Katherine Perzant: taxidermia del pájaro motosierra

El pájaro motosierra no es solamente la obra de teatro que ganó el Premio Nacional de Dramaturgia Abelardo Estorino 2020. No es solamente la obra que escribió Katherine Perzant (Holguín, 1996). Es una experiencia de vuelo colectivo. Puedo entrar a su intimidad de pájaro, a la tristeza de sus plumas. Es fácil comprender el picoteo, el trino, el piar de los polluelos pidiendo comida. ¿Hambre o frío? Creo que es soledad.

Quise tener entre mis manos, un pájaro que se pareciera a los que visitan a Katherine. En cambio, recibí una pluma gris, no de ave nacional. Me puse a leer la historia de todos los pájaros del mundo, pero de pronto una motosierra… brrrrrrrrrrrrrrr.

¿Cuándo comenzaste a escribir? ¿Cómo recuerdas la primera vez?

Estudié Periodismo para escribir. Y lo hice durante los cinco años de universidad, pero todo lo que logré escribir en este período, salvo una obra de teatro que se estrenó en Ciudad de México hace un par de años, lo destruí. 

A los 17 leí un cuento de William Faulkner, “Una rosa para Emily”, y sentí que eso era la literatura. Un cabello de plata que es todas las respuestas. Fue una inyección tal que después de leerlo escribí tres cuentos, uno detrás del otro, que envié —ya cursando el primer año de la carrera—, al taller de escritura Onelio Jorge Cardoso. Para mí fue bueno venir desde Holguín a ese taller. A La Habana. Ahí conocí a varios escritores cubanos. Y también estudié referentes fundamentales: Bolaño, Murakami, Munro, Lispector, Palahniuk, y otros. Y aunque seguí escribiendo, comencé a comprender que era muy difícil. Escribir es muy difícil. 



Katherine Perzant, por Carmen Cabrera.


¿Cuáles fueron tus primeras lecturas, guías, cabeceras? ¿A qué autores/libros/escenas siempre vuelves?

Cuando leí Memorias de Adriano, de Yourcenar, tenía 19. La leía con miedo. Memorizaba líneas. ¿Quién puede superar esto?, me decía. ¡Nadie! Leí Alexis…, ¿Qué? La eternidadFuegos, Cuentos orientales; todo, todo lo que encontré que tuviera su nombre. Nueve cuentos (particularmente “Justo antes de la guerra con los esquimales”, “El hombre que ríe” y “Teddy”) de Salinger. Los textos de Alejandra Pizarnik sobre Elizabeth Báthory. Noticias del imperio de Fernando del Paso. La rosa tatuada de Tennessee Williams. Orlando de Virginia Woolf. El amante y Agatha de Duras. La perla de Steinbeck. La conjura… de Kennedy Toole. El rodaballo de Günter Grass. Tres cuentos de K. Mansfield (“Casa de muñecas”, “Felicidad” y “Una taza de té”). Truman Capote, Artaud…

En el confinamiento he descubierto autores que me han cautivado: Antonio José Ponte, Mario Bellatin, W. G. Sebald y Sacha Marianna Salzmann. 

¿Cómo es tu proceso creativo?

Para crear necesito leer algo que me impacte. Cuando leo un cuento buenísimo, por ejemplo…, “Animalitos inexpresivos”de D. F. Wallace, me dan ganas de escribir cuentos. Si descubro obras como Cocinando con ElisaNevaAprender a nadar o Luisa se estrella contra su casa, quiero escribir teatro. Si leo a Ron Padgett deseo hacer poemas. O sea, necesito buscar a través de mí algo que encontré leyendo a otros. Experimento unos celos deliciosos. Fracaso demasiado, es desquiciante. Escribo a mi tempo. Casi siempre en la cama, recostada en el espaldar. O me siento en el portal, donde leo o hago apuntes después de alimentar los gorriones. Me encanta que vengan los pájaros. Una vez vinieron dos palomas. 

¿Qué es para ti el teatro? ¿Cómo lo vives?

Pensemos en las flores. Por ejemplo, las flores del framboyán. Rojas y naranjas. Rasgadas, salvajes. Encuentran un tiempo perfecto para abrirse, permiten que el mundo las observe, y luego, caen. Ya no están. Solo existen en tu memoria. Han dicho lo que debían y se han largado. Pero cambiaron algo en ti que las has visto. Te han dado sus colores, su misterio, su mortalidad. Me interesa investigar estos procesos, descubrir la dramaturgia de las flores. 

Igual que para escribir ficción uno se apropia de imágenes y frases, para escribir teatro uno se apropia de gestos, respuestas, “escenografías” de la calle o del pasado. A veces me gusta observar sitios vacíos e imaginar qué sucedió allí, cómo, qué se ha dicho entre esas cuatro paredes. Me encantan las canchas de básquet. Los cuartos de hotel. Las playas desiertas. 

