Es domingo 22 de diciembre y finalmente tengo un encuentro con Legna Rodríguez Iglesias. Por mucho tiempo la he admirado en la distancia (sus libros me los he tenido que robar, porque son muy difíciles de encontrar). Además de seguirnos mutuamente en las redes, por esas cosas raras del destino, tengo mucho que agradecerle: Legna (sin conocerme) ha tenido la bondad de conseguirme buenos trabajos, cosa que solo habla de su bondad y su gran corazón.
Fanático de sus escritos y sus tatuajes, para mí este viaje es un gozo total.
Legna, gracias por abrirme las puertas de tu casa. Vengo con mi camarita para hacerte unas fotos, pero antes me gustaría que habláramos de cine (tus seguidoras de España me hicieron esta encomienda).
Yo me quedé tiesa cuando vi tu mensaje preguntándome si aceptaba conversar contigo sobre cine. Acepté porque te admiro, porque a veces me gusta mucho lo que escribes y porque cuando te vi desnudo en una de tus columnas de Hypermedia Magazine lo primero que me vino a la mente fue: ¡tiene prepucio, como mi hijo!
Y la verdad es que tienes un prepucio de película. He pensado incluso escribir un libro de poemas sobre prepucios perfectos y ausencias perfectas de prepucios, como si fueran fotos, pero sin imagen visual. El poema y nada más.
Yo tengo varias películas a las que vuelvo constantemente. Las veo una y otra vez. Me siento bien estando con ellas. Ojo: no son de las grandes películas que un cineasta diría que prefiere (la gente, para hacerse respetar, enseguida saca a Bela Tarr, Tarkovski…), pero son las que más me acompañan. Algunas de ellas son Herida de Louis Malle, Antes que anochezca de Julian Schnabel y El gran Lebowski de los Coen.
¿Cuáles son esas películas que te acompañan a ti, las que revisitas cada cierto tiempo?
Persona, y eso lo digo sin pensarlo.
Persona Persona Persona Persona.
No estoy segura qué me gusta consumir más, si literatura o cine, pero definitivamente consumo más cine que literatura. Porque la literatura, como me dedico a ella, la complejizo y la convierto enseguida en material de estudio. A ti te debe pasar lo mismo con el cine. Entonces cierro el libro y saco el disco externo y ya estoy metida en alguna película.
Nunca se me olvida el día que vi tres películas seguidas sin parar y sin comer, acostada/sentada con tremendo calor: Los idiotas, Ex Drummer y El arte negativo de pensar. No sé como seguí viva después de ese día, porque una cosa es ver las películas en pantalla grande, bajo la euforia de un Festival de Cine, con amigos o en la más dulce soledad, y otra muy distinta es ver las películas en un DVD (estoy hablando del año 2006 o 2007) conectado a un televisorcito Sanyo de 17 pulgadas, cuando todavía vivía en Camagüey.
Por aquel tiempo, y en los dos años siguientes (aún en Camagüey), vi muchas películas que me marcaron y a las que siempre vuelvo: las viejas de Lars von Trier, las viejas de Lanthimos, las viejas de Jim Jarmusch, Gummo, Happiness...
Una que siempre veo cuando me enamoro de alguien, como para romancear, es Dos días en París. Tú te pareces algo a ese actor, los dos son altos y peluditos. Al principio de mis relaciones también me gusta volver a ver las de Bertolucci, porque se presta para el romance.
Me gustaría dejar por escrito que todo eso lo vi gracias al escritor cubano Raúl Flores Iriarte. Él era como mi mejor amigo de las películas, o como mi novio de las películas. Él me pegó la ansiedad por el cine y por coleccionar películas, primero en CDs y luego en un disco externo (porque yo no tuve laptop hasta el año 2011), aunque no siempre teníamos el mismo gusto.
Yo tenía sed de películas raras, cine de autor, mientras que Raúl Flores decía que el cine norteamericano era el mejor. Y yo le seguía la corriente en todo, para que no dejara de pasarme las carpetas. Había tanto tiempo para ver películas… Éramos como vampiros chupadores de cine.
En 2005 estuve unos meses de vacaciones en La Habana y vi por primera vez una de Kim Ki-duk: El arco. Qué película más morbosa. Solo la vi dos veces, pero me acuerdo de ella cuando pienso en el morbo como instrumento.
Hay más, muchas más, cine de cabecera, pero se me van de la mente ahora. Son las once de la noche y a esta hora la cabeza se me embota… El día entero con un bebé te convierte en un bebé. Un bebé necesita dormir.
