Resistencia, libertad y los tres Cintio Vitier

En los archivos literarios del castrismo existen parejas bien llevadas: la resistencia y la libertad. Cintio Vitier las reúne en su ensayo homónimo de 1992.[1] Trance de reunificación familiar e histórica que presenta como desafío ingente: “Convertir la resistencia en madre de una nueva libertad es desafío que se nos viene encima”.[2]

Qué diría La libertad, Marianne romántica de senos erguidos, portando fusil de bayoneta en la diestra y bandera tricolora en la siniestra, guiando a los rebeldes vitieristas de barricada. A Vitier lo delata el verbo “convertir”, casi paulista —Pablo fue ideólogo del partido cristiano—. ¿Tan desmadrada está la libertad que necesita una figura materna? ¿Y el desafío?: un asunto de períodos especiales, como veremos luego.

Hace su entrada “la crítica”, como casi todo en Vitier, desde la euritmia martiana: “Lo que nos hacía falta no era lo que Octavio Paz ha llamado ‘el mito de la crítica’, mito de la modernidad europea según el cual la única verdad es la crítica misma, sino el martiano ‘amar: he aquí la crítica’, porque de lo que se trata es de engendrar justicia”.[3]

Ni mito ni modernidad. Crítica viene del griego antiguo kritikos (el que juzga), derivado del verbo krinein (separar). Precisamente lo que Sócrates adopta en diálogos como Gorgias, cuando Polux, Gorgias y luego Calicles quedan mudos ante las diatribas díscolas del filósofo. 

Con frecuencia el Apóstol tropieza y cae en la martisericordia.

Vitier critica la crítica “europea”. ¿Y la suya qué crítica es? Europea igualmente, pero sin comillas. No estamos en la cátedra de Derecho Natural de Antonio Bachiller y Morales en pleno siglo XIX ni la de Historia de la Filosofía con Jorge Mañach en la Cuba de los 40 tardíos. En los pasillos universitarios de La Habana temprano-noventosa no hay crítica sin la negación de la negación. ¿No fue Marx quien dijo —según Engels— “Je ne suis pas marxiste?”.[4]



Martí y la crítica

Vitier construye su proyecto sobre la llamada crítica en Martí. Y ciertamente Martí usa la crítica, pero no como categoría, sino más bien como hacelotodo útil. Se entiende, su oficio es el periodismo, debe hacerse entender. “Crítica” significa, dependiendo el marticontexto, juicio, valoración, reproche, censura, etc. Este no es el uso de “crítica” en el sentido alemán riguroso de la escuela crítica de Jena (por poner un ejemplo), con figuras como Schelling, Hölderlin, los hermanos Schlegel, Heine y Novalis. No mezclemos peras con manzanas.   

A continuación, algunos ejemplos críticos de Martí:  

Un joven que hace versos critica en “La Voz de México”, a un poeta respetable. Todo es falible en lo vivo, y el pensador mexicano es susceptible de defectos. Pero si hay algo que ennoblezca a la juventud, es el miramiento y el respeto a los ancianos… Y luego, no se critica a los poetas.[5]

El Apóstol no se topó con la lengua maldiciente de Diógenes de Sinope —lo cual no quiere decir que no entienda la sandunga de la diatriba y su aderezo—. “Criticar es, sin embargo, ejercer el criterio…”.[6]

Elemental, Watson. No sorprende que a Martí moleste la crítica molesta —cual gatuperio romántico de lo sentimental con lo justo—. Con frecuencia el Apóstol tropieza y cae en la martisericordia, la zanja ad misericordiam: “La crítica destruiría esta obra, y el aplauso la reharía siempre. Y es que hay algo superior al razonamiento y al criterio”.[7]

Hay otro Martí crítico e indigenista que vendieron figuras como Marinello, Vitier y Fernández Retamar, durante los años 70.

¿Y dónde queda la recomendación “ejercer el criterio”, apostólica? Raro pasaje para un crítico a ultranza –si Martí lo fuera—. ¿Qué es superior al razonamiento? La marticrítica titubea entre justeza y sentimiento —nada malo en ello—. Schiller —influencia posible en el Apóstol, vía de la Luz y Caballero, traductor del autor de Wallenstein— subraya: “Las acciones humanas son bellas cuando nuestra naturaleza no está bajo el control de nuestra razón […] belleza es la cooperación de dos autonomías muy distintas: la naturaleza sensible y la razón moral.[8]

Sturm und Drang, la emoción viva, ¡tan amiga de la admiración! Vuelve Martí: “¿Para qué hablar de lo malo? Ello se cae solo. No hablar, ya es hablar mal. Solo en los casos de reincidencia en el delito, deja de ser la crítica una pedantería. Admirar hace bien y da salud”.[9]

Diógenes, sálvame de Narciso y Pérez deslumbrado. 

