Lina Meruane: “Donde menos chilena me siento es en Chile”

Lina Meruane asegura que escribir es una reacción a la incomodidad social, a una incomodidad transversalizada por el cuerpo, la enfermedad, el lugar de origen, el ser mujer; una incomodidad compartida por los sujetos del sur global latinoamericano. De la confrontación permanente de este estado nacen la mayoría de sus novelas: Fruta podrida (2007), Sangre en el ojo (2012) —ganadora del XX Premio Sor Juana Inés de la Cruz en México— y Sistema nervioso (2018); y ensayos como Volverse palestina (2013) y Contra los hijos (2014). 

Si en Volverse palestina Lina Meruane reflexiona sobre su memoria individual, al recrear la historia de una comunidad árabe que ha sufrido diferentes formas de silenciamiento y opresión, sus tres novelas sobre cuerpos femeninos enfermos también reflejan, de alguna manera, otra memoria, más íntima: la asociada a su propia condición médica y a una educación marcada por sus padres, ambos médicos, quienes hablaban de los casos de sus pacientes en torno a la mesa. El conjunto de su obra resulta entonces una expresión de las transversalidades de su vida, acumulación de identidades y memorias, donde el lenguaje es un mecanismo que exhibe la rebeldía de cuerpos usualmente descartados por la sociedad.

Cuando Meruane llegó a Alemania en 2018 para recibir la prestigiosa beca del Programa de Berlín Artistas en Residencia (DAAD), le preguntaron cómo había sido vivir en persona los dos 11 de septiembre que han marcado la historia reciente de América: el asesinato del presidente chileno Salvador Allende, en 1973, y el ataque a las Torres Gemelas, en 2001. El primero se refleja en los rigores del disciplinamiento que viven y que transgreden sus personajes, explicaba Meruane en aquella entrevista; el segundo, como una repetición invertida de la violencia, la ayudó a conciliarse con su pasado. 

Lina Meruane vive en Nueva York, donde es profesora de literatura global y de escritura creativa en español. Como en sus libros, su palabra oscila con total naturalidad de la experiencia íntima a la memoria colectiva.

¿Qué significa para ti ser una escritora chilena en Nueva York?

Los chilenos somos tan poco dentro de nuestro país, que fuera somos algo minúsculo. En Nueva York, ser chilena es una rareza y poco más. No tiene ninguna diferencia significativa, porque los latinoamericanos y las latinoamericanas caemos siempre en el gran saco de los latinos o latinxs. 

Yo nunca me he sentido muy identificada con esa categoría de latinx, que describe a gente que nació aquí, o que llegó joven y que escribe en inglés. Yo no escribo mi ficción en inglés. Yo solo escribo algunos papers en inglés, nada más.

Donde sí significa mucho lo de ser chilena en Nueva York es en Chile, porque en Chile se mira a Nueva York con cierta ansiedad y cierto arribismo. Me he pasado la vida diciendo que yo no vivo en Central Park ni soy vecina de Yoko Ono, como alguien dijo en un blog, ni soy especialmente privilegiada. Vivo en una ciudad que tiene una imagen muy chic, pero mi vida no es chic. Vivo lejos del centro, en un departamento pequeño, el traslado en metro es de 45 minutos, tengo un trabajo con un contrato inseguro, aunque renovable, y por supuesto esto es mucho, no me quejo, esta es la vida que elegí y es la vida que me gusta, pero no se corresponde con la fantasía de éxito de la clase media y alta chilena.

Ahora, donde a mí más me interesa ser chilena en Nueva York es en mi literatura: las tres novelas que escribí desde que llegué a esta ciudad transcurren en dos espacios que a veces se nombran como Santiago de Chile y Nueva York, y a veces son solo vagamente reconocibles, pero en mi imaginación son los mismos. Las protagonistas circulan, se mueven y piensan en estos dos lugares de manera casi simultánea. 

Mis novelas revisan la relación entre Chile y Estados Unidos; importa recordar que Estados Unidos apoyó el golpe de Estado de 1973 y sostuvo a la dictadura chilena, y que usó a Chile como un laboratorio de experimentación neoliberal. Chile todavía tiene la impronta estadounidense y la fantasía de haber sido elegido por los Estados Unidos, de querer emular a los Estados Unidos. Me estoy refiriendo a las élites, sobre todo, pero son las élites que han dominado el país e inoculado un modelo de sociedad neoliberal. 

