‘Make America Florida’

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Cuando asumí el cargo de Gobernador, dejé de lado toda precaución al rechazar las encuestas y dedicarme a ser un ejecutivo energético que abordaría los problemas a la ofensiva. Goberné con sentido de urgencia y dispuesto a correr riesgos para lograr lo que me había propuesto.

Pudimos lograr grandes éxitos, en parte, porque dirigí basado en la convicción, sin tratar de plegarme a lo que Alexander Hamilton una vez llamó “cada brisa repentina de pasión o cada impulso transitorio” de la gente. Teníamos nuestro norte verdadero, y no íbamos a dejarnos distraer por la narrativa de los medios y los ruidos de fondo.

No íbamos a dejarnos distraer por la narrativa de los medios y los ruidos de fondo.

También fuimos estratégicos en nuestro enfoque. Realicé nuestra agenda, consciente de la realidad de que yo era un ejecutivo electo, dentro de un sistema constitucional que incluía controles y equilibrios de otras ramas y otros niveles del gobierno. Entendí la autoridad que me correspondía bajo las leyes y la constitución de la Florida, entendí los varios puntos de presión dentro del sistema, y entendí cómo manejar esa autoridad para avanzar nuestra agenda a través de dicho sistema.

Vivimos en una época extraña en la que las narrativas han suplantado a los hechos y no me hacía ilusiones sobre cómo los medios de comunicación corporativos responderían a mi frenética actividad, medios que gustan de los Republicanos que se niegan a hacer nada sustantivo y aceptan obedientemente las narrativas de izquierda. De hecho, durante la pandemia de coronavirus, fui el gobernador que más difamaciones recibió de los medios corporativos y, desde el 20 de enero de 2021, ningún funcionario Republicano ha enfrentado ataques más consistentes ―y equivocados.

Este es el precio de ejercer hoy un liderazgo en los Estados Unidos de América. Un gobernador que gobierna mediante la aplicación activa de políticas que desafían la ideología izquierdista de las élites de la nación, recibirá el fuego no solo de los medios tradicionales, sino también de los grupos de activismo, de las grandes empresas tecnológicas, y de las corporaciones estadounidenses.

Para triunfar, un líder debe estar dispuesto a recibir tales ataques. Esto no siempre es fácil, especialmente cuando muchos de los ataques son mentiras desvergonzadas, pero este es simplemente el precio que debe pagarse por ejercer el liderazgo. Y es un precio que vale la pena pagar.

Cuando adopté una posición firme contra la narrativa imperante de las políticas draconianas respecto al coronavirus, puede que me hayan vilipendiado los mismos de siempre, pero pudimos salvar el sustento de millones en toda la Florida. Las élites costeras adoradoras de Fauci no tenían respeto por estas personas, y me tocó a mí proteger a la población de la Florida del destructivo estado policial biomédico.

Tomar posiciones firmes provoca el contraataque del engranaje izquierdista de los medios de comunicación y puede afectar temporalmente el posicionamiento político de un líder. Con demasiada frecuencia, los funcionarios electos permiten que tales consideraciones políticas del día a día prevalezcan sobre hacer lo que es correcto.

Por ejemplo, cuando la Florida fue líder a nivel de nación en exigir que las escuelas abrieran durante la pandemia de coronavirus en 2020, enfrentamos una oposición masiva de los demócratas, los sindicatos de maestros, los medios tradicionales, e incluso algunos Republicanos, de modo que la opinión pública estaba fuertemente en contra de nuestras políticas.

Desafiamos la histeria mediática que estaba completamente divorciada de los datos.

En lugar de someternos ante el impulso público circunstancial, estuvimos del lado de los padres y los estudiantes. Le ganamos a los sindicatos en los tribunales. Y desafiamos la histeria mediática que estaba completamente divorciada de los datos. Según se han acumulado las pruebas que reivindican nuestro enfoque, aquella decisión ha logrado un apoyo tan abrumador que aquellos que se oponían a nosotros normalmente ya ni reconocen que se opusieron.

Puede darse el caso de que, al tomar una decisión difícil, las políticas no funcionen bien. Uno podría hasta perder unas elecciones por sostener una posición de principios. Este es un riesgo que un líder simplemente debe enfrentar. Si hacer lo correcto conduce a perder las elecciones, entonces que así sea.

