La Casa Blanca y varios Estados árabes están trabajando activamente para negociar un acuerdo que tiene como objetivo detener las hostilidades y garantizar la liberación de los rehenes retenidos por Hamás. Este acontecimiento se produce en medio de las amenazas de Israel de intensificar las acciones militares en la Franja de Gaza, lo que apunta a una posible escalada de la guerra.
Estados Unidos está desempeñando un papel fundamental en estas negociaciones, y Brett McGurk, coordinador de la Casa Blanca para Oriente Próximo, ha llegado a Israel para entrevistarse con funcionarios israelíes. Esto sigue a sus conversaciones en El Cairo con funcionarios egipcios, que encabezan las negociaciones con los dirigentes de Hamás en Gaza. Se espera que el director de la CIA, William Burns, se reúna con altos dirigentes de Oriente Medio en los próximos días. La participación de Burns es notable, dado su papel decisivo en la consecución de un alto el fuego de una semana en noviembre, que dio lugar a la liberación de más de 100 rehenes israelíes a cambio de prisioneros palestinos.
La urgencia de estas conversaciones se ve acentuada por la posibilidad de que Israel invada Rafah, ciudad de la Franja de Gaza que alberga a más de un millón de civiles palestinos. La posibilidad de que se produzcan numerosas víctimas civiles en una zona tan densamente poblada ha hecho saltar las alarmas entre los dirigentes palestinos, los grupos de ayuda y los funcionarios occidentales.
Una reunión prevista en París congregará a figuras clave, como el jefe de los servicios de inteligencia egipcios, Abbas Kamel, y el Primer Ministro de Qatar, Sheikh Mohammed bin Abdulrahman al-Thani, a la que también está invitado el jefe del Mossad, David Barnea. El objetivo de estas conversaciones es avanzar a partir de una cumbre anterior celebrada en París, en la que se acordó un alto el fuego de seis semanas, con la posibilidad de ampliarlo a un cese permanente de las hostilidades.
El telón de fondo de estas negociaciones es una opinión pública estadounidense profundamente dividida y las crecientes críticas dentro del propio partido del presidente Biden en relación con las entregas de armas de Estados Unidos a Israel y la escalada de muertes en Gaza.
El coste humano del conflicto ha sido desolador: las autoridades sanitarias palestinas han informado de más de 29.000 muertes, sobre todo de mujeres y niños, desde el inicio de la guerra en octubre. Las acciones militares israelíes han dañado considerablemente la Franja de Gaza, agravando una crisis humanitaria que amenaza a millones de personas con la hambruna.
El conflicto lo desencadenó el ataque de Hamás del 7 de octubre, calificado como el más mortífero de la historia de Israel, en el que murieron 1.200 personas, en su mayoría civiles israelíes. La continua violencia, incluidos los recientes ataques cerca de Jerusalén, ha intensificado la urgencia de una resolución diplomática.
En medio de estos desafíos, Hamás ha mostrado su disposición a moderar sus exigencias de liberación de prisioneros, una medida que podría facilitar el avance de las negociaciones. Sin embargo, la duración del alto el fuego y las condiciones para un fin permanente de las hostilidades siguen siendo obstáculos importantes. La postura de Israel sobre estas cuestiones, en particular su reticencia a entablar negociaciones directas con Hamás en El Cairo, pone de relieve las complejidades a las que se enfrentan los negociadores.
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