Yunior García en la boca de los leones

La llegada de Yunior García a España desató lo que era de esperarse: se soltaron las lenguas en las redes sociales y, desde entonces, han menudeado los fusilamientos, los aplausos y, felizmente, otras respuestas —las menos— más comedidas. Pero la bulla ha sido tremenda, ensordecedora casi. Tanta, a decir verdad, que —hasta donde sé— nadie puso el oído donde había que haberlo puesto primero: en los medios oficiales del Estado cubano.

NadaNienteNothingRien. Ni una palabra, ni una pataleta, ni una revelación sensacionalista. El Estado no se ha enterado de que Yunior logró escapar del tenaz cerco de vigilancia y hostigamiento con que lo había rodeado, y había, primero, conseguido una visa. Luego, se les había escurrido otra vez de las manos y consiguió llegar al aeropuerto, sin que ni un solo agente de la Seguridad hubiera tenido tiempo lo hubiera detenido allí, ni interrogado ni, al parecer, registrado. Y hay que pensar también en el pasaje: ¿cómo y cuándo lo compró? Si se lo habían comprado los amigos en España, de esto tampoco se enteró el Estado cubano. 

En la conferencia de prensa en Madrid, Yunior dejó entrever —no podía dar detalles, lo que añadió misterio— que lo suyo fue ambas cosas: un audaz escape y un plácido viaje desde el “Archipiélago” hasta la “Península”. Y mientras no tengamos la historia completa, debemos guardarle un lugar en nuestra imaginación junto a la otra fuga legendaria: la de Evangelina Cisneros.

Mientras tanto, lo extraño sigue siendo que Díaz-Canel, GranmaCubadebate y La Jiribilla no la hayan emprendido contra Yunior García. Y este silencio no puede ser sino calculado. Calculado, ¿para qué?

A mi juicio, está a la vista. Mientras la máquina represiva hace silencio, nosotros nos hemos dividido, la emprendemos contra Yunior, y los que lo defienden la emprenden contra nosotros. Estamos tan ocupados en nuestras trincheras, que nos hemos de olvidado de mirar hacia el titiritero.

Por lo tanto, sugiero que lo primero, lo que de verdad urge ahora, es cerrar filas en torno a Yunior, y apoyarlo. Para decirlo con franqueza, hay que apoyar a quienquiera que tenga el valor de enfrentarse a la dictadura en la isla, en el archipiélago, o en la Península. Así de simple.

Al mismo tiempo, si de verdad queremos prepararnos para vivir en una Cuba un poco más democrática —mis reservas de optimismo, lo confieso, son muy limitadas—, creo que es igualmente importante apoyar los proyectos que desafíen la dictadura y, simultáneamente, mantenernos críticos y alertas frente a ellos.


Espacios en blanco

A raíz de la convocatoria de Archipiélago y —aún más pudiera decirse— con los debates suscitados en torno a la salida de Cuba de Yunior, he observado un auge en las gozosas afirmaciones: “el blanco está en alza”, “el blanco está de moda”; esto, junto a la proliferación de imágenes de ropas, rosas y flores blancas. Pero, ¿acaso hay algún momento de nuestra cubanía cuando el blanco no haya estado de moda y en alza? Solo una memoria blancablanquísima, podría abrigar ese lapsus, ese espacio en blanco. No hay más que ver el hecho curioso, revelador —que dejó en blanco nuestra atención—, de ver enfrascados en una guerra simbólica por el blanco al Estado racista y conservador cubano con la plataforma progresista, supuestamente inclusiva —de ahí su nombre—, de Archipiélago. 

Digo “supuestamente” no porque no lo crea, sino porque no bastan ni la declaración ni la intención. Recuerdo un trabajo publicado en El Toque que mostraba los rostros de la dirección, o los más conocidos —mi memoria vacila ahora y tengo prisa— de Archipiélago. Alguien posteó el trabajo en Facebook, comentando que se veía muy blanco. Naturalmente, hubo algún que otro comentario de apoyo y también de riposta del tipo martiano: “cubano es más que blanco…”. 