Otro instante sentimentaloide del poeta, comentando la esfera política del México de la época: “¿Dejaría de ocupar el puesto del criticado, alguno de los que duramente lo critican? ¿Cómo gobiernan a un país las burlas agrias y censuras personales?”.[10]

Filodemo de Gadara usa y predica con la parresia, un hablar sin pelos en la lengua en búsqueda de la verdad. Martí, bis: “Hay genio de belleza y de grandeza, como hay crítica de envidia y de lealtad”.[11]

Hay otro Martí crítico e indigenista que vendieron figuras como Marinello, Vitier y Fernández Retamar, durante los años 70, en medio de aquel proceso de asimilación del ideario martiano al castrismo/marxismo. Párrafos prohibidos durante los encuentros de intelectuales latinoamericanos finiseculares auspiciados por Casa de las Américas. “Nuestra América”, acápite 9, lleva una glosa que daría temblores a los “progres” latinoamericanos presentistas, adicto a leer en “retroactivo”: “El hombre inteligente está dormido en el fondo de otro hombre bestial. La raza no ve más que hoy: nada más que para hoy trabaja; trabaja lo que necesita, hace producir lo que cree que consumirá: su inteligencia es estrecha, estrecho es todo lo que concibe y lo que hace. La raza imbécil: he aquí nuestro juicio la explicación de la raza miserable”.[12]

Pero la libertad de Vitier es un potaje sui géneris que contiene el ideario decimonónico de Varela, Luz y Caballero y Martí, maritainismo, castrismo y teología de la liberación.

¿La raza imbécil? ¿José Martí? El mismo que viste y calza. Basten los ejemplos anteriores. Martí no es el crítico que Vitier acredita. 



La libertad y sus pistas

La libertad tiene dos formas históricas. Primero, la libertaria, que dice: soy libre en la medida en que nadie, sea individuo o gobierno, interfiera con mi acción. Es la libertad asociada a los derechos del hombre, defendida por los empiristas, los forefathers de la independencia americana y la escuela económica clásica inglesa. Segundo, la rousseauniana romántica, supeditada a la volonté général y sus derivados jacobinos: el marxismo y el leninismo. Hay mezclas de ambas, unas mejores que otras. 

Pero la libertad de Vitier es un potaje sui géneris que contiene el ideario decimonónico de Varela, Luz y Caballero y Martí, maritainismo, castrismo y teología de la liberación. ¿Qué libertad puede defenderse desde el castrismo, con su connotada ausencia de derechos, su historia de éxodos en serie (los vuelos de la libertad, Peter Pan, Camarioca, el Mariel, la crisis de los balseros, la desbandada última del 11J)? 

Para 1992, fecha de publicación de Libertad y resistencia, en pleno Período Especial, el marxismo-leninismo está desprestigiado en Cuba. Hay que justificar y Vitier busca en el baúl de los recuerdos: “La toma de conciencia antimperialista en la República mediatizada surge […] en ‘la década crítica’, entre 1920 y 1930, con los primeros jóvenes marxistas cubanos —Julio Antonio Mella, Rubén Martínez Villena, Pablo de la Torriente Brau, Raúl Roa, el propio Marinello que son al mismo tiempo profundamente martianos”.[13]

¿Cómo se traiciona la resistencia? Resistiendo “falsamente”, responde Vitier.

Vitier remacha la perorata de LA VOZ un 10 de octubre de 1968, año de la cambodianización de la economía cubana: “Nuestra Revolución, con su estilo, con sus características esenciales, tiene raíces muy profundas en la historia de nuestra patria. Por eso decíamos, y por eso es necesario que lo comprendamos con claridad, que nuestra Revolución comenzó el 10 de octubre de 1868”. 

¿Meter a Marx y a Martí en la misma yunta? Martí, marxista no era: “Karl Marx estudió los modos de asentar al mundo sobre nuevas bases, y despertó a los dormidos, y les enseñó el modo de echar a tierra los puntales rotos. Pero anduvo de prisay un tanto en la sombra, sin ver que no nacen viables, ni de seno de pueblo en la historia, ni de seno de mujer en el hogar, los hijos que no han tenido gestación natural y laboriosa”.[14]

Martimarxismo por obra y gracia del élan vital de LA VOZ. Vitier sabe que la libertad tiene su mendó. La sueltas y se manda a correr, por eso habrá de enyuntarla con la resistencia: “Si no liberamos las fuerzas generadoras implícitas en la resistencia, nos arriesgamos a convertirla en ídolo paralizante”.[15]

