Saqué un pasaje en espíritu y fui a ver a mi mujer

Espíritu. Espiritualidad. Los pasajes en Espíritu siempre son los más baratos. Espíritu, deseo. Si yo quisiera viajar para ver a mi mujer, para ver a la persona que amo, que es mía porque la amo, aunque ninguna persona le pertenezca a uno, sino al revés, uno es quien le pertenece a ese deseo intacto, a ese sostén, sería en un avión llamado Espíritu. El deseo nos sostiene y el espíritu también. 

No es lo mismo subir las escaleras de Espíritu que subir las escaleras de Aruba. No es lo mismo subir las escaleras de Spirit que subir las escaleras de American. Pero como toda construcción, Spirit tiene su falla. Viajar en Spirit significa eso mismo, que nada te pertenece. Ninguna añadidura te pertenece a menos que se convierta en una transacción. Ni siquiera yo, que viajo con un equipaje de diecinueve pulgadas, tengo asegurada la tranquilidad en Espíritu. Ni siquiera yo, que solo necesito beber una taza mediana de café, tengo asegurada la saciedad.

La gente habla de convivencia como si eso formara parte del amor. Pero la convivencia no forma parte de nada. La convivencia no es natural. A mi mujer le han insinuado que cuando empiece la convivencia se acabará el amor. A mí me han insinuado que cuando empiece la convivencia se acabará el amor. Ella misma me lo ha insinuado. Yo misma lo he dicho en conversaciones superfluas sobre nada que se parezca al amor.

Recuerdo, hace mil años, una idea juvenil de vivir con mis amigos en una casa que fuera grande, llena de habitaciones o simplemente vacía —quiero decir abierta—, donde estuviéramos juntos las veinticuatro horas, mirándonos las caras y compartiendo las cosas. Una idea absurda, inconsciente, de comunidad. Una idea cercana a lo que llamamos ocio, vacaciones, pasatiempo. Juguete.

Recuerdo haber escrito y disertado sobre eso. A lo cual se le podría llamar deseo, pero deseo aniñado, encorvado, desplazado. El verdadero desplazamiento sería uno hecho en Espíritu o en Delta, en Aruba o en American, en Iberia o en JetBlue. Un desplazamiento cruel, donde se afecta el estar y el ser. La convivencia empieza cuando, precisamente, aquello sublimado se termina.

Hay órganos que, por necesidad, ambición, acaparamiento y hambre, deberían convivir todos los días. Al nombrarlos, faltarán: cierta zona de mi piel y sus dedos de las manos, mi cara y su omóplato, mi nariz y su esternocleidomastoideo, mis ojos y sus piernas afeitadas (incluidos los pies, las rodillas y los muslos), mi lengua y cierta zona de su piel, mis manos y sus hombros, mis manos y su médula espinal, mis nalgas y su vientre, mi columna y su tórax, mis labios y sus labios, mi cerebro y su cerebro.

El cerebro es un órgano gris-rosáceo, que pesa kilo y medio aproximadamente. Tiene hendiduras y pliegues en su exterior. Su interior es ahuecado y lleno de líquido. Su aspecto no es llamativo. Incluso, observado con un potente microscopio, lo que se ve es una maraña de células nerviosas. Nuestros sistemas nerviosos deberían convivir todos los días. Nuestros glóbulos rojos deberían, sin presión arterial ninguna, sin ninguna obligación, compartir el mismo espacio por un tiempo prolongado.

Espíritu. Taxi. Aeropuerto. Taxi. Mi mujer. Church Avenue. Interior casa: cuarto, cocina, baño, recibidor. Mi mujer. Estación, torniquete, asiento. Escalera, Yalemi. Mi mujer. Lectura de poesía. Tren. Mi mujer.  Un asiento al lado de otro. Centro Internacional de Fotografía de Nueva York. Broadway. Tren. Mi mujer. Interior casa. Mi mujer. Taxi. Aeropuerto. Taxi. Miami. Mi mujer.

Tana dijo que nos podíamos ver en Lugar Común y claro que nos podíamos ver en Lugar Común. Yo había ido el año pasado a Lugar Común, invitada a leer, con el niño. Por el micrófono, en Lugar Común, con un antifaz de dinosaurio que la gente seguía recordando. Leí poemas políticos y de amor. Hasta un poema para niños recité. Alguien dijo: ¿ey, no trajiste el antifaz? 