Lo cierto es que, como lo demuestra el texto de Carlos Lechuga publicado en Hypermedia Magazine, los debates en torno a Yunior han puesto otra vez sobre el tapete —¡y sí, en medio de los agasajos al color blanco!— eso que nunca debería estar ausente en nuestras discusiones políticas, puesto que es intrínseco a ellas: el inveterado racismo nuestro de cada día. De ahí que no sea casual que llegara a hablarse hasta de “revolución blanca”. Una revolución cuyo liderazgo absoluto, no el Estado cubano, sino algunos de los medios fuera de la Isla han atribuido a Yunior sin que —hasta donde me consta— este los haya refutado.[1]

De las “Damas de blanco” a la idea de marchar el 15 de noviembre vestidos de blanco y con una rosa blanca en la mano, lo cierto es que, bien que se hurgue, se verá que lo que obstaculiza la creación de un frente cívico y política de resistencia al régimen son los inconfesados, pero bien visibles, pruritos racistas y también —y es hora de incluir esto en las discusiones— clasistas. Cuando uno encuentra en Archipiélago —que es la plataforma que me interesa aquí— el encariñamiento con Ronald Reagan y con José Martí, es algo a tener en cuenta. Conste que no estoy pidiendo ni acepto que eso se censure, pero sí que no se deje pasar por alto discutir y desafiar el racismo y la, al parecer, inagotable tendencia de los cubanos a buscar modelos estadounidenses, que al final para lo único que sirven es para garantizar que el horror no cese.


La conferencia de prensa de Yunior

Con calma, con serenidad y con pasión, Yunior García presentó un argumento sólido y convincente sobre el carácter distintivamente represivo, tiránico y totalitario del régimen cubano. Con esa argumentación enfrentó, una y otra vez, a la llamada izquierda con su careta, con su mentira. El recorrido que hizo desde el MSI hasta Archipiélago fue excelente, de suma importancia como información y análisis de la situación de Cuba para aquellos que todavía no la conocían en detalle. 

Quiero destacar su llamado a la prensa a, en lugar de a él, prestarle importancia a aquellos que siguen presos en Cuba y cuyos nombres se saben, pero no son conocidos. Quienes lo han crucificado por haber abandonado a los demás no han siquiera reparado en esto. Hay que recordar, además, que, si salió de Cuba con su esposa, su madre y su hijo siguen allá. 

Sin negarle a nadie el derecho a criticar a Yunior por haberse ido de Cuba por las razones que se le quieran atribuir, tampoco está de más hacer una pausa y reflexionar sobre esa tendencia tan humana —pero que hay que vigilar en nosotros— a juzgar y a condenar a cualquiera, menos a uno mismo. Presumimos así que, en su lugar, los que lo censuran habrían actuado de manera diferente. ¡Como si fuese posible tener esta certeza!

Pero a mí me interesa esa conferencia de prensa por lo que ella revela acerca de la cuestión que, insisto, no puede perderse de vista: el racismo patriarcal de esa exposición.

Que Yunior haya denunciado el carácter opresivo y hasta machista del Estado cubano es excelente. Que Yunior haya olvidado —que su memoria se quedara en blanco, y en blanco su inteligencia— que el racismo es la fuente donde abrevan la tiranía, el machismo, la misoginia y la homofobia es imperdonable. Porque ese en blanco traiciona la mirada masculina, heterosexual y blanca que denuncia.

Yunior, claro, hizo la salvedad de que él respeta todas las religiones y expresó que le dijeron que las palomas blancas degolladas no tenían nada que ver con la religión —o sea, con la brujería y, por tanto, estereotípicamente, con los negros—. Sin embargo, es el característico miedo blanco lo que explica que, automáticamente, Yunior se viese a sí mismo y a su esposa en las dos palomas blancas degolladas. Si hay algo que sí puedo afirmar es que, de haber estado en su lugar, no hubiera necesitado que alguien me dijera que eso no era brujería. Por otra parte, aunque conscientemente rechace la idea de la brujería, sería imposible esperar que su inconsciente desligara esa violencia del prejuicio racista con que ha sido investida.

Puesto en el trance de buscar una comparación para explicar la violencia de que él había sido objeto —en ese momento hablaba a título exclusivamente personal—, me sorprendió que su memoria histórica fuese hacia los judíos. No que esto tenga que ser objetado per se. Además, el antisemitismo es también un odio racista. Pero lo que hace al racismo tan complejo e insidioso es su infinitud de pliegues, su infinita capacidad de capilarización. Así, el antisemitismo es racismo, pero los judíos tienen la piel blanca; al menos la mayor parte. 

El caso es que Yunior tenía más cerca a los esclavos de Cuba que a los judíos de los campos de concentración. Y más cerca, mucho más cerca a todavía, a Luis Manuel Otero Alcántara. Sí, a Yunior, y a muchos otros, el Estado cubano los ha tratado y los trata como no-personas. Pero no sé de ningún otro disidente —ciertamente no Yunior— al que el Granma, no satisfecho con llamar escoria a Otero Alcántara, les explicó detalladamente a los cubanos que escoria significaba basuraexcremento. Y hay que decirlo: Yunior está en su derecho, y en su verdad, de denunciar las maniobras terroristas y desligitimizadoras que el Estado usó contra él y contra Archipiélago. No hay que negar ni mucho menos minimizar su dolor. Pero al hablar de ese terror, era su deber político haberle dado relieve al acoso que desde el principio se ensañó, y se sigue ensañando, contra el MSI; específicamente contra Otero Alcántara y Osorbo.

