Las jaurías
Cuando pisaste por primera vez
el suelo del reino zozobrante
olvidaste
tus signos heredados.
No volviste a elevar los ojos
para conjurar al cielo
y colmado de carne y tierra
eludiste el mapa inaprensible
de los astros
siempre en éxodo.
La antigua religión fue derruida
y no se escuchó nunca más
el incesante respirar
de tu moral
sin grietas.
Te multiplicaste
en el festín
de cortaduras y desgarramientos.
Seguiste el curso de las jaurías.
Ahora
no tienes nombre.
La interrupción de la luz
Cuando las luces se apagaron,
nuestros corazones fueron habitados por fábulas aciagas
la noche antes amada se bautizó
como la siembra del pánico.
Estábamos próximos los unos a los otros
y en la penumbra la sangre comenzó a viajar
como un perfume vuelto anzuelo.
Muchos se guiaron por el olor
y desearon nadar en un convulso río rojo.
Cuando horas después la luz regresó
no reconocimos nuestros rostros,
salpicados por el rictus de la bestialidad.
Nuestra tierra estaba colmada de cuerpos
mutilados,
escuchamos los gemidos dolientes
vimos nuestras manos manchadas de culpa
y fue tarde cuando descubrimos
que también estábamos heridos de muerte.
Víctima
Blandes tu debilidad obscena
exhibes
tu más sagrada fragilidad
llamas en vetustas puertas condenadas
y te arrodillas en la intemperie
únicamente
aspiras gozar la definitiva e íntima
desgarradura:
amar.
Entregarse
Entregarse
como una historia que se derrite
exponer
la arruga y la cicatriz
revelar también
la sonrisa contundente del cuerpo
dar de beber el agua turbia del corazón.
Entregarse
descalzo
sin más atavío que el candil
de los ojos indomables,
puro
como quien se entrega
a la muerte.
El festín irreductible
Miradas de pesadumbre
ensucian el clima
y atentan contra tu quebradiza mirada de amor.
El olor a desamparo reina movible
estrangulando el perfume que exhala tu pulso.
El hambre de tantos que olvidaron
sus propios signos de luz
te cerca,
para devorar la llama
que solo a ti te alimenta.
En ti hay una dulzura manchada de crimen,
en el centro de la aridez tú escondes un jardín.
Mientras afuera solo se respira
el silencio despavorido
hay música enardecida
girando en tus venas.
Tu amor es un festín
irreductible
en medio de la masacre.
* Estos poemas pertenecen al libro inédito “La larga noche de las jaurías”, finalista del Premio Internacional de Poesía Aco Karamanov (2022).
© Imagen de portada: Mariela Cordero García.
Damaris Calderón, Dolan Mor y Antonio José Ponte
Este dosier podría llamarse: “Los poetas cubanosrecomiendan”. Pero entonces sería traicionera con el tiempo perfecto de la poesía.