La capital española fue escenario de grandes protestas el lunes por la noche, cuando la Policía Nacional intervino con gas para dispersar a los manifestantes reunidos en la calle Ferraz, sede del PSOE, en respuesta a las negociaciones del partido con grupos independentistas. La manifestación, que había convocado a miles de personas bajo el lema “Paremos la traición”, evidenció un creciente descontento nacional.
Las protestas, impulsadas por el movimiento juvenil Revuelta y apoyadas por el partido Vox, son una reacción directa a los intentos del PSOE de formar gobierno mediante pactos con formaciones independentistas, lo que muchos ciudadanos consideran una “amnistía” a movimientos separatistas. La presencia de Santiago Abascal, líder de Vox, junto con otros altos mandos del partido, marcó el lunes una jornada de intensa movilización política y social.
La situación se tornó tensa pasadas las 21:30 cuando, tras enfrentamientos con la policía, tres personas fueron arrestadas y varias más resultaron heridas, atendidas por servicios de emergencia por problemas respiratorios y lesiones leves. El fuerte despliegue policial reflejó la seriedad de las confrontaciones previas durante el fin de semana, donde personalidades como Esperanza Aguirre también se hicieron presentes.
Este auge de protestas no se limitó a Madrid; otras ciudades como Barcelona, Valencia, Sevilla y Valladolid, entre otras, se sumaron con manifestaciones propias, ampliando el alcance nacional del descontento. Abascal ya anunció encuentros con vicepresidentes territoriales de Vox para coordinar la respuesta en la calle, parlamentos y tribunales ante lo que considera un momento crítico para la democracia española.
El PSOE, por su parte, sigue en negociaciones, buscando asegurar el apoyo de Junts para la investidura, tras alcanzar un preacuerdo con ERC. Las complicaciones surgidas en los términos de la amnistía y las demandas de Carles Puigdemont han ralentizado las conversaciones, manteniendo el país en una encrucijada política y social.
La crisis actual pone en el punto de mira la complejidad del panorama político español, en el que las cuestiones de independencia y la integridad territorial continúan siendo temas divisivos y apasionantes. Con manifestantes clamando consignas como “no es un presidente, es un delincuente” y llamados a huelga general, España se enfrenta a un periodo de incertidumbre y agitación política.
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