La administración Biden tomó recientemente la controvertida decisión de liberar a Alex Saab, presunto cerebro de la corrupción en Venezuela, a cambio de diez prisioneros estadounidenses. Esta decisión se produce en medio de una creciente preocupación por sus implicaciones para la crisis humanitaria en Venezuela, la crisis fronteriza de Estados Unidos y las perspectivas de reelección del presidente Biden.
Alex Saab, empresario de origen colombiano, ha sido acusado desde hace tiempo de estar en el centro de la enorme red de corrupción que sustenta el régimen socialista autoritario de Venezuela. Se cree que sus acciones han contribuido significativamente a la peor crisis humanitaria del país en la historia moderna de Sudamérica, provocando un éxodo masivo de venezolanos. Muchos de estos refugiados forman ahora parte de los grandes grupos que cruzan ilegalmente la frontera sur de Estados Unidos, lo que convierte a los venezolanos en uno de los mayores grupos nacionales que lo hacen.
La liberación de Saab, que estaba a la espera de juicio en una cárcel de Miami por cargos relacionados con su presunta corrupción, fue una decisión que no se tomó a la ligera. Durante años, Saab fue supuestamente el eje de una serie de tramas en las que estaban implicados funcionarios del gobierno venezolano y sus compinches empresariales. Al parecer, estas tramas manipulaban aspectos críticos de la economía del país, como la importación de alimentos, la construcción de viviendas sociales, la producción de petróleo y el cambio de divisas, agravando el sufrimiento del pueblo venezolano.
Se han establecido comparaciones entre Saab y el villano de ficción Harry Lime de la película de 1949 “El tercer hombre”. Al igual que Lime, Saab es visto como un símbolo de la criminalidad fría y calculadora, indiferente al sufrimiento humano. El ex fiscal estadounidense Dick Gregorie, que investigó a Saab, lo describió como un maestro del blanqueo de dinero basado en el comercio, afirmando que Venezuela ha sido “robada a ciegas” con cada transacción en la que participó.
Sin embargo, la decisión de liberar a Saab no estuvo exenta de consideraciones estratégicas. Es probable que la Administración Biden sopesara el regreso inmediato de los estadounidenses encarcelados en Venezuela frente a las consecuencias a largo plazo de dejar libre a Saab. Esta medida podría considerarse parte de una estrategia de negociación más amplia con el régimen de Maduro, destinada a promover unas elecciones presidenciales justas en Venezuela y a abordar la crisis fronteriza animando a los refugiados a regresar a sus hogares.
Pero esta decisión no está exenta de riesgos. Al intercambiar a Saab, considerado un activo de gran valor por el régimen de Maduro, Estados Unidos podría haber dado inadvertidamente a Maduro una mayor influencia en futuras negociaciones. Esto podría repercutir en la eficacia de las amenazas estadounidenses, como volver a imponer sanciones económicas si no se permite a líderes de la oposición como María Corina Machado concurrir a las elecciones presidenciales.
A medida que se desarrolle la situación, se irán aclarando las consecuencias de este intercambio. Lo que es seguro, sin embargo, es que la decisión de la administración Biden de liberar a Alex Saab ha suscitado un complejo debate que afecta a la diplomacia internacional, las crisis humanitarias, la política interior y la ética de la negociación con regímenes autoritarios. Sólo el tiempo dirá si esta apuesta resulta rentable para Estados Unidos, para Venezuela y para el futuro político del presidente Biden.
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Por Isabel Díaz
En 2024, Cuba se enfrenta a una grave crisis humanitaria, con enormes urgencias económicas y alarmante desesperación social. La emigración sigue funcionando como única válvula de escape.