces podamos disfrutar la voz de Neil, mudo sabiamente de por vida luego del regreso a la Tierra, diciendo con confianza alegre, habiendo desconectado el mando automático y realizado el descenso por su propia mano hacia el justo sitio de la gloria: Houston, the Eaglehas landed.

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