En un artículo de Arturo McFields para The Hill, se desarrolla una sombría narrativa sobre la difícil situación de los mercenarios cubanos que luchan junto a las fuerzas rusas en Ucrania. Informes de abril detallan casos de palizas, malos tratos y salarios impagados entre miles de soldados cubanos integrados en las filas militares rusas.
El descontento entre los soldados cubanos llegó a un punto de ebullición que desembocó en un drástico incidente en el que se vio implicado el regimiento 428, con base en Donetsk. Los soldados, que han perfeccionado su pericia militar a través de combates en África, Asia y América Latina, orquestaron una operación para asesinar al comandante de su propio regimiento. Según el grupo rebelde ATESH, tras el asesinato, los mercenarios cubanos fueron trasladados a Rostov (Rusia), aunque su destino final sigue siendo desconocido.
Este incidente de fuego amigo pone de relieve otro fracaso de las operaciones militares rusas en Ucrania. Tras el infame levantamiento del Grupo Wagner, la dependencia de Rusia de mercenarios de Cuba, Mali y otras naciones africanas aliadas no ha hecho sino aumentar la complejidad de sus esfuerzos militares, con la lealtad entre estos combatientes extranjeros lejos de estar garantizada.
Un informe del 1 de mayo de la Inteligencia de Defensa de Ucrania (HUR) reveló que mercenarios nepaleses desertaron de la unidad militar rusa 29328 debido a las graves bajas, los abusos de los comandantes y los salarios impagados. Este patrón de abusos y deserción se extiende a los mercenarios de otras naciones, incluidos los de Cuba, que se sienten atraídos por la promesa de 2000 dólares al mes, la ciudadanía rusa y vacaciones semestrales, un marcado contraste con los escasos ingresos mensuales del cubano medio, de entre 30 y 40 dólares.
A pesar de estas promesas, muchos mercenarios se enfrentan a engaños y malos tratos. Un mercenario cubano, en un vídeo viral, se lamentaba: “No nos han dado documentos. Nos siguen estafando, nos siguen engañando, seguimos muriendo y nadie hace nada”. Este sentimiento refleja la explotación más generalizada de soldados procedentes de naciones empobrecidas y gobernadas de forma autoritaria, como Cuba, Somalia, Sierra Leona y otras.
El historial cubano de exportación de fuerzas militares se remonta a décadas atrás, cuando el régimen envió tropas a países como Angola, Etiopía, Nicaragua y Venezuela bajo el pretexto de la solidaridad. Sin embargo, la actual alianza militar entre Rusia y Cuba está plagada de problemas. A pesar de las muestras de solidaridad en actos como el “Desfile de la Victoria” en Moscú, la realidad de los mercenarios cubanos que mueren en Ucrania y los conflictos internos en las filas rusas siguen sin ser abordados por líderes como el presidente cubano Miguel Díaz-Canel y el presidente ruso Vladimir Putin.
Prisoners Defenders informa de que Rusia y Cuba tienen un acuerdo que permite al gobierno cubano retener entre el 75 y el 95 por ciento de los ingresos de los mercenarios. Esta práctica contrasta fuertemente con la legislación cubana, concretamente con el artículo 135 del nuevo Código Penal cubano, que prohíbe las actividades mercenarias y prescribe severas penas, incluida la cadena perpetua o incluso la pena capital. En Rusia existe una legislación similar, pero su aplicación es arbitraria e interesada.
La participación de mercenarios cubanos, aunque aparentemente es un aspecto menor de la agresión rusa en Ucrania, constituye una violación significativa de la soberanía de Ucrania y otra capa de crímenes de guerra. McFields sostiene que Europa y Estados Unidos deben imponer sanciones a países como Cuba que contribuyen a estos abusos de los derechos humanos.
Mientras Rusia se enfrenta a dos frentes —su fallida campaña militar y las luchas internas entre sus filas— Ucrania se mantiene firme en su lucha por la libertad y la soberanía. McFields llega a la conmovedora conclusión de que, mientras Ucrania lucha por su supervivencia, los conflictos de Rusia están impulsados por ambiciones desfasadas y luchas de poder, y los mercenarios cubanos a veces se vengan de los propios rusos.
Arturo McFields Yescas, periodista exiliado, ex embajador de Nicaragua ante la Organización de Estados Americanos y antiguo voluntario del Cuerpo de Paz en Noruega, saca a la luz estas cuestiones, subrayando la compleja y a menudo oculta dinámica de la guerra en Ucrania.
El Estado como dominio privado: el caso de Ucrania
Por Oleksandr Fisun & Uliana Movchan
En Ucrania son visibles varios signos de clientelismo presidencial. Un presidente clientelar y unos oligarcasque buscan rentas son los principales actores del sistema político del país.