El tattoo poco a poco se ha posicionado, convirtiéndose en una de las manifestaciones más populares en nuestros días. El arte de tatuar es tan longevo como cualquier otra rama del arte. Ha llegado a ocupar una gran área de nuestra vida común. Un gran porciento de personas porta al menos una pieza en su piel.
En la actualidad es muy fácil su acceso ya que existen muchos estudios de artistas con variedades en cuanto a condiciones, estilos, etc., pero esto no siempre fue así, pues durante mucho tiempo mitos y tabúes hacían del tatuaje algo banal y mal visto.
Cuba no pasa de esos males. Sin embargo, muchos artistas prevalecieron gracias a la fidelidad a sus convicciones, convirtiéndose hoy en los artistas consagrados y respetados por todo el gremio. Así pasa con la artista Yenisley Castellano Vicente, tatuadora de Yenitattoo que, con casi veinte años de experiencia ha pasado por disímiles situaciones en este mundo. Atravesando diferentes etapas y complejidades, no solo con respecto al arte sino en cuestiones de insumos, conocimientos y, sobre todo, por mantenerse firme a las miradas que la juzgan por su oficio, por el hecho de ser mujer y no entrar dentro de los “estándares convencionales” que exige la sociedad. Por dicha razón, Yenisley merece todo el crédito que con el tiempo ha sembrado. Sin más rodeos, les presento su humilde opinión y un poco de su experiencia acerca del tattoo en Cuba.
¿Cómo ves la evolución del arte corporal en el transcurso de los años?
La verdad es que, indiscutiblemente, aunque en este país sea un poco más lento que en el resto del mundo porque el desarrollo y la información siempre llegan retrasados, aun así ha evolucionado de una manera increíble. Antes no había ninguna información, no teníamos Internet, no teníamos noticias, no podíamos actualizarnos en cuanto a técnicas o materiales o equipos y cosas como esas. Trabajábamos en muy malas condiciones y había que hacerse casi siempre uno mismo los catálogos o dibujar los diseños a mano porque no había papel esténcil, no había impresora. Creo que la mayoría no teníamos celulares, ni cámaras, hace dieciocho años atrás, que fue cuando yo comencé a tatuar.
Como soy de la vieja escuela, los métodos para trabajar eran muy antiguos, eran muy precarios porque apenas había par de máquinas caseras y algunas tintas que eran casi siempre tintas chinas. No era material adecuado para hacer tatuaje, pero aun así aprendí guiándome por dos o tres tatuadores. Sobre todo por mi tío, que llevaba más años que yo tatuando y considero que estar a su lado me enseñó más rápido de lo que me pude haber tardado en todo esto.
Ha evolucionado en todos los sentidos. Ahora a las personas no solo le toma menos tiempo aprender y desarrollarse; en las técnicas y en los diseños se nota mucho el desarrollo, la evolución de pensamiento de la manera de trabajar en estos momentos a hace diez años atrás.
¿Cómo lograbas obtener materiales de trabajo? ¿Cómo lo logras hoy?
Cuando empecé, algunos materiales me los inventaba yo; otros me los conseguían, sobre todo a través de mi tío o de algún otro tatuador. Eran muy pocas cosas, la verdad, porque cuando eso había muy poca información sobre la higiene y esas cosas. Casi todo el mundo trabajaba en las mismas malas condiciones. Las tintas eran de imprenta.
Así me mantuve un tiempo, hasta que mi tía en Estados Unidos comenzó a traerme algunas cosas: máquinas buenas, tintas y agujas para tatuaje. Cada vez que venía o tenía la oportunidad de mandar algún paquete, ella siempre me mandaba cosas para yo trabajar. Gracias a eso, por lo menos en la localidad donde yo vivía, era la única que tenía materiales de alta calidad.
Ahora mismo, los materiales han tomado, como el resto de las cosas en el país, unos precios escandalosos; pero es de la misma manera: son personas que los traen y los venden o personas que los tienen almacenados y ya no los van a usar y los venden. En mi caso, igual tengo parientes en el extranjero que por una vía o por otra me hacen llegar los materiales. Afortunadamente, cuando empezó todo esto de la cuarentena tenía muchas cosas guardadas, almacenadas por tiempo y gracias a eso he podido trabajar mucho tiempo.