¿Pero liberar la resistencia de su fuerza generadora no es debilitarla? ¡Déjela pétrea, señor! “En contra tenemos la catarata desbocada y sus falsos arcoíris. Pero también tenemos en contra, paradójicamente, el hábito de resistir al Imperio, que tiende a mantenernos firmes, pero inmóviles, como hipnotizados por la resistencia”.[16]

¿Cómo se traiciona la resistencia? Resistiendo “falsamente”, responde Vitier —la palabrita tiene su historia—. Engels, dame la siniestra: “La ideología es un proceso realizado por el sujeto pensante, sí, pero con una falsa conciencia (falsches Bewußtein). Los motivos le son desconocidos, sean falsos o aparentes […] acepta sin examen […] no investiga en busca de un proceso más oculto e independiente del pensamiento […] todo le parece obvio.[17]

¡Qué masoquismo el castrismo!

Es demasiado pedirle al cubano de a pie, en pos de jama, en pleno Período Especial, entretener semejantes cavilaciones. Vitier no lo ve, no quiere —o se hace—. ¿No es eso falsa conciencia? Su culpa lo lleva a equiparar la miseria castrista con la resistencia; pero ninguna resistencia justifica la miseria. ¿Comió Vitier algún día picadillo de cáscara de plátano o bisté de toronja? Hay que reírse de la anécdota del poeta Ernesto Peña, del socio habanero comiendo arroz blanco solo y comentando: “Qué rico, compadre, a esto lo único que le falta es un gatico”. No es un invento que durante el Período Especial Felis catus desapareció de las calles de La Habana.[18]

Entre paréntesis y hablando del Imperio, ¿no es raro que Castro, en La historia me absolverá, nunca cuestionara la injerencia del imperio estadounidense en Cuba? ¡Ni una sola vez! 

¿Cómo curar la parálisis de la resistencia? “Resistiendo más”, diría Vitier: “Si la liberación es ya un hecho entre nosotros, la libertad no es nunca, ni aquí ni en parte alguna un hecho consumado”.[19]

¡Que te oiga el Comandante! Casi seguro aplaudiste aquel discurso de 14 de febrero de 1962, cuando LA VOZ presenta la miseria como condición sine qua non del presente socialista: “El verdadero pueblo, el pueblo sufrido de siempre […] cambia gustosamente lo que no tuvo nunca por lo que tendrá mañana, por todo lo que tendrá para siempre”. El imperativo moral de la miseria de LA VOZ dice: “Quien haya sufrido resistiendo está preparado para sufrir para siempre¡Qué masoquismo el castrismo! “Cuba se levantó. Cuba rompió las cadenas que ataban su suerte al imperio opresor, rescató sus riquezas, reivindicó su cultura, y desplegó su bandera soberana de territorio y pueblo libre de América”.

Si ya somos libres, ¿a qué viene tanta resistencia? Es un desafío ineludible, ratifica Vitier. Sin embargo, la resistencia no es una virtud, es una actitud. No es virtud porque también puede resistirse lo bueno. Y aunque pueda ser útil cuando resiste la opresión, jamás será deseable si resiste la razón. Sigue Vitier: “No procurar una libertad mimética, sino […] extraída de la resistencia ante el Imperio, hija de la resistencia, premio de la resistencia, madre nuestra”.[20]

¿Sabía Vitier de ellos? Ángel de Fana cumplió 20 años en la ergástula castrista.

¿Y la voluntad dónde queda? LA VOZ no cesó de predicar el nihilismo de la voluntad al “Pueblo”. El loco de Nietzsche tiene un aforismo: “¿Qué significa el nihilismo? Que los valores supremos pierden validez. Falta la meta, falta la respuesta al ‘por qué’”. 

El Imperio será malo, pero conviene que esté ahí. ¿Por qué? “Resistir frente al Imperio” es una de las consignas más poderosas del castrismo. LA VOZ forzó —y el Pueblo también se dejó— meter el cuento de la miseria con el chantaje de la resistencia ante el Imperio. 

