En la escena contemporánea cubana, Adonis Ferro (La Habana, 1986) es uno de los artistas más versátiles y relevantes. Sus obras mutan desde pintura hasta performance, desde materiales hasta inmateriales, desde objetuales hasta gestuales.
Con una larga serie de Desconciertos que recorre toda su carrera, expone piezas que se mueven en el plano de lo emocional, lo sensitivo y lo experimental. Sus shows suelen crear situaciones inmersivas que introducen en nosotros estados de desconciertos.
Adonis Ferro hace que el desconcierto se convierta en un hecho visual. El desconcierto pueden ser unos cuerpos embarrándose de comida en un banquete, unas madres discutiendo frente a sus hijos, un niño pintando las paredes de una galería, una lucha de esgrima sin heridas visibles, un selfi del artista con los ojos cerrados.
Como artista, sueles darle muchísima importancia a la preparación previa de una obra. Por lo general, los planes, bocetos y cavilaciones por las que empiezan tus piezas, antes de materializarse, suelen incluirse en tus catálogos. ¿Cómo nacen las ideas de tus Desconciertos? Háblanos un poco de tu proceso creativo.
He visto que has incluido seis preguntas en esta entrevista. Ni más ni menos. Es muy posible que este número no simbolice nada, que sea el resultado natural de tus dedos componiendo con letras y espacios en el ordenador. O quizás la acumulación de interrogantes que me relacionan con tus investigaciones. En cualquier caso, comienzan en la intimidad para luego convertirse en suceso colectivo: la lectura.
Digamos que de esta forma también funciona el proceso creativo y la puesta en escena. Uno comienza por la inspiración, luego pasa a un proceso de decantación. Es decir, de todo lo que nos inspira, intentamos quedarnos con aquello que más se aproxima a nuestro lenguaje.
Luego viene la acumulación en foma de bocetos, apuntes, ideas sueltas. Y en la fase de producción también nacen nuevas interrogantes que están relacionadas con materiales y contextos.
Otras obras se saltan todo lo anteriormentre descrito y son como una suerte de súbito: nacen, se desarrollan y se dejan mostrar sin la necesidad de ser productos de una investigación consciente.
Como ves, mi respuesta no es definitiva. Tampoco el proceso creativo.
La performatividad es, sin duda, un elemento medular en tu producción. Aunque no sueles poner el cuerpo, tus ideas se corporizan mediante otros performers, actores y hasta el propio público. En las obras que resultan en performance, ¿cómo es la experiencia ideando, dirigiendo y exponiendo este tipo de piezas?
Es verdad, en los últimos ocho años he dedicado una gran parte de mi trabajo a este “tipo de obra”. Desde el principio percibía que los cuerpos ajenos —junto al uso de objetos y espacios— podían ofrecer respuestas más cercanas a mis inquietudes.
Entre mis obsesiones pudieran localizarse una estrecha relación entre lo privado/público y el sonido/silencio. Digamos que me veo como un constructor de dispositivos que activan la performance, tanto en los performers involucrados como el púbico en general. Este dispositivo pudiera darse en forma de escultura, pintura, incluso suceso.
Un ejemplo claro de esto fue la construcción de tres esculturas sonoras (El banquete Desconcierto 9), donde se convocaron a músicos para llevar a cabo su interpretación. Como ves, se ha construido un dispositivo que, fusionado con el cuerpo, produce una experiencia que integra escultura-cuerpo-espacio-espectador de forma horizontal. Desplazando las jerarquías en arenas movedizas, convirtiendo el espacio de exhibición en un centro de confluencias.
En tus performances y happenings, el público suele tener el protagonismo suficiente para decidir cuándo una obra empieza o termina. ¿Cuáles han sido las reacciones del público durante tus openings?
Durante una hora cien personas descalzas, vestidas de negro y bajo una luz rectangular aplauden sin parar. Comienzan desmotivadas, o parecen estarlo. Al pasar los primeros quince minutos se aceleran las manos, sus ropas se agitan a mayor velocidad y el estruendo sonoro invade toda la sala.
