Abela a pesar de Abela: una rumba en la Galería Zak (I)

A modo de preámbulo

Como pasajero del barco SS Cuba, perteneciente a la Compagnie Générale Trasatlantique (CGT) de Francia, el lunes 30 de mayo de 1927 el pintor cubano Eduardo Abela[1] (San Antonio de los Baños, 3 de julio, 1889 -La Habana, 9 de noviembre, 1965) partió de La Habana para cumplir su primera estadía en París. Junto con él hicieron la travesía el dibujante y pintor Jaime Valls (1883-1955) y el violinista Diego Bonilla (1898-1976), ambos amigos suyos.[2]

Puede asegurarse que, tras su llegada al puerto de Saint-Nazaire, todos se trasladaron por tren a París, según se organizaba dicho itinerario en la época. El jueves 29 de junio la edición europea conjunta de los periódicos Chicago Tribune y New York Daily News dio cuenta, sin precisar la fecha, de la llegada de los tres artistas a esa ciudad.[3]

Abela tenía previsto permanecer en la capital francesa solo unos meses, pero su estancia se extendió durante casi dos años y medio. Llegó a La Habana de regreso el 30 de noviembre de 1929, a bordo del SS Lützow, barco de la North German Lloyd, línea con sede en Bremen que movía carga y pasajeros.[4]

Cuando se fue a París, Abela era en Cuba un artista promisorio entre los nuevos, es decir, entre aquellos interesados en explorar un arte cubano moderno. Cuando regresó, venía respaldado por los triunfos que había conquistado allí como artista, según las entusiastas noticias que había difundido al respecto la prensa cubana, siguiendo inclusive a la de París, y los comentarios que, de boca en boca, circulaban en el medio artístico e intelectual de la Isla. 

Casi un siglo después de esos acontecimientos, en lugar de dar por sabido el capítulo “parisino” temprano de la vida artística de Abela —del que se ha ocupado abundantemente la crítica y la historiografía del arte cubano hasta el presente—, vale la pena volver sobre él con el uso de nuevos recursos documentales y bibliográficos y una diferente perspectiva crítica. Eso es lo que se intenta hacer a continuación.[5]



Illus. n° 1. Carteles, vol. X, n° 24, La Habana, junio 12, 1927, p. 11. Imagen de dominio público.


La exposición en Zak

El momento cumbre de esta estancia suya en París fue para Abela su exposición individual en la Galería Zak,del 1o al 15 de diciembre de 1928, la cual fue promocionada en la prensa francesa como Exposition Abela o Abela de Cuba.[6] El segundo título era una versión de aquel con que esta fuera anunciada en la portada de su correspondiente catálogo: Abela, Peintre Cubain.[7]

Según el documento citado, la exhibición estuvo Integrada por 14 óleos y 6 dibujos, ocupando los números 1-14 la relación de óleos: 1 Le chemin de Regla (Camino de Regla), 2 Le coq mystique (El gallo místico), 3 Percutions (Percusiones), 4 Les fils de Quirina (Los hijos de Quirina), 5 Antilles (Antillas), 6 Nature morte (Naturaleza muerta), 7 Portrait (Retrato), 8 Rhytmes du terroir (Ritmos del terruño), 9 Fleurs (Flores), 10 Le jour du poisson (El día del pescado), 11 Les funérailles de Papa Montero (Los funerales de Papá Montero), 12 La fête (La fiesta), 13. Liturgie (Liturgia), 14. Chez Maria la O (En casa de María la O), y del 15 al 20 los dibujos.[8]

Es difícil en la actualidad identificar con exactitud todas las pinturas que Abela exhibió en Zak. De los dibujos ni hablemos, pues ninguno de ellos tuvo título en el catálogo que, por demás, no incluyó ninguna ilustración. Varios de los óleos de esa etapa del artista han sobrevivido solo en ilustraciones difundidas en medios de prensa o libros o tienen un paradero actual desconocido. Por ello no podemos recurrir a su materialidad en busca de información, como la proporcionada por las inscripciones que Abela a veces practicaba en el dorso de sus telas. 

Otro problema —relacionado frecuentemente con el anterior— tiene que ver con los cambios de títulos que algunas obras sufrieron inmediatamente después de su exhibición en Zak, ya fuese a causa de las traducciones o versiones libres de estos al pasar del francés al español o por otras razones desconocidas. Tenemos constancia, por ejemplo, de que el título Percutions fue versionado como PercusiónEl Tambor y Ritmos, pues los tres aparecen, bautizando a la misma pieza, en la bibliografía de la época relacionada con la muestra.[9]



Illus. n° 2. X.X. “Eduardo Abela, ʻnuestro pintorʼ, ha inaugurado en París una exposición magnífica de óleos y dibujos”. Diario de la Marina, año XCVI, n° 356, La Habana, sábado, 22 de diciembre, 1928, p. 17.
En la fotografía se puede ver a: de izquierda a derecha, Miguel Ángel Asturias, Diego Bonilla y Adolphe de Falgairolle; en el centro, delante, Eduardo Abela; seguidamente, hacia la derecha de Abela, dos personajes sin identificar; a continuación, Ramón Vasconcelos, casi tapado al fondo; delante suyo, Juan José Sicre y, en la extrema derecha de la imagen, Ramiro Hernández Portela, Consejero de la Legación de Cuba en París.


Los títulos de La Comparsa y Rumba, que fueron adjudicados a dos obras que ilustraron textos sobre la exposición, no tienen equivalentes reconocibles en los títulos originales en francés recogidos en el catálogo.[10] Esas obras pudieran ser Los hijos de QuirinaRitmos del terruñoLa fiesta o Liturgia, que forman parte del pequeño conjunto de óleos expuestos en Zak que no hemos identificado convenientemente aunque —como puede colegirse hasta aquí— seguramente hemos visto algunos de ellos.

El propio Abela agregó confusión al asunto cuando dijo que, a su regreso a Cuba en 1929, trajo muy pocas de las piezas que había hecho en París y volvió a pintar un corto número de estas.[11]

Por ejemplo, la pintura identificada como Camino de Regla, perteneciente a la colección del Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana, no es la que con igual título se expuso en Zak, como lo corrobora la ilustración de la que fuera exhibida allí, la cual fue publicada en el periódico cubano Diario de la Marina días después de clausurarse la muestra en París.[12]

Esta misma obra sirvió, bajo el título Remando hacia la fiesta negra, como ilustración de otro artículo sobre el mismo evento.[13] La que hoy preserva el museo podría ser una pieza coetánea a la anterior que el artista denominó del mismo modo o una versión ligeramente posterior —y diferente en las soluciones— del tema de la primera, cuyo paradero desconocemos.[14]

En suma, de los 14 óleos exhibidos sólo tenemos bien identificados, de acuerdo con el listado original de títulos, y ya sea en ilustraciones o físicamente, a Camino de ReglaEl gallo místico, Percusiones, Antillas, Retrato (de la violinista Emilita Estivil), El día del pescado En casa de María la O.



Illus. n° 3. Exposition Abela. Peintre Cubain, du 1er au 15 Décembre 1928. Galerie Zak, Paris, catálogo. Cortesía Archivo Valia Garzón.


