Textralización de la realidad

El proceso de documentación progresivo, intenso, caótico y entusiasta de lograr “niveles de expresión” ha provocado la textralización de la realidad. Aquí la noción en cuestión se conforma de una fricción tríptica: lenguaje, realidad y arte.

Lenguaje, pues somos en el plano clínico seres lingüísticos. 

Realidad, pues aunque solo vivimos una mínima parte de esta, la presentimos en su totalidad, sintiendo en ella las pulsiones del tiempo. 

Y arte, pues este constituye necesidad de expresión de lo más íntimo de nuestro ser.

Demostrado está que las palabras, junto a los silencios, recrean la red neuronal. Tanto “tiempo de silencio social acumulado”, unido al despertar de la tecnología provoca el proceso naciente de la textralización. Nada podría hacerse para retardar la explosión de las palabras en esta lengua. Quizás sea un idioma del futuro, pero su balbuceo ya comienza a sentirse ahora. La nueva lengua que hemos comenzado a hablar los cubanos de todas las orillas: el Aklikaché. 

Es la mezcla de las lenguas antiguas unidas a las lenguas de las que nos hemos apropiado en los lugares que hemos arribado. Ella es una lengua muy atrevida pues se basa en los fonemas del castellano para producir constantemente nuevas palabras, y es más atrevida todavía pues se apropia de las palabras castellanas y las aklikachea. El aklikaché las moldea a su gusto dándoles un flow y un toque sonoro especial.

El aklikaché que llegará a hablarse solo en territorio cubanoide, pues lleva una dosis de sol muy fuerte en la genética de las cuerdas vocales, avanza por los cenáculos privados, las esquinas, los punticos de viandas y despierta recelos en los defensores del castellano. En los orígenes del aklikaché están las raíces arahuacas, taínas y caribes. 

La textralización con su respectiva lengua aklikaché es una promesa. Los procesos de surgimiento de una lengua llevan gran devoción mística del grito. 

Textralización hay en los posts de Facebook, en los chats, en los estados de WhatsApp, en las colas, en las licras fosforescentes y en los pregones callejeros de “Maní y cuchilla”. Se podrían poner miles de ejemplos, mas pido a cada cual abra los sentidos a esta nueva lengua sensual que inunda ya todo lo nuestro, y lo no-nuestro.

Es precisamente Cuba una palabra del aklikaché. Una palabra que retumba, y que los nuevos hijos del Aklikaché nos resistimos a castellanizar. 


© Imagen de portada: Ronan Furuta.




marien fernández

Se deja tocar la jirafa

Marien Fernández Castillo

He visto en mi generación un hambre voraz de documentarlo todo. Un hambre de cartulina y estómago. De carpeta, expediente que se llena y carteraque se vacía.





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