Las olas de calor ponen al límite la resistencia humana

Con temperaturas que se disparan a niveles sin precedentes, el mundo asiste a una escalada de crisis de calor extremo que pone a prueba los límites de la supervivencia humana y deja al descubierto las nefastas implicaciones del calentamiento global descontrolado, según un artículo publicado hoy por ‘The Washington Post’.


Récords de calor: Una alarma mundial

En la última semana, numerosos récords de temperatura en todo el mundo se han derrumbado bajo el calor agobiante. En China se batió el récord histórico de 126 grados Fahrenheit (52,2 grados Celsius), mientras que en el Valle de la Muerte, en Estados Unidos, el mercurio alcanzó los 128 grados Fahrenheit (53,3 grados Celsius), a sólo dos grados de la temperatura más alta medida de forma fiable en la Tierra. En Phoenix, los residentes se preparan para un inédito decimonoveno día consecutivo con temperaturas iguales o superiores a 110 grados Fahrenheit (43,3 grados Celsius). Mientras tanto, en Oriente Próximo, el índice de calor alcanzó unos alarmantes 152 grados Fahrenheit (66,6 grados Celsius), peligrosamente cerca —o posiblemente por encima— de la intensidad máxima que puede soportar el cuerpo humano.

“Estas condiciones extremas pueden desbordar la capacidad del cuerpo para regular su temperatura interna”, afirma Cascade Tuholske, profesor adjunto de la Universidad Estatal de Montana, que destaca las implicaciones letales de tales temperaturas. “Sabemos que estas temperaturas extremas están matando gente ahora mismo”, advierte Tuholske.


El sistema de refrigeración del cuerpo humano, bajo presión

En condiciones de calor extremo, el cuerpo humano dispone de un número limitado de defensas para enfriarse. Aparte de ayudas externas como el aire acondicionado, los ventiladores o la sombra, el principal mecanismo de defensa es la sudoración. Este proceso transfiere el calor del cuerpo al aire a medida que el sudor pasa de líquido a vapor. Sin embargo, la eficacia de este mecanismo de refrigeración disminuye bruscamente cuando el calor y la humedad son elevados.

“El sudor sólo es eficaz para enfriar nuestro cuerpo si se evapora”, explica Larry Kenney, profesor de la Universidad Estatal de Pensilvania, que estudia las respuestas fisiológicas al calor. Cuando el sudor permanece en la piel o gotea, significa deshidratación sin ningún efecto refrescante, lo que agrava el riesgo de insolación.


La temperatura del bulbo húmedo: Una medida del peligro

La temperatura global de bulbo húmedo, una métrica que tiene en cuenta una combinación de temperatura, humedad, velocidad del viento, ángulo del sol y nubosidad, es fundamental para comprender el impacto del calor en el cuerpo humano. A diferencia del índice de calor, que se eleva sobre la temperatura del aire en función de la humedad, la temperatura global de bulbo húmedo es una medida del riesgo real que el calor supone para la salud humana.

Las investigaciones de Kenney indican que los mecanismos de refrigeración del cuerpo humano luchan por funcionar eficazmente cuando la temperatura global del bulbo húmedo alcanza los 95 grados Fahrenheit (35 grados Celsius). Incluso para las personas jóvenes y sanas, la exposición a tales niveles de calor y humedad puede sobrecargar el corazón y hacer que la temperatura corporal aumente sin cesar, lo que hace que el calor extremo sea especialmente peligroso para las personas mayores y las que padecen afecciones cardiacas preexistentes.




El aumento vertiginoso de las temperaturas de bulbo húmedo: Una preocupación mundial

La intensificación de la crisis de calor y humedad no se limita a una o dos partes del mundo. Los datos del Aeropuerto Internacional del Golfo Pérsico, en Irán, mostraban recientemente temperaturas superiores a los 100 grados (35 grados Celsius), con el aire casi saturado de humedad. Esto se tradujo en una temperatura de bulbo húmedo de 92,7 grados Fahrenheit (33,7 grados Celsius), un nivel que plantea graves riesgos para la salud.

En Estados Unidos, los datos del Servicio Meteorológico Nacional pusieron de relieve que las temperaturas de bulbo húmedo en los estados del suroeste y sureste rondaban peligrosamente entre los 80 y los 90 grados Fahrenheit (26,6 y 32,2 grados Celsius). Según una investigación publicada en 2020, esas altas temperaturas de bulbo húmedo se han venido produciendo con más del doble de frecuencia que desde 1979, lo que indica una tendencia alarmante.


El efecto El Niño y el aumento de las temperaturas globales

Las condiciones extremas de este año se están produciendo junto con un aumento significativo del calor global, que los científicos atribuyen a los efectos combinados de un patrón climático de El Niño que calienta el planeta y el calentamiento impulsado por los gases de efecto invernadero. La Tierra experimentó un calor récord en junio, una tendencia que se extiende a los océanos del mundo.

Los residentes de Florida, normalmente acostumbrados a las altas temperaturas, están lidiando con un calor y una humedad récord. Las aguas oceánicas que rodean el estado se han acercado a los 100 grados Fahrenheit (35 grados Celsius), ofreciendo poco respiro al calor. 

En resumen, el verano de 2023 está siendo un duro recordatorio de los efectos del cambio climático. “Es uno de los más calurosos, si no el más caluroso y peligroso”, advierte Tuholske. Mientras el mundo sigue lidiando con la escalada de calor, se subraya la urgencia de una cooperación mundial y una acción eficaz contra el cambio climático para mitigar condiciones tan extremas en el futuro.





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