Vamos a hablar de los cines: los cines de Camagüey, de La Habana y de Miami. ¿Recuerdas la primera vez que entraste a un cine? ¿Cómo se llama o se llamaba el cine de Camagüey? ¿Hay varios?
Yo extraño mucho ir al cine. Aquí no voy porque siempre aparece un gasto de prioridad, y el cine no es una prioridad, al menos objetivamente. Es decir: he ido, pero poco. Y no es lo mismo, no hay amigos afuera para comentar la película o discutir sobre ella, para fajarnos y dejarnos de hablar por una película.
El día que vamos al cine tratamos de aprovechar todo al máximo, y luego salimos del cine sabiendo que no volveremos hasta pasado un buen tiempo. Todo en silencio, incluso la catarsis.
Por eso tu pregunta me resulta entrañable y querida.
Mi casa en Camagüey quedaba lejos del centro, donde está la calle de los cines. Allá le dicen así: la calle de los cines. Primero hay dos: el cine Encanto y el Casablanca, como quien viene de República y va para la Plaza de los Trabajadores. Pegada al Casablanca está la sala de video Nuevo Mundo, y en la misma Plaza de los Trabajadores, metido para adentro como en un callejoncito, está el cine Guerrero. Ese era mi cine preferido.
La primera vez que recuerdo haber ido al cine fue con una prima que a su vez iba con su novio. La película era El flautista contra los ninjas. No me acuerdo cuántos años tenía ni a qué cine fuimos. Debí tener poquitos años, para que no me acuerde.
¿La primera vez en un Festival de Cine en La Habana?
La primera vez en un Festival de Cine en La Habana fue en el año 2005. Nunca había visto La naranja mecánica. Después de verla escribí de un tirón un libro para niños que se llama La mandarina mecánica. Son cuentos un poco crueles y violentos, pero muy graciosos también. Cuando terminemos la charla te voy a dar algunos libros míos, para que los leas con cariño.
Hay un cine en Miami muy lindo que queda frente a la librería Barnes & Noble; a ese nunca he entrado. Al Tower sí he ido mucho, allí puse Melaza y allí vi por primera vez a mi admirado Orlando Jiménez Leal (pero para mi sorpresa el man se quedó dormido con Melaza; qué manera de reírme). ¿Qué has visto tú en el Tower?
No, frente a Barnes & Noble no hay ningún cine. Debe ser el que queda frente a la librería Books and Books, a unas cuadras de mi alquiler. Si quieres vamos juntos la próxima vez que vengas. Es realmente muy lindo y tiene atmósfera de cine viejo. Ponen buenas películas ahí.
El problema conmigo es que no veo películas que no estén subtituladas. Me interesa mucho el guion, no me gusta perderme ni un solo parlamento, y todavía no hablo inglés. Si la película tiene subtítulos en inglés a veces puedo leerlos. Pero prefiero que esté subtitulada en español. Doblada al español no, pero subtitulada sí.
¿Difieren los olores de los cines de Camagüey, La Habana y Miami?
Nada aquí huele como allá. Ni los cines, ni la ropa, ni los niños, ni la comida. Nada. Todo huele distinto.
Los colores también son otros. Las luces, otras. Las sombras también.
Antes no se hacía mucho cine en Miami, pero últimamente hay varias producciones, como la de Plantados, o El último balsero…
Yo no he visto ni una sola producción independiente hecha en Miami. The Florida Project, de Sean Baker, me gustó muchísimo, pero se desarrolla en Orlando, no en Miami, aunque Miami también es un parque de diversiones.
De las últimas películas, de las grandes, de las más sonadas: ¿cuáles te han gustado más? ¿Cuáles te han decepcionado? ¿Alguna secuencia en particular? (Te hablo de Roma, Parasite, Joker, Marriage Story…)
Vi Parasite hace varios meses en una web pirata donde veo todo. Algunas películas del Paquete Semanal provienen de ese mismo sitio. Hay que ser muy rápido y virtuoso para lograr ver una película ahí, porque desde que das el primer clic la avalancha de virus y páginas porno que se te abren es asquerosa.
Enseguida compartí en Instagram el cartel de la película; muy poca gente la había visto. He visto casi toda la filmografía de ese director, cuyo nombre no sé pronunciar. Las películas coreanas de ese corte casi siempre me resultan atractivas. Me gustó Parasite sobre todo porque viene después de Okja y de la otra del tren, diferentes en su estilo, pero mi preferida de él sigue siendo La madre.
