Mientras el gobierno cubano inicia una serie de medidas de austeridad, la nación se prepara para lo que muchos temen será una devastadora explosión de inflación. Carlos García Aguilera, un taxista local, expresa su profunda preocupación por el futuro de su medio de vida, anticipando que el coste de un simple viaje de 15 minutos pronto superará el alcance financiero de la mayoría de los cubanos. “Los cubanos ya no tendrán dinero para pagar un viaje en taxi”, señaló Aguilera, subrayando las terribles circunstancias a las que muchos se enfrentan.
El reciente anuncio del Gobierno esbozaba un amplio paquete de medidas destinadas a rectificar las vacilantes finanzas del país. Entre ellas se incluyen importantes reducciones de las subvenciones, subidas de los precios de los combustibles y los servicios básicos y restricciones adicionales al incipiente sector privado. Se espera que el impacto sea inmediato y profundo, con aumentos sustanciales de los precios de la gasolina a partir del 1 de febrero y una escalada de los costes de servicios como el agua, la electricidad y el gas líquido prevista para 2024.
Los residentes están especialmente preocupados porque el coste de la vida se dispara mientras los salarios se estancan. El ingreso medio mensual en Cuba es de apenas 15 dólares, una cifra empequeñecida por la escalada de precios. María de los Ángeles, una jubilada que sobrevive con una pensión mensual de 5 dólares, se lamenta de que esta suma “no alcanza ni para comprar un pollo entero en Cuba”. Para llegar a fin de mes, ella, como muchos otros, recurre a fuentes de ingresos alternativas, como la lectura de cartas del tarot y la gestión de un restaurante improvisado desde su casa.
La decisión del gobierno de recortar drásticamente las subvenciones, con el fin de hacer frente a un importante déficit fiscal, supone un cambio significativo en el modelo económico cubano. Sin embargo, estas medidas, aunque pretenden estabilizar las finanzas nacionales, están suponiendo una enorme carga para la población. La isla, aún conmocionada por el impacto de la pandemia en su crucial sector turístico, se enfrenta a una aguda escasez de productos básicos como alimentos, medicinas y combustible. El deterioro de los servicios públicos y los frecuentes cortes de electricidad no hacen sino agravar las penurias a las que se enfrentan los cubanos.
Las medidas de austeridad son especialmente preocupantes para los hogares que tienen pequeños negocios en casa, ya que se enfrentan a la perspectiva de costes operativos paralizantes debido al drástico aumento de los precios de los servicios públicos. El ministro de Economía cubano, Alejandro Gil, ha defendido estas medidas como necesarias, alegando la incapacidad del gobierno para seguir subvencionando productos básicos como la leche, el pan o el café. Esta retirada de subsidios ha provocado una grave escasez y racionamiento, agravando la lucha diaria de muchas familias cubanas.
Ricardo Torres, economista cubano de la American University de Washington, DC, se muestra escépticosobre la orientación de las medidas propuestas. Aunque reconoce la urgente necesidad de abordar el déficit fiscal, Torres critica la falta de un plan claro y transparente para proteger a las poblaciones más vulnerables y cuestiona por qué la carga de los recortes de subsidios recae únicamente sobre la población, mientras que las empresas estatales permanecen indemnes.
La dependencia de Cuba de las importaciones de bienes esenciales, combinada con las repercusiones de la pandemia de coronavirus, el agravamiento de las sanciones y el prolongado embargo estadounidense, presenta un complejo telón de fondo para la actual crisis económica. Torres subraya que, si bien las restricciones comerciales de EE.UU. son importantes, los problemas fundamentales se derivan del propio modelo económico de Cuba.
La perspectiva internacional de la situación cubana es igualmente sombría. Maria Karla Nodarse, directora adjunta para Cuba de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos, subraya las consecuencias de largo alcance de la nueva designación de Cuba como Estado patrocinador del terrorismo en 2021. Esta etiqueta no sólo estigmatiza a la nación, sino que también obstaculiza gravemente la ayuda humanitaria, los negocios, la inversión y el comercio, aislando aún más al pueblo cubano y exacerbando sus dificultades.
En medio de estos desafíos, la emigración emerge como un alivio para muchos. Los informes indican un importante éxodo de cubanos a Estados Unidos, impulsados por la búsqueda de una vida mejor y de oportunidades. La afirmación de Alfredo Gutiérrez Duarte, “el sueño de todo joven en Cuba es conocer a un extranjero que le ayude a salir de la isla”, resume el sentimiento predominante de desesperación y la búsqueda incesante de un futuro mejor más allá de los confines de la crisis actual.
Mary Anastasia O’Grady: “¿Por qué Cuba debe estar en la lista de Estados Patrocinadores del Terrorismo?”
Por Isabel Díaz
The Wall Street Journal: “La Habana tiene alianzas con Rusia, China e Irán y una red de espionaje en EE. UU.”