“Desconfío mucho de la unanimidad”

El más reciente filme de Fernando Pérez, Insumisas, es una coproducción cubano-suiza que recrea o reconstruye un hecho histórico: a principios del siglo XIX llega a Cuba una mujer llamada Enriqueta Faber, quien vistió de hombre para poder ejercer la medicina y para huir de un pasado doloroso. 

Uno de los logros de esta película es la dirección de arte, que fue capaz de reconstruir la Baracoa de aquella época (en un filme no rodado en Baracoa); por lo demás, el saldo estético de la producción es desigual.

Es la primera vez que Fernando Pérez codirige. Comparte la realización, así como la escritura del guion, con la cineasta suiza Laura Cazador. De ella precisamente surgió la idea del proyecto, inspirado en el libro Por andar vestida de hombre,del investigador Julio César González Pagés.

¿Cuánto le aportó a usted, un cineasta experimentado, esta experiencia a dúo con una joven realizadora? ¿Pudo haber sido esto una limitación, el hecho de no tener la autoría total de la película?

Mira, a Laura yo la conocí cuando era una niña. Su padre trabajaba en Suiza en una distribuidora llamada Trigonfilms, que se dedicaba a distribuir no solamente cine cubano, sino latinoamericano y del Tercer Mundo en general. A los 15 años, él la trajo a conocer La Habana y Cuba. 

Recuerdo que esa vez la llevé a pasear por la ciudad, y Laura se enamoró de La Habana. Desde entonces comparte su vida entre Cuba y Suiza. Y un buen día ella se me acercó con la idea de llevar al cine la historia de Enriqueta Faber, que es de origen suizo. 

Primero quiso trabajar con Juan Carlos Tabío; juntos desarrollaron un argumento, pero después Juan Carlos estaba con otros proyectos, se desinteresó, y entonces ella acudió a mí. Escribimos juntos el guion y, en la medida que fuimos escribiendo, surgió la idea de compartir no solo la escritura sino también la realización, por varias razones. 

Primero, porque yo sentía que esta historia es una historia fundamentalmente de mujeres, y aunque he realizado películas en las que las protagonistas son mujeres, me pareció que en esta particularmente se necesitaba una sensibilidad femenina a la hora de concretar muchas de las acciones y llevarlas a la puesta en escena. Y, en segundo lugar, porque Laura es una muchacha con mucho talento, estaba muy inmersa en esta película (era su gran ilusión) y no tenía por qué ausentarse durante el proceso de realización. 

Por supuesto, yo creo mucho en el cine de autor; creo que en el cine la autoría es fundamental. Una codirección puede ser, en algunos casos, un impedimento a la concreción de las ideas subjetivas que uno tiene. Pero en este caso no fue así. Realmente fluyó. Laura aportó mucho de esa iniciativa de su primera vez, mientras yo aportaba mi experiencia. 

Ella trabajó mucho con las actrices durante el rodaje, fue una participación decisiva en ese sentido. Luego, en edición, que es un proceso muy personal (hay muchas maneras de editar una secuencia), a veces ella tenía una idea y yo otra. Lo que acordamos fue hacer las dos versiones y que después decidiríamos. Quedamos empatados. El 50% le pertenece a ella y el otro 50% es mío.

En la vida literaria de este país siempre habrá una guerra, un enemigo. Emerio Medina.

“En la vida literaria de este país siempre habrá una guerra, un enemigo”

Reynaldo Aguilera

En diálogo, tierra adentro, con el escritor Emerio Medina.

La película se rodó en apenas dos meses (julio y agosto), en condiciones climáticas difíciles y en una Baracoa recreada. La actriz francesa no hablaba español: se tuvo que aprender los parlamentos de memoria. ¿Le parece que estos inconvenientes, entre otros, tal vez hicieron de Insumisas una cinta no lograda del todo? 

Insumisas es una experiencia más. Cada película plantea retos artísticos y retos de realización. Uno tiene un sueño, el ideal, y luego están las condiciones concretas de producción. Cuánto presupuesto tienes, de qué condiciones materiales dispones para realizar ese sueño, que no siempre son las óptimas. Creo que yo nunca he tenido las condiciones óptimas. 

En la experiencia particular de esta, que es mi novena película, sí hubo elementos de producción bastante precarios, y en muchos momentos para poder llegar a buen puerto tuvimos que poner el énfasis en la experiencia profesional, en la profesionalidad de todo el equipo. Por ejemplo, lo ideal hubiera sido filmar en Baracoa, porque la naturaleza era fundamental en la película; la dirección de arte asumió ese reto y el resultado está ahí, yo creo que se capta la naturaleza agreste y sensorial que la película requería. 

Se planteó el proyecto a varias actrices francesas, entre ellas Sylvie Testud. Ninguna aceptó el papel, y ya la película no se iba a hacer. Hasta que finalmente Sylvie llamó al productor suizo y dijo que sí, que estaba interesada. Una vez que ella aceptó, el coproductor consideró que había posibilidades de conseguir todo el financiamiento. Sylvie Testud, que es muy conocida en Francia y Europa, no solamente es actriz, sino que también ha dirigido, de modo que tiene una vocación de creatividad por el cine.

