El 22 es mi número de la suerte. Nací ese día de abril y llevo esos números 2 tatuados en mi brazo. El 2020 prometía. Iba a ser mi momento. Me iba a levantar como un Ave Fénix, y todo mejoraría un montón. Pero, a esta altura de diciembre, no sé bien qué fue lo que pasó.
Me siento como si me hubiera pasado un camión por arriba. Una aplanadora. Un tractor.
Un tractor lleno de flores, porque también me han pasado cosas muy hermosas.
A inicios de año pude traer a mi lado a la mujer que amo. A finales de año, ya la había perdido. El tiempo que duró fue como una probadita de felicidad, una muestra, porque luego la vida se encargaría de decirme: de esto no te toca mucho más.
Pasamos juntos la cuarentena, sin separarnos por un segundo. Si estábamos un poquito lejos, ya nos faltaba el aire. Así de fuerte e intenso fue. Teníamos una gata, que era de ella, una gata tuerta que era casi un perro, porque era muy cariñosa.
Hace unas semanas, la gata se nos murió a las tres de la mañana, y a esa hora tuve que salir sin nasobuco para el parque de H, a enterrarla. Ese mismo día había estado en mi casa la Seguridad del Estado. Me puse muy paranoico: no van a ser tan singaos de envenenarme a la gata…
La paranoia duró un poquito. O bastante.
El año tuvo muchas cosas malas, todos las vivimos: enfermedad, un montón de muertes de gente cercana (o lejana, pero gente querida), la incertidumbre de la falta de alimentos, las largas colas, la represión, la represión, la represión… El Estado intentando mantener esto a flote.
Los 11 momentos (+ 1) de este año que recuerdo ahora:
1. Hacer el amor sin parar con mi amada.
2. Una figura que ella hacía en mi cuerpo con su mano.
3. La muerte de Broselianda Hernández.
4. La muerte de Sigfredo Ariel.
5. La enfermedad de un gran amigo que no quiere que lo mencione.
6. La muerte de mi gata.
7. La noticia de que iba a volver a filmar.
8. El parto de una querida amiga.
9. Despertarme a las cuatro de la mañana y ver en el televisor la secuencia de la niña en la playa de El desierto rojo de Antonioni. Todos esos colores me confundieron.
10. Las 6 veces que pensé que tenía el virus.
11. El 27 de noviembre.
11+1. La salida de mi libro En brazos de la mujer casada (Hypermedia, 2020).
En estos meses de encierro y de angustias, el arte, la música, el cine, los libros, me hicieron más llevadera la angustia, el desespero, el hambre…
Los 11 libros que me acompañaron sin fallo fueron:
1. John Ford, de Peter Bogdanovich.
2. Las palabras perdidas, de Jesús Díaz.
3. El insaciable hombre araña, de Pedro Juan Gutiérrez.
4. Como un espejo, de Ingmar Bergman.
5. Ana Mendieta. A Book of Works.
6. El estilo transcendental en el cine: Ozu, Bresson, Dreyer, de Paul Shrader.
7. La mujer zurda, de Peter Handke.
8. La luz, bróder, la luz, de Sigfredo Ariel.
9. My friend Dahmer, de Derf Backderf.
10. Orden de registro, de Raúl Rivero.
11. Algo aquí se descompone, de Katherine Bisquet.
Esta lista de libros es rara, pero tiene que ver con mi necesidad de hacer una especie de zapping y pasar de emociones cercanas a la esperanza, a momentos en los que necesitaba sufrir un poquito más y gozar ese dolor. También tiene tintes de cierta necesidad de inspiración para el trabajo.
Las 11 canciones que más escuché fueron:
1. Tú eres la música que tengo que cantar, por Ivette Cepeda.
2. Hawai, por Maluma.
3. Convergencia, por Ibrahim Ferrer.
4. Blinding Lights, por The Weeknd.
5. Farsante (remix), por Los Cuatro.
6. Dance Monkey, por Tones and I.
7. Tusa, por Carol G.
8. Burbujas de amor, por Juan Luis Guerra.
9. Aburrida, por Elena Burke.
10. La música, por Haydeé Milanés.
11. Idilio, por Leoni Torres.
Esta lista sí evidencia más una cierta tendencia a tratar de subirme el ánimo. 2019 tampoco fue un año bueno, pero en lo que más fallé fue en mantenerme escuchando canciones tristes solamente. En 2020, creo que le di una vuelta a mi entusiasmo.
Las películas y series que más me marcaron este año:
1. Mank, de David Fincher.
2. Druk, de Thomas Vinterberg.
3. An Officer and a Spy, de Roman Polanski.
4. The Trial of the Chicago 7, de Aaron Sorkin.
5. Sinónimos, de Nadav Lapid.
6. Borat Subsequent Moviefilm, de Sacha Baron Cohen.
7. We Are Who We Are, de Luca Guadagnino.
8. Tiger King, de Eric Goode.
9. Inmigration Nation, de Christina Clusiau.
10. I’m Thinking of Ending Things, de Charlie Kaufman.
11. On the Rocks, de Sofia Coppola.
Pero los filmes que volví a ver, y que disfruté enseñándoselos a Camila, fueron:
1. Being There, de Hal Ashby, con Peter Sellers.
2. Teenage Mutant Ninja Turtles. La de mi infancia, la primera parte.
3. Cold War, de Pawel Palidowski.
4. It Must Be Heaven, de Elia Suleiman.
5. Guantanamera, de Tabío y Alea.
6. Ace Ventura, con Jim Carrey.
Por su parte, ella me mostró, me descubrió:
1. Confianza, de Istvan Szabó.
2. El aficionado, de Kieslowski.
Juntos repetimos:
1. El desierto rojo, de Antonioni.
2. Todas las partes de Harry Potter (en las que me quedé dormido).
Después de doce largos meses cargados por el miedo y la incertidumbre de esta pandemia, creo que hay que agradecer estar vivo. Todos somos sobrevivientes de esta cosa loca, que es bien jodida y peligrosa.
A través de las redes seguí lo que pasaba con el Movimiento San Isidro y lo que vino después en la televisión nacional. Fueron momentos muy duros, donde ni mis amigos cercanos ni yo podíamos dormir.
No se podía dormir. No se podía escribir. No se podía hacer nada. Era algo muy importante, grave…
Amigos de todas partes del mundo me escribían para saber qué estaba pasando con Cuba. Así mismo: “¿Qué está pasando con Cuba?”. La salida hacia al Ministerio de Cultura el 27 de noviembre es de esas cosas que nadie te puede quitar. Sentarme en esa calle y aplaudir, fue uno de los ejercicios de mayor libertad que he vivido en 38 años.
En estas listas quedan fuera muchos amigos, amigas y gente cercana o admirada que fallecieron debido al virus.
Este año no nos ha dejado descansar. Ante la cercanía del fin del mundo, lo único que me salvó fue el amor.
Los clichés, las frases manidas, de tanto decirlas se quedan huecas, pero es así: el amor salva.
Errando el 17 de diciembre
Pienso en la gente que está luchando cada día por hacer este país mejor. Pienso en cómo la televisión se inventa cuentos y miente. Cómo les pone nombretes: terroristas, agentes de la CIA. Nombretes peligrosos que pueden acabar con la vida de cualquiera. La radio y la TV incitando a la violencia. La verdad es que lo único que hay es represión.