Riposta Vitier: “Al trocarse la justicia en total resistencia frente al Imperio, lo que parece pedir no es solo la firmeza […] del que no se duda, sino también el libre y a la vez sujeto ondear de la bandera”.[21]

Siguiendo su argumento, el cubano de a pie en la Cuba castrista de hoy ¿no puede llamarse libre? Y si lo es, ¿qué resiste? Por otra parte, el preso “plantado” de la Cuba de los años 60 y 70 debía sentirse libre para elegir su realidad infernal. ¿Sabía Vitier de ellos? Ángel de Fana cumplió 20 años en la ergástula castrista. ¿Es eso libertad “mimética”? “Nunca me planteé ponerme el uniforme de preso. Las torturas reafirmaban nuestros principios de libertad. […] ‘Plantados’ éramos más libres que nuestros torturadores […]”.[22]

Apropos de Imperio, hay una extraña confesión del Apóstol en 1880, desde las entrañas del Monstruo, para el periódico The Hour: “Estoy, al fin, en un país donde cada uno parece ser su propio dueño. Se puede respirar libremente, por ser aquí la libertad fundamento, escudo, esencia de la vida […] Nunca sentí sorpresa en ningún país del mundo que visité. Aquí quedé sorprendido”.[23] A ese Martí braceando en pleno jugo gástrico del buche del Leviatán, no parece preocuparle demasiado la resistencia vitierista.  



Castrismo, “fundamento moral”

Para 1992, ¿cómo justificar el castrismo después de treinta años de fracaso? Estudiosos de la literatura cubana fuera de Cuba no entienden que Vitier aceptara la “interpretación popular” del marxismo, sintiéndose superiormente orgulloso del castrismo. 

Es aquí cuando Vitier deviene médium de Melba Hernández.

Fidel Castro dijo de Martí: “En su prédica revolucionaria estaba el fundamento moral y la legitimidad histórica de nuestra acción armada. Por eso dijimos que él fue el autor intelectual del 26 de Julio”. Es ese “fundamento moral”, con sus antecedentes premartianos y sus vicisitudes hasta nuestros días, lo que va a constituir el centro y el norte de nuestra pesquisa.[24]

El castrismo es “fundamento moral” de lo cubano. Hagamos una pausa por Heidegger. Cuando decimos “castrismo”, no se trata de un sujeto en particular. Es el Dasein, el ser que está “detrás”. Como dijera el propio Vitier en Más (1964), es “más hacia el ser”, el cimiento del “deber ser”. Lo deontológico que llega, vía Martí y Co. Vitier busca una justificación histórica, un destino común muy parecido al Gemeinschaft des Volkes de Heidegger, el centro de trabajo de la “hazaña” que transciende la vida en El ser y el tiempo.

Hablando de castrismo, ¿cómo lidiar con el capítulo 6 de Ese sol del mundo moral de Vitier? Sobra grandeza en ese grupo capitaneado por Castro durante el ataque al Moncada: “Su grandeza no estaría solo en la hazaña, por el momento trunca, y en la forma como arrostraron la represión, la tortura y la muerte (o la vida, los que sobrevivieron), sino también en los principios de moralidad revolucionaria, esencialmente martianos, con que se lanzaron a la lucha”.[25]

Es aquí cuando Vitier deviene médium de Melba Hernández: “Mirábamos a Fidel, y sí, había algo que nos decía que sí viviría, que él sería tal vez el único que viviría; porque tenía que vivir. Y lo mirábamos pensando que si no lo veríamos más, cómo podríamos dejar de mirarlo un minuto”.[26]

Y esa guataquería, ¿a qué viene? 



La segunda conversión

La segunda conversión de Vitier se inaugura con fe y genuflexión. Cualquier crítico que se respete observaría una suspensión prudente del juicio. La realidad política es siempre cambiante y mucho en ella puede —y debe— cuestionarse. 

El Cintio de 1957 será el no-Cintio de 1968.

Vitier es creyente, sí, pero no cree fidedignamente. Algo se lo impide. ¿Qué es? ¡La culpa! El Angst, “sufrimiento que corroe el alma” de alguien como Sören Kierkegaard. Culpa de no haber sido en su momento lo que debió ser. Es una película a través del tiempo, sustancia dura y pegajosa, ¡y cómo dura! 

Hay tres tiempos en la durèe del poeta: 1) el Cintio que fue, 2) el Cintio que no-es y 3) el Vitier que será. 

1) Imaginemos al poeta católico, origenista, burgués, dando los toques finales a Lo cubano en la poesía, en su casa, mientras José Antonio Echevarría se juega la vida a tiro limpio, tomando Radio Reloj, el 13 de marzo de l957. “¿Por qué no yo?”, retumba desde la Mnemosyne —así ha llamado Cintio a la memoria—. [27] Cuando llegan las noticias a La Habana que Fidel y su grupo de rebeldes han llegado a la Sierra, “¿por qué no yo?” En Playa Girón, mientras la televisión cubana transmite las imágenes de los milicianos combatiendo a los mercenarios en fuga, “¿por qué no yo?”. 

