Al final hay un caballo que no es precisamente un caballo, sino un caballo herido: un caballo en el abismo. Un animal mamífero, varón, que perteneció a un héroe. Un animal heroico, mitológico, patológico, que le gusta mucho a los niños.
A los niños que van al museo les gusta ver el caballo, que no fue caballo nunca y ahora menos. Disfrutan observarlo, mirarle las heridas, las patas, los ojos. Yo también lo disfrutaría.
Al principio, hay un desfile de muñecas plásticas sobre merengue. El merengue cubano del cake de cumpleaños cubano, que en mi tiempo y en mi provincia había que mandarlo a hacer con un mes de antelación o más, adelantando la promesa de los años por cumplir con otro tipo de maquinación, una cosa gastronómica.
A veces había que poner los huevos y el azúcar y la harina, y luego mandarlo a hacer. Un cake con merengue de huevo, merengue de verdad, que daba tremendo trabajo hacer. Un merengue heroico, mitológico, patológico.
Dalila y su hermano se filmó en el 2019, antes de que Rogelio Orizondo se fuera de Cuba, con un iPhone 6 y un deseo, supongo, de guardar lo único que puede tener valor en la vida: la alegría de vivir. Y otro deseo, supongo, de guardar lo único que puede tener valor en la vida: la tristeza de vivir.
Lo realmente maravilloso es que la semana pasada, cuando Rogelio Orizondo vino a mi casa para encontrarnos con Jamila y estar juntos un rato, el teléfono que sacó para pedir el Uber de regreso era el mismo iPhone 6 de su película.
La película se proyectó en Documenta 15 como parte del programa del Instituto Internacional de Artivismo Hannah Arendt. Al hacer pública la noticia, Rogelio agradeció a José Luis Aparicio, a Carlos Alejandro Halley, a Katherine Bisquet y a Mariana Brugueras.
El teléfono que sacó para pedir el Uber de regreso era el mismo iPhone 6 de su película.
Yo también agradezco a ellos que Dalila y su hermano, el último cuento de hadas del cine independiente cubano, se proyectara en una pantalla que no fuera la de una laptop ni la de un televisor de Walmart. Una pantalla frente a gente que viera solo eso: la alegría de vivir.
Los niños de la película son sus sobrinos. Dalila y su hermano es el documental que Rogelio Orizondo pudo hacer para hacer algo antes de irse. Algo con deseo, algo con ganas, algo de verdad. Pareciera que con los niños, que son la magia, la ternura, y también la tristeza, porque uno quiere cogerlos y ponerlos en un lugar distinto, sería suficiente. Pero Rogelio Orizondo necesitaba más. El despliegue verbal de sus obras de teatro, verborreas dramáticas en proliferación, queda reducido a pausas, insinuaciones, silencios, pero pausas, insinuaciones y silencios bellos, como el más bello canto.
L, me puse muy contento cuando vi que E llegó.
Espero que nos veamos en algún momento.
Yo apliqué a la beca que me mandaste y me renté en la calle Euclides,
a dos cuadras de Twist, es el lugar donde siempre quise vivir.
Voy en bici al trabajo y el trabajo lo he logrado sobrellevar bien.
Me he comprado muchos ken y algunas barbies
y ya tengo casi todos los personajes de la novela.
Juego con eso hasta que pueda volver a escribir.
Y bueno, nada, un beso.
La pequeña película de Rogelio es también la película de su hermana. Podría llamarse Rogelio y su hermana, en vez de Dalila y su hermano, que son los hijos de la hermana de Rogelio. Por eso la voz de su hermana se oye detrás de la imagen del merengue, la imagen sofocante del cake de cumpleaños. Se oye nítida y dulce, aunque cansada. Dos hermanos que se quedaron solos, atrapados en un mar de carbohidrato. Solos y separados, después de la película.
El documental que Rogelio Orizondo pudo hacer para hacer algo antes de irse. Algo con deseo, algo con ganas, algo de verdad.
Mientras Dalila juega con fango y explica con un tenedor que eso no es fango sino que parece fango, la voz de su madre detrás del cake, sigue susurrando en mi pensamiento: de quién es esta casa, con losas blancas y negras, que hay que limpiar, porque los niños las manchan con el polvo del patio, donde una mujer se siente poderosa o sabia, víctima o verdugo, aquí siempre, con malas influencias, algo de hechicería y de muerte, no sé qué permanece ni qué se va.
En la película, Dalila quiere ir al cementerio porque nunca ha ido al cementerio. Su hermano, que se sabe el Himno Nacional de memoria, está cumpliendo cuatro años. La madre de los niños es feliz si los niños se lo comen todo.
El taxidermista del mulo del Che no fue John Hancock. El taxidermista del mulo del Che no fue Carl Akeley. El taxidermista del mulo del Che no fue Charles Willson Peale. El taxidermista del mulo del Che no fue Jules Verreaux.
El despliegue verbal de sus obras de teatro, verborreas dramáticas en proliferación, queda reducido a pausas, insinuaciones, silencios, pero pausas, insinuaciones y silencios bellos.
El Che le puso al mulo un nombre de persona, como la persona que se lo cuidaba. Un nombre de cuidador. El Che le puso Armando al mulo y el mulo se llama Armando, incluso en exhibición. Una de las mujeres que observa la exhibición dice que debe estar en temperatura agradable.