Roma no me gustó. Joker…, normal.
Marriage Story no es una marriage story: es Adam Driver y Scarlett Johansson, dos diamantes. Lo que se critica de ella es probablemente algo que su director empleó a propósito: lo cursi, lo superficial…
Pero yo no hago crítica de cine. Yo no hago crítica de nada. Lo mío es parir.
Algunos de tus cuentos son muy cinematográficos. Los lees y ves una película ahí. ¿Para cuándo un guion tuyo?
Ayúdame con eso de los guiones. Es algo que me encantaría hacer, un guion. Un guion de verdad para una película de verdad.
Sé que doy la impresión contraria, pero yo soy muy perfeccionista y dogmática cuando no conozco el género que estoy usando. Solo cuando domino a cabalidad un género soy lengüilarga y sucia. Entonces lo descoyunto y lo manipulo de verdad.
Hablemos de cine cubano. Vamos a jugar un poco. Hazme la lista de las diez películas cubanas que más te gustan (puedes sumar documentales y cortos, si los largos no te llenan la lista).
Me siento muy triste respecto al cine cubano. Siento que me he perdido montones de películas y no sé cómo resarcir eso.
Tengo varias favoritas. De hecho, una de las películas a la que siempre vuelvo es una película cubana. Esa película es tan perfecta, tan hermosa y tan terrible como cualquiera de Bergman. Es la primera de la lista:
Madagascar.
Madagascar.
Madagascar.
Por eso voy a hacer una lista less cronológica:
Clandestinos.
Se permuta (esa película en realidad es mi abuela gozando con la película).
Nicolás Guillén Landrián completo.
Santa y Andrés.
No te decepciones; es una lista clásica, ya lo sé, pero al menos no elegí ninguna comedia (con excepción de Se permuta, que para mí es la risa de mi abuela). A mí no me gustan las comedias. Dos días en París sí me gusta, pero las comedias cubanas no.
El mejor humor cubano está en la literatura. En las novelas de todos los grandes que tú conoces y que leíste para poder hacer tu película.
Incluí la tuya, Santa y Andrés, porque para mí ya es una película clásica: habla de un tema superior, tiene dos actores soberbios y una simplicidad bella. Me emocionó.
Conducta, de Ernesto Daranas, también es muy emotiva. Las escenas con los perros de pelea… (tengo problema con los perros). Pero Santa y Andrés emociona de otra manera porque habla de otra cosa.
Me gustaría mucho ver todas las películas de Carlos Quintela, solo he visto La piscina. Quiero ver esa que hizo en Japón gracias a Kawase.
Todo lo japonés me atrae mucho. Debe ser por la energía, lo básico y lo simple y también lo sofisticado de esa simplicidad. En general los asiáticos tienen esa sofisticación cinematográfica bella basada en la nada.
De los cortometrajes cubanos más recientes, de los cineastas que van apareciendo, he visto varios en el archivo de Rialta. Me causa extrañeza el uso indiscriminado (lenguaje macarrónico) del actor Mario Guerra. Un aplauso para Mario, pero tal vez sería mejor echar mano de otros rostros masculinos; que podrían encontrarse en el teatro, por ejemplo.
Me estoy acordando ahora de una película que no sé si se terminó. Aquellas imágenes me atraían mucho, me encantaban. Reynaldo Lastre, el crítico de cine, hacía uno de los personajes. El director era cojo. Empezaron a trabajar con un muchacho que era amigo mío. En aquel momento el muchacho me pidió pasar un tiempo en el sofá de la sala de mi alquiler en La Habana.
Muchas escenas se editaron en la mesa de aquel apartamento, con una ventana que daba al Parque Trillo. No se decidían por el título y yo me puse a susurrar varios, porque me atraía cantidad lo que veía, pero al final le pusieron uno que incluía la palabra “lémur”.
Eran imágenes oscuras, raras, en un desierto… Filmaron las escenas en Holguín, era una distopía fantástica… ¿Sería José Luis Aparicio? No puedo creerlo…
¿Te gusta Todd Haynes? ¿Todd Solondz? ¿Tom Ford?
Todd Solondz foreverrrrrrrrrr.
De las últimas películas que he visto casi siempre salgo un poco decepcionado, no sé por qué. Me pasó con Parasite y con Joker. Puede ser el momento que estoy viviendo, pero hace rato no veo una película que me llegue fuerte… Aunque la de Tarantino me gustó bastante. Y un amigo me enseñó Confianza, de István Szabó, y me encantó.