No vale la pena contorsionar hasta convertirse en un churro solo por intentar aferrarse a un cargo electo.


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A finales del verano de 2021, Casey me dijo que sentía algo raro en su pecho. No había abultamiento, pero tenía una sensación impalpable que ella quería revisarse. Aunque le dije que probablemente no era nada, le recomendé que siguiera sus instintos y fuera a ver a un médico.

El médico no encontró nada tras realizarle un examen de rutina. Era una muy buena noticia, y atribuí las preocupaciones de Casey al hecho de ser ella demasiado sensible.

Al pasar los días, Casey volvió a preocuparse por esto. Se preguntó por qué el médico no la había remitido a una mamografía.

Ella quería una segunda opinión.

Si fuera yo, y un médico me dijera que no había nada de qué preocuparse, probablemente no habría pensado otra vez en eso. Pero ella tenía un presentimiento persistente sobre su caso y no iba a parar hasta encontrar a un médico para que le ordenase la mamografía.

Semanas más tarde, se hizo la mamografía. A uno de los técnicos le pareció que podría haber algo ahí, lo que no fue nada bueno de escuchar y nos causó mucha ansiedad mientras esperábamos los resultados los días siguientes.

En este punto, Casey asumió que la mamografía daría positivo. Yo tenía la esperanza de que el resultado fuera todo lo contrario. No fue hasta que recibí la llamada telefónica con los resultados que acepté del todo que algo andaba muy mal.

Los resultados dieron positivo. Era cáncer de mama.

Fue como si una tonelada de ladrillos cayeran sobre nuestra familia. Casey era una esposa energética y vibrante y madre de tres hijos, en ese momento de cuatro, tres y un año de edad, y nunca había tenido nada más grave que una gripe ligera.


Fue como si una tonelada de ladrillos cayeran sobre nuestra familia.

De pronto, tenía su mortalidad ante sus propios ojos. Yo había investigado mucho mientras esperábamos los resultados y me complació saber que la tasa de supervivencia para el cáncer de mama era increíblemente alta. Le dije que iba a ser un camino duro de recorrer, pero que yo confiaba en que al final del camino ella estaría bien. Esto no fue demasiado consuelo para quien ya miraba fijamente el fardo de un trayecto tan arduo, y había muchísima incertidumbre pesando sobre sus hombres.

El proceso afectó tanto física como emocionalmente a Casey. Pasar por la quimioterapia fue una experiencia terrible. Yo asistía con ella a sus sesiones de tratamiento durante horas y, al final, quedaba totalmente exhausta.

Habitualmente seguía casi arrastrándose por el resto de esa semana y luego comenzaba a sentirse mejor la siguiente semana. Nunca volvió al nivel de energía de su yo anterior hasta que por fin terminó con la quimioterapia.

El coste emocional debió ser más significativo. Cada mañana teníamos a nuestros hijos pequeños saltando por toda la casa, y eso la hacía reflexionar sobre lo que sucedería si ella no conseguía rebasarlo. Por lo demás, tuvo que sufrir todo eso sin saber si realmente iba a funcionar, pues ni siquiera los mejores oncólogos logran siempre “atrapar” todo el cáncer.

Algo que ayudó fue la enorme cantidad de apoyo y afecto que la gente, no solo en la Florida sino en todo el país, le mostró a nuestra familia, particularmente a Casey.

Al inicio, no estábamos seguros de publicar el diagnóstico, pero como Casey juega un rol público, sentimos que lo correcto era anunciar por lo que ella estaba pasando y luego reportar actualizaciones periódicas. Tan pronto como hizo el anuncio, recibimos gran cantidad de oraciones y buenos deseos, lo que elevó el ánimo de Casey en una gran escala.

Después de unos seis meses, su escaneo volvió sin ningún rastro de cáncer. Si bien aún necesita hacerse monitoreos periódicos para garantizar que no haya recaídas, este resultado fue lo mejor que podía esperarse.

Cada día es un regalo, así que aprovéchalo al máximo.

Combatir al cáncer es especialmente difícil para las madres con niños pequeños. Así y todo, Casey manejó este desafío comprometedor para su vida con gracia y determinación. Su empeño para ganarle al cáncer de mama fue una fuente de inspiración para mí y las personas de nuestro entorno.

