“La Habana merece distopías, ucronías, ataques alienígenas, glaciaciones y explosiones nucleares”

Junio del 2002: muchos de los miembros del entonces Taller Espiral nos habíamos reunido en La Madriguera a esperar los ómnibus que nos llevarían a Santa Clara, al Villa Ficción, evento de fantasía y ciencia-ficción organizado precisamente por la activísima Anabel, nativa de esa ciudad.

No haré larga la historia: las prometidas guaguas nunca llegaron, y aunque aquel “detallito” no bastó para rebajar los ánimos del resto de la entusiasta tropa, que, de cara a todos los huracanes, como diría el ruso Mijaíl Frunze, decidieron viajar a la capital de Villa Clara por sus medios, lo cierto es que para mí, que había acudido a la cita con mi entonces esposa, Nancy, ya totalmente desacostumbrada, tras más de una década residiendo en Roma, a los “embarques” y “guerrillas” a los que obliga la informalidad cubana… la idea de aquel viaje por nuestros medios fue simplemente demasiado. 

Así que, tras tres horas de espera y otras dos “consolándonos” en Coppelia con helado de vainilla, Nancy y yo despedimos al grupo, deseándoles suerte en su aventurada y optimista expedición, y nos volvimos a casa.

Ella, por supuesto, lamentando la pérdida de tiempo “con esos amigos tuyos tan locos y raros”; yo, en cambio, contento de haber tenido la oportunidad de conversar un poco con un singular personaje, alto y delgado, un mulato aindiado de rostro zorruno y sonriente, astrónomo aficionado y estudiante eterno de Física, sobre el que ya mucho me habían hablado otros amigos del fandom, como el fallecido Alberto Mesa Comendeiro, Anabel Enríquez, Ricardo Acevedo y Juan Pablo Noroña.

Era, por supuesto, Erick Jorge Mota Pérez, para los amigos sencillamente el Mota. Quien, aunque no había acudido a aquel inolvidable Cuba Ficción del año 2000 con sede en la Biblioteca Rubén Martínez Villena de la Plaza de Armas, en La Habana Vieja, donde nació la idea de fundar el Taller Espiral, sí se había integrado al grupo poco después, mostrándose como uno de los creadores más activos, aunque con una sospechosa tendencia a hablar de los libros que pensaba escribir casi como si ya estuvieran escritos.

Mucha agua ha pasado bajo el puente Almendares desde aquel junio del 2002. Yo me divorcié de Nancy, regresé a Cuba, me volví a casar con Dania y sobre todo, seguí escribiendo y publicando CF y fantasía, hasta llegar casi a 50 títulos entre novelas, colecciones de cuentos y recopilaciones a mi cargo.

Por su parte, aquel estudiante de Física que parecía que iba a serlo eternamente al fin acabó graduándose tras… ¡9 años de carrera, entre licencias y otros trucos para “barquear” en el swing de La Colina! 

La vida del Mota ha sido intensa: se las ha arreglado para casarse dos veces (y la segunda, aclaro, tras divorciarse como corresponde de la primera esposa, con quien contrajo nupcias en una informal ceremonia “élfica” a la que casi no faltó nadie del fandom), tener tres hijos y quedarse viudo. 

Trabaja desde hace años como informático en el Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso, de cuyo curso de Técnicas Narrativas es egresado también. Un empleo que, de paso, le permitió ser editor, junto a Javier De La Torre, de ese recordado e-zine de F&CF que fue Disparo en red: 50 números inolvidables, que enviaban por correo electrónico a los suscriptores interesados. Así de primitivos éramos entonces.

En noviembre de 2016 viajó a República Dominicana como invitado al Primer Congreso del Caribe Extremófilo, evento organizado por el fandom quisqueyano. Yo lo acompañé entonces, y jamás olvidaré, además de las intensas sesiones con los amigos dominicanos y el placer de su compañía, aquella noche en que la voz de Erick me sacó del sueño avisándome por teléfono de la gran ironía: tras una vida luchando contra el capitalismo, Fidel Castro acababa de fallecer justamente en Black Friday…

Erick escribió muchos de aquellos libros de los que hablaba, pese a la muy justamente ganada fama que tenemos los cubanos de no concretar la mayoría de nuestros ambiciosos planes.