En compensación, hoy podemos contar con ilustraciones de otros de la misma serie, preservados en distintas colecciones, que por las razones ya explicadas no sabemos si fueron o no incluidos en la exhibición o, como sucede en varios casos, de seguro no fueron expuestos en esta, de lo que es un ejemplo El Gavilán. De la colección del escritor cubano Alejo Carpentier (1904-1980) y su esposa Lilia Esteban (1913-2008), la última obra citada transitó como donación al Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana en 2005.[15]

De todos modos, las ilustraciones que hemos localizado y las obras que hemos visto personalmente nos permiten hacer una reconstrucción aceptable de la exposición de Abela en Zak y, más extendidamente, de esa etapa de trabajo del artista.[16]

Las pinturas exhibidas eran, en su absoluta mayoría, resultado de la búsqueda en la representación pictórica moderna del tema afrocubano que Abela había iniciado en el mismo año de 1928, pocos meses antes de realizar su muestra. El tema contaba en su obra con antecedentes desde el año anterior, como se aprecia en los dibujos con que comenzó a ilustrar la revista de avance (1927-1930) desde la aparición de esta en marzo de 1927 como el órgano principal de la intelectualidad cubana de vanguardia en la época.[17]

Igualmente, Abela daba continuidad en varias de sus pinturas a la representación del campesinado cubano, un asunto también desplegado en su dibujo de 1927 para la referida publicación.[18]



Illus. n° 4. “Eduardo Abela. ‘Camino de Regla’, Óleo de Abela”. Diario de la Marina, año XCVII, n° 6, La Habana, domingo, enero 6, 1929, Primera Sección de Rotograbado, s.p. Imagen de dominio público.


En la muestra de Zak, este apareció una u otra vez mezclado con el afrocubano, por lo que podría afirmarse que Abela comprendía el tema afrocubano, antes que separado, con conexiones profundas con el tema campesino. Con ello atendía al hecho de que una parte significativa de la población cubana negra, independientemente de su condición social predominante de asalariada, vivía por entonces en el medio rural en inevitable interrelación con el campesinado blanco o mestizo.

Otras tres obras del conjunto exhibido demostraban la versatilidad del artista y su capacidad para transitar por géneros de la tradición pictórica que habían sido reformulados por el arte moderno, como el retrato y la naturaleza muerta.



Abela llega a Zak

En un artículo escrito en París en agosto de 1928, pero no publicado hasta el 16 de octubre del mismo año en Cuba en el por entonces joven periódico Excélsior, ya Alejo Carpentier anunciaba la futura exposición que habría de presentar Abela en esa ciudad con el producto de su nueva manera pictórica. 

Luego de distintos caminos explorados, Abela la había desarrollado en solo tres meses de trabajo, según afirmara el cronista, es decir, de mayo a agosto. Se trataba, dijo entonces Carpentier, de “una pintura que por lo avanzada en técnica, avecinda con la de los más modernos ‘surrealistas’”.[19]

Abela explicó más tarde que su exposición se hizo posible gracias a las gestiones de Carpentier entre sus amistades.[20] Aunque no se refirió a ello en el artículo ya mencionado que escribió para Social luego de la inauguración de esta, Carpentier dejó correr en sus palabras —llevado quizás por su relativo desconocimiento de la trayectoria expositiva del arte moderno en París, ciudad en la que era un recién llegado, o por su excesivo entusiasmo con la obra de su amigo— alguna que otra exageración sobre las características del evento. 

También Carpentier omitió algunos hechos que se relacionaban con Abela, Peintre Cubain que hoy se hacen importantes para la investigación histórica. La extraterritorialidad respecto a Cuba de la exhibición, así como la inserción de la misma en un espacio complejo de cruces y redes culturales —en el que se conectaban universos y discursos artísticos y culturales de Latinoamérica, Cuba y París—, plantean exigencias para la mejor comprensión de esta muestra que no han sido satisfechas todavía.

La Galería Zak se inauguró el 20 de diciembre de 1927.[21] Su fundación formó parte de un activo proceso de proliferación de galerías dedicadas al arte moderno que se desencadenó en París en el transcurso de los años veinte y, sobre todo, hacia su mitad. La galería privada de arte, un modelo de establecimiento comercial, se convirtió en consecuencia en la principal institución para la circulación del arte moderno en el París de la época, dada la desatención de este por el museo e instituciones afines.[22]



Illus. n° 5. Eduardo Abela. Camino de Regla, ca. 1928, óleo / tela, 55.5 x 46.5 cm. Col. Museo Nacional de Bellas Artes, La Habana.


Madame Zak, Jadwiga (o Hedwige) Kon de soltera (1885-1943), viuda del pintor Eugène (Eugeniusz) Zak (1884-1926) —ambos judíos polacos—, era conocida en el medio artístico parisino de avant-gardepreviamente a su transformación de pintora en marchand,[23] la última una ocupación para la que muy rápidamente demostró poseer una gran habilidad luego de convertirse en dueña de la galería Zak. 

En manos de Vladimir Raykis (1898-1966), un joven judío ruso conocedor de arte, estaba la gerencia de la galería. Este desempeñaba diversas funciones, incluyendo entre ellas el examen de la obra de un candidato a exhibir. Madame Zak se encargaba, fundamentalmente, de la venta de obras de artistas que ya estaban consolidados o ganaban reconocimiento en París, a la vez que ocasionalmente incrementaba la nómina de estos con alguno nuevo de su interés. 



Illus. n° 6. Eduardo Abela. Sin título, 1927 (fecha escrita al dorso), óleo sobre tela, 18 3/4 x 15 1/2 in. Cortesía Colección Blas Reyes, Miami.
La fecha al dorso de la tela debe haber sido escrita tiempo después de que esta fuera pintada. La correcta sería 1928 o, a lo sumo 1929-1930. También pende sobre esta obra la duda de si fue o no incluida en la exposición de Abela en Zak con otro título.


Además de programar exposiciones de artistas con los que trabajaba sistemáticamente, a partir de la segunda mitad de 1928 la galería Zak inició la presentación de otras, individuales o en grupo, de artistas desconocidos en París, tanto latinoamericanos, estadounidenses, asiáticos como europeos. 

Si atendemos al hecho de que en agosto de 1928 ya Carpentier escribió el artículo para Excélsior en que anunció al público cubano la futura exposición de Abela en ella, sólo algunos meses habían transcurrido entre la inauguración de la galería y este proyectado evento. Por lo tanto, la Galería Zak estaba lejos de ser ya, en las postrimerías de 1928, una de “las más famosas pinacotecas de París”, según Carpentier la bautizara en su texto publicado en Social.[24]

En el caso de las exposiciones de artistas sin trayectoria en París, individuales o colectivas, luego de manifestar a la galería el propósito de exponer en ella, los interesados debían esperar la decisión de esta que, para tomarla, hacía una revisión de la obra propuesta para exhibir o del alcance del proyecto. Si la respuesta era aprobatoria, los solicitantes debían pagar un alquiler que, más bien eufemísticamente, era denominado como “garantía”. 