Es duro llevar la falta sibilina acobijada en el alma; aunque hay una anticipación en la Mnemosyne de Cintio, un mirar al pasado por el retrovisor del futuro. Todo vuelve a la concretera vertiginosa de la culpa: “Y ese vértigo de sinsentido es el que a veces acomete al revolucionario […] en la lucha diaria por construir la nueva sociedad, donde lo bueno y lo malo, el futuro y el pasado, se mezclan como en una concretera, inevitablemente”.[28]

El Cintio de 1957 será el no-Cintio de 1968. Acudamos al aforismo hermético de un experto del yoísmo, Johann G. Fichte: “El Yo se postula como determinado por el no-Yo”. La idea, originalísima en su momento, implica que el sufrimiento del Yo viene de una historia perdida-en-el-llano del no-Yo. Se me olvidó que te olvidé.

¿Qué busca Vitier en su memoria, décadas después, en pleno Período Especial en La Habana noventosa?

El sufrimiento de la culpa es insufrible y se condensa en vapor de olvido. Vitier sufría su memoria, no la consciente, sino la Mnemosyne que traiciona al más pinto. Aparece en una confesión posterior sobre Lo cubano en la poesía, texto que mana de la fuente de la culpa, el “sinsentido” de la realidad republicana: “Mi ánimo en aquellos días se hallaba hondamente turbado por conflictos ideológicos y de conciencia. Después de un 1 de enero inolvidable y dos años de exaltación patriótica solo amargada por el veneno de los oportunistas”.[29]

Con la poesía y la historia congeladas en el tiempo, separadas de la búsqueda auténtica de “lo cubano”. La Mnemosyne, la memoria que falla: “Yo te buscaba siempre, también en mí mismo. ¿Acaso no de mi linaje y de mi sangre? ¿No eras, en cierto modo, yo mismo?”.[30]

¿Qué busca Vitier en su memoria, décadas después, en pleno Período Especial en La Habana noventosa? Buscaba, más bien buceaba en su Dasein castrista. Veremos cómo se mete el cuento.  

2) Debemos llegar al que no-es. Toda conversión requiere algo subyacente que la haga aparecer. Saulo de Tarso no podría recordar a San Pablo, pero San Pablo se ve en Saulo. La cinta fílmica de la culpa de Vitier está hecha de memorias atormentadas, deshilachadas entre 1957-1968. Una memoria es más completa cuando causa placer y placer, cuando hace el bien. Vitier vislumbra y descubre la “eticidad”. ¿Qué es eticidad? Una artimaña que borrará la culpa —lo sabrá más tarde—. No ahora, en 1957; tampoco en 1958; ¡ni siquiera en 1959! cuando la comadrona del Dasein castrista prorrumpa en el istmo del encéfalo de Cintio, pendiendo cual nube plomiza en estival en su conciencia.

Esas palabras aluden al católico martiano, el poeta maritainista, el origenista, el frustrado violinista.

Para Cintio, 1962 es un año de chocar y descubrir. Chocar con “el veneno de los oportunistas”, ¿descubrir? a LA VOZ. El 13 de marzo Castro discute el manifiesto/testamento de José Antonio Echevarría. Vitier dará cuenta:

Durante la conmemoración del 13 de marzo de 1962, la supresión de esas últimas líneas, donde se invoca “el favor de Dios”, en la lectura que entonces se hizo del testamento político de Echeverría: “¿Seremos nosotros, compañeros, seremos tan cobardes y tan mancos mentales que vengamos aquí a leer el testamento de José Antonio Echeverría y tengamos la cobardía, la miseria moral, de suprimir tres líneas?”.[31]

¿A qué viene ese lío de LA VOZ con las líneas de Echevarría que siguen?: “Confiamos en que la pureza de nuestras intenciones nos traiga el favor de Dios para lograr el imperio de la justicia en nuestra patria”.

Vitier aducirá que LA VOZ provocó una crítica memorable…, “primera voz de alerta contra el sectarismo”. 

¡El invocar sus sentimientos religiosos —si esta frase fue expresión de ese sentimiento—, no le quita a José Antonio Echeverría nada de su heroísmo, nada de su grandeza, nada de su gloria! […] un revolucionario puede tener una creencia […] la Revolución no obliga a todos los hombres, no penetra en su fuero interno, no excluye a los hombres […] ¿qué culpa tiene de eso un buen católico, un católico sincero que sea miliciano, que esté con la Revolución […]?[32]

Cintio no sueña. Sí, las palabras de LA VOZ van dirigidas a Echevarría, pero precisamente —y por consiguiente— son para él. En la Mnemosyne de Cintio esas palabras aluden al católico martiano, el poeta maritainista, el origenista, el frustrado violinista. Son parole, parole, parole, de bienvenida generosa a la Cosa Nostra castrista, son Proverbios 9:5, “comed de mi pan, bebed de mi vino” de LA VOZ. 

