Tenía su destino resumido en la mirada. Unos pómulos pronunciados, unos ojos absorbentes, un árbol tatuado en la frente y un elefante en el cuello.
Hizo canciones a partir de todas sus vivencias y con toda la rabia que puede albergar un muchachito negro que creció en Miami, expuesto a la violencia simbólica y a la violencia real, acosado por la pobreza y marcado por una familia disfuncional que, de seguro, hizo todo lo que pudo por él.
De cualquier modo, la muerte prematura, las drogas, una conducta sexual salvaje, su sensualidad aterradora, el odio a sí mismo y las peleas callejeras, no impidieron que XXXTentacion nos legara un cancionero amplio y una capacidad de experimentación inusual: amalgamó varios estilos vocales con el sonido del rock, la guitarra acústica, el trap y otras raras influencias.
Jahseh Dwayne Ricardo Onfroy fue el nombre que le dieron al nacer, en Florida, en 1998. Su biografía es un coctel espeso. Acabó siendo criado por la abuela, debido a la mala situación financiera de su madre; del padre, al parecer, no hay mucho que decir, aunque hay bellas fotos de ellos juntos.
A los seis años apuñaló a un hombre que intentó abusar de su madre, y terminó en un programa de rehabilitación infantil. Cuando tenía que quedarse con algún familiar lejano lo drogaban, para sedarlo y que molestara menos. Su temperamento melancólico se debió un poco a eso. Él mismo declaró sentirse en un estado depresivo perenne, con el que lidió gracias a la música y a su voluntad de afirmarse en la diferencia. Nunca dejó de ser “raro”, ni se dejó minimizar por ello: más bien se convirtió en una fuerza de la naturaleza.
Al comenzar su adolescencia, para contrarrestar un poco su ansiedad y su conducta impropia, una tía lo convenció de asistir al coro de la escuela, y posteriormente al de la iglesia. Y aunque terminó siendo expulsado de ambos, quedó atrapado para siempre por la música.
A los quince años, como casi todos los chamacones de su generación, estaba seducido por Lil Wayne, Drake y el “Young Money” en general; pero también escuchaba bandas de rock como Papa Roach o The Fray, y eventualmente música clásica.
Esta combinación de referentes, su talento para rapear y su voz singular y voluble, le permitieron hacer pistas muy simples con un alto grado de experimentación. Se le dieron muy bien los snippets (pequeñas pistas de no más de tres minutos de duración), que cultivó con un sonido rudimentario, casero, de influencia indie. Muchas de estas pistas fueron “ensayos” de otras que luego perfeccionó, o permanecen inéditas.
Sus aciertos vocales engatusan; el sonido de su voz es perverso, y muy lírico. Muchos consideran que su estilo fue como una especie de protuberancia en el producto Chris Brown; nada más alejado de la realidad. XXXTentacion tenía una capacidad asombrosa como intérprete: podía oscilar con arrogante soltura entre un estilo melódico fino y personal, un dominio alto de la cadencia y las rimas, y una voz gutural al mejor modo Pantera con Phil Anselmo al micro.
Eso, sumado a las posibilidades que brinda el Autotune, derivó en una versatilidad única. Lo incluyeron en la rúbrica del Emo Trap, pero fue mucho más allá. Basta escuchar King of The Dead o Fuck Love (en colaboración con Trippie Red): XXXTentacion se mueve con un descaro encantador entre lo grave, lo oscuro, y lo rítmico.
La emotividad desgarradora de su tono y sus letras son de lo más inespecífico dentro de un género amplio, cuyas fronteras se encuentran en estado gaseoso. La belleza de las diferencias entre I spoke to the Devil in Miami, Suicide Pit o Ex Bitch,así lo demuestran.
El beat en 4×4 está demasiado bien pautado en la industria, pero XXXTentacion rompió esa regla cada vez que quiso y matizó sus temas con todo lo que le vino en gana. Se perciben en él un conjunto de referencias muy características del hip hop y sus derivados, pero lo que sintetiza todo eso, indiscutiblemente, son sus ínfulas de visionario.
El muchacho se sentía llamado a dejar un mensaje (a su generación, en primer lugar) plagado de escepticismo, pero atronador, vertiginoso y poético. Como si tuviese una misión: la de quien quiere dejar una huella marcada por una relación muy especial con la muerte… Más de una vez, dijo sentir que la muerte no le parecía algo desconocido.
Vale la pena detenerse en Look at Me, su primer éxito masivo. Una crónica autobiográfica que oscila entre la decepción amorosa, el sexismo, la violencia, la autoafirmación del carácter y el pesimismo. Lo más agresivo en torno a esta pista es que fue acompañada por un videoclip de fuerte denuncia antirracista. El producto audiovisual, dirigido por el mismo XXXTentacion, contiene muchísimo material de archivo en que se ven a policías asesinando a afrodescendientes.
Casi al final del clip se muestra a un niño negro en un teatro de escuela, ante un público integrado por padres y familiares. Un niño negro que tira de la soga que ahorcará a un niño blanco. Luego de unos segundos, XXXTentacion entra a escena y lee desde su celular un texto, en estilo spoken word, que habla metafóricamente de cómo la historia de Estados Unidos está montada sobre la violencia y el estímulo del odio entre sujetos.