Aunque escasísimas fuentes la mencionan, esta última era por entonces en París una práctica extendida entre las galerías. La rodeaba una suerte de discreto silencio, más consensuado que impuesto, probablemente porque su ventilación pública podía contribuir socialmente a la injustificada subestimación de la obra de los artistas que recurrían a ella. 

Los últimos formaban parte principalmente de la gran hueste, siempre en renovación, de aquellos que procedentes de todas partes del mundo cumplían una estancia temporal en la ciudad y, por lo tanto, no se integraban decididamente a la escena artística parisina. 

Hoy no contamos con la posibilidad de consultar el archivo documental de la primera etapa de la Galería Zak, que se extendió entre su inauguración en 1927 y 1940-1941, fecha en que fue cerrada por el gobierno nazi de ocupación y se expropiaron sus fondos de obras.[25]

No conocemos, por tanto, los contratos —o los acuerdos— que la galería estableció con los numerosos artistas que exhibieron en ella en ese lapso, con alguna excepción como son los casos de los uruguayos José Cúneo (1887-1977) y Bernabé Michelena (1888-1963), quienes hicieron en Zak simultáneamente sus respectivas muestras individuales entre el 28 de febrero y el 13 de marzo de 1930. 

Vladimir Raykis, ya mencionado, le solicitó a ambos artistas en carta el pago total conjunto de 7,500 francos como garantía por el uso de dos salas expositivas —lo que era una cantidad elevada por entonces— y una comisión del 30% por cada obra vendida. 


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Illus. n° 7a. Dan Goozee. Le Divan et la Galerie Zak, Rue de l’Abbaye, Saint Germain des Prés, 1960s, vintage, gelatin silver print, 35 x 35 cm, Artprecium. 
https://www.invaluable.com/auction-lot/librairie-le-divan-galerie-zak-rue-de-l-abbaye-pa-2822-c-9cb42dd96f
A pesar de algunos cambios que sufriera en el tiempo, la fachada de la galería Zak que aquí se muestra coincide en lo fundamental con la correspondiente a la época de la exposición de Abela.


La comisión correspondiente a la galería de las ventas efectuadas sería entregada a los artistas hasta completarse el monto total de la garantía que había sido pagada por estos previamente; por lo tanto, no se convertía en ganancia para el establecimiento sino después de cumplirse lo anterior. 

La llamada garantía, además, debía pagarla el artista en dos plazos: el primero, al momento de contraerse el compromiso de exhibición, y el segundo, en la inauguración del evento.[26] La misma norma aplicaba para las exposiciones de grupos.

No hemos localizado ningún documento que enuncie las condiciones que debió cumplir Abela para exhibir en Zak, pero no existe ninguna posibilidad de que hubiera podido hacerlo sin satisfacer los requerimientos económicos que la galería tenía establecidos para un artista de sus características, es decir, sin trayectoria pública en París, como ya dijimos. No obstante, de entre los cubanos que estuvieron por entonces en la ciudad contamos con dos testimonios sobre el tema.

Uno de ellos aparece en El arte y el amor en Montparnasse. París, 1923-1930, obra transgenérica avant-la-lettre del caricaturista, pintor, profesor, narrador y periodista cubano Armando Maribona (1894-1964) que fuera publicada en México, en 1950, identificada en su portada como “documental novelado”. Libro muy poco conocido y solo alguna vez referido de paso en los estudios cubanos sobre los inicios del arte moderno en el país, en él se desarrolla una narración ficcional acerca de la estancia en París de un joven cubano interesado en triunfar como artista moderno. 



Illus. n° 7b. Editorial La Hune, antigua sede de la Galería Zak, 16 rue l’Abbaye, Saint Germain-des-Prés, Paris, 19 de julio, 2022 (foto: José Antonio Navarrete).
La galería ocupó la doble planta junto a la calle del edificio marrón, al centro de la imagen.


Esta historia aparece mezclada indivisamente con pasajes directamente testimoniales, así como con fragmentos de crítica artística y entrevistas que Maribona realizara y publicara previamente. A la par, en el libro se comenta críticamente el funcionamiento del campo artístico de París en la época según la perspectiva de un omnisciente narrador latinoamericano que funge, igualmente, como un ensayista.[27]

En la novela-documental, ese pintor-personaje de ficción —Máximo Borda de nombre— refundía experiencias, según el propio Maribona, de varios artistas de América Latina y las suyas propias.[28] Para un lector avisado, sin embargo, este parece más directamente relacionado con Abela que con cualquier otro. 

En la vida del personaje real, Abela, están bien documentadas ciertas circunstancias compartidas con Máximo, el protagonista del libro. Ellas son: hospedaje en el Hôtel du Maine, en Montparnasse, en una habitación en piso alto con vista a dos calles que le servía asimismo de taller; capacidad para asimilar por su cuenta el lenguaje artístico moderno; la realización de una exposición individual en la Galería Zak; el éxito de ésta y las dificultades para hacer una carrera rápida en París; la frustración posterior y el regreso a Cuba y, por último, el nombramiento allí en un cargo diplomático. 

Con un escalpelo, Maribona dibujó sobre el relato autorizado del arte cubano moderno las palabras con que describió cómo un artista latinoamericano podía lograr una exhibición en Zak:

Al término de muchos esfuerzos y sacrificios, y con la ayuda de diversa clase que le prestaron sus amigos. Máximo pudo hacer una exposición personal de óleos, acuarelas y dibujos en la Galería Zak.



Illus. n° 8a. Hôtel du Maine. 64, Avenue du Maine, Paris, près la gare Montparnasse, ca. 1910-1915. Postal promocional. Imagen de dominio público.
Con un punto rojo se señala la habitación que ocupó Abela durante la mayor parte de su estancia en el hotel.
Ubicado en la intersección de la rue Vandamme y la Avenue du Maine, sobre el lado izquierdo de la avenida en dirección oeste, este hotel fue hospedaje de numerosos artistas y escritores latinoamericanos en los años veinte y treinta del siglo pasado. Fue demolido en fecha no localizada como parte del plan de transformación urbanística y arquitectónica de Montparnasse.


