No es solo el mar quien nos devora

Hace poco más de un año escribí un texto a caballo entre lo autobiográfico y la ficción como parte del proceso creativo de Fuera, obra de teatro en la que trabajé como actriz. En forma epistolar le cuento a mi amiga y hada madrina, Ruth Goldberg, la experiencia de salir de Cuba. Fan de las listas como soy, pongo juntas en una a varias mujeres que han cruzado el mismo umbral que cruzara yo en 2015 y que de alguna manera son parte de mi vida. 

Hoy, cuando lo denso de la selva, las aguas dulces y saladas devoran a tantos cubanos, las palabras vuelven a dolerme en los huesos.



Madrid, 22 de febrero de 2021

Ruth, querida,

No me acuerdo de la primera vez que te vi. Una pena. Ese momento no quedará en nuestra historia forever and ever. De algo sí me acuerdo y es del instante en que te convertiste en mi hada madrina. No lo supe entonces. Quiero decir, no lo percibí en el momento justo en que pasó. Anyway, yo acababa de llegar a New York y, H mediante, me escribiste para que quedáramos… O lo hice yo, no lo sé, no lo recuerdo con certeza. 

The thing is que nos encontramos en Caffe Reggio. Te conté, zarandeada como estaba aún por la situación, todo lo de H y A, y lo doloroso que fue al final con H. Cargaba con el peso de sentir que había traicionado a H de alguna manera, sobre todo por cómo ocurrieron las cosas con A. Yo creyendo que debía tratar el tema con cautela, demasiado preocupada por tu reacción no sé bien por qué, si ni te conocía en verdad. 

He estado pensando en el recorrido del héroe últimamente. En el umbral. En mi umbral, cuando crucé. Ese día llegué con muchísimo tiempo al aeropuerto. Fui con mis padres. Ellos me despidieron de Cuba. H me había visitado el día antes. Nos dijimos adiós a través de la verja del patio de la casa del Cerro. Tan lorquiano todo. 

Volviendo al Reggio, al drama moral entre H y A, recuerdo me dijiste in perfect Spanish mientras bebías un té: “Querida, esas cosas pasan”. Magia. Prejuicios derrumbados con una frase tan simple. Luego ya pasó lo que pasó con A. Tantas heridas, aunque en su mayoría imperceptibles, dejó en mi cuerpo. Y yo sin entender entonces la utilidad de aquel viaje, de aquel sacrificio, ese abandonarlo todo por amor. Incontables las heridas también dentro de mi cabeza. Moretones emocionales que ayudaste a sanar.

So, I was with mi mamá y mi papá en el aeropuerto, había tiempo aún cuando decidí tomarme unas cervezas con mi padre, desoyendo las protestas de mi madre. No podía ser de otra manera. Mi madre, poor thing, preocupada por la posibilidad de que perdiera el avión. 

A beer after another and it was time to get in the damned plane que me alejaría de mis padres quién sabe por cuánto tiempo. Impensable que esa sería la última vez que viera a mi padre. De alguna manera agradezco que esa sea la imagen que conservo más fresca de él. Su sonrisa bringing toda la luz a la mesa plástica de la cafetería vulgar del aeropuerto José Martí de La Habana. Un cementerio de latonas de Bavaria 8.9 de por medio. No hubiera soportado verlo en una cama de hospital. Y es que aún me despinga el último recuerdo que he creado de él. Un recuerdo motivado por la angustia de saber que this is it. El fin. Esa imagen terrible de mi padre postrado, la cabeza y el espíritu idos ya, una lágrima saliendo densa de su ojo cerrado al escuchar mi voz sayin’ adiós en el cell… I can’t. Me agarro con todo a su sonrisa borracha de cerveza caliente y sopor tropical.

Cuando llego a despachar mis maletas, me dice la compañera detrás del cristal: “Mi vida, el sistema no funciona. Hay que esperar a que vuelva a funcionar”. El avión esperando por mí en tierra y mi mente ya en Miami. En la llegada, la frase temida: “Me acojo a la Ley de Ajuste Cubano” pitando duro en mi cabeza, volviendo mantequilla derretida todas mis coyunturas. 