Cuentos suyos, de fantasía y ciencia-ficción, han sido incluido en prácticamente cuanta antología del género se respete en los dos últimos decenios: Secretos del futuro (2006), Crónicas del mañana (2009), Axis mundi (2011), En sus marcas, listos ¡futuro! (2011), Ciencia ricción (2014), Viejos magos, jóvenes guerreros (2017), Los días del futuro (2017) y algunas otras. En varias de las cuales, por cierto, me tocó a mí ser el recopilador, o uno de los recopiladores.

En su nutrido currículo figuran títulos como Bajo presión (Gente Nueva, 2008), que recibiera el premio La Edad de Oro en la categoría CF, y que, dada la tremenda popularidad alcanzada por las aventuras de sus personajes protagónicos, Kay y J. T Kirk (pero no James Tiberius, como en Star Trek, sino Juan Tomás), ya ha tenido dos secuelas, publicadas por la colección Ámbar de la editorial Gente Nueva: Historias del cosmos salvaje (2014) y Memorias del cosmos cercano (2016). La cuarta entrega y final de la saga ya está en edición, según me cuenta su ilustrador, Ángel Hernández; pero no nos adelantemos: será mejor que nos hable de esto el propio Erick.

Del Mota, además de esta trilogía de space opera, el fandom cubano también ha podido disfrutar del premio Calendario de CF: Algunos recuerdos que valen la pena (Editora Abril, 2010), libro que reúne varios de sus cuentos más interesantes, entre ellos mi favorito: “¿Y quién nos librará de la derrota?”, sobre un torneo de artes marciales para todo el Sistema Solar, en el que aparece un arte marcial inventada por el autor, especial para el combate en gravedad cero: el Tadayo Zenshin Do.

No contento con esto, el inquieto físico también ha publicado una parte sustancial de su obra fuera de las fronteras insulares. Del universo discrónico (anótenme el neologismo: distópico y ucrónico a la vez) que él ha bautizado como orisha-punk (un elemento clave en él son las Inteligencias Artificiales asimiladas a los orishas del panteón yoruba): Habana Underguater, novela que describe un futuro donde la URSS ganó la Guerra Fría y luego se fue entera a la órbita, los EE. UU. se dividieron en decenas de pequeñas satrapías y hay balseros que tratan de entrar ilegalmente en Cuba, cuya capital inundada es una especie de Venecia dividida entre sectas religiosas y variadas fuerzas militares gubernamentales. 

La novela, y los cuentos ambientados en ese mismo universo, han sido publicados por la editorial norteamericana Atom Press (en español), y aún hoy pueden comprarse en Amazon. 

También en Amazon puede encontrarse otro libro suyo, lanzado este mismo año por la editorial Hypermedia: El colapso de las Habanas infinitas. Novela sobre la que empezaré a preguntarle acto seguido. Para, ¡al fin, tras tanto preámbulo!, dar inicio de veras a esta entrevista.

Erick, leí tu más reciente novela con mucho placer y de un tirón, en una sola noche, y como no quiero pecar de spoilers que priven a otros lectores de un buen rato similar, no voy a hacer decir de qué va. No obstante, el hecho de que trata sobre mundos alternativos y posibles puede deducirlo del mismo título cualquier lector avezado. Lo que más me llamó la atención es que su trama no pertenece a ninguno de tus dos “grandes universos” ficcionales: ni el de Kay y J. T. Kirk, ni el de Habana Underguater. Y sé que tienes al menos otra novela, una ucronía steampunk, fuera de ambos entornos. Entonces, cuéntame: ¿cómo un autor con unos worlbuildings tan ricos y detallados como esos dos, en los que además has situado buena parte de tu obra, se decide de pronto a “crear fuera del cuadro”? ¿Te autoimpusiste alguna clase de reto, fueron ideas que no cabían en ninguno de los escenarios anteriores, o qué?