Si dificultoso resultó lograr que la galería accediera a exhibir sus trabajos, por ser su firma desconocida, no obstante obligarle a pagar 2,000 francos, también le resultó difícil conseguir que diarios y revistas anunciasen la exposición.[29]

Un segundo testimonio lo brindó la narradora y antropóloga Lydia Cabrera (1899-1991) cuando comentó la presentación de la obra de su compatriota y amiga Amelia Peláez del Casal (1896-1968), a inicios de los años treinta, en la misma galería.[30]

Dijo Lydia en la fuente en que más abundó sobre el tema (cito in extenso):

Llegó el momento en que nos pareció oportuno que Amelia expusiese sus cuadros [JAN: habla de ella y de la artista Alexandra Exter (1882-1949), profesora de arte de Amelia y suya].[31] Había caído el Presidente Machado y cesado su beca. La economía andaba muy mal, era poco el dinero que me llegaba de Cuba, pero recibí el producto de la venta del coche de mi madre fallecida en agosto de 1932. Las galerías cobraban caro, una suma superior a la que yo poseía. La Galería Zak tan bien situada, era propiedad de una señora gruesa, cincuentona —no era francesa— y se nos ocurrió a Alexandra y a mí elogiarla por una supuesta generosidad de su parte. En hacerle la corte nos ayudó con su “sprit” mi amigo inolvidable Francis de Miomandre.[32] La invitamos a tomar café. Tan bien la camelamos que rebajó notablemente el alquiler de su local aceptando la suma que yo había recibido a cuenta de mi herencia.[33]

Alcanzado este punto, debe considerarse que la política de la galería hizo posible que artistas con escasísimas posibilidades de alcanzar visibilidad en París, dadas las razones expuestas, exhibieran allí y construyeran de ese modo una instancia de legitimación para su trabajo que les resultaría útil, sobre todo, en sus países de origen. Lo demuestran los casos de Abela y Amelia, ambos aureolados en Cuba por sus respectivas exhibiciones en Zak. 

Ni Abela ni Amelia vendieron una sola obra durante sus muestras, como ellos mismos afirmaron.[34] Eso, por supuesto, no tiene nada que ver ni con la aceptación que pudieron tener sus propuestas artísticas entre algunos miembros prominentes de la crítica parisina ni con el alcance e importancia ulterior de estas. 

Para lograr un lugar destacado en el campo artístico de París, ser allí objeto de atención pública e ingresar al mercado del arte moderno, por entonces reducido y altamente concentrado en figuras ya consolidadas, había que “hacer” París. Esto es: establecerse en la ciudad por un largo tiempo y, aparte de alcanzar logros artísticos que interesaran al medio local, desarrollar el sistema de relaciones e intercambios profesionales y humanos propicio para ello, incluyendo el pago de sus cuotas de “roce” y “codeo” sociales. 



Illus. n° 8b. Área que ocupaba el antiguo Hôtel du Maine en el actual París, del centro de la imagen hacia la derecha, comprendiendo parcialmente la correspondiente al edificio Herold Building, Paris, 19 de julio, 2022 (foto: José Antonio Navarrete).


Lo diría de otro modo el pintor uruguayo Joaquín Torres-García (1874-1949) en su autobiografía, cuando comentaba la estancia parisina de sus amigos mexicanos Lola (1897-1978) y Germán Cueto (1893-1975), que fuera coetánea a la de Abela:

Y en París, ¿por qué no decirlo?, solo aceptan lo que ha nacido allí, ha crecido allí y vive allí, porque ha echado raíces. De ahí el que un artista no se afiance sino en largos años de lucha, en que la permanencia acaba por, en cierto modo, moldearlo.[35]



Repercusión de la muestra

La exposición tuvo una repercusión inmediata en la prensa de Cuba. Armando Maribona, que colaboraba por entonces en el Diario de la Marina, publicó en este, durante el mismo mes de diciembre de 1928, una reseña ilustrada de la muestra elaborada por el servicio especial de correo del periódico, un artículo de su autoría y, el mes siguiente, algunas ilustraciones de obras de Abela presentes en la muestra.[36].

Asimismo, dos de las más importantes revistas del país editaron artículos relacionados con ella. La ya mencionada Revista de Avance incluyó en sus páginas “Eduardo Abela, pintor cubano”, texto suscrito por elescritor nicaragüense, radicado en Francia, Adolfo Zamora (1907-1994).[37] Por su parte, Social (1916-1933, 1935-1938) difundió “Abela en la Galería Zak”, de quien ya fungía para el momento como su corresponsal en París: Alejo Carpentier.[38]

También la muestra alcanzó una extendida y favorable acogida entre la crítica de arte parisina. A ella se refirieron autores tales como Arsène Alexandre (1859-1937) en Le Figaro,[39] Maurice Raynal (1884-1954) en l’Intransigeant,[40] Paul Sentenac (1884-1958) en La Renaissance,[41] y Raymond Cogniat (1896-1977) en la Revue de l’Amérique Latine, quien suscribió la más importante de las reseñas del evento.[42]

Fragmentos de los comentarios de estos, junto a los de otros autores, fueron recopilados y hechos conocer en Cuba, en versiones suyas, por el poeta y periodista Eduardo Avilés Ramírez (1895-1989), tambiénnicaragüense, a través de su “Resumen de la Exposición Abela”, crónica publicada en el diario habanero Excélsior – El País el 14 de febrero de 1929.[43]



Illus. n° 9a. Eduardo Abela. Esquina de Montparnasse, 1928, óleo/tela, 54 x 64.5 cm. Colección Museo de Bellas Artes, La Habana.
Este cuadro fue pintado por Abela antes de que acometiera la realización de su serie afrocubana. Lo hizo desde la ventana de la habitación que ocupaba en el Hotel du Maine, que está marcada con un punto rojo en la ilustración 8a. 
La vista corresponde a la intersección de la Avenue du Maine (de izquierda a derecha) y la rue Vandamme (de abajo a arriba), en el lado derecho de la avenida en su dirección oeste. Aquí la rue Vandamme va al encuentro de la rue de la Gaîté.


Los ecos de la exposición alcanzaron a la revista catalana D’ací i d’allà, en donde el periodista y crítico francés Adolphe de Falgairolle (1892-1975) publicó, en abril de 1929, un breve pero provocador artículo titulado “Els historiadors dels negres: Albert Londres, Paul Morand, Lamandé i llur pintor, Eduardo Abela” (“Los historiadores de los negros: Albert Londres, Paul Morand, Lamandé y su pintor, Eduardo Abela”).[44]

Todavía este texto espera que alguien se encargue de estudiar las posibilidades que brinda para un análisis de la obra de Abela en el contexto de los estudios históricos “negristas” franceses de la época. 

Al sur de América Latina la secuela de la exposición de Abela en Zak llegó hasta Amauta (1926-1930), revista que editaba en Lima José Carlos Mariátegui (1894-1930). Otra vez fue Adolfo Zamora, un colaborador ocasional de la publicación, quien se encargó de comentar la obra del cubano, sumando un segundo artículo sobre este al que publicara antes en Revista de Avance.[45]


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Illus. n° 9b. Rue Vandamme desde la Avenue du Maine a la rue de la Gaîté. Google Maps, 2021.
Se trata de la misma esquina de la vista del cuadro de Abela, en fotografía reciente tomada desde el nivel de la calle.


La pintura de Abela ganaba así resonancia al interior de América Latina por su circulación en dos de las publicaciones periódicas que fraguaron los más importantes intercambios culturales entre los grupos de intelectuales y artistas de vanguardia en el área durante el segundo lustro de los años veinte del siglo pasado: revista de avance y Amauta.

