El caso de ‘Avance’

(Tomado del libro La imposición del silencio. Cómo se clausuró la libertad de prensa en Cuba,
Editorial Hypermedia, 2016).


Avance era un periódico de la tarde que al igual que Información y Alerta nació en los talleres del poderoso Diario de la Marina en la década del treinta. Durante el batistato fue siempre un diario menor necesitado de las subvenciones del Gobierno para poderse mantener. Según la famosa lista publicada por Revolución a finales de enero de 1959 este diario recibía 10 mil pesos en la figura de Ramón Rivero. Pero Avance no hubiera cobrado protagonismo alguno en el nuevo contexto si su director Jorge Zayas decide asumir una posición muy crítica con el Gobierno Revolucionario y con un enfoque similar al Diario de la Marina denunciar la tendencia pro-comunista del nuevo régimen.

Al igual que todos los diarios Avance apoyó en sus inicios al Gobierno revolucionario, pero por encima de su apoyo al nuevo régimen su política editorial era similar a la de todos los demás periódicos independientes: defensa irrestricta de la democracia, la libertad de pensamiento y la justicia social cristiana. Entre sus colaboradores contó, entre otros, con el destacado historiador Herminio Portell Vilá quien tenía una columna sobre política internacional. Ya hemos destacado en páginas anteriores los ataques de que fue víctima el periódico por parte del Primer Ministro Fidel Castro a finales de septiembre de 1959, el lenguaje de Castro en aquella ocasión es una muestra fehaciente de su habitual desprecio por aquellos que no comparten sus ideas:

«Pero hace un tiempo para acá, en el periódico Avance, nada menos que en el periódico Avance, han empezado a trabajar de una manera sospechosa y lo que me hizo llamar la atención a mí sobre esto fue un escrito de un señor llamado creo que Pedro Leyva, que escribe una sección en ese periódico, donde algunos congéneres de este señor están escribiendo también. […] Da la casualidad que junto con estas campañas aparece este artículo que dice: Advertimos que más importante que señalarle los errores al Colegio de Periodistas, son las últimas noticias que nos llegan de fuentes oficiales del régimen… [Lee].

«La ciudadanía tiene que depender de este señor. ¡Genial! Su «alerta» que porque tienen este tipo de escriticos, es que vienen disfrazados con el más hipócrita ropaje, incluso de amigos de la Revolución. […] Hace un mes que se están produciendo una serie de artículos, en esta misma sección, de esta calaña. […] ¿Qué hay en el fondo de todo esto? ¿Qué intereses se mueven? ¿Qué campaña hacia quién o contra quién va dirigida? Una campaña dirigida a desprestigiar los valores más sólidos que tiene la Revolución» (Intervención de Fidel Castro en Canal 4 «No cabe el lujo si hay miseria», en Revolución, 29 de septiembre de 1959, p. 17).

Porque este periódico continuará publicándose a pesar de todos los golpes bajos, a pesar de todas las falsedades, a pesar de todas las maniobras arteras como una demostración de la superioridad de la libre empresa.

Castro se refería a la sección Pan Criollo del estudiante de periodismo Pedro Leyva, quien fungía hasta ese momento como Presidente de la Asociación de Estudiantes de la Escuela Profesional de Periodismo Manuel Márquez Sterling, y que apenas unos días después fue destituido de ese cargo debido a la presión ejercida por el propio Castro por la conocida posición anticomunista del estudiante. A partir de esas declaraciones públicas del Primer Ministro la batalla ideológica entre Avance y los periódicos oficiales no descansaría hasta el despojo definitivo del diario a su dueño. La invariable posición de su director Jorge Zayas obliga a Revolución y a los comunistas a dirigir sus ataques contra los columnistas del vespertino, a mediados de noviembre de ese año Zayas hace saber la situación en que se encuentra:

«Se me persigue y se me ataca despiadadamente. Se me injuria y se me ofende groseramente. Se pretende evitar mi regreso a mi patria con infundadas acusaciones avaladas solo por la palabra de un chivato. Se intenta amedrentarme con veladas amenazas de represalias físicas. Tómanse medidas retirando de mi periódico los anuncios de que otros disfrutan para ahogarme por anemia y se sorprenden, después, incapaces de la extraordinaria eficiencia de la empresa privada que subsiste aún cuando los órganos del Estado, que desde luego, no son objeto de esta persecución, cuestan cientos de miles de pesos. Vuelven contra mí a los sindicatos y quisieran aplastarme por la multiplicidad de sus ataques. ¡Ingenuos! Porque seguiré escribiendo lo que estime más beneficioso para mi patria. Porque este periódico continuará publicándose a pesar de todos los golpes bajos, a pesar de todas las falsedades, a pesar de todas las maniobras arteras como una demostración de la superioridad de la libre empresa. Porque cada infamia, cada difamación lanzadas contra mis argumentos destacará aún más la posición rectilínea e inobjetable de este AVANCE» (Jorge Zayas, «Lenin y Cuba», en El Avance Criollo, 17 de noviembre de 1959, p. 1).