Posiblemente lo más cómodo de los universos creados para desarrollar en ellos varios relatos y/o novelas es que a la hora de escribir todo es más sencillo, pues cuando el universo ya está hecho nos ahorramos la mitad del trabajo. Pero lo cierto es que elaborar cada worldbuilding es algo que me proporciona mucho placer, de modo que la perspectiva de ubicar todas mis futuras historias en universos predeterminados me parecía punto menos que aburrida. Así que esta vez decidí empezar desde cero y hacer algo diferente. 

El primer pensamiento que asaltará a cualquier lector cubano al leer El colapso de las Habanas infinitas tiene que ser muy similar al que, me consta, genera la lectura de las historias de Habana Underguater: ¡Coño, va a pasar mucho tiempo antes de que publiquen esto en Cuba! Así pues, ¿tienes una estrategia consciente de publicar más allá de las fronteras los textos que podrían resultar “incómodos” para la oficialidad nacional? ¿O solo ha ocurrido así, por puro azar? 

A todo escritor le gustaría tener una estrategia de publicación para cada caso, dentro o fuera de Cuba, ya se trate de textos “oficialistas” o política o ideológicamente “incómodos”. Pero lo cierto es que en la vida de un escritor cubano no hay nada seguro, repetible o modulable dentro de cualquier tipo de estrategia. El puro azar, sobre todo, es lo que ha regido mis publicaciones. 

Y le estoy agradecido a esta aleatoriedad, no solo por haber podido colocar relatos como “Memorias de un país zombie”, que no pudo aparecer en Cuba, en antologías tan relevantes como Terra Nova, en la que pude publicar junto a escritores de la talla de Ian Watson y Ted Chiang, sino porque también me ha llevado a ser finalista de premios de prestigio, como el Ignotus, que otorga la Asociación Española de Ciencia Ficción, Fantasía y Terror.

Sé que la editorial Caja China, del Centro Onelio Jorge Cardoso tiene en plan desde hace bastante tiempo la edición cubana de Habana Underguater. ¿Crees que la censura ha impedido de algún modo que se concrete esa publicación? 

La demora de Habana Underguater en encontrar una editorial dispuesta a publicarla (Caja China, en este caso), más que a la censura propiamente dicha, se debió al miedo irracional que ciertas personas con un poco de poder muestran aún ante la autoridad, censure o no censure esta autoridad última. 

Surge así una especie de autocensura previa, que resulta peor que la censura en sí. Frases como “esto está muy fuerte, no lo van a dejar publicar” o el clásico “esta novela presenta problemas políticos, por lo que no merece ni siquiera una mención en este premio” han sido frases muy estrechamente ligadas a Habana Underguater. 

Hasta que un editor, Gilberto Padilla (y su Colección G., en este caso), simplemente decidió que la censura debían hacerla otros y no él. El resto ha sido luz verde, nada de censura y un trabajo bien hecho para sacar un libro mucho más completo que la versión que publicó Atom Press en 2010. Si nos hemos demorado es solo por tomarnos muy en serio cada detalle del libro. 

Habana Underguater, Habanas infinitas colapsando… Pareces algo obsesionado con tu entorno capitalino. Una ciudad que, por cierto, también yo considero uno de los escenarios más evocadores de la CF moderna. En tu caso, ¿por qué vuelves una y otra vez a La Habana?

Porque no puedo vivir sin ella. Sin La Habana, quiero decir. Su arquitectura, sus barrios, toda su dinámica metropolitana, me siguen seduciendo, cuarenta y tres años después de haber nacido en ella. 

Creo que La Habana merece distopías, ucronías, ataques alienígenas, glaciaciones y explosiones nucleares. Igual que Nueva York, París o Tokio. Merece incluso su propio Godzilla. 

En algún momento de mi vida escribiré sobre otras ciudades, supongo. Pero siempre regresaré a La Habana para construirme otra nueva ciudad encima de las que ya están ahí.