Antes de inaugurar su hasta aquí llevada y traída exhibición en Zak, Abela había participado en Francia, con su obra Una vista de La Habana, en el 141° Salón Oficial de Bellas Artes, convocado por la Sociedad de Artistas Franceses e inaugurado el 27 de abril de 1928.[46]

Además, en 1928 había realizado los dibujos para ilustrar la farsa teatral Tamales y libros, del escritor estridentista mexicano Xavier Icaza (1892-1969), quien durante su corta estancia de ese año en París pretendió sin éxito publicarla allí.[47]

A lo largo de 1929, con posterioridad a su exposición de Zak, la obra de Abela se incluyó en esa ciudad en una muestra colectiva celebrada en la Galería del Sena entre el 5 y el 30 de junio.[48]

También Abela participó en la II Exposición de la Asociación Artística Los Superindependientes, que se realizó del 15 de octubre al 25 de noviembre del mismo año, y en el IX Salón de Otoño, inaugurado el 3 de noviembre y clausurado el 22 de diciembre, ya estando él de regreso en Cuba. En el primero de esos dos salones presentó un conjunto de pinturas, y en el segundo Les chevaliers du village (Jinetes del pueblo),óleo de tema campesino. Ambos envíos recibieron comentarios de la crítica.[49]



Illus. n° 10. Armando Maribona. El arte y el amor en Montparnasse. Paris, 1923-1930. Documental novelado. México, D.F.: Ediciones Librería Botas, 1950.


Poquísimo después de su retorno a Cuba habría de completarse el ciclo de exposiciones colectivas en que Abela participara en París por ese tiempo. Una pintura de su autoría, presumiblemente seleccionada entre las que dejara depositadas en la Galería Zak con motivo de su viaje de vuelta a Cuba, fue incorporada por un colega y conocido suyo, Torres-García, a la Première Exposition du Groupe Latino-Américain de Paris, celebrada en esa misma galería del 11 al 24 de abril de 1930. 

Por ser la primera presentación colectiva de arte latinoamericano donde se reunió exclusivamente aquel realizado con vocación moderna por los artistas de la región, que en total sumaron veintidós entre pintores y escultores procedentes de nueve países, esta muestra fue la primera de su género. Simultáneamente, contribuyó a sentar las bases del proceso de construcción de la noción de arte latinoamericano.[50]

Al parecer, Abela ni siquiera de enteró de la inclusión de su obra en ella. A pesar de su importancia, esta exhibición nunca ha formado parte de los listados que se han hecho del recorrido expositivo de su trabajo con base en su archivo personal o en fuentes bibliográficas de Cuba.

Desafortunadamente, en el catálogo de la Première Exposition du Groupe Latino-Américain de Paris no fue introducida información precisa sobre la pieza de Abela, que aparece denominada en este solo como “Peinture”.[51] Tampoco se cuenta con vistas fotográficas de la instalación de la muestra que nos permitan identificar el aporte a ella de Abela.



Illus. n° 11. Raymond Cogniat. “Abela”. Revue de l’Amérique Latine, Paris, 8e Année, Tome xvii, n° 85, 1erjanvier, 1929, Section La vie artistique. Les expositions, par Raymond Cogniat, p. 73.


La exposición en las estrategias generales de la crítica

La muestra personal de Abela en Zak se albergó en la galería, durante su primera semana de apertura al público, simultáneamente con otra de un artista latinoamericano arriba mencionado: Joaquín Torres-García. 

Las exposiciones de ambos se inauguraron el mismo día, un sábado, con sus respectivos vernissagesprogramados con solo una hora de diferencia entre sí, aunque la de Torres-García sólo duró hasta el jueves 6 de diciembre.[52] Las dos fueron instaladas en el primer piso, alto, de la galería, donde se localizaban las dos salas que esta dedicaba a las exposiciones transitorias.

Al clausurarse, la exposición de Torres-García fue sustituida por una colectiva de artistas europeos abierta el viernes 7 y con cierre fijado para el 22 (o 27, según otras fuentes) del mismo mes.[53]

Entre los artistas incluidos en esta última se encontraban Marc Chagall (1887-1985), Pierre Dubreuil (1891-1970), Raoul Dufy (1877-1953), Jean Fautrier (1898-1964), Edouard-Joseph Goërg (1893-1969), Marcel Gromaire (1892-1971), Tadeusz Makowski (1882-1932), Jules Pascin (1885-1930) y David Seifert (1896-1980), todos bien conocidos por entonces pero ya más de uno olvidado o solo recordado en su escenario nacional. La exhibición de Abela, por lo tanto, coincidió con la precedente durante el curso de su segunda semana.[54]

Durante el tiempo en que corrieron juntas las exposiciones temporales de Abela y Torres-García, y extendiéndose más allá del cierre de estas, la galería tenía instaladas, en la planta baja de su sede, otras semipermanentes donde estaban representados artistas europeos —algunos que inclusive estuvieron repetidos en la transitoria citada antes— de interés para su mercadeo. 

Una reunía pinturas de André Derain (1880-1954), Chagall, Maurice Utrillo (1883-1955), Paul Gauguin (1848-1903), Goërg, Gromaire, Amedeo Modigliani (1884-1920), Pascin, Roger de La Fresnaye (1885-1925), Georges Rouault (1871-1958), Seifert, Valentine Prax (1897-1981), Abel Bertram (1871-1954), Maurice de Vlaminck (1876-1958), Ismael de la Serna (1898-1968), Raoul Dufy y Marc Sterling (1895-1976); otra, dibujos de Pablo Picasso (1881-1973), Eugène Zak y Henri Matisse (1869-1954).[55]



Illus. n° 12. Paul Sentenac. “Le Carnet d’un Curieux. Les expositions”. La Renaissance, 2e Année, n° 1, Paris, Janvier, 1929, p. 65. Imágenes de dominio público.
Con el título de “Los funerales de Papá Montero” este óleo fue incluido en la muestra de Abela que comentamos. En el Archivo José Carlos Mariátegui, en Lima, existe fotografía de la pieza realizada en la época por Marc Vaux (1895-1971), un fotógrafo francés que documentaba obras y exposiciones en el París de esos años. La fotografía tiene al dorso el sello del fotógrafo y la siguiente información manuscrita por Abela: Abela / “Los funerales de Papá Montero”.


En estas exposiciones semipermanentes, la práctica de la galería consistía en cambiar cada cierto tiempo a los artistas incluidos y las obras en exhibición. Ello podía obedecer, por un lado, al flujo de sus ventas, y, por otro, a la necesidad de mantener una imagen y comportamiento de permanente renovación en un mercado muy competitivo.

Ninguna de las noticias ni artículos aparecidos en Cuba sobre la exposición de Abela aludieron a la de Torres-García. No obstante, en la retórica discursiva de su texto para Social fue muy importante para Carpentier referir la existencia simultánea a la del cubano de aquellas semipermanentes de artistas europeos a los cuales, lisonjeramente, denominó como “los genios titulares de la galería”. 

En el imaginario cultural cubano de la época, la sincronía espacio-temporal de la muestra de Abela con la de vanguardistas europeos de cierto grado de reconocimiento artístico —en algunos casos ya alto— establecía una suerte de equiparación entre uno y otros que abonaba significativamente la legitimación de la obra del primero. Ponía a Abela simbólicamente a jugar, para usar un término grato en la jerga beisbolera, en “la liga” de los grandes. 