Quien lo disecó, debió emplear un método más o menos común. Se procede a retirar la piel de manera inmediata luego del fallecimiento del animal. Se realiza con ayuda de un escalpelo o un cuchillo muy afilado, extrayendo la piel de una pieza. Para ello se hace un corte en la parte trasera del animal para que luego, en la obra ya terminada, no se noten las costuras y así no pierda lo atractivo y artístico.
En las áreas de mayor pelaje es posible hacer los cortes ya que estos quedan ocultos mientras que la piel queda natural. Había una película llamada Taxidermia que vi en el 2006, pero esa no era un cuento de hadas.
Se hace un corte en la parte trasera del animal para que luego, en la obra ya terminada, no se noten las costuras y así no pierda lo atractivo y artístico.
Dalila, la niña de la película, quiere hacer una película donde Camilo y el Che no se separan nunca, están juntos para siempre porque son hermanos, los hermanos son inseparables y nunca se olvidarán.
Dalila tiene una claqueta. En la claqueta están escritas la palabra Hollywood, la palabra production, la palabra director, la palabra camera y la palabra date. Rogelio Orizondo es el director y el iPhone 6 es la camera.
El taxidermista del caballo de Camilo no fue John Hancock. El taxidermista del caballo de Camilo no fue Carl Akeley. El taxidermista del caballo de Camilo no fue Charles Willson Peale. El taxidermista del caballo de Camilo no fue Jules Verreaux.
Hacer una película donde Camilo y el Che no se separan nunca, están juntos para siempre porque son hermanos, los hermanos son inseparables y nunca se olvidarán.
Marien Fernández no es persona, ni caballo, ni flor carnívora. Miguel Machado no es hombre, nibicicleta con timbre, ni héroe de la República. Marien Fernández y Miguel Machado son los taxidermistas del caballo de Camilo. Rogelio Orizondo es Camilo Cienfuegos y tiene una herradura en el corazón.
Quien disecó al caballo de Camilo debió hacer una escultura del caballo de Camilo, como es usual en la taxidermia. Actualmente se utilizan esculturas del animal realizadas en poliuretano o en otros materiales, como la escayola o la fibra de vidrio.
Para realizar el cuerpo se requiere de la observación del animal vivo y conocimientos anatómicos amplios, además de las medidas del animal al cual se va a naturalizar. Una vez recubierta con la piel la escultura del cuerpo, se coserá con un hilo resistente y entonces se procederá a la parte más complicada, en la cual se le da la apariencia de vida: colocación de ojos, piel y boca sintética (si la tuviese). Los héroes siguen teniendo boca, aunque dejen de ser héroes.
La rima consonante tiende a la confusión. La desaparición de Camilo tiende a la confusión. El trauma del cake de cumpleaños tiende a la confusión.
No filmes, sonríe Marien Fernández, siguiendo su explicación a Miguel Machado. La mujer del dueño del caballo de Camilo le pidió a su esposo que no le regalara ese a Camilo, porque era muy cerrero y lo podría tumbar. Pero Camilo, hablando en buen cubano, se antoja del caballo: mientras más cerrero sea, mejor.
Después, Camilo desaparece, aunque solo físicamente, y al caballo lo cuida Celia Sánchez. En el año 1978, los veterinarios del zoológico nacional deciden sacrificarlo. Viajan los hermanos Naranjo a Francia a estudiar la taxidermia. Es la técnica que tiene aplicada: crin, piel, casco, cola. Hay que conservar para la historia al caballo héroe de Camilo Cienfuegos.
En la película de Rogelio Orizondo, el caballo de Camilo parece que dice: “No me arrepiento de nada, pero hubiera querido otra cosa”. La gente que lo presenta, explicando quién es él y de algún modo quién es Camilo, parece que dice: “Este caballo se arrepiente de todo un poco”.
Los héroes siguen teniendo boca, aunque dejen de ser héroes.
Los niños que van a ver el caballo y se pasan horas imaginando que cabalgan sobre él por las praderas de Cuba, parece que dicen: “Estamos muy contentos y hoy hemos aprendido mucho”.
Nada de eso se ve en la película. Uno se ve a sí mismo en el patio de la escuela, jugando con fango, sembrando tomates en el huerto, comiendo pan con azúcar a las 10:20 en el receso, durmiendo con un perro, masticando verdolaga por ahí, medio perdido.
La palabra selfie se hace cuerpo cerca del final, cuando el iPhone 6 y la persona que lo manipula, captando apenas la desolación, se reflejan en las paredes acrílicas de la urna donde exhiben al caballo, no a Camilo. Del Héroe de Yaguajay no se supo más.
Los niños de Rogelio no tienen nada que ver con los niños de Fidelio. La rima consonante tiende a la confusión. La desaparición de Camilo tiende a la confusión. El trauma del cake de cumpleaños tiende a la confusión. Pero los niños no son fantasmagóricos. Son como mi hijo y como todos los hijos que pudimos haber tenido, pero no tuvimos.
Están ahí, sonriendo. Cantan todavía lo mismo que cantábamos nosotros. Se aprenden todavía lo mismo que nos aprendíamos nosotros. Son tan felices como nosotros, cuando aún no éramos nosotros. Y son tan bellos como nosotros, cuando ya éramos, de alguna manera, lo que seríamos.
Esta película dura 27 minutos con 34 segundos.
El corazón de una madre puede ser una pradera pero también un ladrillo
Quisiera felicitar y mandar fuerza a todas las madres cubanas que tienen a sus hijos presos o esperando una sentencia, por manifestarse en contra de un gobierno que es una dictadura.