Pásame Confianza, te la cambio por un saco de paquetes de café.
Yo sí he visto películas que me han gustado y que no son de concurso ni de premio (o tal vez sí, y yo ni me entero), como esa de la muchacha que aparece en un pueblo y se hospeda en un motel y seduce al tipo solitario del motel…
A mí Tarantino me encanta, pero debe haber sido que vi una copia mala o que el niño me chupa la energía y ese día no tenía energía suficiente, o simplemente que no.
También me gustó Phantom Threat, de Paul Thomas Anderson. ¿La viste?
La vi. Me gustó, pero no me quitó el sueño.
Magnolia sí me quitó el sueño pero, como dices tú, todo tiene que ver con el momento en que ves la película, la atmósfera que te rodea, los sentimientos que tienes por dentro en ese momento… Yo no me acuerdo de cuándo vi Magnolia pero sí recuerdo que me quitó el sueño. Igual que cuando vi Nostalgia, de Tarkovsky.
Perdona, pero tenía que hablar de Tarkovsky en algún momento de la entrevista. Lo he evitado para no darte una impresión de respeto, pero Tarkovsky es sublime, igual que Sokurov y otros rusos más.
Para mí Alfred Hitchcock era como un cliché, porque todo el mundo lo mencionaba, pero cuando me senté a ver todas sus pelis me volví loco. Y en una depresión vi casi todo Bergman. Pero también me encanta Tarantino.
Dime de tus directores favoritos (aparte de Tarkovsky). Los directores que sigues.
Tengo un disco externo de dos teras lleno de directores que me fascinan. En 2010 perdí un disco externo con otros tantos, entre ellos Bergman. No te puedes imaginar cómo me sentí cuando supe que no iba a poder recuperarlos.
Aquí veo todo en internet, nunca más he coleccionado películas. Todo lo que tengo lo traje de Cuba y otro poco lo he copiado de gente que también trajo sus películas de Cuba. Es una sensación de pobreza, de no tener lo principal. Aunque lo principal es mi hijo, por supuesto.
Así que podría copiar y pegar la lista entera de esos directores. En vez de eso, te diré los primeros que me vienen a la mente:
Harmony Korine.
Roy Andersson.
Theo Angelopoulos (que ya se murió, pero igual).
Giorgos Lanthimos.
Léos Carax.
Aki Kaurismaki.
Zhang Yimou.
Michael Haneke.
Takeshi Kitano.
Chan-wook Park.
David Lynch.
Cinco actores que te gusten. (No te imagino seguidora de Brad Pitt o Leonardo DiCaprio, pero todo puede ser).
Leonardo está gordo. Igual, como estamos hablando de personas, el atractivo físico a veces juega un papel fundamental (lenguaje macarrónico); así que te voy a decir algunos que recuerdo con cariño, porque actuaron en películas inolvidables:
Louis Garrel y Michael Pitt, Daniel Brühl, Denis Lavant, James Franco, Ethan Hawke (cuando se sale un poco de lo comercial), Jason Schwartzman y Adam Driver.
Dios mío, son todos atractivos, qué horror.
Me gustan los actores de Gus Van Sant. Me fascinan los actores de Harmony Korine.
Y cinco actrices.
Me pasa lo mismo con las actrices. El atractivo físico de una actriz impacta demasiado. La mayoría de las veces se me olvidan sus nombres. Intentaré enumerar algunas actrices vivas:
Juliette Binoche y Marion Cotillard, Cate Blanchett y Meryl Streep, Martica Minipunto cuando rapea en escena y cuando escribe su columna en Hypermedia…, Laura de la Uz en Madagascar, Isabel Santos en Clandestinos, todas las actrices de las películas húngaras, la actriz que grita y se le salen los ojos en aquella película de Zulawski, monumental.
Hay muchas actrices que me gustan y que no me sé sus nombres. Podría buscarlos en internet ahora mismo, pero eso no quedaría bien en una conversación fluida como esta.
Desde hace unos años, hay una corriente del cine latinoamericano que vence en festivales de clase A europeos (Cannes, Venecia, Locarno) donde se hace un trato un poco raro con la representación del aborigen o de los dramas locales, como si esto fuera lo que esperaran los espectadores del Primer Mundo.
¿Qué piensas de ese tipo de películas? Lentas, bien antropológicas…
Pienso lo mismo que tú: que es una manipulación total. La mayoría de esas películas no me gustan.