En esa misma edición del diario Pedro Leyva en su habitual columna Pan Criollo se defiende de los dardos venenosos con que han sido calumniados los periodistas de Avance, fijando una vez más su posición ideológica. Sus palabras presagian y señalan la tormenta a que estaría sometida la prensa conservadora y liberal cubana en los próximos meses. Su alegato no deja lugar a las dudas:

«Jamás he dicho que el Gobierno de la Revolución es comunista, aunque sus tácticas y técnicas en estos últimos tiempos se asemejan bastante a las usadas por los estacionarios de Carlos Tercero. Combato y combatiré el comunismo por su doctrina totalitaria; por su filosofía materialista y su persecución a la libre determinación del individuo. La planificación de la economía, la redistribución de las riquezas y un mejor y más humano trato para los hombres, no son precisamente los paradigmas que puedan enarbolar las huestes de la hoz y el martillo. […] El periódico Hoy no ha sufrido un solo embate público por el Gobierno Revolucionario, mientras que la prensa conservadora de nuestro país, sin excepción alguna, ha sido vilipendiada por los oficiosos. No escapa tampoco la prensa liberal, de insospechada militancia democrática» (Pedro Leyva, «Entre llamas», en El Avance Criollo, 17 de noviembre de 1959, p. 20).

Pedro Leyva en su habitual columna en Avance publica un artículo donde señala la inexistencia de pruebas concretas contra Huber Matos para encarcelarlo.

Para el nuevo régimen la inclaudicable línea democrática del director de Avance y su decidida denuncia de las tácticas comunistas eran un escollo que había que eliminar, cuando en noviembre de ese año se celebran elecciones libres en la principal organización obrera del país la CTC y los comunistas son rechazados en su mayoría, Fidel Castro anula esas elecciones e impone a un puñado de dirigentes comunistas, un caso bien sonado fue el del músico Manolo Fernández elegido por abrumadora mayoría como presidente de la Asociación de Artistas de Cuba y obligado a renunciar por la dirigencia de la CTC debido a su conocida posición anticomunista, la táctica es denunciada por el director de Avance el 15 de diciembre con un título muy elocuente: «Democracia made in Moscú«.

Otro de los acontecimientos relevantes de aquel histórico momento fue el juicio en diciembre de 1959 al Comandante Huber Matos acusado de traición y sedición a la Revolución. Avance al igual que el Diario de la Marina recogió el testimonio del abogado defensor de Matos Francisco Lorié Bertot, quien hubo de defenderse de las acusaciones de complicidad con el gobierno de Batista que sobre su persona los voceros oficiales propalaron simplemente por asumir la defensa de Matos en el juicio. Es de destacar que al siguiente día de comparecer Raúl Castro como testigo del fiscal en una exposición de más de cuatro horas Pedro Leyva en su habitual columna en Avance publica un artículo donde señala la inexistencia de pruebas concretas contra Huber Matos para encarcelarlo, Leyva fue muy claro:

«El Comandante Castro no aportó prueba alguna contra el Mayor Matos. Se refirió solamente a consideraciones de índole personal y apreciaciones particulares sobre cómo debe actuarse en la Revolución en su criterio. Enfatizó también que no acusaba a Matos ni de malversador ni de ladrón. Pero sí de traidor. Y no creemos con lo que expuso el Ministro de las Fuerzas Armadas, que pudiera probarse» (Pedro Leyva, «Pan criollo», en El Avance Criollo, 14 de diciembre de 1959, p. 18).

Trabajos como ese no podían ser del agrado de los Castro, por ello el diario de Jorge Zayas fue apodado por los panfletistas de Revolución como «Retroceso» y durante el último mes de 1959 y el primero de 1960 vivió bajo el permanente ataque de los voceros oficiales.

