La pasión por Cuba de Jean-François Fogel

El 15 de febrero de 2020, en Miami, conocí personalmente a Jean-François Víctor Fogel (1947-2023).

Por estos días, luego de su inesperada muerte el 19 de marzo de 2023, se le han dedicado palabras más que merecidas, pero especialmente centradas en su vida y proyectos en París o en Cartagena. Pero yo lo conocí en Miami. Cuba y Miami fueron parte de su vida también. 

Miami representaba para Fogel la Cuba a la que nunca pudo volver desde que Fidel Castro lo expulsara luego de la publicación en 1994 del libro Fin de siglo en La Habana: los secretos del derrumbe de Fidelen coautoría con Bertrand Rosenthal.

En su viaje posterior a la publicación, desde apenas arribar al aeropuerto José Martí, no sin antes despojársele de la ayuda humanitaria (medicinas y alimentos) de los que Fogel se hacía siempre acompañar cada vez que viajaba a La Habana, se le hizo volver a París en el mismo avión en el que arribara. Fidel, el blanco del acertado libro de Jean-François, se creía el dueño del archipiélago cubano y, como tal, actuó.

Lo que Fidel no consiguió impedir fue que Jean-François rescatara de su isla-prisión a Magaly, la habanera que le había robado el corazón. Magaly López fue el amor de juventud de Jean-François en La Habana y siguió siendo su amor en el ocaso de su vida en Miami. 

De la mano de ella fue que lo conocí aquella noche de sábado miamense, al día siguiente al Día de los Enamorados de 2020, que Jean-François pasó con la novia de su vida en Miami. Cenamos juntos y tuve la oportunidad de charlar con él e iniciar un vínculo que continuó hasta estas letras, de la mano de su amada Magaly, a través de quien siempre recibí noticias suyas. 

La relación entre Jean-François y Magaly vivió los momentos más felices con la aparición del pequeño John (no por casualidad el anglo de Jean) adoptado por ella. Llegó a ser el niño que biológicamente nunca tuvieron, pero que robó todo el cariño de ambos. 


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Jugando con John en Miami el sábado 28 de enero, aproximadamente a las 10:30 a.m., probablemente tuvo Jean el preludio del derrame cerebral que finalmente se repitió el 18 de marzo, causa de su muerte al siguiente día en un hospital en París. 

En el que sería, sin saberlo, su mensaje de despedida a Magaly, escribiría en un correo electrónico el 22 de febrero acerca del pequeño John: “Creo que eres un milagro para él. No voy a repetir mi admiración por ti… No somos tan viejos y jodidos pero este niño salido del cielo merece nuestra ayuda. Te mando besos. JFF”.

Entre los muchos proyectos truncos de Jean-François no solo quedarían la primera reunión del año de la junta directiva de la Fundación Gabo o un nuevo programa de formación para responsables de equipos periodísticos de medios nativos digitales que preparaba. 

También quedaría pendiente el próximo reencuentro en Miami, programado para el 28 de abril, aprovechando un viaje al cercano Puerto Rico por asuntos de trabajo. Para ese viaje, Jean-François planeaba con Magaly llevar al pequeño John a alguna finca donde este tuviese la experiencia inolvidable del contacto directo con animales. 

De Cuba se mantuvo Jean-François escribiendo siempre. No fue tema vedado para él por la experiencia con su libro de 1994, por el contrario. De hecho, la noche del 15 de febrero de 2020, cuando nos presentó Magaly, recién acababa de publicar otro de sus artículos en The New York Times:“Ending Systemic Racism Is the Revolution Cuba Needs”,[1] acerca del cual intercambiamos en nuestro encuentro.   

No olvido tampoco que aquella noche de Miami fue inevitable que conectásemos en nuestra común admiración por el padre de la semiótica, Umberto Eco, y conversáramos acerca del vacío que dejara su muerte en febrero de 2016 y que a ambos nos resultó prematura.


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Fogel se relacionó directamente con Eco y nos legó una importante entrevista[2] suya sobre la cual aquella noche me contó apasionado, tanto respecto al contexto exclusivo que la envolvió treinta años antes; como de su contenido que, a un año después de la caída del Muro de Berlín, no podía ignorar los acontecimientos suscitados en Europa del Este y recogía el escepticismo, tan peculiar en todo de Eco, pero muy en particular en relación al júbilo cuasi generalizado entonces respecto a que el comunismo hubiese desaparecido, trasmitiendo su certeza de que estos no eran más que apresurados cantos de sirena. 

Como sucedió con Eco, ahora el propio Fogel se nos marcha prematuramente, como si hubiese querido irse justo antes de ver a su Francia sumida en una auténtica guerra civil en máximo fragor, al mismo tiempo que se celebran las exequias fúnebres que le dan su último adiós en París el 28 de marzo. 

Iluminado del periodismo digital; artífice detrás del nuevo Le Monde de 1995; fundador del diario Libération; autor de libros imprescindibles como La prensa sin Gutenberg: El periodismo en la era digital, en coautoría con Bruno Patiño, en el año 2000; le valió la atención de otros grandes referentes del periodismo como Gabriel García Márquez

Este último lo invitó en 2002, sin importarle que Fidel lo hubiese expulsado de Cuba luego de su libro en 1994, o tal vez por eso, a formar parte de la nómina de maestros de la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (hoy Fundación Gabo); de la cual, con el tiempo, llegó a ser presidente del Consejo Rector. 

Jean François tuvo la habilidad de dejar un pie en la era analógica de la que venía y mover el otro a la era digital que predijo y fomentó; de dejar también un pie siempre en su Francia a la que regresó a morir, mientras mantuvo el otro en América, en Cartagena, pero también en Miami, donde Magaly y el pequeño John le esperarán siempre.




Notas:
[1] https://www.nytimes.com/2020/01/25/opinion/international-world/ending-systemic-racism-is-the-revolution-cuba-needs.html.
[2] Jean-François Fogel: “Interview avec Umberto Eco”, en Le Point 907, 5 de febrero de 1990, pp. 13–14.




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Nuestra propia historia

Oswaldo Payá

La realidad es que en Cuba se ha mantenido un orden de no derecho que ha instalado una cultura del miedo y que, al mismo tiempo, ha jugado con las circunstancias internacionales a su favor y en contra de la libertad de los cubanos.






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3 Comentarios
  1. Sólo lo vio un día y ya cuenta la vida privada de un hombre que no puede defenderse porque ha muerto. Además de que lo que cuenta es todo mentira. Indecente no, lo siguiente. Fui, no sólo la amiga, la hermana y confidente de Jean-François Fogel, a quien conozco desde hace décadas, desde Cuba. La familia de Fogel debiera demandarles por esta infamia.

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