Peter McKenna: “Muchos cubanos eligen la opción nicaragüense”

Era como un reloj. Todas las mañanas, a las 6, comenzaba mi jornada en Cuba en el bistró del hotel o en el bar del vestíbulo con mis deliciosos capuchinos. Cada vez, oía a uno de los empleados hablar de tal o cual persona que se dirigía a Nicaragua.

Así que una mañana le pregunté a mi camarero por toda esa charla sobre Nicaragua. Supuse que el viaje a este país centroamericano, amigo de Cuba, tenía algo que ver con la escasez de alimentos, los cortes diarios de electricidad durante horas, el aumento del coste de la vida y la falta de suministros médicos.

Hablé con un cubano, que ahora tiene amigos trabajando en México y Costa Rica, que me dijo que Cuba está viviendo la peor crisis en más de 100 años. Mencionó el hecho de que los alimentos básicos, como el pan, la leche y los huevos, simplemente no están disponibles o son excesivamente caros. Muchos cubanos se marchan porque están enfadados por los bajos salarios y la escasez y hartos de las condiciones actuales del país.

Al parecer, miles de cubanos han estado publicando diariamente en Internet su decisión de optar por Nicaragua, muchos de ellos veinteañeros, treintañeros e incluso cuarentones. Cada uno de ellos espera aterrizar finalmente en Estados Unidos en busca de la residencia permanente y una vida mejor. También sueñan con un trabajo mejor pagado en Texas o Florida y con la oportunidad de enviar el dinero que tanto necesitan a sus familiares en Cuba.

Otra parte del atractivo es el hecho de que Nicaragua no exige a los cubanos la obtención previa de un visado de viaje para entrar en el país.

En segundo lugar, permite a los cubanos evitar el traicionero terreno del Tapón del Darién (la franja de selva entre Colombia y Panamá), por no hablar de los traficantes de personas sin escrúpulos que se aprovechan de los desesperados.

Las tarifas varían sin duda, pero el precio típico de un vuelo de Cuba a Managua (Nicaragua) ronda los 2000 dólares, un coste astronómico para el cubano medio. Me dijeron que probablemente costaría 1000 dólares más organizar el transporte (en coche, camión o autobús) para atravesar Honduras y Guatemala y llegar a la frontera entre México y Estados Unidos.

Sin embargo, es importante tener en cuenta que esta travesía no está exenta de riesgos y peligros potenciales. Los llamados coyotes, necesarios para hacer posible el viaje a México, exigen tarifas de tránsito más elevadas, cobran rescates a las familias de los migrantes e incluso se enzarzan en situaciones más desagradables. Un amigo cubano me contó que los coyotes pueden ser terriblemente violentos, agredir físicamente a los migrantes e incluso violar a algunas de las mujeres cubanas.

Pero una vez que llegan a México, comienzan las dificultades económicas, los retos legales y el juego de la espera. Los emigrantes cubanos tendrán que encontrar un lugar donde vivir, un medio de sobrevivir y una forma de hacer frente a la incertidumbre de la inmigración, que puede prolongarse durante meses. Muchos se alojan en albergues mexicanos, realizan trabajos ocasionales como la construcción, el transporte o la limpieza de casas y hacen todo lo posible por evitar cualquier encuentro negativo con la policía mexicana.

Al optar por la vía legal para entrar en Estados Unidos, estos cubanos están a merced de la aplicación para teléfonos inteligentes de la Patrulla de Aduanas y Fronteras, conocida como CBP1. Dejando a un lado los notorios fallos tecnológicos de la aplicación y sus frecuentes fallos de funcionamiento, es un poco un juego de azar si se puede o no obtener, a través de la aplicación, una cita con los agentes de la patrulla fronteriza de Estados Unidos.

Recuerde que uno tiene que pasar por todos estos aros de inmigración para asegurar un pedazo de papel que especifica una fecha de corte para 2025.

Además, adherirse al proceso CBP1 implica cumplir algunas estipulaciones críticas. Por lo general, cada posible emigrante cubano debe pasar un control de seguridad y necesita tener familiares o amigos en Estados Unidos dispuestos a proporcionarle un alojamiento adecuado. También es muy importante que tengan un contacto cercano que pueda apoyarles económicamente a corto plazo.

Mientras esperan la fecha de su vista judicial en Estados Unidos, normalmente buscarán permisos de trabajo e iniciarán las acciones legales para presentar una solicitud de asilo político. En el caso de los cubanos, normalmente se requiere que el solicitante de asilo, después de que se le haya concedido, espere un año y un día antes de conseguir finalmente la residencia permanente.

Desde finales de 2021, después de que Nicaragua eliminara la obligación de visado, 400.000 cubanos han viajado al país centroamericano. El Gobierno cubano apuesta por el turismo de masas para dar un vuelco a la economía, pero las cifras de visitantes para 2023-24 no se acercan ni de lejos a las de 2019 (antes de la pandemia). Según un cubano, el país está perdiendo una enorme cantidad de talento juvenil, experiencia y conocimientos que son necesarios para que Cuba se desarrolle económica y socialmente.



Peter McKenna es profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de la Isla del Príncipe Eduardo en Charlottetown. 

* Artículo original: “Cubans choosing the Nicaraguan option”. Traducción ‘Hypermedia Magazine’.





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