Víctor Piverno: El curador padece un efecto ‘ready-made’

Cuando se habla de la autodeterminación de los autores para mostrar su trabajo, me cuestiono las funciones y el papel de los llamados intermediarios. Para aterrizar este asunto en un escenario donde el creador ha validado históricamente la autonomía de su proyección, es interesante acercarse a algunas consideraciones sobre: “El rol del curador en una exposición personal”.

Selecciono a un artista para que se manifieste acerca del tema desde sus experiencias y extienda la convocatoria a otro colega, dejando abierta la posibilidad de ejecutar una cadena de invitaciones. En esta entrega les comparto la primeraintervención del “Challenge” por Víctor Piverno.



Es poco habitual que construya piezas aisladas o independientes, me cuesta hacerlo. Mi trabajo busca construir articulación y relaciones entre los objetos, devenidas en presentación. Por esta razón mis prácticas vinculadas a la figura del curador son menores. Muchas piezas están hechas para ubicarme como su creador-curador, digamos que forma parte de su diseño. 

Sin embargo, un curador es un agente necesario, para nada desechable como se estima muchas veces entre artistas. Quizás porque en Cuba tenemos que ser todo en uno. Llegamos a las galerías cargados de herramientas a falta de montadores, con accesorios a falta de soluciones, con pintura a falta de claridad. No nos permitimos un retraso mayor que lo que ya puede implicar exponer. Entonces, solo nos queda el escepticismo acentuado de la ineficiencia y empezamos a trabajar. Tampoco es un problema endémico de Cuba, donde he disfrutado de eventos y expos excelentemente curadas; pero sí es notable la ausencia de figuras curatoriales, más aún cuando infinidad de catálogos aparecen copados con nombres de relleno. 

He tenido experiencias enriquecedoras con curadores. Tal es el caso de la muestra bipersonal que hice en la galería Reinisch Contemporary Graz (Austria), junto a Anton Petz, curada por Günter Holler-Schuster, que empastó dos muestras sonoras al unísono en la misma ciudad. Una de Constantin Luser en el Kunsthaus y a poca distancia mis esculturas PREié en una galería privada de la ciudad que vio nacer la música dodecafónica con Arnold Schönberg. Aquí, Günter enlaza coincidentemente el Museo con la Galería, la tradición sonora con la imagen en dos propuestas distintas pero que marcan un recorrido, un mapa, un viaje. A pocos minutos de la inauguración, cuando inicié un performance junto a 25 músicos del conservatorio, le pregunté al galerista y al curador si la prolongación de la acción suponía una dificultad. A lo cual respondiero: “¡Si viene la policía, mejor!”.

Muchas veces pienso que el curador padece un efecto ready-made; que ya no busca, con razón, la idea romántica de descubrir al artista desconocido encerrado en su taller. Los artistas contemporáneos han movido su estudio a todas partes y les cuesta ser anónimos. Entonces, el curador encuentra a un artista “ya hecho” y lo presenta a una comunidad global desde una estructura actualizada. Su función radica en comunicar sin llegar a ser periodismo, pero sí con una estrecha relación con el presente. El curador es un proyectista de puentes que proporciona un acceso creativo. Es un negociador y su arma fundamental es su estrategia, mientras que el artista es lo inesperado.

En la galería El Apartamento, en junio de 2018, presenté la muestra A TIME FOR US/ Escena #6, cuya curaduría estuvo asistida entre los especialistas de la galería y Balada Tropical —grupo del cual formo parte—. Esta simbiosis se produjo por las estructuras cinematográficas que construimos para el show; pero sin dudas la eficacia conjunta entre el conocimiento del espacio y el seguimiento de mi trabajo por parte de Lida Lilian Sigas y Aurora Carmenate, y la visualidad contruida entre la colectividad de Balada, precisaron la solidez de este proyecto expositivo. Aquí nació un modo de hacer, una idea en la que continúo trabajando y gran parte de ello se debe al ejercicio de curar.

Sin embargo, hay algo peligroso en la figura del curador y son los beneficios. La esclavitud que suponen los beneficios:

La construcción de los artistas diva y el cardumen sensible.

La forzada puesta en práctica de lo teórico imposible. 

El vicio de la apuesta. 

La permanencia excesiva en el presente.

La persecución neurótica por atrapar el fantasma colectivo.

El nadar en todas las aguas tiene sus consecuencias y es inevitable desconfiar.


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#FAQs: Hacia dónde se proyectará ʻChallenges del Arte Emergente’

Evelynn Alvarez

Para cada tema pienso seleccionar un artista, este seleccionaría a otro y así sucesivamente; sin procurar una cadena de invitaciones interminable. Creo que la práctica misma pondrá el ‘stop’, ya veremos cómo va saliendo eso.