El esfuerzo decisivo te lo metes por el cu

Nota preliminar 

Hice tres lecturas en el mes de octubre. Las tres en lugares diferentes y en formatos muy distintos uno de otro. En las tres empecé leyendo poemas para mi hijo y terminé leyendo oraciones completas para CubaWhy did I do such a thing? Sé que cuando mi hijo nació yo también volví a nacer, por eso este lugar me pertenece, porque es el lugar donde nació mi hijo. Desde el Kendall Hospital hasta todo lo que mis ojos alcancen a mirar.

¿Pero qué tiene que ver un hijo con una isla? 

¿Será que una cosa reemplazó a la otra? 

¿Será que una cosa no reemplazó a la otra? 

¿Será que los pies planos de mi hijo son los mismos pies planos míos? 

¿Será que los pies planos de mi hijo necesitan caminar sobre una isla? Estoy haciendo un esfuerzo muy grande para entender algo que necesito entender.

Las familias cubanas hacen tremendo esfuerzo para tener (conseguir, almacenar, no dejar que se eche a perder) algo que cocinar y poner sobre la mesa. Algo que alimente a sus hijos o a sus padres, depende del tipo de familia que sea. El esfuerzo es impresionante y tú ves a la gente desde temprano saliendo de sus casas nada más que a eso. Tú ves a las personas metiendo las cabezas contra las paredes a ver si se les ocurre la mejor manera de tener (conseguir, almacenar, no dejar que se eche a perder) algo que llevarse a la boca, con una cuchara o con una mano, da igual. 

De hecho, no son personas lo que ves, son personajes abstractos de una literatura forzada, hermética, con un ojo en Samuel Beckett y otro ojo en José Ángel Buesa. Con una oreja en Silvio Rodríguez y otra en Marco Antonio Solís. Con una mano en la sien y otra mano en la portañuela. Con un pie en la tierra y otro pie en el mar. Con una trompa de falopio alrededor del cuello.

La primera vez que salí de Cuba fue en el año 2006 y fue un viaje descojonante, por sus causas y consecuencias, por su trayectoria curva. Un mes y pico después volví a abrir la puerta de la casa donde nací, con la mano emocionada y el cuerpo en el portal. Un hombre me abrazó desde adentro diciéndome al oído: “Yo sabía que mi nieta iba a regresar”. 

Ahora, quince años después, entiendo que ese hombre no sabía nada de nada. Que su nieta, en efecto, regresara, era solo su deseo. Un deseo que deseaba con mucho esfuerzo y cobardía, con la certeza de que no se cumpliría aunque al final se cumpliera, por la trayectoria curva que referí arriba, por mi juventud y mi falta de responsabilidad.


El esfuerzo decisivo te lo metes por el cu


“Sí; todo el mundo sabe que el agua y la meditación están íntimamente ligadas.
Todo en el universo y en el arte nos conduce, en última instancia, al agua”.
Herman Melville: Moby Dick.


Sátira filosófica

Mientras escribo, hago un esfuerzo gastronómico imposible por no comerme un solo caramelo Tootsie más. Ya me he comido 17 caramelos Tootsie del paquete de caramelos de Halloween y ni siquiera tengo sed. En realidad no siento nada. Cuando miro el teclado lo que veo son los ojos del hombre que me abrazó en la puerta de mi casa desde adentro, unos ojos que le brillaban de felicidad porque mi regreso le devolvía el significado a su vida entera. Toda su vida pendía de mi regreso, así como la vida de todos los viejos de más de ochenta años en Cuba pendía del regreso de sus nietos desertores. Viejos que formaron parte de un proceso engañador. Viejos a los que les hicieron la cama.

A mí me han hecho la cama cantidad de veces. Ahora mismo tengo hecha una cama King del coño de su madre. Como tengo poca estatura, ni siquiera toco el suelo con los pies cuando me siento en la cama. Aunque en realidad ni siquiera puedo sentarme, estoy nadando en el medio de la cama que me hicieron como si fuera un océano de diarrea. 

Hay que hacer un esfuerzo muy grande para estar alerta las veinticuatro horas y no dejarse engatusar por gente que sabe engatusar, de nacimiento. Gente que se te para delante y se te ofrece en bandeja de plata. Hay que tener un cuidado estratosférico. Ese esfuerzo hay que hacerlo y yo recomiendo que cada uno lo haga. 

Según el tomo 1 del Diccionario Ejemplificado del Español de Cuba, “hacer la cama” tiene un significado sencillísimo: Actuar con astucia para perjudicar a alguien. 