Los espectadores se han mantenido ajenos a participar, callados dan vueltas alrededor de este rectángulo iluminado. Al pasar estos primeros quince minutos, algunos se motivan y contagian: tímidamente silban, aplauden, sonríen. Nadie conversa, reservan sus bocas para emitir sonido o silencio, sus brazos para endurecer o aplaudir.
Al transcurrir cuarenta minutos, vemos personas abandonar la sala al tiempo que aumenta la euforia en otrxs en forma de aplausos, lágrimas, risas. Al culminar esta hora de aplausos queda la luz rectangular en el suelo y el vacío listo para ser ocupado por los espectadores.
Nadie volvió a ocupar esta zona de la sala, como si de un espacio sacro se tratase o simplemente esperando el regreso de los cien performers. Este Rectángulo Desconcierto 10 es un claro ejemplo de cómo puede darse la interacción en uno de los trabajos.
Además de artista visual, escribes poesía. El texto es también en tu producción un soporte artístico. ¿Cómo ha influido la literatura en tu trabajo? ¿Cómo se retroalimenta lo textual y lo visual en tu obra?
En el instagram @adonisferrostudio hemos puesto como una especie de exergo introductorio: ¿La poesía nos devolverá lo que nos arrebataron los gobiernos?
En esta línea se concentra mucho de lo que pienso al respecto. Es una pregunta que pareciera una respuesta. Siento una gran admiración hacia la literatura. Siempre me ha parecido un desafío convertir la realidad en signo textual. El poeta como traductor, un traductor que padece vértigo una y otra vez en el intento de trazar una trayectoria.
Una pregunta recurrente durante toda tu carrera es el hecho de que no provengas de la academia, aunque eso no ha sido impedimento para posicionarte como uno de los artistas contemporáneo más reconocidos del circuito del arte cubano. ¿Crees que ese hecho ha sido determinante, para bien o para mal, en tu producción artística?
Esto no debiera ser relevante a la hora de validar a un artista o una obra, pero en algunos contextos puede ser más complejo. En el caso de Cuba, es un desafío no ser egresado de las escuelas de arte. Sobre todo, porque esto te invalida para obtener un documento llamado Registro del Creador, sin el cual no podrás exhibir en las galerías del gobierno; las cuales, por muchos años, han sido el espacio de legitimación por excelencia.
Por consiguiente, podemos imaginar que tener visibilidad y reconocimiento como artista sin estudios académicos es un viaje con muchos contratiempos. No obstante, he tenido el apoyo y compañía de artistas que admiro y respeto, como Nestor Siré, Luis Manuel Otero, Ricardo Miguel, Yonlay Cabrera, Infraestudio. Todos de la misma procedencia autodidacta.
Me sentido bien acompañado de ellos y de muchas otras personas que han apostado a lo que hago. A nivel global, podemos encontrar artistas increíbles con una producción desprejuiciada y que vienen de disciplinas tan diversas como la música, las matemáticas y hasta la medicina. Igual en varios contextos se están replanteando el sistema educacional, porque al parecer estos modelos establecidos dejan de ser tan útiles o carecen de efectividad ante la sociedad actual.
Para concluir, ¿podrías compartirnos algún adelanto de tus próximos Desconciertos?
En este momento estoy diseñando varios dispositivos en forma de esculturas sonoras y esculturas mudas. También he vuelto a la pintura. Estoy trabajando en una serie de pinturas sonoras que me tiene motivado. Como ves, el sonido/silencio está tomando más protagonismo. Privilegiar el sentido de la escucha en diferentes formatos.
Adonis Ferro (galería)
© Imagen de portada: Adonis Ferro por Anyelo Troya.
Kiyo Gutiérrez: la performance es una matrix
Lo que yo hago solo puede hablar desde mi postura y desde esta me pregunto ¿cuál es el papel de las mujeres blancas y /o mestizas dentro de la lucha decolonial?