En esta estrategia legitimadora sobraba Torres-García, cuyo estatuto no era otro por entonces que el de un artista latinoamericano ambicioso que se esforzaba —como Abela— por hacerse visible en una ciudad saturada de artistas extranjeros.

Por el contrario, en el escenario francés fue importante para algunos críticos relacionar al cubano con el uruguayo. Montpar publicó dos breves notas —más bien comentarios prejuiciosos a la par que zalameros, solo de interés justamente por esto— sobre las muestras de Abela y Torres-García en Zak. Con el mismo título, “Abela de Cuba et Torres Garcia”, pero algunas diferencias en su redacción, las notas aparecieron una en La Semaine à Paris[56] y la otra en Chantecler[57], ambos semanarios. 

Sirva transcribir aquí la introducción de la publicada en Chantecler para comprobar el modo en que, en la estrategia crítica desarrollada en el escenario parisino, se dio peso a la identificación de Abela y Torres-García como procedentes de un espacio geográfico que se comprendía, a su vez —aunque por lo común muy superficialmente, según puede corroborarse de inmediato—, como un espacio cultural particular. 

Escribió Montpar:

Los artistas de América del Sur están precedidos por nombres musicales que parecen prometer algo diferente a la pintura. Abela de Cuba debería ser un cantante que usara los mismos dos nombres, y en el de Torres-García hay un desvío que evoca a Valentino o al bailarín Escudero.[58]



Illus. n° 13. MR (Maurice Raynal). “Œuvres de Torès Garcia et Abela”. Section Les Arts. L’Intransigeant, 49eAnnée, n° 17,955, Paris, Lundi 17 Décembre, 1928, p. 2.


Para un sector de la crítica parisina, entonces, aunque reconociendo que las poéticas de Abela y Torres-García eran muy diferentes entre sí, resultaba posible vincular a ambos artistas ya que provenían de América Latina y, por ello, brindaban modos de entender las nuevas dinámicas artísticas de esa región. 

En Cuba, en cambio, el énfasis dado a Abela como representante de un arte nuevo nacional demandaba —siguiendo la estela del eurocentrismo todavía dominante, aunque en disputa— conectar a este solo con el establishment vanguardista europeo como los dos términos de una comparación beneficiosa para el primero.

Por supuesto, en la versión que Avilés Ramírez publicó en la Isla de los textos de los críticos franceses que conectaron de una u otra manera a Abela con Torres-García u otro artista latinoamericano —como lo hizo Cogniat con el también uruguayo Pedro Figari (1861-1938), en el artículo suyo mencionado— solo se tuvieron en cuenta los fragmentos alusivos al cubano. 

Hoy, sin embargo, cobra una importancia imposible de prever por entonces que Torres-García, considerado en el presente como uno de los más importantes artistas de la vanguardia artística latinoamericana e internacional, compartiese la Galería Zak con Abela, aunque fuese casualmente.

Sin poderlo suponer, en esas jornadas frías de diciembre de 1928, tras la fachada de la galería sobre la “rue de l’Abbaye”, a pocos pasos de la milenaria iglesia de Saint-Germain-des-Près y a una escasa cuadra del ya famoso café Les Deux Magots, Abela y Torres-García participaban juntos del comienzo de una nueva manera de construir la historia del arte de Occidente.