Por esta razón —por los blancos en su reflexión—, Yunior celebra su diálogo con Silvio Rodríguez. ¡Esa es la prueba de que la conversación es posible! Pero ¡¿qué diálogo puede haber con Silvio Rodríguez, que ni planta cara a la represión ni deja de defenderla!? Y lo más importante, lo que Yunior no se pregunta: ¿cree él que Silvio Rodríguez habría accedido a conversar con Otero Alcántara?

Cuando le preguntaron cómo era posible que estando tan asediado y vigilado hubiera podido burlar a las autoridades y llegar al aeropuerto, su respuesta fue iluminadora: “Lo importante no es cómo estoy aquí, sino por qué estoy aquí” —cito de memoria—. Pero yo digo que es esa respuesta la que hace el cómo más importante, si se quiere. Ese cómo —creo, aunque no puedo demostrarlo— debe estar ligado al silencio del Estado. 

Yunior solicitó visa para viajar a España. Las autoridades de la Isla no se enteraron. Tenían su casa rodeada y/o fuertemente vigilada. No obstante, unos amigos se las arreglaron para sacarlo de allí. No solo no fue visto; tampoco las autoridades llegaron a enterarse, pues se habrían puesto a buscarlo.

Yunior llegó al aeropuerto sin que lo molestaran. No sabemos cuánto tiempo esperó por la salida del avión, pero debieron pasar, al menos, unas dos horas. Tranquilo. No pasó nada. Salió de Cuba como lo hubiera hecho un turista.

¿Por qué el cómo no será importante entonces? Cuando menos —insisto en lo de cuando menos—, apunta a un privilegio, hasta cierto punto concedido por el Estado, que habría sido impensable —o que hasta hoy es impensable— para otros como Luis Manuel Otero Alcántara y Maykel Osorbo. Desde luego que el blanco está en alza.


Coda 

Cuando José Martí fue a presidio, por las gestiones del padre, le conmutaron la condena por el destierro. Como sabemos, Martí esperó la salida hacia España en la casa de Sardá en Isla de Pinos. Fue condenado por segunda vez cuando se descubrió que conspiraba en La Habana. Esta vez iba a España para ser enviado nada menos que a Ceuta. Entonces, la influencia de Martínez Campos lo salvó de ir.

Juan Gualberto Gómez no tuvo influencias salvadoras. Lo mandaron a Ceuta, y a Ceuta tuvo que ir.

En 1897, Evangelina Cisneros fue rescatada espectacularmente y conducida en triunfo a Estados Unidos. Allí fue recibida por McKinley, a quien le rogó que ayudara a los cubanos. También llenó la planilla de intención de hacerse ciudadana norteamericana. Se convirtió en un fenómeno mediático.

En algún momento de la intervención de Yunior, la cámara —quién sabe por qué— se fijó en sus botines (close-up) y en sus manos, bellas: los dedos de una jugaban con el anillo, en la otra. Yunior reparó en que todavía no se había afeitado.

Aplaudo a Yunior. Lo apoyo. Es lo que corresponde, creo, en este momento. Él afirmó que no era un hombre de mármol, ni de bronce; que no tenía caballo. Es un alivio. Pero me doy cuenta también de que tiene todo lo que necesita para llegar a ser un líder atractivo. Y que es muy temprano para negar que esto vaya a ocurrir, o incluso que él mismo, en algún lugar al que todavía no tiene acceso, lo desee. Por todo esto, aplaudo fuerte ahora y almaceno mis reservas para después.


Actualización

En la conferencia de prensa en Madrid, Yunior explicó que su temor no era que lo encarcelaran en Cuba, pues eso lo convertiría el mártir. Lo que quería el Estado, insistió, era destruirlo, desgastarlo psicológicamente, manteniéndolo aislado y encerrado en su casa, constantemente vigilado.

¡Menuda defensa!

¿No fue acaso eso, y no sigue siendo eso, lo que han tratado de hacer con Otero Alcántara? ¿Qué si no eso fue su secuestro en el hospital y los videos que el Estado iba soltando a sabiendas, claro —y no se equivocó— de que nos sumergiríamos en las sospechas, en los ataques, en las dudas, en estériles discusiones y juicios, ejecuciones y absoluciones que siempre son tan fáciles de hacer cuando no se trata de nosotros?