Su vindicación llegará, piensa Vitier. No lo ve en los 70, pero ¿no es la fe ciega?

Cintio razona: ¡Ya puedo ser católico y revolucionario! A lo que responde el no-Cintio: Todo es mentira, mentira es el lamento. Es un camino sin regreso. Vitier no lo ha confesado en ninguna parte, pero debió haberlo sentido. En esto Mnemosyne es fehaciente. 

En 1968, Vitier, violín en mano, declara su conversión al castrismo.[33] Él y su amada Fina hacen una pareja de fideístas fidelistas convencidos revolucionarios. Por esos años, “Fina describía la Revolución como la Parusía, la realización de la Justicia del Juicio Final en la tierra”.[34]

Año de la Ofensiva Revolucionaria 1968, el proceso más brutal de purificación ideológica de la historia del castrismo, año en que LA VOZ hace de la miseria un imperativo ineludible. “Intervenir” es la palabra del momento. ¡Más de 55 636 pequeños negocios equivalentes al 34% de la economía del país! LA VOZ, despectivamente, los llama “timbiriches”: la bodega de la cuadra, la ferretería, la fritera de esquina, el puestecito de ostiones de la parada de guaguas, la ferretería del barrio, el pastelero con su caja de pasteles al hombro, el zapatero, el limpiabotas. ¿Es eso lo que Vitier llama “justicia y eticidad revolucionaria”? 

Su vindicación llegará, piensa Vitier. No lo ve en los 70, pero ¿no es la fe ciega? Fe paulista reformada por la teología de la liberación camilista y cardenalista que venía empollando desde finales de la década: “Esta es ‘la fe que mueve las montañas’: la única que en verdad puede hacerle frente a la cerrazón inmediata de los hechos. Esa fuerza incontenible, savia de la voluntad, es la que se yergue en el pecho del que ve —en la historia— lo que aún está invisible, cuando todas las circunstancias inmediatas le son adversas”.[35]

Con la caída de la URSS, el Vitier futuro se dará a la tarea de reinventar los Cintios pasados.

3) En los años 80 Vitier se da cuenta que la meta de ahora en adelante es cincelar a martillazos el Dasein de la nación cubana desde lo histórico-poético. Vendrán De Peña Pobre (1980) y Los papeles de Jacinto Finalé (1984). Ambas concebidas “como espacio espiritual donde el yo y los otros se conjugan dentro de un sentido que los sobrepasa”, tira-y-encoje del Yo y el no-Yo castristas con Kuntius-Vitier de protagonista. ¿El título del filme? El Dasein vitierista. 

Con la caída de la URSS, el Vitier futuro se dará a la tarea de reinventar los Cintios pasados. Así aparecerá el examen sinóptico de sus homólogos tempranos en Resistencia y libertad y Ese sol del mundo moral. ¿Puede culparse al Vitier castrista noventoso de redimir los Cintios sufridores inculpados por él? Los otros inculpados ¿no serían mejores que el Vitier de los 90? Es una cuestión existencial que involucra la eticidad, tópico mayor en los dos textos críticos más importantes de Vitier: 

Te busqué en los paisajes que están vírgenes de toda letra, que ningún nombre ha descendido sobre ellos para amortajarlos, que están en la palma de la mano de Dios como reliquias: en la mirada nupcial de las estribaciones de la Sierra y en el casto idilio pensante del Habanilla, y aquella tarde, desde el mirador de San Blas, como en la primera vaporosa mañana del mundo.[36]

¿A quién busca? La patria, responde Vitier. Patria, con barba y boina verde olivo; lapsos que rayan en el absurdo genuflexo: 

Las circunstancias de nuestro pueblo son las de una Revolución socialista en plena marcha, que en ningún momento olvida su raíz martiana. Esa raíz es la que nutre, según más de una vez lo ha dicho Fidel, su fundamento histórico y moral. Solo así se explica la pasión con que nuestro pueblo ha sido capaz de seguir […] gracias al magisterio incesante de Fidel.[37]

Ah, magisterio (magisti y stare, estar de pie) frente a la tribuna, Martí de fondo. Magister grado 33, con collarín y banda. Así es LA VOZ y su don fonocéntrico. 

¿Desconoce Vitier que durante aquellos efervescentes años revolucionarios el castrismo libraba una lucha campal y secreta contra miles de jóvenes revolucionarios?

“La Voz”, idea del sentido que da sentido a la idea. Comadrona del “Pueblo” heroica y bramante. Hontanar labidental fluyente de la gorja del Máximo líder. LA VOZ, sonido rauco martiano, alarido campaneante marxista, estentórea nasalidad leninista, relincho internacionalista.