Antes de irme de Cuba vi en el cine Riviera una película mexicana, Güeros, que me dio deseos de salir corriendo a comprarme un perro, y así lo hice. Salí corriendo del cine con la alegría de quien va a comprarse un perro de su raza preferida.
No compré ninguno, porque no tenía dinero y porque ya tenía al perro más hermoso de La Habana: un bulldog francés llamado Soba. Incluso estaba escribiendo un libro donde él era el protagonista.
¿Te gusta Lucrecia Martel? ¿Agnès Varda?
Ambas inclusive.
Y me gusta la directora de El mapa de los sonidos de Tokio.
Tengo un gusto muy ecléctico y eso a veces es malo, porque uno tiende a ampliar cada vez más el diámetro del gusto y ahí puede empezar a caber todo. Pero no creo, porque sigo prefiriendo a los más raros, a los bien raros. Nombres que no me acuerdo porque son difíciles de aprender.
Me encantan las fotos que tiras… ¿Para cuándo un cortico? ¿Ya has filmado algo?
A veces, para entretenerme, he hecho videítos de un minuto con poemas o simplemente con la respiración. Pero ya has visto lo neurótica que soy. Antes de empezar a responderte me puse a editar el texto y a justificar los márgenes, la tipografía; quité tus simpáticas comillas y puse cursivas en los nombres de las películas.
No creo que sirva para ningún proyecto que sea colectivo. Tendría que tener un papel muy principal, como directora, por ejemplo, y sacaría de quicio a todos.
Yo siempre sé lo que quiero cuando empiezo a escribir un libro. Con un proyecto de cine, un proyecto que incluya una cámara y un paisaje, sería igual. Y me parece que no sería divertido para los otros. Pero si me decido a hacerlo yo sola, tampoco sería divertido para mí.
¿Eres de bandas sonoras?
Soy de todo lo que pueda coleccionar y que me excite. Tengo una amiga que se reía de mí porque ella venía y me regalaba una playlist con canciones que significaban mucho para las dos, canciones importantes, y yo le decía: perdona, pero prefiero guardar el disco entero.
Ahora no colecciono casi nada porque tengo un hijo y eso supera cualquier colección. A duras penas colecciono ideas para escribir.
¿Qué buscas en una película? ¿Buscas algo?
A veces no busco nada: me dejo llevar como un pez frío insensible en las aguas dulces de cualquier río cubano. Qué ganas tengo de bañarme en un río…
La mayoría del tiempo busco lo mismo que en los libros: singularidad. Un tanganazo por la cabeza, una sublimación. Esa tenacidad que tiene el cine para el asombro, un asombro constante. Una pausa, un asombro, una pausa, un asombro, una quietud, un pensamiento (i)lógico.
No sé si me hago explicar.
El mejor ejemplo para eso sería lo que encontré en El pequeño Otik, de Svankmajer.
Otro buen ejemplo: lo que encuentro en las películas de Ulrich Seidl.
Alguna película que te hubiera gustado que acabase diferente, o que esperaste más de ella y se te cayó al final.
No me viene a la mente ninguna. A veces, cuando eso pasa, simplemente me deja de gustar la película entera.
También puede ser el principio. Yo creo que la última de Tarantino tiene una introducción muy larga, con Brad Pitt en un carro para arriba y para abajo.
¿Te gusta Azul, de Kieslowski? Nunca se me olvida la escena de la piscina donde Juliette Binoche tiene que soportar que se tiren una docena de niños. O la anciana encorvada que tiene que colocar una botella en un recolector de reciclaje que le queda muy alto. El juego de la vieja y la nueva Europa. Pienso también en Los amantes del Pont Neuf o en Holly Motors…
Me gusta demasiado Kieslowski. Azul, Rojo, Blanco. El decálogo entero. Yo tenía todo eso y lo perdí.
Cuando leí tus preguntas así pensé: voy a hacerme una foto con la película de Kieslowski al fondo. Pero ya no tengo nada de Kieslowski en el disco externo.
Las de Léos Carax, todas. Los amantes del Pont Neuf y Holly Motors son como Santa y Andrés: películas clásicas para siempre.
Posar desnudo en calle Paseo
Una amiga me quiere tirar unas fotos con la boca pintada de rojo. Yo me quiero tirar unas fotos con Laura Mónica, desnudos los dos. Pero Laura Mónica me dejó por un tipo con dinero, un mongo que si se cae come fango. Así que acabo en un apartamento en Paseo, encuero, con unas medias puestas y la boca pintada de rojo.