LIDAR: la nueva frontera del espionaje chino

Entre las muchísimas preocupaciones de espionaje por parte de China, se encuentra un actor relativamente nuevo: el LIDAR. El acrónimo, que suena inocuo, significa Light Detection and Ranging (Detección y Alcance de la Luz). Para los no iniciados, el LIDAR funciona como los “ojos” de los vehículos autoconducidos. 

A medida que avanza la tecnología, sus aplicaciones se han extendido más allá de los vehículos autónomos para incluir la creación de mapas digitales para las emergentes “ciudades inteligentes”, la robótica, la agricultura, la predicción meteorológica y mucho más.

El rápido cambio en la dinámica del mercado en relación con la tecnología LIDAR es alarmante. En 2018, la mayoría de los sistemas LIDAR vendidos en Estados Unidos tenían la etiqueta “Made in USA”. Pero tras un avance rápido hasta hoy, el panorama en 2023 es marcadamente diferente. El nombre que destaca en el abarrotado mercado es Hesai. Aunque su oficina de Silicon Valley pueda sugerir raíces estadounidenses, la realidad es bien distinta. Se trata, en esencia, de una empresa china que ahora se hace notar en la bolsa estadounidense.


Las estadísticas pintan un cuadro claro. 

El anuncio de Hesai de que 12 de las 15 principales empresas de conducción autónoma, incluidos gigantes como Zoox (filial de Amazon) y Nuro, son clientes suyos dice mucho de su dominio del mercado. 

En el año 2022, casi el 50% de los sistemas LIDAR vendidos en todo el mundo llevaban el logotipo de Hesai. Su crecimiento de ventas en 2023, un asombroso 630%, eclipsó a sus competidores estadounidenses.

Dado el floreciente potencial del mercado del LIDAR, cuyas proyecciones indican un salto de 332 millones de dólares en 2022 a la friolera de 5000 millones de dólares en 2028, la posición dominante de Hesai es innegable.


Las implicaciones: Más allá del éxito comercial

Pero no se trata sólo de un éxito comercial, sino de un problema de seguridad inminente. A medida que la tecnología LIDAR se integra en la infraestructura estadounidense, desde carreteras hasta despliegues militares, el riesgo potencial de que los datos se redirijan a China es cada vez más palpable.

Aunque Hesai se ha apresurado a rebatir las afirmaciones de que su LIDAR podría servir de conducto para el envío de datos a China, las leyes de inteligencia de Pekín obligan tanto a organizaciones como a particulares a cooperar activamente con las operaciones de inteligencia del Estado. Esta obligación legal, combinada con el despliegue generalizado de la tecnología de Hesai, hace saltar todas las alarmas.

La reciente decisión del Departamento de Defensa de Estados Unidos de adjudicar un contrato de 50 millones de dólares a Kodiak Robotics, una empresa que utiliza el LIDAR de Hesai para sus camiones autoconducidos, pone de manifiesto la gravedad de la situación. Estos vehículos, actualmente desplegados en bases militares, recopilan datos geoespaciales detallados, lo que supone una potencial mina de oro de información si entidades extranjeras acceden a ellos.


El dilema del LIDAR estadounidense

La cuestión más importante es la dependencia tecnológica de Estados Unidos. El LIDAR, ahora parte integrante de los drones de alta gama, tiene importantes ramificaciones para la seguridad nacional. Las recientes conclusiones del Servicio de Investigación del Congreso aclaran la amenaza. No se puede exagerar el posible uso indebido de esta tecnología por parte de China, ya sea para espionaje militar o para obtener ventaja en un conflicto militar.

Los imperativos económicos parecen cegar a las empresas ante los peligros potenciales. Los sistemas LIDAR de Hesai, a pesar de su innegable eficacia, tienen un precio inferior a su coste de producción. Esta agresiva estrategia de precios, posible gracias al fuerte respaldo del Partido Comunista Chino, ha hecho económicamente inviables las alternativas estadounidenses.

Es esencial recordar que el historial de China en materia de respeto de los derechos de propiedad intelectual es, en el mejor de los casos, turbio. Las acusaciones de robo de propiedad intelectual por parte de Hesai, aunque la empresa las calificó de “infundadas”, cobraron fuerza cuando resolvió un litigio de patentes con su homóloga estadounidense Velodyne por una suma considerable.


Hacia una reorientación estratégica

Aunque de forma esporádica, las advertencias no dejan de sonar. Las cartas de funcionarios preocupados, como el senador de Carolina del Norte Ted Budd, a los dirigentes del Departamento de Defensa ponen de relieve los riesgos inherentes a confiar demasiado en los LIDAR chinos. También se han introducido disposiciones en el Congreso que ponen de manifiesto la preocupación por la creciente influencia tecnológica de China.

La cuestión sigue siendo si Estados Unidos hará caso de estas advertencias. En el pasado se han subestimado sistemáticamente los riesgos asociados a una dependencia excesiva de la tecnología china. Reconocer la amenaza es una cosa, aplicar un cambio estratégico es otra. A medida que Estados Unidos se enfrenta a su dependencia de China para una multitud de productos, desde antibióticos a equipos 5G, lo que está en juego es más importante que nunca.

Es primordial que Estados Unidos recalibre su enfoque. Las consideraciones económicas, aunque importantes, no pueden eclipsar los imperativos de seguridad nacional. Una reevaluación exhaustiva de las dependencias tecnológicas de Estados Unidos no sólo es aconsejable, sino esencial.





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