¡Qué milagro transformativo del castrismo sobre Vitier! Si antes de 1968 había: “extrañeza”, “imposible histórico”, “irrealidad” y “sinsentido”, ahora, en plenos años 90, hay “eticidad revolucionaria”, “solidaridad”, “libertad y justicia”. 



Desenlace

Todo fin de siècle exige un acápite crítico. Schiller tiene las Cartas, Nietzsche, su Ocaso, Freud, la Interpretación y Vitier, Ese sol del mundo. No es poco, aclaremos. 

Vitier fundamenta el castrismo como ningún otro escritor cubano. La esencia del pensamiento y de la poesía reposan en un “pensar memorial”. Mnemosyne siempre orientada hacia lo que invita a pensar. La poesía eleva el pensamiento a las alturas y allá en el cielo piensa lo más digno de ser pensado. ¡Por fin Vitier es reintegrado en la familia castrista! Talento y sensibilidad sufridas, dedicadas y conciliadas, legitimadas e instituidas por el sistema tal. “La defensa del socialismo […] ha podido formularse como la defensa misma de la patria, consigna insostenible a estas alturas si no tuviese el fundamento real de un proyecto en el que se acumulan todos los esfuerzos fallidos anteriores.37 

¿Desconoce Vitier que durante aquellos efervescentes años revolucionarios el castrismo libraba una lucha campal y secreta contra miles de jóvenes revolucionarios? La lista de fusilados del castrismo se estima en 5 775 personas, con 1 116 ejecutados extrajudicialmente y 60 000 presos políticos. Vitier, esa generación mutilada y perdida, ¿no es también historia? 

Será muy difícil encontrar quien haya defendido y alabado el castrismo y a LA VOZ como Vitier.

Leer el siguiente párrafo, en pleno Período Especial, desde 2022, es sencillamente alucinante:

Lo que ahora podemos ofrecer es, sobre todo, un ejemplo. No necesariamente el de Numancia […] sí diariamente el de la dignidad, la risa y el ritmo en el peligro y la escasez, el del ánimo inventivo e industrioso, el de la imaginación imprevisible. Formas todas de la libertad, como el carácter, la iniciativa, la opinión y el mérito personales, que ahora más que nunca debemos, martianamente, fomentar.38

¿El ánimo inventivo e industrioso del cubano aplastado por la miseria castrista? Vitier ha caído —fue cayendo, es un proceso lento— presa de la miseria que, sin embargo, ostenta con irrecusable orgullo. No es suficiente. Reanuda el panegírico, ahora desde una voz que absolutamente le pertenece: “La naturaleza y el hombre, la belleza y el bien, se fundían en esta mirada que en aquel umbral del peligro y de la muerte tuvo la dicha de ver ‘toda la belleza que había en la naturaleza, que había en el ser humano’”.[38]

Será muy difícil encontrar quien haya defendido y alabado el castrismo y a LA VOZ como Vitier. Y, si bien ya no discursa, aún retumban sus ecos fantasmáticos en muchedumbres díaz-canelistas vitoreando desde las paredes decrépitas e irremediables de la resistencia