He leído otra novela de la saga Habana Underguater: Los propios rusos, en la que el protagonismo de los soviéticos y su singular república orbital es mayor que en la primera entrega. Sin embargo, me llamó la atención que en El colapso apenas si aparecen. 

El universo Habana Underguater trata, en buena medida, acerca del futuro inexistente que nos legó el pasado soviético. Es decir, los sueños de futuro que nos mostraba la cultura popular soviética, un pueblo que colocó cosmonautas en órbita antes que nadie. Una forma de pensar el futuro radicalmente diferente. Habana Underguater honra ese futuro y al mismo tiempo lo critica, haciéndolo desembocar en una sociedad decadente, una suerte de Mega Período Especial.

¿Hablas ruso? ¿Lo estudiaste en la escuela antes del 91, o has aprendido algo después? (Como yo, gracias a mi actual esposa, cubana nacida en Minsk…). 

No, no di ruso en la escuela y no lo aprendí después, pero lo escuché mucho en mi niñez, lo suficiente como para apreciar su singular belleza. Y, además, puedo decir que he hecho mi tarea, en lo que a Habana Underguater se refiere, pues las frases en ruso no podían faltar en una obra así.

¿Te parece que la recuperación o la reelaboración del papel clave de la URSS en el pasado cubano puede ser uno de esos temas que le han quedado pendientes a la ciencia-ficción nacional? 

Claramente, el papel que jugó la URSS en nuestra sociedad no puede ocultarse y considero que, si bien no por completo pendiente, sí es una temática aún muy necesaria dentro de la proyección de la ciencia ficción cubana.  

En los submundos violentos y delincuenciales de Habana Underguater las armas de fuego tienen un papel protagónico, y aprovechas ahí para hacer gala de un refinado conocimiento del tema, sobre todo en lo concerniente a las pistolas modernas. Esto resulta sorprendente (si no directamente sospechoso) en un ciudadano de un país donde la venta y posesión de esta clase de implementos está prohibida o como mínimo reguladísima para la población civil. ¿De dónde sacas tus nociones del tema? ¿Has disparado con esta clase de armas, durante el Servicio Militar o en otras circunstancias? ¿Se trata solo de exhaustivas búsquedas en Internet? 

Es importante aclarar, ante todo, que en la actualidad me considero un decidido partidario del control de armas de fuego y la regulación de las municiones. 

Sin embargo, considero también que las armas son una magnífica muestra de la excelencia del talento humano… incluso para buscar formas cada vez más eficientes de hacer daño a otros humanos. 

Me considero un gran fan (si no todo un geek) del armamento moderno. Y si bien durante mi Servicio Militar tuve la oportunidad de portar y disparar varias joyas del armamento clásico de la infantería ligera de Europa del Este, confieso que la mayoría de mis conocimientos provienen de un marco teórico: la lectura artículos, de enciclopedias y la propia Internet.

Vamos a pasar ahora de la discronía (sí, me encanta mi palabrita de estreno) Habana Underguater al entorno space operático donde se desenvuelven Kay y J. T. Kirk. En repetidas ocasiones has dicho que la saga terminará con el cuarto libro. ¿Es cierto que ya está terminado y entregado a la colección Ámbar de Gente Nueva? ¿Puedes dar algún adelanto en cuanto a título y cantidad de historias? ¿Veremos a Kay y Kirk de edad madura o tal vez ancianos?

Bueno, si bien ya quería terminar en esta cuarta entrega, habrá sin duda una quinta, que espero sea la última. 

En estos momentos se encuentra en fase de edición Crónicas del hipercosmos y el cosmos lejano. Será el más extenso de los cuatro libros hasta ahora publicados y posiblemente el más completo de la saga. Son tres largas historias, entre ellas la de los Exiliados u Hombres del Cosmos, a la que ya se hizo referencia en varios episodios de la saga. 

