Redondear por defecto a una ministra y a un Partido



En el diario acontecer de un país empujado despeñadero abajo por un gobierno desconectado del país que mal administra, ¿dónde encajar estas palabras de un funcionario público de alto rango?: 

“Cuando hay una persona que está en la calle limpiando parabrisas… es una persona que ha buscado un modo de vida fácil… Y posiblemente después con ese dinero lo que va es a tomar bebidas alcohólicas en la esquina”. 

Las ominosas declaraciones de la ministra del Trabajo y Seguridad Social, Marta Elena Feitó Cabrera, en la primera sesión de las comisiones de trabajo de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP), así como la nula reacción de los casi quinientos diputados y “La Comisión”, ponen al Gobierno, al Partido Comunista de Cuba, en una encrucijada al menos en el terreno de la suposición. 

Otra encrucijada más.

“Hemos visto personas aparentemente mendigos. Cuando usted le mira las manos, cuando usted le mira las ropas que llevan, esas personas están disfrazadas de mendigos.”  

La ministra, además, afirma: “no son mendigos, en Cuba no hay mendigos”. 

Da por sentado que los sujetos a los quienes van dirigidas sus palabras “encontraron un modo de vida fácil para ganar dinero y no trabajar con las formalidades que corresponde”.

A estas alturas, cuanto declaró la ministra no me sorprende. 

En la cadena de dislates dichos en la televisión hay no pocas perlas. Han sido enunciadas como si del otro lado de la pantalla no hubiera vida inteligente. Por si no bastara, la ministra además dijo: “los buzos no son tales buzos, los buzos están en el agua”. 

Pongamos que hace referencia a sujetos como los protagonistas de aquel documental titulado De buzos, leones y tanqueros (2005) de Daniel Vera.

“Esas personas que están en los tanques de basura, tirando la basura hacia el piso, revolviendo la basura, buscando latas; esas personas, como algunos dicen ‘no, están buscando comidas en los basureros’; eso tampoco es verdad, esos son patrones que nos tratan de imponer, que son ciertos. Esas personas están recuperando materia prima, y lo que son…, son ilegales del trabajo por cuenta propia y la recuperación de materias primas”. 

Es importante fijar nombres, establecer un archivo para el porvenir. 

Por lo tanto, la ministra Marta Elena Feitó no quiso reconocer en la Asamblea, y ante las cámaras, que en Cuba la pobreza va escalando, que no solo hay personas sin hogar, sino sin comida, sin atención médica, seres humanos totalmente desamparados. 

Quienes limpian parabrisas y bucean en busca de comida no tienen ingresos estables, o sus ingresos no alcanzan para cubrir las necesidades básicas, en medio de una inflación galopante. 

En esa masa que la ministra situó detrás de eufemismos, frases despóticas y ausentes de empatía, hay quienes han trabajado en dependencias estatales, han sido militantes del Partido, han servido en el ejército e incluso estuvieron enrolados en la guerra de Angola. Vidas entregadas a un sacrificio que no tiene fin. 

Dentro de esos eufemismos, hay personas de la tercera edad que viven solas. Hay jóvenes. Hay niños.

Pongamos que no mintió ante las cámaras, ante el pueblo. Es decir, pongamos que dijo cuanto realmente cree de la realidad cubana de hoy y la de al menos cinco añitos más hacia el futuro, si redondeamos por defecto.

De ser así, redondeando por defecto, ni ministra ni asesor saben nada del ministerio que les fue asignado, ni de la realidad a ras de una Cuba que supuestamente marca el pulso de sus trabajos. Con lo cual, caben las siguientes preguntas: 

¿Desde qué lugar observan, relacionan, conciben estrategias encaminadas a perfeccionar no solo el trabajo de su ministerio, sino a erradicar, con prisas y sin pausas, los males que asolan al trabajador y a quienes necesitan de la Seguridad Social?

¿En lugar de quién, o de quiénes, la ministra ejerce “su ministerio”?

¿Acaso no tiene conexión el Ministerio del Trabajo y Seguridad Social con el de Finanzas y Precios, y el de Salud Pública, y con la oficina del Primer Ministro y la Presidencia?

¿Qué pasa con los reclamos en las asambleas de rendición de cuentas y los delegados?

¿Dónde ubicar a los casi quinientos diputados y a “La Comisión”?

¿No partían de un trabajo previo?

¿Acaso se puede afirmar que la ministra no mostró nunca una actitud similar en ningún encuentro del Consejo de Ministros?

De ser cierto que no miente, no hay manera de que Asamblea y Gobierno, el PCC en pleno, salga bien parado. Ya no hablo de aptitudes para el cargo, sino de pura decencia y vergüenza. 

Pongamos por ejemplo el ideario del Apóstol Martí, del que echan mano para apuntalar campañas y discursos. 

¿Hay alguna manera de que salgan ilesos otra vez? 

Un ministro no llega al cargo por pura combustión espontánea, ni por espontánea combustión entona una pieza de oratoria disonante en una reunión, donde el mantra a seguir no debería ser otro que “con todos y para el bien de todos”.

¿Qué hay cifrado en cuanto dijo la ministra? 

Pongamos que mintió ante las cámaras, el pueblo y los diputados, y que sabe lo que verdaderamente está pasando a ras de calle. Como mínimo, desde el 2021, el 11J ha estado ahí. Aunque hayan criminalizado las protestas, el motivo del estallido del 11J sigue estando ahí. 

De ser cierta la mentira, tal desfachatez arrastra consigo a quienes ordenan y mandan en un país del que apenas va quedando su letra inicial mayúscula. Porque se trata de un guion que debe representarse un año sí y el otro también. La unanimidad, esa supuesta unanimidad y el silencio en la reunión, es la evidencia, porque en esta ocasión “callar no otorga”.

Las claves de una política, de una ideología en caso de tenerla, están contenidas en el discurso de funcionarios y decisores. Tras una mala praxis y una pésima estrategia, el pueblo paga las consecuencias. Visto así, limpiar parabrisas y bucear en tanques de basura se instaura como alternativa de sobrevivencia para quien lo ha perdido (casi) todo.

Basta rastrear en los highlights. Nada de cuanto dicen los principales funcionarios y decisores, y es destacado en los medios de prensa estatales y redes sociales, es baladí. Tampoco son bravatas.

Las palabras de la ministra, como mínimo, conectan con aquellas prácticas emparentadas con la “higienización”, que no apareció por vez primera en boca de esta funcionaria. En Cuba, eso significó UMAP, Mariel, Mazorra, expulsión de estudiantes en centros educativos, La Cabaña, emigración, destierro, prisión domiciliaria, actos de repudio.

Los eufemismos son útiles a la hora de maquillar errores, también para saber qué tipo de sujetos los articulan y a qué exactamente se refieren.

Tienen a disposición un mecanismo represivo aceitado. Upgradeado. Pregúntenles a los universitarios, para no ir tan lejos en el tiempo y la represión. Los estudiantes se situaron de manera crítica ante un eufemismo y ante los sujetos que activaron prácticas y discursos excluyentes.

Pondrán en marcha el control de daños. Saldrán con la fuerza y por la fuerza de esta nueva encrucijada. Pongamos que el Presidente y el Primer Ministro se desmarcan, y de paso desmarcan al Partido y al Gobierno de las declaraciones de Marta Elena Feitó Cabrera. Pero en ese gesto ya no hay, tampoco, legitimidad.



De buzos, leones y tanqueros (2005) de Daniel Vera:

















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