¿Te han afectado los tabúes sobre el tattoo en Cuba?
Esto de los tabúes es una cruz. Es una cruz que carga todo tatuador, porque siempre se nos menosprecia por no ser trabajadores legales, por estar tatuados, porque casi siempre estamos como al margen de todo. Los que oyen un tipo determinado de música o nos vestimos de otra forma, la sociedad siempre va a criticar eso. O sea, las cosas que no entienden o no comprenden siempre la van a criticar. En mi caso la pasé bastante mal porque era la única mujer que hacía tatuajes en toda Cuba y es mucho peor.
Era peor porque me criticaban por ser mujer; la sociedad me critica por el trabajo que desarrollaba. Parte de mi familia era religiosa y me decía que yo era hija del diablo, que me iba a castigar Dios. La gente en la calle me miraba muy mal y también sentí ese mismo desprecio de la mayoría de los tatuadores por ser la única mujer. Cuando llegaba una expo o sabían de mí, lo único que hacían era criticarme o simplemente hablar mal con los clientes, basándose en el hecho de que yo, por ser mujer, no podía hacer otra cosa que no fueran delfines o flores, nombrecitos, tribales a la cadera, como si no hubiese sido capaz de poder hacer un dragón, una gárgola, un demonio o cosas así.
Creo que me pusieron en un estereotipo bastante degradante en su momento. Afortunadamente, de hace cuatro o cinco años para acá hay muchas mujeres haciéndolo, pero me pasé mucho tiempo siendo la única y eso significaba ser un foco de atención, casi siempre negativa. Aun así, aunque ha evolucionado todo de forma positiva y cada día lo gente lo ve como algo más normal por toda la información que hay a nivel mundial, siempre habrá personas que van a criticar o a encontrar mal la forma en la que llevamos la vida o la forma en que estamos tatuados; eso siempre va a pasar.
¿Qué significa para ti tatuar diseños que no son tuyos o fueron tomados del Internet? ¿Cómo afecta tu proceso creativo y la cultura del tatuaje?
Como la mayoría del arte, tiene su parte de creatividad y su parte comercial. Siempre a un artista de verdad le va a gustar hacer diseños propios o por lo menos tratar de modificar un diseño que traigan, aunque no sea propio. Siempre vas a tratar de hacerle una modificación para complacer al cliente y para complacerte tú como artista.
Sí tatúo muchos diseños que no son míos, muchos de Internet. La mayoría de los clientes a veces tienen la idea fija de que eso es lo que quieren y ya; hay veces que no se puede lograr hacer algún cambio. Pero sí hay muchos otros que te dan la oportunidad de poder hacerlo. Ahí es donde entra a jugar tu creatividad y haces un pequeño cambio que, aunque pequeño, va a ser significativo porque ya no va a ser una copia exacta de lo que trajeron.
No afecta para nada el desarrollo cultural ni el proceso creativo de nadie, pienso yo. Uno siempre, cuando va a hacer algo, busca referencias. Cuando un artista quiere crear algo, a veces sí lo crea de su misma cabeza, pero otras buscamos referencias de otros artistas u obras de arte. Eso es muy común y muy normal. Creo que afecta a las personas que son como más limitadas y se limitan solamente a copiar. Quizás a esas personas les afecte porque no se desarrollan, pero la mayoría de los artistas que amamos nuestro trabajo y queremos ser un poquito mejor todos los días siempre vamos a tomar esas cosas solamente como referencia. Aun así vemos trabajos buenos de otros artistas, que nos inspiran y dan ganas de ser como ellos, y de que nuestro trabajo sea mucho mejor. Eso no pienso que sea un obstáculo para ningún artista.
¿Cuál es el estilo en el que te sientes más realizado?
A mí me gusta ser integral. O sea, yo puedo hacer de todo, se me dan bien muchas cosas y la verdad es que nunca me he dedicado a hacer un solo estilo porque me gusta, cuando venga un cliente, que me proponga una idea, sea cual sea, y poder llegar a hacerla. Para eso no es necesario que sea la mejor, ni remotamente voy a ser la mejor, porque hay muchísimos artistas muchísimo mejores. Pero me gusta la idea de ser integral y de poder hacer lo mismo un realismo, aunque no sea el mejor, un neotradicional que un tradicional, un old school, un new school.