El único adelanto que daré es que finalmente escribí la historia basada en el juego de rol original que me dio pie a desarrollar las aventuras de Kay y Kirk. Claro, es solo mi versión, y posiblemente muchos de los jugadores que participaron en aquella partida tengan una versión diferente de los hechos. Pero, como en los Evangelios, la misma historia puede ser contada de cuatro formas diferentes; cada uno de los jugadores puede escribir su versión. 

Yo solo escribí cuatro libros a partir de aquella vivencia, con mi punto de vista.

El Tadayo Zenshin Do no solo aparece en dos cuentos tuyos, sino también en la primera novela de K & J. T., Bajo presión. Como estudioso de la historia de las artes marciales, me llamó especialmente la atención el original concepto de una modalidad de combate concebida para gravedad cero, basada parcialmente en posiciones estáticas como las de ballet, y en rebotes para ganar velocidad. ¿De dónde te vino la idea?

Un buen día mi afición por las artes marciales (que incluso practiqué, en tiempos de más juventud, mayor elasticidad y menos barriga) se mezcló espontáneamente con mis conocimientos de estudiante de Física que soñaba con el espacio. Pensar en un método de combate para un entorno donde no hay gravedad, pero sí inercia y conservación del momento lineal durante un choque, fue algo natural. Pero no fue hasta que pude ver a bailarines de ballet clásico entrenando que vislumbré la solución al problema.

¿La existencia de este arte marcial implica que en algún momento escribirás historias-puente entre el universo pre K & J.T. y tus otras narraciones “sueltas”? ¿Quizás tienes pensado, a largo plazo, una especie de “creación unificada”  relacionando todos tus distintos escenarios como hizo (desgraciadamente) el Buen Doctor Isaac Asimov al final de su vida? ¿Quizás un tipo de “historia del futuro” al estilo Robert Heinlein, creando una cronología que las relacione entre sí? O (idea que me surge al leer El colapso...): ¿tal vez harás como la DC comics en los años 80, asumiendo algo así como las “Tierras Infinitas”, implicando al generador o puente de realidades alternativas sobre el que se basa esta novela como la clave narrativa o encrucijada de tus distintos universos ficcionales?

Para los “cabos sueltos” del universo de Kay y Kirk, he estado pensando hacer una colección de relatos que se llamen algo así como Cuentos sin Kay y sin Kirk, que reúnan personajes de la saga en situaciones o planetas de otros relatos míos. Si bien no he pensado mucho en unificar los escenarios o trasfondos de mis historias, confieso que siento la tentación de hacer una mezcla de universos alternativos, precisamente a lo “Tierras Infinitas”, pero aplicando los principios de la mecánica cuántica relativista y los espinores cuatridimensionales… ¡Oops! Creo que se me fue la mano con la Física. 

He leído unos pocos relatos de fantasía tuyos, muy buenos, pero siempre mediados por un enfoque más bien de CF. ¿Piensas alguna vez escribir textos más largos, aunque no sea fantasy puro? ¿Algún adelanto?

24273738_2053850764834835_1896400270328094880_o
El colapso de las Habanas infinitas.

Yo comencé escribiendo fantasía heroica. Planeo al menos dos novelas del tema, una que toma la épica africana como centro y desarrolla lo mágico desde el punto de vista de los diferentes caminos que toma la magia dentro de la cultura africana. Y para la otra: me maravilla el conflicto samurái en el Japón de la Restauración Meiji, por lo que pienso retomar uno de mis viejos universos (tan solo escribí un relato sobre él, que justamente fue publicado en una antología de fantasía heroica hecha por ti) y desarrollar este conflicto más extensamente.

Vamos a salirnos de la ficción un momento, para tocar una de las facetas más interesantes (al menos para mí, que también tengo un pie en el templo de la ciencia y otro en el de la fantasía: soy graduado de Biología) de tu desempeño como autor de CF: los mockarticles científicos. 