Notas:
[1] Versión revisada, corregida y aumentada del ensayo “A pesar de Eduardo Abela”, publicado originalmente en Actualidades, Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, n° 20, Caracas, enero-diciembre, 2008, pp. 3-17.
[2] Pie de foto: “Nuestros amigos el caricaturista Abela (1), el dibujante Jaime Valls (2) y el violinista Diego Bonilla (3), han partido para Lutecia la semana pasada, en busca de nuevas impresiones, nuevas lineas y nuevos sonidos… Aquí los vemos en el muelle, momentos antes de subir a bordo del Cuba, rodeados de un grupo de amigos que acudieron a despedirlos.”
Carteles, vol. X, n° 24, La Habana, 12 de junio, 1927, sección “Actualidades”, p. 11.
[3] [Abela, Bonilla y Valls]. The Chicago Tribune and the New York Daily News, n° 3,635, Paris, Wednesday, June 29, 1927, sección “La vida latinoamericana”, epígrafe “Ecos mundanos”, p. 4.
[4] Sin firma. “El artista Abela entre nosotros”. Diario de la Marina, año XCVII, n° 334, La Habana, domingo, 1° de diciembre, 1929, p. 1. | Sin firma. “Mucho movimiento en el puerto a la llegada del vapor ‘Veendam’”. Ibid., p. 25.
[5] Quien esté interesado en una publicación sobre toda la trayectoria de Abela puede consultar, entre otros materiales, el libro siguiente: Abela. De lo real a lo imaginario (Editores José Veigas y Beatriz Gago. Textos de Yolanda Wood y Roberto Cobas.) Ediciones Vanguardia Cubana, 2010.
[6] “Calendrier des expositions du 1er au 15 Décembre 1928”. L’Art Vivant, 4e Année, n° 95, Paris, 1er Décembre, 1928, s.n. | “Dans les galleries”. La Semaine à Paris, Année 8e, n° 340, 30 Novembre, 1928, p. 110.
[7] Exposition Abela, Peintre Cubain, du 1er au 15 Décembre, 1928, Galerie Zak, Place Saint-Germain-des-Prés, Paris (catalogue). 
[8] Ibid.
[9] “Percusión” en: Adolfo Zamora. “El pintor Abela”. Amauta, n° 29, Lima, febrero-marzo, 1930, p. 56; “El Tambor” en: X.X. “Eduardo Abela, ʻnuestro pintorʼ, ha inaugurado en París una exposición magnífica de óleos y dibujos”. Diario de la Marina, año XCVI, n° 356, La Habana, sábado, 22 de diciembre, 1928, p. 17; y “Ritmos” en: Francisco Ichaso. “Biología de lo arbitrario. Exposición Abela”. Revista de Avance, año IV, tomo V, n° 44, La Habana, 15 de marzo, 1930, p. 89.
[10] “La Comparsa” en: Alejo Carpentier. “Abela en la ‘Galería Zak’». Social, vol. XIV, n° 1, La Habana, enero, 1929, p. 51, y “Rumba” en: Adolfo Zamora. “Eduardo Abela, pintor cubano”. Revista de Avance, año 3, Tomo IV, n° 30, La Habana, 15 de enero, 1929, p. 19.
[11] José Seoane Gallo. Abela cerca del cerco. La Habana: Ed. Letras Cubanas, 1986, pp. 192-193.
[12] Pie de foto: “Camino de Regla”, Óleo de Abela.—El pintor Abela celebró recientemente en París, con gran éxito, una exposición de sus obras. Entre ellas se destacaron las que hoy publicamos.” Diario de la Marina, año XCVII, n° 6, La Habana, domingo, 6 de enero, 1929, Primera Sección de Rotograbado, s.p.
[13] Pie de foto: “Eduardo Abela. Vogant cap a la festa negra”. (Remando hacia la fiesta negra). Adolph de Falgairolle. “Els historiadors dels negres, Albert Londres, Paul Morand, Lamandé i llur pintor, Eduardo Abela”. D’ací i d’allà. Revista català, vol. XVIII, n° 136, Barcelona, abril, 1929, Secció Lletra de Paris, p. 116.
[14] Puede verse en: Roberto Cobas Amate. “Eduardo Abela: pintor cubano y universal”. Boletín Semanal, Museo Nacional de Bellas Artes, La Habana, 6 de julio de 2021, s.p.
[15] Marta Rojas. “Tesoros artísticos de Alejo y Lilia al patrimonio vivo de la nación”. Granma, La Habana, viernes, 14 de enero, 2005. Consultado en: http://www.granma.cu/granmad/2005/01/14/cultura/articulo01.html
[16] Según los comentarios de Abela, su serie afrocubana alcanzó la cantidad aproximada de menos de treinta óleos y alrededor de cuarenta dibujos. Ver: José Seoane Gallo. Id., p. 191.
[17] “Por Eduardo Abela”. Revista de Avance, año 1, n° 3, La Habana, 15 de abril de 1927, p. 61.
[18] “Abela” [ilustración firmada]. Id., p. 58.
[19] Alejo Carpentier. “La pintura cubana en París”. Excelsior, vol. II, n° 279, La Habana, 16 de octubre, 1928, p. 2.
[20] José Seoane Gallo. Id., p. 191.
[21] L’Europe Nouvelle, 10ᵉ année, n° 515, Paris, Samedi, 24 Décembre 1927, section Informations Littéraires, p. 1696.
La nota de anuncio de la inauguración de la galería ubica la fecha de este acontecimiento un martes, cuatro días antes de la publicación del número citado de la revista, por lo que puede deducirse que se refiere al día veinte del mismo mes.
[22] “Les Galeries d’Art de Paris”. Revue du Vrai et du Beau, 7e Année, n° 120, Paris, 10 Août 1928, s.p.
Lista incompleta de las galerías de arte de París para la fecha, en la que se incluye un total de 99. En ella no aparece la Galería Zak, a pesar de estar ya funcionando.
[23] Eugeniusz Zak desarrolló una exitosa carrera artística en París antes de casarse en 1913 con la joven pintora Jadwiga. Luego de varios años de residencia en el sur de Francia, Polonia y Alemania, en 1923 el matrimonio se estableció en París nuevamente, en compañía del único hijo que tendría, Janek. Todavía muy joven, con sólo cuarenta y un años cumplidos, Eugeniusz murió en París de un ataque al corazón el 15 de enero de 1926. Su viuda no volvió a casarse y se encargó de mantener vivo el legado pictórico de su ex esposo, además de convertirse en una reconocida galerista y comerciante de arte.
[24] Alejo Carpentier. “Abela en la ‘Galería Zak’”. Id., p. 51.
[25] Patricia Kennedy Grimsted. A Survey of the Dispersed Archives of the Einsatzstab Reichsleiter Rosenberg (ERR). International Institute of Social History (IISH), Research Paper 47, 2011, 2011, Appendix 1, pp. 35. | [Frau Zach]. Bundersarchiv B 323 (TVK) / 292. ERR Jeu de Paume Inventories. Wildenstein-Zun, 1940-1944, Inventar-Liste, pp. 73-76.
Madame Zak terminó sus días gaseada en Auschwitz, campo de exterminio nazi al que fue llevada junto a su hijo luego de su refugio temporal en Niza entre 1942-1943. Janek terminó sus días en el campo de concentración de Monowitz.
Luego de publicado en 2013 mi ensayo “París, 1930: arte latinoamericano en la Galería Zak”, de donde retomé la mayor parte de los datos incluidos en este punto del presente estudio, fue publicado un texto sobre la Galería Zak que confirmó la mayor parte de mis deducciones y apreciaciones al respecto. Ver: Marc Masurovsky. “La Galerie Zak, 1926-1945”. Archives Juives, vol. 50, n° 1, 2017, pp. 75-84.
[26] Carta de Wladimir Raykis a José Cúneo y Bernabé Michelena, París, January, 1930. International Center for the Arts of the Americas at the Museum of Fine Arts, Houston, ICAA-1233623.
[27] Armando Maribona. El arte y el amor en Montparnasse. Documental novelado. París, 1923-1930. (Impropio para menores). México, D.F.: Editorial Botas, 1950.
Maribona entretejió su narrativa con fragmentos de artículos de crítica artística publicados por él en la prensa periódica de Cuba durante esos años, fragmentos de entrevistas suyas a creadores y otras reseñas documentales. Además, hizo convivir personajes de imaginación con otros reales, por lo que en las páginas del libro desfilan con sus nombres de pila artistas latinoamericanos de distintos países. incluyendo al propio Eduardo Abela.
[28] José Seoane Gallo. Id., p. 381.
[29] Id., p. 273.
[30] La exposición de Amelia Peláez en la Galería Zak se realizó entre el 28 de abril y el 12 de mayo de 1933.