Leyva analiza una por una las acusaciones que pesan contra el Comandante de Cieneguilla y señala que carecen de fundamento y no pueden sostenerse, al periodista le bastó buscar la acepción que de Traición, Conjura, Sedición y Conspiración aparecen en el diccionario junto a la contextualización de los hechos para desmontar las acusaciones y culminar así: «Se está juzgando el derecho a pensar, el derecho a opinar, el derecho a disentir, y eso parece a todas luces que en Cuba constituye un delito» (Pedro Leyva, «Pan criollo», en El Avance Criollo, 14 de diciembre de 1959, p. 18).

Trabajos como ese no podían ser del agrado de los Castro, por ello el diario de Jorge Zayas fue apodado por los panfletistas de Revolución como «Retroceso» y durante el último mes de 1959 y el primero de 1960 vivió bajo el permanente ataque de los voceros oficiales. Al ser anunciada la disposición de la coletilla en plena Navidad Zayas no tendría contemplaciones en su crítica con el nuevo papel de verdugos que ahora asumían las autoridades periodísticas del país. Su artículo es una de las más demoledoras refutaciones que he hallado a la conocida coletilla:

«¿De cuándo acá abundan en las empresas periodísticas los zahoríes que sean capaces de determinar, ante un cable cualquiera autorizado por el Director, que no se ajusta a la verdad ni a la más elemental ética periodística, ni cuándo esa función ni responsabilidad de los empleados de un diario, si después de muchos siglos de civilización y de filosofía de la ocurrencia no se ha podido definir la verdad sino como la materia de los mil matices diferentes, ni tener en derecho como válida otra interpretación que la que de ella haga en cada caso, inclusive cuando se trate de cables, el director o editor responsable de cada publicación?».

La aplicación del acuerdo de referencia, por otra parte, significaría una verdadera Revolución en la jerarquía interior de cada periódico, pues además de las autoridades consagradas por el uso y destacadas por la empresa, se alzaría una más, la de los empleados, con el veto de su aclaración sistemática, con lo que enseguida las redacciones se convertirían en nuevas Torres de Babel, y el periodismo independiente, coordinado y de horario fijo sería imposible» (Jorge Zayas, «Imitando para disparar», en El Avance Criollo, 29 de diciembre de 1959, p. 1 y 16).

«Hay libertad de prensa mientras uno se atreva a utilizarla».

Ya en el exilio el propio Zayas hizo una relación cronológica del acoso al que estuvo sometido el periódico a finales de 1959 hasta que se vio obligado a abandonar el país, en esa relación el periodista hace alusión a las ocasiones en que funcionarios del gobierno o grupos pedían la intervención o clausura del periódico (Memoria de la XVI Asamblea General de la SIP, Informe del señor Jorge Zayas, octubre de 1960, Bogotá, Colombia, pp. 149-159). Empezaba a crearse en el país un estado de terror para acallar cualquier voz crítica.

En los primeros días de 1960 el director de Avance concede una entrevista al canal de televisión norteamericano CBS y ofrece su visión sobre el estado de la libertad de prensa en el país, el periodista dice que «hay libertad de prensa mientras uno se atreva a utilizarla». Así señala los evidentes límites y el acoso al cual está siendo sometida la libertad de expresión en el nuevo contexto, pero Zayas va más allá y habla de la infiltración comunista en el Movimiento 26 de Julio y de las tendencias dictatoriales de Fidel Castro («Habló en la CBS el Dr. Zayas», en El Crisol, 11 de enero de 1960, pp. 1-2).

Su periódico era una piedra en el zapato del nuevo proyecto totalitario y había que deshacerse prontamente de él. Apenas unos días después de la entrevista con la CBS llegaría la hora final de Avance, su director se niega a que el llamado Comité de Libertad de Prensa le imponga la coletilla y decide que el diario no saldrá con esas aclaraciones, pero los talleres son tomados por un grupo de obreros y periodistas alentados por el Gobierno y sacan el periódico en contra de la voluntad del director obligándolo a abandonar su empresa y tomar el camino del exilio. El despojo se había consumado. Lo que en ese momento era conocido como «lock-out» se hacía realidad. La voluntad de equilibrio del régimen era ya una farsa, aunque algunos de los dueños de diarios y revistas todavía no podían vislumbrarlo. A lo largo de 1960 Jorge Zayas se dedicaría a denunciar por toda América Latina el atropello a que estaba siendo sometida la prensa cubana, pero sus denuncias no pudieron impedir que todos los medios cayeran más temprano que tarde.




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