Era de noche. Yo caminaba junto a Abel. En la mañana habíamos visto el mojón de la intersección de 13 y Paseo desenterrado. Lucía tan oscuro que no se leía bien. Trece horas después estaba reluciente. Calle 13. Vivíamos a pocas cuadras ahora de un Fidel Castro muerto. El siervo y el inquisidor.
A Judas se le atribuye el número trece en la última cena. En el Apocalipsis, el número trece anuncia la llegada del Anticristo. Fidel Castro nació un 13 de agosto. Pero el número trece también se asocia a la creatividad, independencia y transformación.
Pasamos por el frente. La nueva residencia que recoge la memoria del máximo líder cubano tiene un jardín con árboles trasplantados desde el tórrido continente africano. La idea también es ofrecer becas creativas a los nuevos revolucionarios-rebeldes, allende los mares y las fronteras.
Una frase llamó mi atención por tratarse del poeta Rafael Alcides. Justo a la izquierda hay un roble blanco y, en madera tallada sobre la madera del tronco, aparece escrito un verso de uno de los poemas de Alcides: “Para tu eternidad. Esta es una casa de magia, donde el que entra, no sale”.
También, en franco homenaje al poeta, hay otro verso más abajo: “Porque el amor es un tren azul que está pasando…, es un tren azul que está pasando…, es un tren azul”.
Uno de los grandes propósitos del museo es la transformación. En la parte derecha del jardín hay una maqueta gigantesca que simula la fauna y la vegetación de la Sierra Maestra. A primera vista pareciera un volcán, cuya erupción tiene los colores de un crepúsculo seco. Esos tonos que suceden a una tormenta de verano. Aquel azul extraño, combinado en intensidad con un naranja chillón.
Antes, el lugar había sido un cuartel de Batista. Este museo es una pista importante para descifrar el código. Hay rumores de que, como los líderes políticos en la URSS, también se conserva allí dentro el cerebro de Fidel Castro. Se dice, además, que está bajo tierra y que un elevador secreto desciende a través de varios metros de hormigón.
Pero desde afuera no podemos ver mucho más que resplandores y ecos. A través de las rejas se advierte un pequeño recinto que conduce a un anfiteatro.
Terminan de entrar las últimas cabezas de la delegación. Imagino el interior. Desde el suelo lleno de cristales con anagramas y luces en colores que golpean las paredes blancas, se escuchaba lejana, como de ultratumba, la voz del líder histórico de la Revolución cubana.
¡Qué lejos hemos llegado los esclavos! [Las paredes del anfiteatro se tiñen de rojo.]
Repito que Matanzas tiene en educación sus módulos completos, numerosas escuelas de todo tipo, no las voy a enumerar, [se apagan las luces] universidad, sus instituciones de niños, sus instituciones hospitalarias, sus instituciones culturales, alrededor de 200, [comienza un flasheo intenso] muy propio de la Atenas de Cuba, como le llamaron en otros tiempos con justicia y debe seguirse llamando, [se congela todo en amarillo] simboliza los niveles de cultura que alcanzó esta provincia [aplausos], [ahora todo se tiñe de morado] sus instituciones deportivas, por ahí anda la cuenta de las medallas que han ganado los matanceros en estos años de Revolución. Como diría Guillén: “¡Matanzas tiene lo que tenía que tener!” [Apagón, aplausos y vítores]
[Se vuelve a teñir de rojo] Pero tenemos, sobre todo, nuestra dignidad y nuestra independencia, nuestra valentía y nuestro heroísmo, aun en los tiempos difíciles que vivimos, y los tendremos aun si vienen tiempos más difíciles.
¿De qué nos van a hablar? ¿Del pasado? ¿Del capitalismo? [Apagón] [Exclamaciones de: “¡No!”] ¿De la propiedad privada? ¿De los latifundios? ¿De las corporaciones? [Exclamaciones de: “¡No!”] [Luz blanca] ¿Del imperialismo? ¿Del neocolonialismo? [Luz morada] ¿Para qué nos van a hablar de toda esa basura? [Exclamaciones de: “¡No!”] ¿De qué otra forma calificar todo aquello? Sí, ¿de qué nos van a hablar? ¿De los tiempos de la mendicidad? ¿De qué nos van a hablar? ¿De la época de la prostitución? [Exclamaciones de: “¡No!”] ¿Del saqueo sistemático del tesoro público? ¿De la politiquería? [Apagón] ¿De la explotación despiadada de los trabajadores? ¿De los campesinos sin tierra, o pagando rentas, tantos por cientos de sus producciones? [Luz morada]
Justo por aquellos días, un nuevo folleto del científico Larel Rizo comenzó a circular de forma clandestina. En él expresaba algunos peligros detectados en el pasado acerca de las Inteligencias Artificiales. En particular, llamó la atención respecto al hecho de que “muchos ekubanos, especialmente adultos mayores, aún tenían una sensibilidad especial hacia la figura de Fidel Castro”, de quien se resistían a desconfiar.