Los lectores de Disparo en red probablemente aún recuerden aquel texto tuyo que analizaba por qué las espadas de luz de Star Wars no podían ser láseres, sino, necesariamente, plasma magnéticamente controlado. He tenido el privilegio de leer otros textos tuyos por el estilo, y hemos comentado incluso tu propósito de reunirlos en un libro, para el que llegaste a pedirme colaboración. 

Extiéndete un poco acerca de esta idea, así como de tu trabajo como divulgador. Que también lo eres, por si no te habías dado cuenta aún.

Aún planeo terminar un libro con artículos científicos falsos que se tomen muy en serio cosas como el sable luz de Star Wars o el sistema de Stargates en la serie homónima; o por qué fallaron los Terminators, enviados al pasado a eliminar a Sarah y John Connors respectivamente, analizado desde el punto de vista de la Segunda Ley de la Termodinámica, el crecimiento de la entropía.

Sí, claro que es divulgación científica (igual que casi toda la saga de Kay y Kirk, por cierto). En el fondo yo nunca he dejado de ser físico, aunque no haya escrito ni uno solo de esos aburridos libros de “divulgación” con dibujitos feos, aparentemente graciosos. 

Considero que el alma de la ciencia yace en los espíritus inquietos que se aburren en clase, por lo que mi ciencia tiene una piel de ciencia-ficción ligera, sí, pero bajo ella hay un contenido profundo, riguroso. Recuerda que todos los lugares citados en la saga de Kay y Kirk se corresponden con estrellas reales y todos los fenómenos se corresponden con la realidad desde un punto de vista astronómico. 

Como dirían mis amigos, cuando todavía era estudiante: sigo siendo físico, solo que publico más que ellos, me leen más… y no tengo que dar clases.

Vamos a pasar de lo particular a lo general. O sea, de tu obra a la CF y el fantasy cubanos. Muchos dicen que vivimos un auge nunca antes visto, superior incluso al de los años 80: la llamada Edad de Ámbar, por la colección homónima de la editorial Gente Nueva, dirigida por Gretel Ávila, y en la que muchos hemos publicado varios títulos. ¿Compartes esa impresión? 

Indudablemente, este es un período de tanta abundancia de títulos que merece un nombre propio. Y Ámbar es tan bueno como cualquier otro, aunque a veces la baja calidad literaria de algunos títulos de la colección me hace recordar al período pulp norteamericano: bajo el nivel de escritura pero alto el de la imaginería, eso sí.

¿Podrías definir el estado actual del género fantástico en el país? ¿Qué autores y obras te parecen más interesantes, y cuáles crees que serán los temas y subgéneros que abordarán los creadores de la isla en los años venideros? ¿Los desafíos principales?

Respecto a esto, tengo sentimientos encontrados. Por una parte considero (sin entrar en particulares) que hay muy buenas ideas en el ambiente. Ideas en el plano estético, sobre cómo debería ser una obra de ciencia ficción realmente nuestra, que no se parezca a nada anglosajón. Creo que una nueva generación de escritores está comenzando a separarse del estigma de los colonizados: imitar automáticamente todo lo extranjero, por creerlo mejor. 

Sin embargo, también creo que los autores deberían tomarse más en serio el contenido científico de su ficción. Revisar más los textos y aclarar primero las lagunas que naturalmente tiene quien no ha estudiado ciencia a fondo. Al menos, se le debe pasar un poco por arriba a los conceptos antes de usarlos en una historia, para no hacerlo festinadamente. 

En fin, que vamos hacia algún lugar y no somos perfectos. Estamos en plena evolución. Eso es lo que me parece positivo.

En cuanto a las temáticas que abordarán los creadores en años venideros, creo que eso dependerá de los conflictos que enfrente nuestra sociedad (que, francamente, espero que sean menos que los actuales) para entonces. Pues la ciencia ficción es eso, un espejo de la sociedad. 

Se ha dicho muchas veces que la CF cubana tiene un carácter híbrido, por haber bebido a la vez de los clásicos anglosajones y del estilo soviético, mezclándolo todo con el humor criollo. ¿Compartes esta valoración? 