Esta tribulación fue un recordatorio para ambos de que no hay garantías en esta vida. Nunca sabrás qué curvas te ha de lanzar la vida. Cada día es un regalo, así que aprovéchalo al máximo. Y sin mirar atrás.


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Como congresista estadounidense, yo volaba de la Florida a Washington, DC, con regularidad. A veces, al acercarse a DC, el avión iba paralelo al National Mall hacia el Aeropuerto Nacional Ronald Reagan. Si miras por la izquierda del avión, ves una vista panorámica de los monumentos conmemorativos de Lincoln, Jefferson, MLK y Washington, así como una visión majestuosa del Capitolio. Semejante perspectiva es más que impresionante para quien visita DC por primera vez.

Sin embargo, mientras más yo pasaba por esa ruta de vuelo, empecé a darme cuenta de que los monumentos que mejor representaban los valores y la tradición de nuestro país no eran esos que todos miraban a la izquierda del avión. No, la vista más impresionante quedaba del lado derecho del avión, al otro lado del río Potomac en el norte de Virginia. Había allí múltiples monumentos, mucho más pequeños que los del Mall, alineados en filas, uno justo detrás del otro. Eran tumbas.

Del lado derecho del avión se veía el Cementerio Nacional de Arlington.

Para mí, esas lápidas constituyen los monumentos más importantes porque, si bien los del National Mall representan todos nuestros ideales, los mismos no valdrían mucho si los estadounidenses no estuvieran dispuestos a dar lo que Lincoln llamó “la postrera mayor muestra de devoción” al servicio del país.

Esos sacrificios son los que hacen posible una sociedad libre. Y, si bien los monumentos a lo largo y ancho del cementerio no son tan glamorosos como la majestuosidad de los que están al otro lado del Potomac, ellos son los símbolos más poderosos de la deuda que nosotros, como estadounidenses, tenemos con quienes lucharon por nosotros.

La deuda que nosotros, como estadounidenses, tenemos con quienes lucharon por nosotros.

Los sacrificios que uno hace al desempeñarse en un cargo electo de importancia son significativos, sobre todo porque el vitriolo partidista ha aumentado de manera muy dramática en los últimos años, pero estos sacrificios palidecen en comparación con los que hicieron nuestros héroes caídos.

Como tantos que servimos en cargos electos, Casey y yo vemos que las batallas que libramos son clave para proteger la libertad y las oportunidades para nuestros hijos y para el resto. Para las generaciones futuras y para Dios, queremos legarles nuestras comunidades, nuestro estado y nuestra nación en mejor situación a como las encontramos.

Pero también me motiva el deseo de hacerles justicia a quienes se sacrificaron para que nuestro país fuera libre. El presidente Ronald Reagan una vez dijo que la libertad está a solo a una generación de extinguirse, pues no se transmite por vía sanguínea. Es algo que debemos cultivar, defender y fortificar.

La división de nuestra sociedad no se debe simplemente a las diversas preferencias políticas respecto a los impuestos, las regulaciones, y el estado de bienestar, sino respecto a nuestros principios fundacionales.

Las batallas que hemos librado en la Florida, desde derrotar al estado policial biomédico hasta detener a las corporaciones woke y luchar contra el adoctrinamiento en las escuelas, laten en el corazón de lo que significa ser de la Florida y de los Estados Unidos de América.

Luchar con éxito contra muchas instituciones poderosas de élite que han llevado al país a un ciclo repetido de fracasos.

El camino correcto a seguir no es difícil de identificar. Basta con tener un mínimo sentido común y aplicar los valores esenciales estadounidenses a los problemas del día a día. Pero no será tan fácil de lograr. Se necesita luchar con éxito contra muchas instituciones poderosas de élite que han llevado al país a un ciclo repetido de fracasos.

La Florida ha demostrado que tenemos la capacidad de ganarle a esas élites. Requiere determinación. Requiere de una visión estratégica.

Requiere fuerza ante los ataques. Y, sobre todo, requiere coraje.




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Capítulo del libro The Courage To Be Free del Gobernador de Florida y candidato presidencial estadounidense Ron Desantis, publicado por Broadside Books: Northampton, MA, 2023.

© Imagen de portada: Joe Raedle / Getty Images.






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Una tierra prometida

Barack Obama

Mi miedo más profundo provenía de que había comprendido que podía ganar.