En mi caso, es la primera vez que trabajo con una actriz extranjera, y de la categoría de ella. Tenía muchos proyectos pendientes, lo cual marcó que tuviéramos un tiempo de rodaje específico, en condiciones climáticas que no eran las que queríamos. Pero era lo que nos permitía este compromiso. 

El idioma requirió un gran esfuerzo por parte de ella. Comenzó a aprenderse los diálogos desde París y luego nosotros ya no podíamos modificar esos diálogos aprendidos, porque creábamos inestabilidad, y ella no podía estar aprendiéndose nuevas frases cada día. Eso fue un hándicap, y algunos precondicionamientos que marcaron una determinada puesta en escena de la película. 

Pero lo fundamental, tanto para mí como para Laura y para el fotógrafo Raúl Pérez Ureta, era contar una historia de manera clásica, donde lo importante fuera la historia más que el estilo. No queríamos tampoco hacer una película donde el espectador estuviera altamente conmovido, sino que se enfrentara a una historia que lo hicieran reflexionar, más que conmoverse. 

No utilizamos música incidental, es una película muy sobria en ese sentido, el drama por sí solo es el que comunica. No queríamos un subrayado que condicionara la emotividad del espectador en la asimilación de la historia. Y aquí fue fundamental el trabajo fotográfico de Raúl Pérez Ureta: uno de los elementos más logrados de la película, me parece a mí, además de las actuaciones.

Más que una historia de amor entre dos mujeres, ¿se puede decir que Insumisas es una película sobre el género y sobre la libertad?

Lo podría responder con una sola palabra: sí. Pero lo que nos interesaba era el derecho a la libertad individual en todos los órdenes de la sociedad: en el social, en el político, en el humano; en la elección del sexo también, y creo que esto lo plasma no solo la Enriqueta Faber que está en Insumisas, porque Juana de León, su esposa, también tiene una insumisión frente a los prejuicios de la época. Fundamentalmente es eso: el derecho a la libertad individual de cada ser humano.

El primer yuma que me pagó en La Habana

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Yaíma Guilarte Hernández

Nelson González se fue de su país cuando los venezolanos aún no emigraban en hordas, como ahora. Desde Miami, recuerda a Cuba como fuente de energía e inspiración.

Y además de discurso de género: ¿drama social o cine histórico?

Drama social, discurso de género, cine histórico, una mezcla de todo eso.

En mi opinión, Insumisas es una película desigual. No porque usted abandone su discurso simbólico-metafórico (que está también en la película, es sello de autor), sino porque por momentos se nos convierte en una cinta demasiado narrativa, o explicativa; y sobre todo porque, al ser una película de personajes, no se trabaja lo suficiente la sicología de los personajes y todo ocurre demasiado aprisa. La historia a ratos parece forzada y no convence, no sentimos en su heroína la fuerza, la vitalidad y la entereza de la Enriqueta Faber que hizo historia con su labor humanística, antiesclavista y transgresora en aquella época, al casarse con una mujer pobre y enferma… 

El cine que siempre he realizado no busca la unanimidad sino la diversidad de criterios. La experiencia, hasta ahora, con Insumisas, en el Festival de La Habana, en circuitos de estreno, y la experiencia internacional en el Festival de Málaga…, digamos que hay una división de criterios entre el espectador, el que entra en la propuesta de la película, y los que tienen esta perspectiva como la tuya, los críticos. 

Lo que me deja satisfecho es que, en un sentido, es una película narrativa. A lo largo de mi filmografía he tratado siempre de hallar un equilibrio entre el cine metafórico, el cine, digamos, de otras búsquedas, y el cine clásico de narración. Y lo digo porque a mí, como espectador, ambos cines me interesan: disfruto lo mismo con una película narrativa de Steven Spielberg que con una de Ingmar Bergman o Lars Von Trier, que van por otros caminos… 

Es decir, para mí cada película en sí misma es un sendero y uno debe caminarlo y enfrentar la diversidad. Desconfío mucho de la unanimidad; siempre que hay un criterio unánime desconfío de que realmente sea cierto. 

Siempre va conmigo una idea, una reflexión del norteamericano Nicolas Ray, un cineasta contracorriente de los años cincuenta, cuyo cine no fue muy comprendido en su época; él decía: “no existe una fórmula para el éxito, pero sí existe una para el fracaso, que es tratar de contentar a todo el mundo”. Yo creo que el pensamiento busca continuamente la diversidad y la riqueza de las ideas, así que bienvenidos sean tus criterios. Puede que tengas razón.