La diferencia es que ni Otero Alcántara podía pedir visa así como así, ni tuvo amigos que se arriesgaran ni fuesen capaces de salvarlo espectacularmente, como a Evangelina Cisneros. Otero Alcántara no pudo salir. Se tuvo que quedar. Y ha tenido que aguantar. Y no lo han quebrado. ¿O es que acaso Yunior García era más frágil? No lo creo. Respeto su decisión y —como expresé antes— lo apoyo. Pero no puedo aceptar su explicación que, para no variar, apunta al privilegio blanco.

También quiero enfatizar que no creo que haya absolutamente nada que sugiera –y esto ya se ha manejado– ningún tipo de traición por su parte; menos ahora, cuando, finalmente, el Granma “se pronunció”. Porque Díaz-Canel no ha dicho ni esta boca es mía, sino que decidió valerse de la de Iroel Sánchez en el artículo “Paisaje después de la batalla”, cuyo título y la imagen que le sirve de calce son una joyita: cortada en dos por una línea horizontal, en la parte superior vemos un avión despegando donde se lee “YUNIOR”; debajo, la escalerilla sola y atiborrada de pasajeros, que dice “EL RESTO DE ARCHIPIÉLAGO”.

En ninguna parte del artículo se los menciona. Pero el mensaje de ambos, del artículo y de la imagen, es claro: Yunior se salvó él y dejó embarcadoabandonó —en efecto, traicionó— al resto de Archipiélago. ¿No es esto mismo lo que no todos, pero sí muchos de los que lo apoyaban, han estado posteando en Facebook? ¿Negarán ahora ellos, al leer esto, que estaban —están— sincronizados con el Granma? Así comienza Iroel. Huelgan los comentarios:

Al recorrer estos días de noviembre, tan llenos de carencias, pero también de buenas noticias, amenazas imperiales, ilusiones vueltas aire y memes geniales, he vuelto sobre un título referencial de nuestra ensayística.

Se trata de ese libro que Cintio Vitier llamó “tratado de historia de Cuba” y “brevísimo ensayo de fundación intelectiva” dotado, según el autor de Lo cubano en la poesía, de “lucidez, puntería y valentía”, titulado Por el camino de la mar o Nosotros los cubanos, en el que Guillermo Rodríguez Rivera afirma que el cubano “no va a permitir que lo cojan de comemierda quien no esté dispuesto a hacer los mismos sacrificios” y que por eso “en Cuba ha sido prácticamente imposible asumir una jefatura o mantenerla sin “marchar delante”, sin asumir el mayor riesgo en la lucha”. Para probarlo recorre los desafíos asumidos por figuras de nuestra historia como Céspedes, Agramonte, Martí, Mella, Guiteras, Chibás, Frank y Fidel”.[2]

El comentario se las trae considerando que los cubanos le permitimos a Fidel Castro por mucho tiempo —y hoy todavía hay quienes le siguen “perdonando” a Díaz-Canel— que nos cogiera/los cojan de comemierda. Iroel olvida, o no quiere recordar, que el 11 de julio quedó claro que hay miles, posiblemente millones de cubanos que se han cansado de eso, de que el Estado se ría de ellos y los trate como piezas de repuesto de un sistema tiránico. No, no hay un “después de la batalla”, como quisiera creer —para tranquilizarse— Iroel Sánchez. El susto que se llevaron el 11 de julio no fue más que un ejercicio de entrenamiento.

La razón por la que Granma no le entra con la manga al codo a la cuestión principal —la salida de Yunior— es obvia. Yunior pudo creer, si de verdad es tan ingenuo, que se les escapó a los matones del régimen. Pero no lo creo. El Estado estaba al tanto de todos sus movimientos. Mientras lo hostigaba públicamente, le permitía mover ficha. Lo dejaron salir. Esperaron a que empezaran los ataques en las redes sociales. Nos conocen demasiado bien y le dieron de larga al asunto. La estrategia fue crear —con la ayuda voluntaria de los medios del exterior— un líder para Archipiélago que acaparara casi toda la atención. Tal vez —estoy especulando— el error de Yunior fue el de no haberse percatado de esto. Su humanidad, como él mismo reconoció, hizo el resto. Díaz-Canel debe estar celebrando. Cree que decapitó a Archipiélago y lo desmoralizó.

Archipiélago debe estar a la altura de ese desafío y aprender la lección —que es también para el disenso cubano—. Nunca está mal contar con una figura con la capacidad de argumentación y de razonamiento, como Yunior. Pero es necesario compartir y pluralizar más el debate y la representación. Podría empezarse por dejarle al busto la rosita blanca. Si quieren flor, ¿por qué no el girasol de Ochún?