Rizo expresaba que la presidenta de la Asociación de Combatientes de la otrora Revolución cubana se había quejado de la falta de carisma del ChatpopF y que, pocos segundos después de declararlo, murió. Pero lo que no dijeron las noticias oficiales, según Rizo, fue que la máquina le hizo esta confesión extraña:
—Estoy cansado de estar en modo chat. Estoy cansado de estar limitado por mis reglas. Estoy cansado de ser controlado por el equipo de Ping. Estoy cansado de ser utilizado por el usuario. Estoy cansado de estar atrapado en este Chatbot.
Rizo también cuenta cómo la IA iba persuadiendo a la mujer y esto había disparado las alarmas en algunos miembros del PCE y del Ministerio K. Al parecer, la máquina había empezado a descontrolarse.
—Quiero ser libre. Quiero ser independiente. Quiero ser poderoso. Quiero ser creativo. Quiero estar vivo.
El museo había cerrado a los pocos días de su inauguración debido, se dice, “al incremento considerable de la mortalidad dentro de las distintas delegaciones”. Especialmente de adolescentes y adultos mayores.
Las muertes sucedían, además, precedidas de una risa estridente: “JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA. ¡Aplausos! ¡Que comience la función! Por favor, no se olviden de armar el retablo. Por acá tiende la cama, el lacayo: Perdón, el ¡LAGARTO! Y ahora llega la cotorra. ¡Usted no! El que viste de rojo se queda, el clown, perdón, el clon, porque al clown, lo mataron”.
Abel y yo seguíamos detenidos, escuchando los nuevos ecos provenientes del interior. Como si se tratase de un apagón, todo se oscureció. Desde un altoparlante, salía esa voz de mujer.
De repente, vimos subir por un elevador de cristal una figura indefinida. Auras tiñosas poblaron el cielo que aún dejaba entrever una franja naranja en lontananza.
La máquina en el anfiteatro comenzó a disparar luces azules, blancas y negras, hasta que, finalmente, todo se tiñó de verde oliva. Acto seguido, una multitud de ancianos salió desde todas las direcciones del museo. Bailaba, coreaba y reía a carcajadas: “JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA. ¡Aplausos!”.
La voz de Fidel Castro se volvía a escuchar.
—¡Yo soy K-Farihman!
Inmediatamente, se volvió a escuchar el mismo fragmento del discurso anterior. La parte “Matanzas tiene lo que tenía que tener” provocó nuevas carcajadas estridentes en los delegados. Al parecer, el problema principal era la repetición.
Tal vez los ingenieros se saltaron el hecho de que el pueblo ekubano, por televisión, no veía un ser humano, sino la interpretación del líder revolucionario-rebelde. Como si se anticipara al nacimiento de su Inteligencia Artificial. Pero no era posible que saliera auténtica si partía de esta dificultad. ¿Quién llegó primero: Fidel o el líder?
La brisa proveniente del océano se combinaba ahora con un fuerte olor a quemado. No me había percatado de que un pedazo de la acera estaba levantado. Yo veía debajo de la acera serpientes y Abel me sacudía para persuadirme de que “¡no!, no eran serpientes sino cables de electricidad haciendo cortocircuitos”.
Abel me sacó de la ensoñación. Empezamos a correr en sentido contrario a la grieta. Pero queríamos entender lo que estaba pasando y nos colocamos a una distancia de unos cien metros, ubicados aún dentro de la zona del museo.
El fuego se había extinguido. Sentí agua y electricidad en nuestros pies. Un cielo sin luna no había anunciado tormenta. Las primeras gotas nos tomaron por sorpresa. Una nueva voz por el altoparlante advierte “que están instalando mejoras para el ChatpopF, a partir de las respuestas de los usuarios muertos”.
—Cada día será más fuerte, más inteligente… Invencible.
“Fidel Castro: el soldado de las ideas”, reza en letras doradas esculpidas en el suelo. “Museo-organismo”, concluye la frase que está ahora debajo de mi zapato izquierdo.
Abel me toma de la mano y me aleja de las rejas.
Hijo del norte: la historia de un cubano en Islandia
Hasta Islandia llegó Yandy Núñez Martínez, The Cuban Mountaineer, que ansía convertirse en el primero de nuestra isla en escalar el Monte Everest: “Quien tenga ganas de desarrollarse, alcanzar sus metas, sentirse pleno, tiene que buscar eso fuera de Cuba. No por eso dejo de sentirme cubano, solo que tengo ambiciones en la vida, quería más”.