Notas:
[1] Cintio Vitier: Resistencia y libertad, Ediciones Unión, La Habana, 1999, pp. 101-109. Vitier admite que Martí no era marxista, “[…] aunque no era antimarxista”; pero nunca analiza qué tipo de libertad defendía Martí entre 1880-1890. Sin que fuera un liberal al estilo de los forefathers de la revolución americana —y es posible que fuera anglófobo—, no hay duda que el Apóstol sentía simpatía por el ideario libertario anarquista. Muchos de sus amigos anarquistas del momento son miembros del Partido Revolucionario Cubano. Incluso Carlos Benigno Baliño, a quien Vitier menciona como posible conexión del Apóstol con el marxismo —Baliño marxista después—, fue anarquista en la década de 1890. El tegumento vitierista del Martí, que antepone intereses partidistas a la libertad se presenta —con todo respeto a Mella— mellado. Cfr. Carlos M. Rama y Ángel Capelletti: El anarquismo en América Latina, Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1990. 
[2] Cintio Vitier: ob. cit., p. 104.
[3] Ibídem, p. 103.
[4] La famosa observación de Marx, citada por Engels en una carta a Eduard Bernstein, aparece en Marx y Engels, Werke, vol. 35, p. 388.
[5] José Martí: Obras completas, Centros de Estudios Martianos, La Habana, 2001, vol. 6, p. 248. (Todos los destaques en las citas son del autor, a menos que se indique lo contrario).
[6] Ibídem, p. 441.
[7] Ibídem, p. 455.
[8] “On Grace and Dignity/Ueber Anmuth und Würde”, en J. V. Curran and C. Fricker (eds.): Schiller’s ‘On Grace and Dignity’ in its Cultural Context: Essays and a New Translation, Camden House, Woodbridge, 2005, pp. 123-170.
[9] José Martí: Obras completas, ed. cit., vol. 8, p. 241.
[10] Ibídem, p. 245. 
[11] Ibídem, p. 457.
[12] Ibídem, p. 282. El estudioso Jorge Camacho rememora un encuentro durante un congreso en Burdeos en homenaje a Martí donde Cintio Vitier y Juan Marinello criticaron a Joucla-Ruau por sugerir que Martí se identificaba con las políticas del entonces presidente de la Argentina, Julio Roca. “Joucla propuso: hay una identificación con los tópicos posiblemente de uso en la prensa de Buenos Aires que Martí condensa”. Acto seguido, Vitier lo rebate: “No me inclino a esa posibilidad de identificación porque serían muy raras […] Martí sentía un amor entrañable por el indio en América” (“Contra el peligro: José Martí, la crítica modernista y la justificación de las políticas liberales en el siglo XIX”, John Hopkins University Press, vol. 124, no. 2, 2009, pp. 424-437).
[13] Cintio Vitier: ob. cit., p. 106.
[14] José Martí: Obras completas, ed. cit., vol. 9, p. 388.
[15] Cintio Vitier: ob. cit., p. 105.
[16] Ibídem, p. 104.
[17] Engels: “Carta a Franz Mehring”, 1893.
[18] Félix Luis Viera: “No hay que llorar, un libro sobre el Período Especial”, en cubaencuentro.com, febrero de 2012. 
[19]  Cintio Vitier: ob. cit., p. 104.
[20] Ídem.
[21] Ibídem, p. 107.
[22] Virginia Drake: “Torturas y muerte: El precio de plantarse frente a Castro”, en https://www.abc.es/xlsemanal/a-fondo/regimen-cubano-presos-politicos-prisioneros-disidentes-plantados-pelicula.html.
[23] José Martí: Obras completas, ed. cit., vol. 19, pp. 106-107.  
[24] Cintio Vitier: Ese sol del mundo moralPara una historia de la eticidad cubana,  Biblioteca Nacional de Cuba José Martí, 2021, p. 11.
[25] Ibídem, p. 151.
[26] Ibídem, p. 152.
[27] Los primeros trabajos de prosa reflexiva de Vitier (Experiencia de la poesía, 1944, y Mnemosyne, 1945-1947) exploran vivencias personales y ciertos presupuestos teóricos.
[28] Cintio Vitier: “Pilar”, en http://ryc.cult.cu/media/Revista/R_yC_2-3__2021_Z7qs0kM.pdf.
[29] Cintio Vitier: “En Cuba: antes y después”, en Lo cubano en la poesía, Editorial Prosas Leves, 1993, p. 43. En este prólogo el que escribe no es el Cintio de 1957, sino el Vitier posterior.
[30] Cintio Vitier: “El rostro”, en Poesía, Ediciones Unión, 1997.
[31] Cintio Vitier: Ese sol del mundo moral, ed. cit., p. 164.
[32] Ibídem, p. 165.
[33] Lorenzo García Vega rememora el incidente: “No olvidaré la noche que Cintio relató las peripecias de su conversión. Fue en una conferencia, pronunciada en la Biblioteca Nacional. A mí me faltaban cuatro días para salir de Cuba —tenía que salir sin mi familia. Y si bien es verdad que estábamos preparados para el show — allí estaban los figurones intelectuales del partido comunista no dejó de ser aquello ¿qué adjetivo podré usar, algo así como un acabóse” (César A. Salgado: “The Novels of Orígenes”, en The New Centennial Review, vol. 2, no. 2, pp. 201-230).
[34] Francisco Fernández Sarría: “Cintio Vitier, escritura y Revolución”, en https://www.cubaencuentro.com/revista/revista-encuentro/archivo/48-49-primavera-verano-de-2008/cintio-vitier-escritura-y-revolucion-97205.
[35] Cintio Vitier: “El rostro”, ed. cit.
[36] Cintio Vitier: Ese sol del mundo moral, ed. cit., p. 153.
[37] Cintio Vitier: “Esa invencible fuerza”, en http://ryc.cult.cu/media/Revista/R_yC_2-3__2021_Z7qs0kM.pdf.
[38] Cintio Vitier: Resistencia…, ed. cit., p. 106.





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Walterio Carbonell: el historiador cimarrón

Camila Koenigstein

El caso de Walterio Carbonell ejemplifica bien cómo hubo un cambio entre lo esperado (un nuevo orden social igualitario) y el autoritarismo que fue impuestoen los años pos-Revolución.