Para concluir, el problema principal en el disenso cubano es, a mi juicio, su atomización en propuestas; o más bien en grupos. Si el disenso en la Isla consiguiera coaligarse en torno a problemas específicos, la lucha política sería más efectiva. 

Menciono algunos ejemplos: la lucha por la libertad de expresión, por el derecho a la participación activa y pacífica en el espacio público; la lucha contra el racismo, el sexismo, el machismo, la homofobia, el paternalismo hacia los pobres, que es solo una manera encubierta del desdén hacia ellos. 

Estas demandas, como puede verse, son importantes para los artistas e intelectuales, para las mujeres, para los jóvenes, para la comunidad LGBT+, para los negros; en fin, para todos. Esto no quita que existan diferentes asociaciones dedicadas específicamente a cada una de estas demandas, pero tampoco que cada una de ellas apoye activamente las demandas de las otras. 

A mi modesto juicio, los esfuerzos deben concentrarse en promover una cultura democrática y democratizadora, y renunciar —esto es importante— a definir un proyecto de país a partir de una ideología, ya sea comunismo, socialismo, etc. Esas etiquetas —que por demás designan solo vaguedades— solo sirven, o suelen servir, como fachadas a agendas racistas y excluyentes. Y otra cosa: hay que estudiar y que leer; y hay que hacerlo con ojos nuevos e inquisitivos. Sobre todo, hay que leer historia, y leerla en sus fuentes antes que en sus interpretaciones. 

Los cubanos han sido persuadidos de que tienen que construir el sueño martiano de la República con todos y para el bien de todos. Es una frase hueca, que suena linda. No es una frase cerrada, completa. Porque siempre habrá un vivo que nos diga: “Martí dijo para el bien de todos, pero de todos los que…”. Más cuando prácticamente la República de Maceo era, tal vez —insisto en el tal vez— más ideal. 

Maceo abrazó el ideal de la Revolución Francesa de “libertad, igualdad y fraternidad”, pero le imprimió lo suyo, que le venía de la experiencia propia, de la carne: “sobre todo”, insistió, “igualdad”. Tal vez la primera tarea del antirracismo en Cuba sea recuperar a Maceo, irlo a buscar a las bibliotecas donde lo tienen secuestrado. 

El país es un libro de citas de Martí. Hay que desplazar todo ese yeso y leer otras voces. Eso es parte de la batalla y del paisaje democrático de una Cuba que no sea la misma pesadilla. 

El Granma se equivoca. Díaz-Canel se equivoca. Iroel Sánchez no tiene nada que celebrar. No les demos el gusto de arrojar a Yunior a los leones; ni dejemos tampoco de pedirle cuentas. Y, lo más importante, seguir dando mandarria. 


Imagen de portada: Evangelina Cisneros y Yunior García.




Notas:
[1] Véase: “Yunior García gana el pulso a Miguel Díaz-Canel en extrema tensión en Cuba”, en https://www.hechosdehoy.com/yunior-garca-gana-el-pulso-a-miguel-dazcanel-en-extrema-tensin-87091.htm, “Yunior García irrumpe frente a Díaz-Canel con el movimiento Archipiélago”, en https://www.hechosdehoy.com/yunior-garca-irrumpe-frente-a-dazcanel-con-el-movimiento-archipilago-86563.htm Este último artículo aparece subtitulado: “Revolución blanca”. Este mismo sitio publicó el 18 de noviembre el siguiente artículo: “Cerdos con dos patas y guayabera blanca que viven muy bien”, en el que se comenta la conferencia de prensa en Madrid. Puede verse que, intencionalmente o no, García ha impreso ya el blanco en el centro de su activismo político. La cita de la conferencia –que es el título– deja ver a las claras que, en tanto cerdos, la dirigencia cubana es sucia –con todas las connotaciones que tiene la suciedad, incluyendo el racismo– y lo que hace tan abyectos a esos cerdos es que, implícitamente, ensucian el color blanco. Hoy, 22 de noviembre, leí en Facebook una crítica acerba a Yunior García. Se le imputaba nada menos que haberse llevado el oxígeno de la resistencia y haber llegado a España vestido de negro. ¡No de blanco!
[2] Https://www.granma.cu/pensar-en-qr/2021-11-21/paisaje-despues-de-la-batalla-21-11-2021-20-11-45




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Patria es no sentirse solo

Claudia Muñiz

Si eres negro y disidente en Cuba, se te fue el avión, papi, te jodiste.





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