Inmersa en cuestiones metodológicas sobre cómo presentar nuestro trabajo, repienso la necesidad de entender y explicar lo que hacemos. Para aterrizar este asunto en un ejercicio donde el creador puede valorar la importancia de definir su práctica artística, es interesante acercarse a algunas consideraciones sobre: “La honestidad del statement”.
Selecciono a un artista para que se manifieste acerca del tema desde sus experiencias y extienda la convocatoria a otro colega, dejando abierta la posibilidad de ejecutar una cadena de invitaciones. En esta entrega les comparto la primera intervención de “Challenge” por Nicolás Sánchez Noa.
Sobre la culpa y lo que un statement no es (en 300 palabras).
[…] En mi declaración asumo toda la responsabilidad de mis actos, gestos y acciones […] entre tanto mis palabras fueron puestas ahí por alguien más, mientras fui educado.
No se trata de emitir un criterio u opinión amparada en la subjetividad de la experiencia individual, ni polisemia, ni lectura desde la memoria acumulada o de los referentes culturales […] es una declaración.
No es el aplauso dentro del ruido plural desde el graderío, no es expresión coral del momento, menos es consenso general […] no se salta juntos al vacío, ni sobre el público.
No es el alegato que funge como fortaleza de la abstención, en el justo momento de mancharse las manos mientras todos miran […] menos aún, escrito con el borrador en la otra mano.
No es la pantalla de humo para salvaguardar la huida, ni matojo con abundante follaje para sacudir el rastro que en el trillo queda […] Se dice al entrar, no en la salida.
No insta a rimar, ni las flores dentro la manga o las volutas llenarán el espacio, donde solo caben golpes sobre la mesa antes de hablar […] no pones marcador en los bordes del papel, de una declaración jurada.
Temer a la mancha si escribes a tinta, temblar antes de ser oído, servir el plato tibio […] nada de eso fue lo que vinimos a ver.
Traicionar […] o según la más acertada definición en el presente, traducir al centurión para salvar el cuello.
Tan vano como gastar monedas al contratar los servicios de un sicario el día de la oratoria, es invitar a declarar cohecho a autores muertos; no hay autoría intelectual en una riña de comedor, solamente desacuerdo manifiesto.
La masa enardecida, detrás de ti, vino a ver golpes; vino a verte desbancar un par de asideros manidos. Quieren ver viejos encanecidos morder el polvo, quieren una pelea desigual.
La culpabilidad de enumerar tus pretensiones de hacer, se lavan con la consecuencia; al quedarse en el mero lugar del hecho culposo.
Honesto, fue el Culpable…
Galería
Alberto Alejandro Rodríguez: La curaduría… una obra más
“Mis circunstancias me han llevado a asumir el papel de artista y también, prácticamente de manera inconsciente, el de curador y mediador”.