Ejemplo: Es tan crédulo que confía en todo el mundo, no se da cuenta de que le están haciendo la cama. Fue lo que hicieron, a escala más bien de albergue, Fidel Castro y su Revolución. Un albergue de literas, camastros, catres y camas de hospital. Aunque fíjate que ninguna de esas camas se compara con la cama extra large que me han hecho a mí, hueca en el centro, como la cama de El lado oscuro del corazón. Apagón con diarrea. Oscuridad mortal.

En 1969 mi mamá cumplió siete años y mi papá cumplió seis años. Los dos eran niños chiquitos, igual que la linda Revolución, aunque menores que ella. En 1969 la Revolución cubana cumplió diez años y a Fidel Castro Ruz, hombre amante de nombrar los años, se le ocurrió que ese año se llamaría Año del Esfuerzo Decisivo. Es un nombre de carácter porque parece que tiene apellido. Es un nombre adelantado a su época porque se puede usar como hashtag. Es un nombre emotivo y al mismo tiempo retórico. Un nombre que, dicho sea de paso, se pronuncia sin ningún esfuerzo. Yo hubiera preferido un octosílabo o un endecásilabo, pero mis preferencias no son relevantes ni en una corte. Aquí no hay nada que preferir.


El esfuerzo decisivo te lo metes por el cu


“Les aseguro que el paso de maestro a marinero requiere una gran devoción a Séneca
y a los filósofos estoicos para poderlo llevar con buen ánimo.
Porque con frecuencia el capitán me ordena barrer la cubierta”.
Herman Melville: Moby Dick.


Años del esfuerzo:

Pasaron muchas cosas en 1969. Se lanzaron cohetes con nombres griegos y se detonaron bombas con nombres numéricos; se casaron John Lennon y Yoko Ono; el primer ser humano puso los pies en la Luna y a nadie se le ocurrió decirle que estaba en la Luna, al contrario, todos aplaudieron sus pisadas satelitales al punto de que todavía hoy el aplauso continúa. Pero de todas las efemérides de ese año hay una que sobresale en mi asombro: el 31 de octubre de 1969, Día de Halloween, se inaugura en Estados Unidos la empresa Walmart. Por suerte, a nadie se le ocurrió mencionar el décimo cumpleaños de una revolución agorera.

Esa primera vez que salí de Cuba, entiéndase que salir de Cuba significa aventurarse al vacío más allá de un territorio-burbuja, alguien me dijo que, si regresaba, le trajera una aceituna. Ahora, quince años después, entiendo que esa aceituna no era exactamente una aceituna. Lo que me estaban pidiendo era algo que había existido y que formaba parte de una experiencia colectiva emocional, digestiva, tan feliz que se había convertido en deseo. El deseo patológico de un pasado que no existe, que se borró para siempre, no por unanimidad.

Hay que hacer un esfuerzo inimaginable para pedirle a una nieta que te traiga una aceituna la primera vez que va a salir de un país del que no se puede, ni se sabe, ni se imagina salir. El esfuerzo decisivo con que Fidel Castro nombró al décimo año de la Revolución. El Departamento de Versiones Taquigráficas del Gobierno Revolucionario transcribió los aplausos al Comandante en Jefe de una manera que al trazar una línea como una trayectoria los aplausos forman el mapa del horror. 

Los primeros aplausos, por ejemplo, se transcribieron después de la siguiente frase: ni perder un solo minuto de trabajo. Los segundos aplausos, un poco más cínicos, se transcribieron después de la siguiente frase: ¡comienza un año de dieciocho meses! Los terceros aplausos, cuartos y quintos aplausos, siguen a continuación de promesas como esta: porque un gran número de ciudadanos de este país estaremos cortando caña. Y así sucesivamente.

Seguí saliendo del país y entrando a él, sin quedarme en ninguno de los países que visité. La aceituna fugó a chorizo, bacalao, caja de manzanas, turrón alicante, una bata de casa, una mota de talco, un chocolate, un chocolate, un chocolate, tráeme un chocolate si es barato. Sí, los chocolates son baratos, todo es tan barato que da pena.

El oxímoron dejó de ser nombre para convertirse en cumplimiento. Eso fue lo que Fidel Castro le prometió a su país. Al decir país quiero decir personas, gente, mucha gente, más de diez millones de esforzados, decididos a seguir viviendo después de haber nacido aunque les costara un esfuerzo gastronómico y zen, sobre todo zen. El esfuerzo decisivo de 1969 es el verdadero poema. Al decir poema quiero decir maldición.


El esfuerzo decisivo te lo metes por el cu


#noalabienaldelahabana
#el15Nyomarcho
#15N




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Atrapada en ‘La Maleza’ de la escritura-carbón

Legna Rodríguez Iglesias

Los títulos de ‘La Maleza’ son espacios subterráneos de una memoria futura. Todavía no se han grabado con letra maravillosa en ninguna biblioteca independiente, pero se paran sobre sí mismos, muy verticales ellos.