[31] Se refiere a ella y a Alexandra Exter (1882-1949), una prominente artista de la vanguardia rusa que exiliada en París luego de la revolución bolchevique se dedicó, entre otras tareas, a la enseñanza del arte. Aparte de ser profesora de la Académie Moderne, fundada en 1924 por Amédée Ozenfant y Fernand Léger, Alexandra impartió clases en su domicilio. Entre 1931 y 1934, de manera irregular con excepción de Amelia Peláez, allí fueron a recibirlas Lydia Cabrera, Amelia y el hermano de esta última, Manolo.
[32] Escritor, crítico y traductor al francés de literatura en español, Francis de Miomandre (1880-1959) fue una figura central en la difusión de la cultura latinoamericana en Francia durante su larga ejecutoria intelectual.
[33] Lydia Cabrera. “De mis recuerdos. Alexandra Exter”. Mariel. Revista de Literatura y Arte, año I, n° 1, Nueva York-Miami, Primavera, 1983, p. 26.
Lydia cometió algunas imprecisiones al apelar a su memoria. La exposición de Amelia en Zak transcurrió de abril a mayo de 1933, cuando todavía el presidente Gerardo Machado (1869-1939) conservaba el poder, que perdió en agosto de ese mismo año al producirse una huelga general en Cuba. Por lo tanto, las asociaciones entre hechos que realizó no son acertadas, aunque fueron verídicos todos ellos.
[34] José Seoane Gallo. id., p. 191. | José Seoane Gallo. Palmas reales en el Sena. La Habana: Ed. Letras Cubanas, 1987, p. 40.
[35] Joaquín Torres-García. Historia de mi vida. Barcelona – Buenos Aires – México: Eds. Paidós, 1990, p. 208.
[36] X.X. “Eduardo Abela, ʻnuestro pintorʼ, ha inaugurado en París una exposición magnífica de óleos y dibujos”. Diario de la Marina, La Habana, año XCVI, n° 356, sábado, 22 de diciembre, 1928, p. 17. | Armando Maribona. “Eduardo Abela”. Diario de la Marina, año XCVI, n° 360, La Habana, miércoles, diciembre 26, 1928, p. 14. | En el mismo periódico, al día siguiente de haber sido publicado su artículo, Maribona sacó una nota explicativa rectificando una errata aparecida en este: Armando Maribona. “Sobre Eduardo Abela. Rectificando una errata”. Diario de la Marina, año XCVI, n° 361, La Habana, jueves, diciembre 27, 1928, p. 14. | [Dos obras de Abela expuestas en la Galería Zak]. Diario de la Marina, año XCVII, n° 6, La Habana, domingo, enero 6, 1929, Primera Sección de Rotograbado, s.p.
[37] Adolfo Zamora. “Eduardo Abela, pintor cubano”. Revista de Avanceid., pp. 18-19.
[38] Alejo Carpentier. “Abela en la ‘Galería Zak’». Socialid., pp. 51, 60.
[39] Arsène Alexandre. “La vie artistique. Petits expositions ‘classées’». Le Figaro, 103e Année, n° 341, Paris, Jeudi, 6 Décembre, 1928, p. 3.
[40] Sin firma (Maurice Raynal). “Les Arts”. L’Intransigeant, 49e Année, n° 17,955, Paris, Lundi, Décembre 17, 1928, p. 2.
[41] Paul Sentenac. “Le Carnet d’un Curieux. Les expositions”. La Renaissance, Paris, Janvier, 1929, p. 65.
[42] Raymond Cogniat. “Abela”. Revue de l’Amérique Latine, 8e Année, tome xvii, n° 85, Paris, 1er janvier, 1929, Section La vie artistique. Les expositions, par Raymond Cogniat, pp. 73-74.
[43] Eduardo Avilés Ramírez. “Resumen de la Exposición Abela”. Excelsior-El País, 14 de febrero, 1929. Citado por: José Seoane Gallo. Eduardo Abela cerca del cerco, ed. cit., nota n° 11, 240-244. 
[44] Adolph de Falgairolle. Id., pp. 116-117.
[45] Adolfo Zamora. “El pintor Abela”. Amautaid., pp. 56-57.
[46] Société des Artistes Français. Le Salon 1928. 141ᵉ Exposition Officielle des Beaux Arts. Grand Palais des Champs-Elysées, Avenue Alexandre III. Paris, Imprimerie Georges Lang, 1928, section Peinture, p. 1. 
[47] Alejo Carpentier. “La pintura cubana en París”, ed. cit., p. 2. | Serge Zaitzeff. “Alfonso Reyes y Xavier Icaza, una amistad fraternal”. Literatura mexicana. Revista semestral del Centro de Estudios Literarios, Instituto de Investigaciones Filológicas, UNAM, vol. 1, n° 1, 1990, pp. 165-181.
[48] Galerie de Seine. “Exposition Edith Bertrand et un Groupe”. La Semaine à Paris, 14 au 21 Juin 1929, n° 308, Section Art, p. 116. 
Según Seoane Gallo, citando el catálogo de la exhibición, en el grupo fueron incluidos Abela, John Barber, Bertram, Henri Bischoff, Emile Boyer, Greixams, Dacoussia, Raoul Dufy, Jean Galdou, Gromaire, Makovska, Pascin, Plancik, Olga Sacharoff, David Seifert, de la Serna, Severini, Souverbie, Sterling, Vlaminck, Hayter y Koyanagui. Ver: José Seoane Gallo. Ob cit., nota n° 10, p. 240.
[49] Raymond Cogniat. “La vie artistique. Au Salon d’Automne | Les Surindépendants”. Revue de l’Amérique Latine, 9e Année, t. XIX, n° 97, Paris, Janvier, 1930, section La vie en Amérique-Latine, pp. 73-75. | Un comentario sobre la participación de Abela en el Salón de Otoño puede leerse en: Eduardo Avilés Ramírez. “El Salón de Otoño”. Bohemia, año XXXI, vol. 21, no. 49, La Habana, diciembre 8, 1929, pp. 28-29, 68.
[50] En dos textos de investigación me he encargado de esta muestra: José Antonio Navarrete. “París, 1930: arte latinoamericano en la Galería Zak”. Investigación preliminar para el proyecto Redes intelectuales: arte y política en América Latina, «Crossing Art Histories» Program, J.P. Getty Foundation 2012-2014. Incluido en redesintelectuales.net, 2013, y en https://independent.academia.edu/JoseNavarrete | José Antonio Navarrete. “Respondiendo una encuesta imaginada. La vanguardia artística latinoamericana en París”. Redes intelectuales, Arte y Política en América Latina. Bogotá: Eds. Uniandes, 2015, pp. 307-337, versión en español. La versión en inglés tiene como título “Filling Out an Imaginary Survey. The Latin American Artistic Avant-garde in Paris”, y se extiende entre las páginas 593-609 del mismo libro.
[51] 1ère Exposition du Groupe Latino-Américain de Paris, Galerie Zak, Place Saint-Germain-des-Prés, Paris, du 11 au 24 avril 1930, catálogo.
[52] El catálogo anunció la duración de la muestra hasta el 7 de diciembre, pero la invitación hasta el 6. El 7 se inauguró otra exposición en el espacio ocupado antes por la de Torres-García. Pueden consultarse los siguientes documentos: Quelques peintures récentes et retrospectives de Torrès-Garcia. Galerie Zak, du 1er au 7 Décembre. Archivo Torres García, Montevideo. | Torrès-Garcia (peintures). Galerie Zak, du Samedi 1er au Jeudi 6 Décembre 1928. Getty Research Institute, Torres García Archive.
El vernisage de la muestra de Torres-García fue fijado para el l° de diciembre a las 3 pm (ver invitación) y el de Abela el mismo día entre 4 y 6 pm. (ver catálogo).
[53] “Beaux Arts. Calendrier”. Chantecler, 3e Année, n° 136, Paris, Samedi 1er Décembre 1928, p. 5. | “Art. Listes des Expositions et des Galeries”. La Semaine à Paris, 8ᵉ Année, n° 343, Du 21 au 28 Décembre 1928, p. 113.
[54] “Beaux Arts. Calendrier”. Ibid.
[55] “Art. Listes des Expositions et des Galeries”. La Semaine à Parisibid.
[56] Montpar. “Abela & Torres Garcia”. La Semaine à Paris, 8ᵉ Année, n° 342, 14 au 21 Décembre 1928, Section L’Art, p. 50.
[57] Montpar. “Abela de Cuba et Torres-Garcia”. Chantecler, 3e Année, n° 139, Paris, Samedi 22, Décembre 1928, Section Beaux-Arts, p. 5.
[58] Ibid., traducción nuestra.
El articulista se refiere al actor de Hollywood Rodolfo Valentino (1896-1926) y al bailarín de flamenco Vicente Escudero (1888-1980), ambos muy populares por entonces internacionalmente. Dice el texto original en francés:
“Les artistes de l’Amérique du Sud, sont devancés par des noms musicaux qui semblent promettre tout autre chose que la peinture. Abela de Cuba devrait être chanteur avec un pareil deux nom, et il ya dans celui de Torres-Garcia un tour de rein que évoque Valentino ou Escudero dansant.”





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Por Peter Schweizer

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