Mis personajes son conscientes de esto. En Sangre en el ojo hay un pequeño paralelo entre el 11 de septiembre chileno, el bombardeo al edificio de gobierno (La Moneda), y la explosión y caída de las Torres Gemelas. Yo era una niña y vivía en Santiago cuando el primer 11 de septiembre, y era una adulta en Nueva York cuando el segundo. Esa sintonía para mí ha sido muy productiva, muy poderosa, para pensarla en la literatura.




Imaginar países

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Autoras entrevistadas: Lina Meruane / Kelly Martínez-Grandal / Mariza Bafile / Ana Teresa Toro / Jennifer Thorndike / Franky Piña / Osiris Mosquea / Rose Mary Salum / Anjanette Delgado / Lila Zemborain / Melanie Márquez Adams.





Podría decirse que, en América Latina, son tres o cuatro los países con más hegemonía en el canon literario de la región. ¿En qué mapa literario te ubicas?

En efecto, algunos países latinoamericanos tienen una presencia literaria muy fuerte, conectada al hecho de que tuvieron una industria editorial fuerte, con ediciones, traducciones y mucha circulación continental. En el habla hispana son, sobre todo, México y Argentina, y Brasil en el ámbito portugués.

Yo, por supuesto, no me siento para nada parte del canon literario argentino, por más que me encanta su diversa literatura; ni del canon mexicano, por más que sea seguidora de su gran literatura. Las literaturas nacionales responden a una historia colonial específica, localizada, y a la influencia de las culturas que habitaban cada zona, la presencia de los esclavos negros y asiáticos, las migraciones internas, y al desarrollo republicano posterior. 

Cada uno de nuestros países ha desarrollado referentes culturales y lingüísticos diversos: usos de palabras, jergas y acentos distintos; entonces, a la vez que me resulta cercana, me resulta también incomparable una novela mexicana con una peruana o boliviana. Y hay tradiciones más orales que otras; la chilena se distingue, pienso, por un uso del lenguaje a ratos experimental y muy asentado en la producción de una voz, de una entonación. En Chile nos encanta leer en voz alta, a diferencia, por ejemplo, de Argentina, donde la prosa es monótona y hay menos entusiasmo por la lectura.

La tradición chilena en la que yo me formé es más experimental en su lenguaje, en su ritmo, y trabaja una musicalidad. Pienso en autores canónicos como José Donoso, Carlos Droguett y Diamela Eltit, pero también en autores más jóvenes como Alia Trabucco Zerán, por ejemplo, que trabaja el chilenismo, que rescata el habla popular, la poesía de ese lenguaje, y a mí me resulta muy bello, con mucha potencia. 

Y digo que es una tradición muy chilena porque está muy presente en los poetas de Chile. Creo que tiene que ver con el hecho de que Chile no fue un virreinato sino una capitanía general y, en cierta medida, es una nación que quedó menos dominada por la corrección lingüística de la metrópoli: se dio más licencia, se permitió más desorden y se respetó menos o se tuvo menos acceso a las tradiciones lingüísticas y literarias españolas.

Con todo esto quiero decir, regresando a la pregunta, que yo me siento muy chilena adonde voy. Soy una escritora chilena en Nueva York escribiendo en chileno, y soy una escritora chilena en cualquier parte del mundo. Tal vez donde menos chilena me siento es en Chile, porque ahí sueno extraña, sueno un poco extranjera, modulo demasiado, termino las palabras, se me nota el contagio con las lenguas con las que vivo afuera. Esas que afuera nadie nota, cuando me escuchan completamente chilena.


© Imagen de portada: Página de Facebook de Relicário Edições.




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Autoras entrevistadas: Lina Meruane / Kelly Martínez-Grandal / Mariza Bafile / Ana Teresa Toro / Jennifer Thorndike / Franky Piña / Osiris Mosquea / Rose Mary Salum / Anjanette Delgado / Lila Zemborain / Melanie Márquez Adams.





* Una versión más extensa de este diálogo forma parte del libro Imaginar países: Entrevistas a escritoras latinoamericanas en Estados Unidos (Hypermedia, 2021), editado por Dainerys Machado Vento y Melanie Márquez Adams. Aunque los temas de las entrevistas son diversos, las editoras han querido explorar, sobre todo, la manera en que los matices de la identidad latinoamericana se manifiestan y fluyen en la escritura de cada una de las entrevistadas.




Editorial Hypermedia

Doblemente americanas: sumar las resistencias de la escritura

Dainerys Machado Vento

“Estas entrevistas tienen múltiple valor, porque se trata de mujeres hablando en el espacio público sobre ellas mismas, sobre sus cuerpos, sobre la política de sus países, sobre sus errores y aciertos”. (Prólogo del volumen ‘Imaginar países: Entrevistas a escritoras latinoamericanas en Estados Unidos’, Hypermedia, 2021).





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