Lo inimaginable en la fotografía de Eldy Ortiz

Tanto el acuartelamiento como las acciones anteriores frente a las estaciones de policía, durante cuatro días en total, respondían a nuestro deseo de exigir la liberación del rapero Denis Solís González, miembro del Movimiento San Isidro, que había sido detenido el día 9 de noviembre a unas cuadras de su casa y al que se le había hecho un juicio sumario dos días después, sin derecho a avisar a su familia o a contratar abogado.[1]

Así relata la historiadora del arte y activista Anamely Ramos lo que desembocaría en el acuartelamiento de los miembros del Movimiento San Isidro, acompañados por algunos amigos en la casa del artista y también activista Luis Manuel Otero Alcántara, situada en la calle Damas 255 del barrio San Isidro, en La Habana Vieja. La huelga de hambre y sed a la que se sometieron varios de los acuartelados para continuar los reclamos por la libertad de Denis Solís desde el 18 de noviembre de 2020 fue interrumpida por el gobierno cubano al ordenar a los órganos represivos irrumpir en la casa y llevárselos a todos detenidos durante la noche del 26.


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De la serie ‘Pneuma’, de Eldy Ortiz.


Conocí al artista Eldy Ortiz el 26 de noviembre por la mañana, cuando se sumó a la lectura de poesía que, como protesta por el cerco policial que nos impidió visitar a los acuartelados, habíamos comenzado el día anterior en el parque de la iglesia de Paula, a unas pocas cuadras de la casa de Luis Manuel Otero. Ortiz expresaba así su solidaridad con Anamely Ramos, quien había sido su profesora en el Instituto Superior de Arte de La Habana.

Al día siguiente, el 27 de noviembre, a causa de la represión gubernamental contra los miembros del Movimiento San Isidro, tuvo lugar la manifestación más grande de los últimos sesenta años por parte de las élites de creadores frente al Ministerio de Cultura. Eldy Ortiz fue el primer fotógrafo en llegar al lugar y registrar las conversaciones y controversias previas a la aglomeración de las casi mil personas que por allí comenzaron a pasar a partir de las cuatro de la tarde.

Los “instantes de verdad” de esos días de noviembre registrados por Ortiz se insertan en la tradición documental y épica —asumiendo como tal el acuartelamiento del Movimiento San Isidro y la manifestación del 27N como consecuencia— a la que han aportado imágenes la mayoría de fotógrafos cubanos.


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De la serie ‘Pneuma’, de Eldy Ortiz.


A las imágenes –parafraseando a Georges Didi-Huberman– no se les exige toda la verdad; ni tan siquiera se les pide una verdad específica. En todo caso, se trata de no dejarlas relegadas porque puedan parecernos simples capturas de un instante determinado. Esto entraña no obviar sus relaciones y complicidades para con nosotros, sus sincronías con nuestras experiencias y su genio ontológico.

Si alguna verdad transmiten las fotografías tomadas por Eldy Ortiz entre el 26 y 27 de noviembre, es la de imaginar lo insoportable: la verdad de la espera por el dato del terror.

Hablo del terror sistémico que soporta la vida política de la sociedad cubana; el terror institucionalizado con el que esta suele permear su cotidianidad. Hablo de una sociedad que rinde culto a su existencia distinguiendo entre amigos y enemigos, edificando así la identidad del terror sobre y para la discordia política –entre revolucionarios y contrarrevolucionarios– sin compasión con parentescos y consanguinidades.


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De la serie ‘Pneuma’, de Eldy Ortiz.


El terror se manifiesta soberano, abriendo paso a la autoridad de líderes gubernamentales y cuadros políticos de la cultura. Por eso unos y otros desaprueban cualquier diferenciación entre política y violencia, entre derecho y represión. Más que el sacrificio individual, el terror en cuestión pretende connaturalizar el miedo colectivo. Mientras más arbitraria sea ejecutada la violencia, mayor será el calado del terror en los ciudadanos.

Eldy Ortiz retrata a quienes esperábamos saber, entre gestos de enojo y desasosiego, cuánto han padecido las víctimas del terror gubernamental. Qué les han hecho y qué les harán los órganos represivos, adónde se las llevaron detenidas y cuándo les permitirán regresar a casa, se volvieron preguntas incontestables durante el 27 de noviembre y los días posteriores.

Por eso digo que los retratos hechos por Ortiz datan el terror: relatan los gritos y las demandas contra los funcionarios totalitarios que lo ordenan y ejecutan; los mismos que formalizan ese tándem disciplinario compuesto por la Seguridad del Estado y el Ministerio de Cultura.


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De la serie ‘Pneuma’, de Eldy Ortiz.


Dichos retratos comprenden el doble régimen de la imagen, estético e histórico, discutido por Georges Didi-Huberman en Imágenes pese a todo (2004). Régimen que da soporte a lo inimaginable como experiencia, como “palabra trágica que se refiere al dolor intrínseco del acontecimiento y a la dificultad concomitante de ser transmitido”.

Se trata, cuando me refiero a lo inimaginable, de una noción necesaria tanto para quienes se esfuerzan por contar los hechos terroríficos –sin que ello conlleve ser testigo presencial– como para quienes se interesan por entenderlos.

Este doble régimen de la imagen también se concentra en la fotografía conceptual de Eldy Ortiz. Pienso en S/T (Deberíamos convertirnos en los censores despiadados de nosotros mismos)S/T (Carneros)S/T (Alegría); e incluso en la reciente serie Pneuma, aunque parezca alejada de lo que vengo argumentando.

Se ha dicho que, al no titular su obra, el artista la separa de la realidad. También se ha dicho que nombrar una obra sin título, no implica que eluda sus referentes reales. Se ha dicho inclusive que el bautismo Sin Título (S/T) convierte al espectador en un ente activo ante la obra.


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De la serie ‘Pneuma’, de Eldy Ortiz.


Yo diría que en las fotografías no tituladas por Eldy Ortiz, tanto las de corte documental como las conceptuales, el S/T es una declaración que replica al imaginario de lo inimaginable. Elegir no titular una escena, no otorgar nombre de pila a un momento –aun cuando se subtitule entre paréntesis–, nos conduce más allá del hecho del no otorgamiento o sustracción de identidades; lo que entraña, con relación al contexto cubano y la obra de Ortiz, prestar atención a la homogeneización: a la no diferenciación constitutiva de las sociedades totalitarias.

Hablo de la indiferenciación, por ejemplo, de la precariedad que consume todos los ámbitos sociales, y por supuesto, las prácticas ideológicas y espirituales, sean o no institucionales. Me refiero al desgaste del buen hacer y saber, lo que incluye una parte relevante de las prácticas artísticas.

Reaparece, entonces, lo inimaginable, en las series conceptuales de Eldy Ortiz, para afirmar una mirada y una postura ética que delinea lo adverso de dicho contexto.




Nota:
[1] Anamely Ramos: “El acuartelamiento de San Isidro como comunidad emocional”.




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© Imagen de portada: Eldy Ortiz.




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