Miami, octubre 20, 2025.
Querido Donald:
Gracias por tu cariñosa felicitación en mi cumpleaños. Me emocionó recibir la postal de la White House con el trazo inequívoco del sharpie dorado, you made my day. Only you could make handwriting look like a stock market crash, all volatility, no value.
Teddy Roosevelt, Elihu Root, Woodrow Wilson, Charles G. Dawes, Frank B. Kellogg, Jane Addams, Nicholas Murray Butler, Cordell Hull, Emily Greene Balch, John R. Mott, Ralph J. Bunche, George C. Marshall, Linus Pauling, Martin Luther King Jr., Norman Borlaug, Henry Kissinger, Jody Williams, Jimmy Carter, Al Gore, Barack Obama.
Esos veinte, americanos como tú y como yo, han recibido el Premio Nobel de la Paz, veinte personas y tres organizaciones. Ninguna otra nación en el mundo ha trabajado más por la Paz que los Estados Unidos de América. Pero el Nobel, a ti, no te lo dan. Y mira que lo has intentado. Incluso hiciste que tus propios congresistas te nominaran. Dos veces. And yet, somehow, your name never made the shortlist. Must be rigged, right?»
Recuerdo que el 2010, en la temporada 22 de Los Simpsons, en el primer episodio justo cuando amanece en Springfield, la televisión anuncia que «El Comité Nobel ha decidido otorgar el Premio Nobel de la Paz a… Krusty the clown.» El payaso, fumando como siempre, solo atina a exclamar:
—¡Ja! ¡Siempre supe que mis chistes podían salvar vidas!
Cuando se emitió el capítulo, nadie pensaba que pudieras llegar a ser el President de todos los norteamericanos, nadie pudo imaginar que detuvieras ocho guerras, nadie recordaba tu vieja amistad con Epstein, ese detalle tan menor, tan olvidable, tan poco relevante para un premio de paz. En el 2010, desde The Apprentice, hacías, eso sí, lo mismo que ahora; despedir a todo aquel que no te cuadrara, a todo aquel que te hiciera parecer mediocre. As they say, if the wig fits…
«Obama lo ganó sin hacer nada», repetiste en un murmullo una y otra vez. Aunque técnicamente Obama lo ganó por no ser George W. Bush, lo cual, hay que admitirlo, ya era una contribución significativa a la paz mundial. Right place, right time, that’s half the game. The other half? Not being you. But credit where credit’s due, tú my President, sí que has hecho, y mucho, por la paz.
Detuviste el conflicto entre India y Pakistan al mismo tiempo que federalizaste unidades de la Guardia Nacional y desplegaste tropas armadas en american soil, algo que rompe las normas tradicionales de control civil en las milicias nacionales. Resolviste la tensión fronteriza entre Tailandia y Cambodia —países que probablemente no puedas ubicar en un mapa— pero usaste la National Guard en funciones de control migratorio. Peace abroad, chaos at home, now that’s a balancing act.
Las tensiones entre Armenia y Azerbaiyán, Serbia y Kosovo, Rwanda y el Congo fueron hábilmente encaminadas por ti, mientras que para nosotros creaste zonas de guerra doméstica usando una estructura bélica para asuntos de seguridad interior. Todo un logro: exportar paz mientras importas el autoritarismo que tanto admiras en tus amigos autocráticos. Incluso amenazaste con usar la Insurrection Act para movilizar tropas federales e intervenir en Estados con gobernadores opositores.
Las hostilidades entre Israel e Irán se suavizaron notablemente tras tu intervención, pero propusiste la creación de las Domestic Civil Disturbance Quick Reaction Force para responder a estallidos o protestas civiles. O sea, usar tropas contra civiles estadounidenses, crear Brigadas de Respuesta Rápida en los Estados Unidos de América.
Al mismo tiempo que el mundo disfruta de la paz que propicias aquí desenterramos viejas rencillas y odios caducados. Ese mérito es también tuyo.