Pienso, por un lado, que casi todo en nuestro país es resultado de una cultura híbrida. La ciencia ficción cubana se ha nutrido de dos movimientos bien diferentes, rivales durante un período de oposición política y cultural, como fue la Guerra Fría. Pienso que Cuba caminó, en términos de imaginario futurista, por el borde de la Cortina de Hierro, contaminándose del modo de hacer e imaginar de ambos bandos. 

Pero, por otra parte, considero colonialista pensar que nuestra cultura es únicamente el resultado de la simple apropiación de corrientes y estilos extranjeros, mezclados con algo de humor criollo. Esto es acercarme al cliché más de lo que estoy dispuesto a considerar. Pienso que la cultura cubana es una mezcla mucho más compleja, tanto como para poseer un modelo propio y único de proyección hacia el futuro, hacia la historia y hacia el desarrollo tecnológico. Un modelo en el que se insertan también la ciencia ficción anglosajona y el estilo soviético. 

¿Cuánto crees que influyeron en tu obra (si es que influyeron, al menos como un referente del que alejarte) tanto la CF de la URSS y el resto del campo socialista como sus versiones del patio, por ejemplo, las novelas de Agustín De Rojas?

Creo que influyeron por igual Agustín De Rojas, con su novela El año 200, como Stanislaw Lem con sus Relatos del Piloto Pirx. Sin embargo, yo tomé distancia de ambos clásicos y me dejé llevar más por Robert Heinlein.

Y ahora, con permiso de James Lipton, el incombustible presentador de Inside Actorʼs Studio, te suelto una ráfaga de diez preguntas para que las respondas al vuelo, casi como en una partida rapid-transit de ajedrez… pero con más imaginación, espero.

Tu mayor aspiración en la vida:

Ser un buen padre.

Tu mayor miedo:

Hablar por teléfono a través de una línea analógica.

Lo que más estimas en otras personas:

La inteligencia.

Lo que nunca quisieras que dijesen de ti:

Mediocre.

El viaje que siempre has soñado hacer:

Marruecos, Casablanca. Sí, llamadme cursi si queréis.

El país que nunca quisieras visitar:

Corea del Norte.

Tu período y lugar favoritos de la historia humana:

La isla Tortuga en los siglos XVII y XVIII.

La pistola que quisieras llevar encima:

Desert Eagle calibre 50. La pistola, enorme, del agente Smith en Matrix. Y digan lo que digan: caballo grande y que ande.

El libro de otro autor que más te habría gustado escribir:

El Señor de los Anillos. Lo siento mucho, Frank Herbert y William Gibson… Con el viejo Tolkien no hay quien pueda.

Lo que querrías ser si no pudieras escribir una frase nunca más:

Astrónomo, que es lo que soy. Solo que veo las estrellas con la punta de los dedos.

Para volver brevemente a tu obra: ¿en qué novela o cuento está trabajando Erick J. Mota ahora mismo?

Estoy enfrascado en una novela ucrónica que se desarrolla en una Cuba (alternativa, claro) ocupada por un Japón Imperial que derrotó a los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial y está enfrascado en una Guerra Fría contra una URSS que ha llevado al Ejército Rojo hasta España. 

Un octubre de 1962 con misiles nucleares soviéticos en un Puerto Rico bajo el bloqueo de la Armada Imperial japonesa (luego de una revolución populista y antimperialista en la hermana Borinquén). 

El título de trabajo es El año del tigre.  

Un sinfín más de proyectos se amontonan en mi cabeza y me mantienen despierto en la noche (mientras los niños duermen) por muy cansado que esté.

Como colofón: ¿qué te gustaría que te hubiera preguntado que no te pregunté?

Te agradezco mucho la oportunidad de responder una pregunta personalizada de esa manera, pero la verdad es que paso. Mejor me tomaré un café.

Bueno, pues qué se le va a hacer. Nos vemos, entonces. Y por supuesto, muchas gracias y la mejor de las suertes en tu carrera literaria y en tu vida, colega.