Robin Myers y Hernán Bravo Varela fueron las primeras caras desconocidas que vi. Los dos me abrazaron como si nos conociéramos de antes, como si fuéramos amigos y nos quisiéramos ya. Hernán me dijo que le mandara poemas y yo pensé: le mandaré poemas escritos a mi mujer. Para cuando vi a Tana Oshima ya había visto a Zaidenwerg y le había dicho: te presento a mi mujer, es mía. Zaidenwerg se rió y respondió con una broma. 


¿Por qué, a ciertas horas, es tan necesario decir “amé esto”?
Julio Cortázar, Rayuela


Al final, después de dos años y medio, he descubierto que esta mujer me toca mejor de lo que pudiera tocarme yo. Estoy, por supuesto, preocupada. Complacerse a sí mismo es de las pocas virtudes que le quedan a uno antes de ser despojado de las únicas pertenencias esenciales. ¿Qué hace uno cuando aparece alguien capaz de complacerlo a uno, de hacerlo feliz y elevarlo, a mitad de camino entre la desconfianza y el descreimiento? ¿Uno se recupera y vuelve a ofrecerse? Parecería imposible.

Es imposible, de hecho, que exista alguien que lo supere a uno en semejante deleite, el de ir directo al grano, directo al placer. Recomiendo agarrarlo y no dejarlo ir. Yo la he agarrado y no la he dejado ir. Si lo hace será en contra de mi consentimiento, si lo hace ‘I am disagree’. La escena me recuerda a los novios de Marc Chagall y a los enamorados de Roy Anderson, que van a casarse en espíritu.

En Broadway, caminando pegadas al filo de hierro, fuimos casi dos kilómetros. El hierro amenazaba con desintegrarse cada vez que pasaba un tren, pero no se desintegraba. Hay tanto óxido ahí que colapsar hacia abajo sería lo mínimo que un tren pudiera hacer. Un ‘storage’ humano lleno de información. Pero no está en su naturaleza hacerlo, jamás colapsará.

Tres horas antes del vuelo en Espíritu, con la mano en el teléfono y la yema del pulgar en la aplicación Uber, con el equipaje de mano entre las rodillas y los espejuelos sucios, entró un mensaje de Spirit al buzón de Yahoo. Entró, por supuesto, como espíritu por su casa:

Hola cliente Spirit,
si bien entendemos que los cambios en los planes de viaje no son ideales, debemos notificarle los siguientes cambios en su vuelo: Se ha actualizado la hora de salida y la hora de llegada ha sido actualizada.
Las cosas cambian rápidamente, así que esté atento a las actualizaciones adicionales.
Odiamos llegar tarde tanto como tú, así que nos pondremos en marcha lo antes posible.  
Recomendamos estar en el aeropuerto al menos 2 horas antes de las salidas nacionales.
Lamentamos el retraso
.

Nombrar las cosas no es suficiente. Según el ‘Columbia Journalism Review’, Maryanne Wolf ha demostrado que el cerebro humano jamás tuvo la intención de leer (yo sustituiría cerebro por cuerpo y leer por convivir), sino que evolucionó junto con nuestro creciente uso de signos y símbolos. Del otro lado del continente, a tres horas de distancia en avión, está mi mujer esperando. 

Iré en Espíritu a ver a mi mujer y como un espíritu sólido me meteré dentro de ella. Cabeza de tortuga, lengua omnipresente. En resumen: no recomiendo Espíritu. No recomiendo Spirit para viajar si, como yo, estarás más de dos días en un lugar y llevas: un libro de fotografía enorme, un anorak de regalo, champú fresco Loccitane, de verbena; laptop de trece pulgadas, dispositivos externos; y toda clase de almohadillas protectoras para mujeres que se humedecen con cierta facilidad.

No recomiendo Spirit para viajar si, como yo, estás loca por ver a tu mujer. 


© Imagen de portada: Evelyn Sosa.




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El último cuento de hadas del cine independiente cubano

Legna Rodríguez Iglesias

Dalila y su hermano‘ se filmó en el 2019, antes de que Rogelio Orizondo se fuera de Cuba, con un iPhone 6 y un deseo, supongo, de guardar lo único que puede tener valor en la vida: la alegría de vivir.