En realidad, me gustan casi todos los estilos y casi todos los tipos de tatuajes. Eso para mí es algo que me suma, poder hacer de todo o casi todo. El que más me identifica, porque es el que más fácil se me da a la hora de crear, es el new school y el tradicional americano. Son dos estilos que se me hacen fácil, me gusta realizarlos quizás por los colores vivos; en el caso del tradicional, por la historia que llevan detrás. Son los dos estilos que más me identifican.
¿Qué piensas de la búsqueda estética en el tatuaje cubano?
Pienso que se le ha tratado de dar una estética al tatuaje cubano porque casi siempre en las exposiciones, competitivas o no, se trata de que haya algún tema cubano. Eso es bueno porque mantiene al artista creando sin perder la idiosincrasia, manteniendo su país muy dentro. Y sí, las dos cosas están bien vinculadas. Es un orgullo para uno como artista poder tatuar cosas del país como palmas, o el Capitolio, o algún pelotero. Cosas así se hacen con bastante frecuencia. Eso, la verdad, es bien agradable, bien bonito.
Existen diferencias en el gremio entre condiciones, estudios, estilos, precios, etc. ¿Qué crees que deba prevalecer común para todos?
Las diferencias en el gremio son como las clases sociales. Bueno, como en todos los lugares del mundo, en todos los lugares de Cuba, en todas las profesiones. Es exactamente lo mismo en todos lados: hay personas que se esfuerzan más y pueden lograr tener las cosas que en realidad se necesitan para poder trabajar; y personas que desgraciadamente no pueden.
Ahí radica el problema: cada persona, según sus posibilidades, puede tener un mejor o un peor estudio. Es verdad que se valora más cuando el artista no es solamente bueno, sino que también tiene un estudio en condiciones, donde tú entras y te siente cómodo. El clima es agradable, todo está higiénico, está bonito, atractivo; por supuesto que este artista va a tener más prestigio que el otro que trabaje quizás en la sala de su casa o en un cuarto y las condiciones no sean las correctas. Yo pienso que los principiantes, casi siempre empiezan así, con malas condiciones. Casi todos hemos empezado así y eventualmente vamos logrando todo lo que necesitamos para llegar al top, por lo menos a una mejoría que necesitamos. Pero las diferencias siempre van a estar ahí, eso es inevitable.
¿Cuál es tu opinión sobre la situación legal del tatuaje en Cuba?
Ahora mismo la situación legal del tatuaje en Cuba es algo que no existe, que se está tratando por todos los medios de poder lograrlo, de encontrar colaboración con otras instituciones. Pero la realidad es que muchas de las instituciones cubanas que un día necesitaron de nuestro apoyo y nos utilizaron para su beneficio hoy nos dan la espalda, en muchas provincias y en muchos lugares. La realidad es que estamos tratando de legalizarnos como institución y de hacer eventos y conferencias en pro de lograrlo, ¿no? Pero está siendo difícil porque siempre nos están poniendo obstáculos, siempre tratan de ponernos piedras en el camino para que no lo hagamos. No entiendo por qué. Porque, si se legaliza, es una fuente de trabajo más, no solo para los artistas, sino para las personas que trabajan con nosotros, como los ayudantes, los asistentes, los que se encargan de muchas cosas en los estudios.
Hay estudios conformados que tienen más de uno o dos trabajadores y todo eso sería fuente de trabajo para todo el mundo; sin hablar de que ya sería algo más serio tener un servicio social, una seguridad social y todos los beneficios de cualquier trabajador en cualquier parte del mundo.
Por supuesto, el Gobierno sería también beneficiado porque, como mismo cada trabajo tiene su impuesto, nosotros tendríamos el nuestro. Así que no veo por qué la negativa a hacernos una institución o a legalizarnos como trabajadores o como artistas. Eso no tiene sentido, pero seguiremos tratando.
Galería
ELokuente: Rectificación de horrores
“Un país discursivo, homogéneo, donde el Quinquenio aspira a ser Milenio Gris, una nación profetizada por Annie Garcés (aquella gran futuróloga), una sociedad donde todxs gritan: ¡Yo soy Fidel! ¡Yo soy Fidel! Y lo son…”.