Anyway, que el sistema nunca funcionó. Que cuando vi que otros viajeros (no isleños, todo hay que decirlo) pasaban a sus respectivos aviones, monté un numerito. “¿El sistema está caído solo para mí?”, grité y seguí gritando hasta que me dejaron correr hacia el avión que aún esperaba por mí en la pista. Los rostros de mis padres borrosos ya en mi memoria reciente. “Demasiadas cervezas”, pensé. “Manera de cruzar ese umbral”, pensé.

De Miami lo único que recuerdo es mi incapacidad para decir aquella frase:

—Macojo a la leydegsjustaecuhabano.

—¿Qué? —me dijo el agente en cubano con acento de Hialeah.

—Macojoalaleydajustecubano ppppffff…

—¿Perdón?

—¡ME ACOJO A LA LEY DE AJUSTE CUBANO, REPINGA!

Manera de cruzar ese umbral, Ruth. Sin hada madrina, querida, eso vino después. Mi recorrido no podía ser modélico. 

Ay, Ruth, te he recordado mucho en estos días en que tantos amigos se van… o vienen… o van, depende del pedacito del world en el que hayas podido posarte. El umbral se nos ha quedado chiquito. Hoy no es solo el mar quien nos devora. 

Conociéndote, sé que querrás saber todo del montaje, del equipo. Recuerdo cuando me dijiste que si yo era capaz de patinar con una bandeja en la mano en una cafetería en NY sin morir en el intento, este espectáculo sería un walk in the park. Y lo fue. Lo está siendo. Hoy las únicas heridas en mi cuerpo son de cuando me caigo de los patines en algún ensayo por estar pensando en mis boberías. Tengo tanto qué agradecerte, my fairy godmother. Por cierto ¿Cómo te fue en la conferencia? ¿Al final incluiste lo del viaje de la heroína? 

Nada, que feliz cumpleaños, querida. Sí, esto, aunque no lo parezca, es una postal de Happy Birthday. Una que no vas a poder tirar a la basura, que te conozco, my dear

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Huge hug,

C.


P.S. Ya sabes que soy fan de las listas. So, te mando de regalo esta lista de mujeres que han hecho majomeno el mismo recorrido y que me acompañan por estos días de mil maneras. 

  • Ana Mendieta. La Habana 18/11/1948-Greenwich Village, NY 8/9/1985. Porque en tu ciudad, que fue mi ciudad, tu muerte pudo ser mi muerte.
  • Maria Zamora. La Habana-Miami. Por los dos perros ovarios que tienes.
  • Marianela Pupo. Holguín-Miami. La mejor actriz de mi generación.
  • La Lupe. Santiago de Cuba 23/12/1936-El Bronx, NY 29/2/1992. Porque eres reina.
  • Dania Pérez (mi mamá): Güines-Tampa, Fl. Love U, madre.
  • Patricia Pérez Fernández. El Vedado, La Habana-Valdemaqueda, Sierra de Madrid. Por el descaro y la genialidad y porque de haberte podido conocer antes, hubiera aún elegido conocerte en el momento justo.
  • Olivia Sofía Manrufo Hernández. Jesús María, La Habana-Lima, Perú. Porque te quiero y admiro demasiado como para no ponerte en todas las listas.
  • Dayana Camila Figueroa Artigas (Yaya Panoramix). Santiago de Cuba-Roma. El mundo sería demasiado aburrido sin usté, federada.
  • Legna Rodríguez Iglesias. Camagüey-Miami. Porque aún me debo tus libros, pero devoro tus artículos. 
  • Antoinette Melchor García. La Habana-Quebec. Demasiada hermosura.
  • Broselianda Hernández. La Habana 1964-North Miami Beach, Fl, Nov/2020. La mejor actriz de tu generación. Tu voz es todo.
  • Caridad Gómez. Villa Clara, Cuba-Aranjuez, España. Gracias por Julián.



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‘Zoom Out’

Claudia Muñiz

El desconcierto de su mano agarrándome el bollo con fuerza. Mi risa nerviosa ante su atrevimiento. La presión de su mano justificando su descaro. Yo estaba casadaentonces. Él también.