Arturo McFields, periodista y ex embajador de Nicaragua ante la Organización de Estados Americanos, arroja luz sobre la actual crisis en Cuba en un artículo publicado en The Hill. McFields afirma: “El embargo cubano es una mentira, pero la represión y la corrupción cubanas son reales”, sentando las bases para una exposición detallada de la grave situación que se vive en la isla.
El mes de marzo fue testigo de una oleada de protestas en varias ciudades de Cuba, como Santiago, Bayamo y El Cobre. La población cubana, desesperada, exigió la satisfacción de necesidades básicas como electricidad y alimentos, junto con peticiones de libertad y el fin de la “dictadura corrupta, inepta y criminal” que se ha apoderado de la nación durante 65 años. A pesar de estos gritos de cambio, el gobierno cubano persiste en atribuir los males del país al embargo estadounidense, una afirmación que McFields refuta con vehemencia.
En contra de la versión del régimen, McFields revela que el embargo es prácticamente inexistente, ya que Cuba disfruta de la importación de productos de una plétora de naciones, entre ellas Canadá, China, España e incluso Estados Unidos, que suministra una parte significativa de las aves de corral que se consumen en la isla. Este comercio mundial, sin embargo, ha hecho poco por aliviar la mala gestión económica que azota a Cuba. La economía de la isla, totalmente controlada por el gobierno, sufre una inflación galopante y una grave escasez de productos básicos, lo que convierte artículos como la leche en un lujo para la mayoría de los cubanos.
Los intentos del gobierno cubano de enmascarar la creciente crisis con reformas y chivos expiatorios han resultado inútiles. La paciencia de la población se agota mientras lucha contra la inflación, los precios desorbitados del combustible y una moneda drásticamente devaluada. Pedro Reyes, un valiente sacerdote, resume la desilusión del pueblo cubano al describir la era posterior a Castro como “una revolución de ruinas, suciedad y miseria”.
En una cruda admisión de fracaso, la dictadura cubana ha recurrido a solicitar donaciones de leche al Programa Mundial de Alimentos de la ONU. La explotación de los profesionales de la medicina por parte del régimen, que McFields compara con la “esclavitud moderna”, subraya las medidas desesperadas adoptadas para sostener financieramente la dictadura a costa del bienestar del pueblo cubano.
McFields no elude criticar las implicaciones más amplias de las políticas del régimen, destacando la destrucción del sector agrícola cubano, la perpetuación de la represión política y las atroces violaciones de los derechos humanos, incluida la detención de más de 1.000 presos políticos y la perpetración de cientos de violaciones de las libertades civiles sólo en los primeros meses de este año.
La resistencia del pueblo cubano, a pesar de los graves riesgos asociados a la disidencia, es testimonio de su anhelo de libertad y justicia. Sin embargo, la respuesta de la comunidad internacional, en particular la elección del régimen cubano como miembro del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, ensombrece el compromiso mundial con los derechos humanos.
McFields concluye con un poderoso mensaje, implorando al mundo que reconozca el verdadero rostro del régimen cubano, marcado no por el victimismo sino por su papel de victimario. “El comunismo nunca produce riqueza, sólo crea desempleo, hambre y miseria”. Esta afirmación, que se hace eco de los sentimientos de muchos de los que han sufrido bajo la dictadura cubana, sirve de aleccionador recordatorio de la perdurable lucha por la libertad y la dignidad frente a la tiranía.
VI Premio de Periodismo “Editorial Hypermedia”
Por Hypermedia
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