Pocos productos visuales son tan convincentes respecto al racismo y la violencia en ese país, y fue hecho por un chico que apenas llegaba a los 19 años.
El otro gran triunfo de XXXTentacion dentro de la cultura de masas y la industria del entretenimiento, es haberse impuesto desde la lógica del loser. Técnicamente, lo amparaba el Emo Trap, pero esa es una pequeña y modesta parcela en medio de los grandes predios que ocupan figuras como Travis Scott, Kodak Black o Kendrick Lamar, por ejemplo. XXXTentacion insistió en perfilar un estilo que se diferenciara radicalmente de la monotonía de la industria musical. En más de una ocasión, expresó públicamente que en el gran público todos sonaban igual, que todos, al llegar a las puertas de la fama, preguntaban: ¿cómo puedo sonar así?
Tal vez fue una novatada pretender diferenciarse tanto, pero eso no niega su verdad. Su autenticidad va a resistir mucho tiempo, al menos entre esos pocos que saben consumir la cultura sin prejuicios ni miedo a ser señalados. Hay momentos en que me parece vergonzoso que, durante muchos años, nadie dentro del mercado del rock haya sido capaz de procesar, musical y vivencialmente, el legado de Kurt Cobain y Layne Staley, como lo hizo este niñato nacido en Florida.
Con un temperamento sombrío, a base de puñetazos en peleas callejeras y destilando melancolía, XXXTentacion armó su carrera como una gran fiesta de referencias. No se dejó amilanar por el automatismo de lo preconcebido; de alguna rara manera supo estar por encima del alboroto hormonal de la adolescencia y defendió un estilo plagado de excesos nada inútiles.
Arrastró su condición de inadaptado hasta las fronteras de la influencia, que no cree en lo bueno o en lo malo. Fue a prisión, golpeó a su novia y alardeó del tamaño y la forma de su pene (se hacía llamar, además de XXXTentacion o X, Young Dagger Dick: “polla en forma de daga”). En la memoria de quienes le oyeron y le padecieron, nada de eso pesa tanto como su música.
De pronto pienso en Arthur Rimbaud. Seguro un montón de vanidosos letrados me dirán que es una pedantería de mi parte (o un amague de marketing, nunca se sabe) comparar a un poeta francés del siglo XIX con un negritillo delincuente del siglo XXI. De seguro no escatimarían en la carga de desprecio que conlleva esa construcción verbal. Pero pienso en ellos porque ambos terminaron su obra sobre los 19 años: Rimbaud para irse a África y morir a los 36 (ejerciendo la delincuencia, por cierto), y XXX para experimentar la muerte casi instantáneamente, esta vez de forma real.
Si fue un ajuste de cuentas, un asalto o una simulación, ni lo sé ni le dedicaré mucha energía mental. El caso es que le dieron dos buenos balazos en el pecho el 18 de junio de 2018. Le llevaron una cartera Louis Vuitton, según contó un testigo ocular. Lo demás queda dentro del terreno de lo especulativo.
Dejó un montón de material, y luego de su muerte fueron saliendo poco a poco algunos sencillos. Particularmente emotivo es Falling Down, con Lil Peep, lanzado el 21 de septiembre de 2018. Lil Peep había muerto de sobredosis el 15 de noviembre de 2017. En la canción se oye a XXXTentacion decir: “Me siento como una mierda, porque es como yo”. Al parecer, se tomó en serio el proyecto de grabar algo póstumo con Lil Peep: terminó siendo un sencillo póstumo de ambos…
Póstumamente salió también el álbum Bad Vibes Forever (2019). Allí hay, tal vez, menos experimentación que en ?(2018), álbum lanzado tres meses antes de su muerte, pero ambos están tan bien pensados que marcan el tictac como dos relojes perfectamente sincronizados. El de 2018 tiene temas como Sad! y Moonlight, que alcanzaron lugares bien prominentes en los top de música en inglés en su momento. El de 2019 es un álbum rabioso y sereno, con mucho guitarreo acústico y colaboraciones.
Así cerró su carrera. Ya está en manos de la posteridad.
Tenía su destino resumido en la mirada. XXXTentacion se escapó del club de los 27, para llegar mucho antes al paraíso. Lo merecía: debe haber sido agotador procesar tanta tristeza vital y cargar con la responsabilidad de sacudir los cimientos de una cultura, a la par que abría sus posibilidades.
Como un bardo de reputación aterradora, cantó tonadas melódicas y furiosas. Insistió en que lo recordáramos como el vocero de un mensaje cifrado y evidente a la vez: el desastre dejará todo como está, pero siempre estará, también, el beat.
Para que el testimonio sobre el desastre tenga ritmo.
Acá comparto, con los lectores de Hypermedia Magazine, una playlist. Mi top ten personal:
Bitácora olfativa 23 abajo
Las ciudades huelen. Los distintos lugares de las ciudades huelen uno diferente del otro, como las partes del cuerpo. Los pies de la ciudad no huelen como hueledetrás de sus orejas. La cabeza de una ciudad no huele como sus axilas, ni como su sexo. La Calle 23 es el vello abdominal del Vedado: se encuentra entre el tórax y el área púbica.