Como la también reciente Inocencia, de Alejandro Gil, Insumisas narra sucesos ocurridos en la Cuba colonial. Aunque beban del pasado, ambas películas también sitúan sus conflictos en un plano muy contemporáneo. Así lo veo yo. ¿El propósito de Fernando Pérez y Laura Cazador fue hacer un cine que desde lo histórico dialogara con el presente?

Absolutamente, y creo que en ese sentido has interpretado muy bien en tus preguntas los objetivos que son claves en la película.

Yo pienso que en el cine histórico que he hecho, como José Martí, el ojo del canario (no incluyo Clandestinos porque es historia más reciente), lo que me ha interesado, lo que me ha movido y estimulado, y lo que en este caso he compartido con Laura, es ese sentido contemporáneo, la resonancia para el espectador de hoy. 

Agregar placer al placer del cine

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Cuando uno bebe de la historia no la puede reflejar de manera acartonada, como si fuera algo que no tiene nada que ver con uno. Los conflictos siempre serán los mismos, y el cine que a mí me interesa hacer y que a Laura, en este caso, también le interesaba, es de conflictos humanos más que de contextos históricos. 

De hecho, el conflicto que refleja la película lo estamos viviendo. Aunque muchos de esos prejuicios han sido superados, quedan todavía muchos. Para todos los que trabajamos en Insumisas fue muy alentador que se estrenara en el 40 Festival de Cine de La Habana, justo cuando se estaba discutiendo el nuevo proyecto de Constitución y la aprobación o no del matrimonio igualitario… Que al final no fue aceptado. Queda mucho por hacer todavía, y quizás nuestra película pueda contribuir a que se siga progresando.

La dirección de fotografía es, en mi opinión, lo más logrado de la película. La iluminación, la atmósfera que se logra a través del lente de Ureta funciona en Insumisas como un personaje más. 

La fotografía formaba parte de uno de los objetivos expresivos fundamentales del filme, y Raúl puso (lo pone en cada película que hace) todo su empeño. 

Particularmente en esta historia el proceso técnico era muy arriesgado, de una audacia tremenda, porque lo que él estaba grabando (la película se hizo en digital) lo hizo con unos parámetros que eran irreversibles, es decir, no había posibilidad de cambio alguno, y el resultado solamente podría ser visto en el proceso posterior de la corrección de luces. Laura y yo editamos toda la película viéndola muy colorida, como si fuera una película de Hollywood, y nuestra idea era hacer una imagen dura. Eso nos tenía muy inestables, hasta que entró el proceso de corrección de luces y ahí Raúl hizo los primeros ejemplos con las primeras escenas. 

Recuerdo que cuando lo vi me encantó, pero mi primera expresión fue: “¡Parece que la película ocurre durante un eclipse de sol!”. Y Raúl se lo tomó a mal… Creo que esa atmósfera de dureza, de drama, ha sido un logro de él, de su audacia. Con 76 años sigue siendo un joven audaz de la cámara. 

El personaje de Sylvie Testud parece estar diseñado para no ocultar su condición de mujer; o sea, lo importante es que parezca andrógina. ¿Considera logrado esto? Que el espectador sepa que no le ocultan el sexo de la protagonista, porque lo importante son otros tópicos de la historia… ¿es así cómo lo pensaron los realizadores? En mi opinión, Sylvie Testud no parece un ser andrógino, sino una mujer disfrazada de hombre. 

En la etapa de guion, la imagen que teníamos de Enrique Faber era, por supuesto, la de una mujer vestida de hombre, pero que pareciera un hombre; ese fue nuestro objetivo. Después, cuando comenzamos a caracterizar a la actriz de acuerdo a sus características físicas (pequeña, delgada), fuimos descubriendo que era muy difícil hacer creíble su masculinidad. Por lo tanto, si era ella quien interpretaba el personaje, teníamos que caracterizarla en función de ella misma, y así, poco a poco, con la dirección de arte y el resto del equipo (vestuarista, maquillaje), fuimos llegando a esa imagen final que persigue (el público ya dirá si está lograda o no) una androginia. No es un hombre totalmente, pero bien pudiera ser un hombre afeminado. Es una desigualdad que el espectador debe interpretar a su manera. 

Por otro lado, Sylvie Testud también trabajó mucho en la caracterización. Nunca fue su preocupación central actuar la masculinidad; no aspiró a ella, sino a actuar las emociones por otra vía.

¿Satisfecho, entonces, Fernando Pérez, con el resultado estético de su última película?

Yo no estoy satisfecho con ninguna de mis películas. El cine es una búsqueda, y en esa búsqueda a veces uno lo encuentra todo y a veces hay cosas que no encuentra. 

En otras películas mías siento que hay muchas cosas que responden a lo que yo imaginé, otras no tanto. Insumisas es una película en la que me reconozco, donde hay una historia, y donde el sentido de esa historia de alguna manera está abierto a muchas interpretaciones. Es una película que hasta el momento, eso sí lo puedo decir, me ha reportado muchas satisfacciones, que no es lo mismo que estar satisfecho.

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