En el capítulo de los Simpson cuando Krusty the clown acude a Oslo a recibir el Nobel de la Paz, nos sorprendemos cuando el avión aterriza en La Haya. Soldados armados con la solemnidad de la justicia internacional lo esposan al mismo tiempo que le informan:
—Señor Krustofsky, queda arrestado por crímenes contra la humanidad del entretenimiento.
Pudiera pasarte lo mismo, tanto tú como el payaso comparten esa habilidad psicopática, digna de manual, de reescribir la historia en tiempo real, de convertir el juicio en un show donde te conviertes en la victima incomprendida de un establishment resentido. When life becomes a show, guilt always gets good ratings.
My President, tienes que ver el capítulo. Me recuerda tanto a ti.
Bart y Homer se convierten en abogados de oficio del payaso, tan parecidos, en su ignorancia a Rudy Giuliani. En un momento encuentran que Krusty había cancelado un show en Sudáfrica porque el catering no le había dado papas fritas. La fecha coincidía, por puro azar cósmico, con la liberación de Mandela.
Entonces Bart mira fijamente a Homer y dice:
—Papá, ¿y si decimos que Krusty lo hizo como protesta moral contra el apartheid?
—Eso suena… suficientemente tonto para funcionar en este mundo.
Y funciona. Por supuesto que funciona.
Y al igual que tú, Krusty es absuelto.
Así, my President, operan los mitos contemporáneos, atados a narrativas elaboradas in situ, confundiendo casualidad con causalidad y convirtiendo el accidente en gesta. Never let the facts get in the way of a good story.
Con esto del Premio Nobel, my President, has ejecutado la misma alquimia narrativa: todo hecho finalizado bajo tu mando te lo atribuyes como logro personal. Quizás no merezcas el Nobel de la Paz, pero sí el de Literatura, por crear ficciones tan palpables que nos haces vivir en ellas.
A finales de los años ochenta, en Cuba, circulaba un chiste muy malo. Tan malo que solo funciona en dictaduras y, aparentemente, en tu América. Un cubano se le acercaba a otro y le preguntaba:
—¿Viste en el Granma que le dieron el Premio Nobel de Química a Nivaldo Herrera, el presidente del Instituto Cubano de Radio y Televisión?
—¿Sí, y eso?
—Convirtió la televisión en mierda.
Quizás no merezcas el Nobel de la Paz, pero sí el de Química, por convertir a los Estados Unidos en mierda.
El premio se lo dieron a María Corina Machado, que quizás no haya babeado por el premio tanto como tú. Ella nunca tuvo que pedirle a Abe Shinzo que lo nominara, ni tuvo que insinuarlo en cada mitin, ni tuvo que quejarse en Truth Social sobre lo injusto del comité noruego. Ella se ha centrado en resistir el embate de un narcoestado, las presiones de un régimen totalitario y el acoso de una dictadura cruel e insensible. Grace under fire, that’s something you can’t fake.
En el momento en el que recibe la llamada de Noruega informándole de la distinción, María Corina, sorprendida, le dijo al nórdico de turno que no lo merecía, que era un premio a un movimiento, a todo un pueblo que resiste la violencia chavista.
Tú, en cambio, gritas que nadie merece el premio como tú y llegas, incluso, a decirle a María Corina que te lo dé a ti, a little bit too much
Y justo al día siguiente de que María Corina obtuviese el Nobel de la Paz, se anuncia el cese al fuego entre Israel y los terroristas de Hamas, la devolución de todos los rehenes y un plan de paz que tú, my President, propiciaste, lideraste y exigiste. Qué tragedia: salvar Medio Oriente y que Noruega te mande al carajo. You moved mountains and they didn’t even give you a molehill to stand on. But hey, no good deed goes unpunished, and yours went straight to voicemail.
¿Cuántas guerras tienes que parar para que te den el Nobel? Quizás solo una, my President, la que ha dividido a este país entre los tuyos y los demás, entre los puros y los impuros, entre ustedes y ya llegados a este punto, nosotros.
Sé que quieres salvar el mundo, my President, pero el mundo lo que quiere es salvarse de ti.
Hasta pronto, my President, siempre…
Tu Jorge.
P.S.: El original en inglés de esta carta fue enviado al correo oficial del Presidente de los Estados Unidos.