Te voy a poner un par de ejemplos de cómo vivo el teatro: De noche, en cierta fiesta, en el baño de mujeres una chica desconocida se acercó para preguntarme:

―¿Tú la has visto? —de pronto la chica estaba llorando y escupió un nombre de mujer.

―No, lo siento, no sé de quién me hablas —dije—. No la he visto. 

―Se ha ido —me dijo la chica—. Y es por mi culpa. 

Para mí, eso es una obra de teatro. 

Otra vez vi Final de partida, de Samuel Beckett, los actores hablaban portugués, era complicado. En la obra había un perro de trapo, color hollín, que el actor de la silla de ruedas cargaba. Al terminar, el perro quedó sobre el escenario, bien cerca del público, cerca de mí, y confesé a mi acompañante, una directora de teatro mexicana, que me daban unas ganas incontrolables de acariciarlo. 

Si uno logra que el público desee acariciar un perro de trapo, uno va ganando. 



Katherine Perzant, por Carmen Cabrera.


¿En qué proyectos trabajas actualmente? ¿Qué sueñas hacer con tu escritura en el futuro?

He comenzado a escribir una novela, voy por las primeras páginas, estoy experimentando. Y me siento optimista porque hay posibilidades de estrenar en Argentina El pájaro motosierra. Esto es algo que me sucede a menudo, siempre son directores y actores extranjeros quienes se interesan por leer y montar mis textos. Nunca cubanos. Terminé hace unos meses un texto que se titula Canciones de Valask River, muy fragmentado. La obra es un río que arrastra todas las voces de un pueblo. Las arrastra como si fueran peces. Las arrastra…

Voy a escribir todo el teatro que pueda. 

Quiero escribir mucho teatro de texto, porque me encanta, siempre lo seguiré haciendo, pero en algún momento quisiera alternar la palabra con otro tipo de lenguaje, como escribió Artaud en El teatro y su doble: “No se ha demostrado en absoluto que no haya lenguaje superior al lenguaje verbal” (“Cartas sobre el lenguaje”. Primera carta. París, 15 de septiembre de 1931). Estoy fermentando este pensamiento. 

Me interesa explorar la visualidad, la gestualidad. Heiner Müller dijo en una entrevista a Ute Scharfenberg: “Alguna vez hubo un intento, no sé de quién, de que en medio del texto, en medio de la representación, los actores se detuvieran, se quedaran parados, y que durante unos cinco o diez minutos no pasara nada. Sería bueno hacer esa prueba otra vez, ver qué pasa con los espectadores”.  

Y esto pasa en El pájaro motosierra. Los actores se quedan viéndose ese tiempo. No dicen nada. No pasa nada. Es un homenaje. Y este es mi comienzo con ese tipo de intenciones. Quizá un día ponga bajo una bombilla una jaula con un pájaro. Y que en el tiempo de la obra el público no vea pasar nada más que esto, un pájaro y una jaula. Un pájaro y una jaula…, y sus sombras. 



Katherine Perzant, por Carmen Cabrera.


Fragmentos de El pájaro motosierra (2020)

Cuando por fin llegamos al bosque, una reserva forestal como ninguna, los cazadores sacaron sus rifles y se adentraron en la tupida caza.
Me quedé haciendo el fuego, rayaba piedras, vi las chispas salir de a poco, escuché los disparos, las aves que cayeron con la tarde.
Uno, dos, diez…
Veinte pájaros sobre el campo.
Yo agradecía al azul del fuego porque ningún cazador descubrió
esta pluma incendiaria que me guardo.
[…]
Yo soy tu pájaro lira, mi amor
y te canto en esta, mi lengua posible
tenías toda la razón del mundo
soy aquella mujer, escrita por Breton, en 1931
tu mujer con espalda de pájaro
que huye
vertical.
[…]
Hay una tarde en la que me recuerdo
batiéndome contra las paredes del baño
—el ave que no encuentra su lugar en el cielo—
me pregunto si esa tarde existió para que escribiera
ESTO
si ese dolor innombrable me atravesaba
para que algunas páginas no quedaran
en blanco.
Era tan joven, tan pálida
y estaba allí
detrás de la cortina de baño, pidiéndole a mi madre no entrar, dejarme sola,
repitiendo tú nombre
como si fuera la única palabra
conocida.
En el recuerdo abro la puerta y me digo, shhhhhhh, ya está bien, vamos,
ya está bien,
me aparto el pelo de la cara
y me beso en la boca.




Manuel Hurtado

Manuel Hurtado: ‘No name yet’

Ray Veiro

Prefiero llenar páginas malas antes que tener el Word en blanco”.